Lo que voy a contar jamás lo contaría personalmente a nadie, ni a mi mejor amiga y ni siquiera a un psicólogo, por eso tome la decisión de escribirlo porque no puedo vivir con esto sin contárselo a alguien. Mi amante desvirgo a mi hija, fue el hombre que la hizo mujer. Fue el hombre que me rompió la cola. Esta es mi historia
Mi nombre es Silvia tengo 40 años me casé embarazada a los diecisiete, y a los dieciocho ya era madre de una niña. Dos años después nacieron mis gemelas.
Después de varios años de matrimonio nos separamos -jamás fui infiel mientras estuve casada- mi ex marido intento en varias ocasiones sodomizarme pero jamás se lo permití cuando me pedía tener sexo anal le decía que eso era para las putas.
Soy mexicana de piel blanca, de cadera ancha -siempre me la pase haciendo dietas y ejercicios cuidando la figura- tratando de hacer feliz a mi marido.
Después del divorcio me refugie en mi negocio, rechace cualquier intento de acercamiento de un hombre me sentía herida, lastimada. Pasé unos meses sin salir de casa hasta que mi amiga Susana me invito a salir y poco a poco fui saliendo de mi encierro por medio de mi amiga conocí a Brandon un afroamericano de 30 años, amante de la música del jazz y fotógrafo profesional. Al principio le mentí le dije que era una mujer casada y que no era fácil de llevar a la cama, intentando alejarlo de mi vida.
Como muchas veces lo evadía mi amiga Susana era la chaperona para invitarme a salir y me decía “necesitas un hombre que te sacuda con algo grande y Brandon lo tiene”, “estás loca” siempre le contestaba. En una ocasión me mostró unas fotografías de Brandon desnudo y llegue a pensar que esas fotografías eran un truco por el tamaño del miembro.
Poco a poco me sentí más en confianza más desinhibida. Comenzó a pedirme que estuviéramos a solas, yo lo ignoraba, no quería ser una más en su lista pero siempre terminábamos platicando de sexo y yo misma me sorprendía cuando le contestaba:
“¡ay que cochino eres, eso no se le hace a una mujer!” “¡Estás loco cómo crees es antinatural hacerlo por ahí –antihigiénico– además ha de doler bastante!”, “¡Ay no qué asco ha de saber horrible!”.
Llego el día en que nos besamos, quise oponerme, no lo logre pues en el fondo lo deseaba. Sentir sus labios me hizo estremecerme. Reaccione cuando alzo mi vestido y le pedí de favor…
—Saca el dedo de ahí no te da asco y además me lastimas me duele. Ya te dije que nunca he hecho el amor por ahí ni con mi marido ni con ningún otro —y me estremecí al escuchar sus palabras…
—Tengo un deseo enorme por hacerte la cola tienes unas nalgas preciosas que no me cansaría de morderlas y chuparlas.
Me olvidé de todo y comenzamos a salir como pareja por dentro tenía el morbo de ver su pene y comprobar si era verdad el tamaño pero no quería verme como una ofrecida.
Brandon fue el primer hombre en mi vida que me hizo el sexo anal, muchos lo intentaron pero nunca se los permití, entre ellos mi ex marido.
Fue mi amiga Susana quien me invito a una fiesta en una finca cuando fui estrenada en el sexo anal.
Era la primera vez en muchos años que conocía a mi amiga que aceptaba ir a una de sus fiestas -sabía que en esas fiestas todo estaba permitido- la gran mayoría asistía por placer.
Me fui en busca de Brandon y me senté en sus piernas comencé a tallar mi trasero en su pelvis. Pero en el fondo estaba preocupada porque se le pudiese ocurrir meterme su pene en la cola a ningún hombre le había permitido hacerlo, pero si se trataba de él estaba dispuesta a dejar que me lo hiciera en ese momento.
Alcé mi vista solo para encontrarme con la mirada de mi ex marido, quien me miraba fijamente a los ojos no dando crédito a que estuviera en las piernas de otro hombre tallándole el trasero delante de la gente.
Me tome unas copas de vino y unas cervezas, me levante para ir a la recamara al regresar pase frente a mi ex marido y menee las nalgas con más cadencia.
Sentí las manos de Brandon en mis nalgas -de reojo mire a mi ex marido y quise vengarme. Me sentía excitada pero igual me sentía cohibida de que mi ex marido me observara, me di valor, me sirve una copa más y decidí romper la barrera de lo prohibido.
Perdí la moral no me importo en lo más mínimo que los demás hombres me miraran.
Lo escuche decirme:
—Te voy a estrenar la cola y dar el placer que tu cuerpo pide a gritos.
Me olvide de todos mis miedos, me abrase con fuerza a su cuello, lo bese y le dije al oído “hazlo”. Tomo uno de sus dedos y lo metió en mi boca “ensalívalo” me dijo y después sentí su dedo hurgar en mi intimidad anal.
Mi mente era un caos de sensaciones, sabía que me iba a doler pero lo quería intentar. Lo bese con fuerza y le pedí que nos fuéramos a una habitación yo misma me desconocía de mis actos, el vino y las cervezas que había ingerido no me dejaban pensar con claridad.
Lo escuche preguntar por vaselina y en ese momento sentí todas las miradas, estuve a punto de arrepentirme y salir corriendo pero él me tomo de la cintura y me abrazo, así abrazados nos fuimos a la recamara me sentía entre excitada y sonámbula pero camine decida a darle mi virginidad anal.
