Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
Por el momento, esta va a ser la última fantasía, ya que no escribiré más este tipo de historias y me dedicaré a publicar otros relatos que ya venía haciendo y cosas nuevas. Espero que hayan disfrutado estos 25 relatos en donde la imaginación es la principal protagonista. Obviamente, les agradezco a todos los que se deleitaron con estos relatos y ojalá que les guste este útimo.
Paquete gigante
Es tan solo un momento, un instante perdido en un día de 24 horas cargado de cosas, sin embargo el instante que más espero. Un cruce de miradas estimulante, su voz gruesa y potente resonando en la sala, su mano apoyándose sobre el escritorio y su lengua que humedece su dedo. Todo es tan llamativo que no me puedo aguantar las ganas de quedarme observándolo como una boba. Su pelo desordenado, su sonrisa cautivadora y sus ojos cegadores me atrapan siempre que lo veo. Lo deseo a cada momento y me vuelve loca imaginar que él me desea de la misma manera. Sin embargo siempre se va, se marcha por la misma puerta que usó para entrar y eso me deja con ganas de más… Siempre.
Me llamo Leticia, tengo 27 años y trabajo en un estudio jurídico hace ya muchos años. Cuando empecé la carrera de abogacía, mi padre movió algunos contactos para que pudiera entrar a trabajar con uno de sus amigos de toda la vida. La oficina se encuentra en un cuarto piso de un edificio del centro, el cual está plagado de profesionales, por lo que hay muchísimo movimiento constantemente. Pero sin lugar a dudas la única persona que me interesa ver entrando por la puerta de nuestra oficina es a Joaquín, el chico de la empresa de cadetería.
Lo conocí al poco tiempo de empezar a trabajar junto a mi jefe y como durante mucho tiempo ocupé el rol de secretaria, era quien hablaba con él y le decía lo que había que enviar. Joaquín es hermoso, tiene un cuerpo divino, una carita angelical, una sonrisa que te derrite y unos ojos que te atrapan cada vez que los mirás. Además es dos años menor que yo y siempre me sentí muy atraída por los chicos más jóvenes. Siempre se lo ve alegre, transmitiéndote esa felicidad que trae consigo mismo. Y por si fuera poco, es súper amable y cordial, algo que me atrae mucho de su personalidad.
La primera vez que lo vi apenas le presté atención, pues estaba muy concentrada en darle los papeles correctos y en no equivocarme. Cuando se fue, una compañera de trabajo se acercó y me señaló que siempre le había gustado ese chico, pero que era muy joven para ella. En ese momento él tenía 23 años y mi compañera casi 30, por lo que era entendible su argumento. Sin embargo yo era tan solo dos años mayor que él y por esa razón decidí mirarlo con más atención la siguiente vez que vino a la oficina a buscar unos papeles. En esa oportunidad comprobé que lo que decía mi compañera era verdad, ¡Joaquín estaba buenísimo!
Desde entonces cada vez que venía me fijaba en él y como era yo quien tenía que darle los papeles y decirle a donde debía ir a entregarlos, empezamos a hablar. Ahí me di cuenta que además de ser hermoso, Joaquín era muy agradable, amable y conversador. Poco a poco empezamos a tener conversaciones cortas pero más elaboradas, en las que hablábamos de las noticias importantes de esos días o intercambiábamos los chimentos de los famosos. Pero lo que más me gustaba era como me llamaba, pues en vez de decirme Leticia o Leti, solía llamarme “bonita” o “bella” y por más que me parecía súper chamullero, me encantaba.
Todo cambió una mañana en la que mi jefe, antes de salir, me avisó que Joaquín iba a pasar a traer unos papeles de un cliente. Terminé quedando sola en la oficina (algo que no pasaba muy frecuentemente) y el chico del cadete llegó una media hora más tarde. “Hola bonita” me saludó con su sonrisa divina y yo me quedé atontada por sus palabras. Estaba más lindo que de costumbre, se había cortado el pelo y eso resaltaba sus ojos y su boca. A su vez lucía una camisa que le quedaba algo ajustada y dejaba ver sus músculos resaltados y el pantalón que tenía puesto le quedaba excelente.
- Nos cambiaron el outfit de la empresa.- Me dijo al ver que yo me quedaba mirando su ropa nueva.- Esta me queda mucho más fachera, ¿verdad?- Me preguntó después.
- Te queda re bien…- Le dije yo sin saber que contestar.
- ¿Viste? Casi que alcanzo tu nivel, linda.- Agregó después y se dio vuelta para buscar los papeles en su mochila la cual había apoyado en la silla.
En ese momento vi como el pantalón le marcaba la cola y me quedé desconcertada. Joaquín era hermoso, tenía un cuerpo divino, una sonrisa preciosa y una actitud de ganador que me encantaba. Sin embargo su cola era magnífica y ver cómo ese pantalón le quedaba bien apretadito, me calentó un montón. Él volvió a ponerse de frente y me entregó los papeles, así como la planilla donde debía firmar la recepción. Cuando giró una vez más para guardar la planilla, mis ojos volvieron a clavarse en su cola y por unos segundos me sentí muy tentada de agarrársela. Después de eso, me saludó con un “Chau bella” y abrió la puerta para marcharse, no sin antes lanzarme una mirada y guiñarme el ojo.
Entonces comencé a respirar de manera agitada y sentí un calor garrafal invadir todo mi cuerpo. Me recosté sobre la silla y abrí levemente mis piernas notando como mi mano se metía sola adentro de mi pollera. Por mi cabeza comenzaron a pasar las imágenes de su sonrisa y de su carita preciosa. Cerré los ojos y noté como mis dedos rozaban mi cuerpo con suavidad, mientras que el rostro de Joaquín se seguía dibujando frente a mí. Podía oír sus palabras en mi mente y podía ver su cola apretada adentro del pantalón nuevo que tenía puesto. Quería tocarlo, acariciarlo, sentirlo…
El chico del cadete volvía a estar parado delante de mí, dándome la espalda y exhibiendo su colita hermosa que tanto me gustaba. Sin dudarlo, estiré la mano y se la toqué. Él, en vez de darse vuelta y mirarme sorprendido, se quedó parado en su lugar dejando que mi mano recorriera su cuerpo. Se sentía bien suave y firme a la vez y se notaba que hacía mucho ejercicio. Toqué uno de sus cachetes y después pasé mis dedos al otro y se lo apreté con ganas. Joaquín lo puso firme y continuó dejando que yo lo toqueteara a mi gusto. Sin embargo yo tenía ganas de más.
Me levanté y me paré detrás de él y lo abracé por debajo de sus brazos. Mis manos empezaron a recorrer todo su cuerpo, sintiendo su pecho marcado y apreciando sus abdominales que se dibujaban perfectamente debajo de su camisa. Poco a poco empecé a desabrocharle los botones y a meter mis manos adentro de su ropa, sintiendo su piel suave y caliente. Él permanecía parado, en silencio, sin emitir un solo sonido y dejando que mis manos se divirtieran tocando su cuerpo.
De golpe se dio vuelta y quedó frente a mí. Apoyó sus manos en mi cuello y me besó de una forma increíble. Fue un beso muy apasionado y caliente, que hizo que mis rodillas temblaran y que mi cuerpo se prendiera fuego. De un momento al otro pasó a tener el control total de la situación y fueron sus manos las que empezaron a jugar por encima de mi cuerpo. Las bajó lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mis pechos y los acarició con suavidad. Mientras tanto su lengua seguía entrando a mi boca y sus labios rozaban los míos de una forma muy caliente que me prendió en cuestión de segundos.
Desesperadamente comenzamos a desvestirnos. Reaccioné de golpe y mis manos volvieron a posarse en los botones de su camisa y los continué desabrochando como loca. Él hizo lo mismo conmigo y una vez que me quitó la camisa y el corpiño, sus manos fueron directo a mis pechos y los empezó a masajear con ganas. La ropa iba cayendo sobre el piso, al lado de la entrada de la oficina y frente a mi escritorio, sin importarnos de lo que pudiera suceder. Nuestros labios seguían en contacto y los besos se había vuelto muy húmedos. Él me lanzó una mirada provocadora y su sonrisa lo dijo todo.
Me arrodillé en frente suyo y le desabroché el pantalón de manera apurada. Le quedaba hermoso, eso era verdad, sin embargo quedaba mucho más lindo tirado sobre la pila de ropa que se formaba en el piso. Sin embargo la mayor sorpresa me la llevé al ver el bulto enorme que se formaba debajo de su pantalón. Levanté la vista y él tenía una actitud de ganador y de confianza que me volvió loca y me calentó mucho más de lo que ya estaba. Entonces le bajé el bóxer y le sujeté la pija enorme que tenía. Me fascinó ver lo grande y gruesa que era y el hecho de poder sujetarla con las dos manos. Lo empecé a pajear con todas mis ganas y noté poco a poco como se iba poniendo más dura. No me pude aguantar las ganas, quería comérmela toda.
Se la empecé a chupar y era deliciosa. Esa pija inmensa y enorme que tenía en mi boca me volvía loca. Joaquín cerró los ojos, tiró la cabeza para atrás y apoyó una de sus manos en mi nuca, acompañando los movimientos de mi cabeza. Esta se movía a toda velocidad hacia adelante y hacia atrás, metiéndome y sacándome la verga del chico de la boca. Mi lengua también jugaba con ella, lamiéndola por todos lados, gozándola por completo y disfrutándola con ganas. Él comenzó a gemir y los sonidos que salían de su boca me encantaban, me penetraban el cerebro y me motivaban a seguir chupándosela. Era deliciosa, exquisita y me calentaba mucho sentir como se ponía cada vez más dura entre mis labios.
Sin embargo la calentura era inaguantable y Joaquín me levantó con sus brazos y sujetándome firme de la cola, me sentó en mi escritorio. Yo corrí los papales provocando que varios de estos cayeran al piso y me levanté la pollera para que quedara hecha un bollo a la altura de mi cintura. Él se acercó al escritorio y tomó su pija con su mano para posarla en sobre mi conchita. El principio me rozó por unos segundos haciéndome desear, mientras me miraba a los ojos y con su boca entreabierta lanzaba su cálido aliento sobre mí. Yo no me podía aguantar las ganas, quería sentirlo adentro de mi cuerpo, quería que me penetrara con esa enorme pija.
Entonces lo hizo y el placer me invadió de golpe. Dejé escapar un grito hermoso al mismo momento que su verga entró en mi conchita y después de eso solo pude gozar. Él se apoyó en el escritorio con sus manos y yo pasé las mías por encima de sus hombros para abrazarlo con fuerza. Poco a poco fue moviendo su cintura hacia atrás y hacia adelante, cogiéndome ferozmente y haciéndome sentir todo su paquete gigante. Llevé mi boca hacia su oído y la abrí para dejar escapar unos suaves gemidos de placer que estaba segura que le encantaban.
Me fascinaba la escena de estar cogiéndome al pibe del cadete sobre mi escritorio. El hecho de estar los dos desnudos, hundidos en un abrazo bien caliente y rozando nuestros cuerpos en una penetración exquisita, hacía que me mojara toda. Joaquín se movía cada vez más rápido y su enorme verga entraba en mi conchita a toda velocidad, sacándome gemidos más y más fuertes. Mis manos recorrían toda su espalda y sus brazos, sintiendo sus músculos fuertes y su cuerpo deliciosamente trabajado. Entonces su rostro se puso de nuevo frente al mío y pude ver una expresión divina de deseo. Sus ojos claros, su sonrisa perfecta… ¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Abrí los ojos y volvía a estar sentada en la silla de mi escritorio. Estaba totalmente vestida, pero la pollera la tenía levantada y una de mis manos se encontraba totalmente húmeda por haberme estado tocando. Había sido todo una fantasía que se había dibujado en mi cabeza y el ruido de la puerta me había hecho despertar. Entonces me levanté de golpe y al abrir la puerta me encontré con la cara de Joaquín, quien volvía porque se había olvidado de dejarme una parte de los papeles. Sin poder decirle mucho y algo confundida por lo que acababa de experimentar, lo dejé pasar para que colocara los papeles sobre el escritorio y se marchara. Cuando estaba a punto de irse, giró nuevamente para saludarme y al ver su sonrisa no me pude aguantar.
- ¿Querés que salgamos algún día?- Le pregunté y por mi cabeza pasaba la imagen de su cuerpo completamente desnudo.
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