Estaba nerviosa debo admitirlo sabía que sería mi primera vez y tenía, miedo, excitación y deseos por probar el sexo anal.
Me sentía incrédula, no podría creer que estuviera a minutos de ser iniciada en el sexo anal. Comencé a tallar mis caderas buscando que el reaccionara, me tomo de la cintura y comenzó a acariciarme las nalgas a separarlas buscando mi pequeño orificio.
Nos desnudamos lentamente, me coloco boca bajo, sentí sus manos separar mis nalgas y dejo mi ano ante su lengua me lo chupo una y otra vez, hasta dilatarlo, tenía los ojos cerrados y tumbada en cuatro patas sobre la cama con mi trasero al aire y Brandon detrás de mí dándome lengua a mi hoyo sin parar.
Fue hacia mi bolsa y busco la vaselina se unto en uno de sus dedos y comenzó a meterlos suavemente buscando no lastimarme
—Relájate —me decía —afloja el cuerpo, tengo que dilatarte no quiero lastimarte y tú me tienes que ayudar.
Coloco su cara en mi sexo y comenzó a chupar, fue como si recibiera una descarga comencé a moverme, a gritar, que por la fuerza como me agite saque el dedo que me tenía clavado en mi cola.
Comenzó a meterlo nuevamente a moverlo de una lado a otro sintiendo lo estrecho y caliente de mi recto.
—Ah ya no sigas por favor detente ya no puedo más. Házmelo o me voy arrepentir de haber venido —tomo la vaselina y se embarro su miembro por completo —despacio… házmelo despacio por favor —le dije.
Lo intento una y otra vez sin lograr vencer la resistencia de mi agujero, lo regrese a ver y le mire el pene hinchado que me pareció imposible que lograra entrar sin lastimarme.
Lo note desesperado, ansioso por estar dentro de mi cola. Tome su camisa y la mordí, lo regrese a ver y me tumbe sobre la cama “hazlo” le dije “no te detengas, solo hazlo, si grito, lloro, no te detengas solo tómame o me voy a arrepentir de haber venido”.
Se puso más vaselina y me afianzo de mis caderas sentí la presión en mi pequeño orificio. Cerré mis ojos para ser sincera lance un quejido cuando la cabeza de su pene comenzó a penetrar a vencer la resistencia que ofrecía mi anillo se afianzo de mi cintura con fuerza evitando que me zafara de su pene.
Me mordí los labios evitando gritar -llorar- Quiso levantarme y me afianzo con fuerza. Abrí mis ojos y sin decir palabra le hice señas inclinando mi cabeza de que me dolía que me estaba lastimando.
—Salte, dame unos segundos —le balbuce.
Me dio unos segundos, me deje caer sobre el colchón respirando con dificultad. Me coloque apoyada sobre la cama boca abajo con los pies en el piso completamente doblada en cuatro patas con los senos y mi cara boca abajo.
Le dije que me pusiera más crema, él se acercó separando mis nalgas me aplico la crema, mordí la camisa con más fuerza y le dije:
—Hazlo, no importa que me lastimes solo hazlo.
Se colocó detrás de mí y comenzó a empujar, poco a poco comenzó a penetrarme y por fin logro afianzar la punta en mi abertura anal.
Arañe el colchón sacudí la cabeza. Comencé a quejarme, tenía los ojos llorosos por el esfuerzo de no gritar, de reprimir el dolor. Hasta que no aguante más y comencé a gritar con fuerza cuando Brandon comenzó a meterme el resto de su pene. Me doble por completo. Intente levantarme para evitar que me siguiera penetrando sin conseguirlo, me mantuvo firme pegada a su pene. Se mantuvo quieto, dentro de mi cola no dándome oportunidad de moverme. Comenzó despacio a moverse, a penetrarme poco a poco comencé a gemir, a rotar las caderas, a menear mi cola al encuentro de su pene, lo hacía suavemente, fue el momento que el aprovecho para penetrarme por completo. Grite y mordí las sabanas, se me rompió una uña por el esfuerzo de sujetar la sabana con fuerza al sentirme completamente penetrada, me doblegue por completo, comencé a decirle “ya salte, termina me estas lastimando, por favor salte, siento que me partes”. Comenzó con su vaivén de entrar y salir con fuerza, afianzado a mis caderas. Cada vez que me penetraba me empujaba contra el colchón. Lo sentía hasta lo más hondo de mis intestinos, me saco excremento pero no le importo se limpió con la sabana y siguió penetrándome. Me sentía desfallecida, con mi trasero desflorado. Perdí el tiempo de cuanto duro pero fue bastante tiempo antes de bañar mis intestinos con su semen para rodarse a un lado bufando agitado sudoroso. Me puse de pie me temblaban las piernas y el cuarto olía a excremento mire las sabanas manchadas, sucias. Estuvimos juntos más de tres horas, intente detenerlo y le dije “ya no me lo hagas me lastimas por favor me duele”, no logre evitar que lo hiciera y me volvió a penetrar de la cola por segunda vez en mi vida. Cuantas veces me lo hizo perdí la cuenta termine con el cola llena semen. Entre los muslos de mis piernas y en las sabanas había excremento apenas podía caminar. Me trajo papel y jabón para que me limpiara. Cuando cruzamos el patio sentí las miradas de morbo de varios hombres.
Al otro día no podía levantarme de la cama por el dolor que sentía en mi cadera y en mis piernas me dolía horrible mi ano compre una pomada de vitacilina y me puse fomentos de agua caliente para mitigar un poco el ardor y el dolor que sentía cuando iba al baño.
Esa primera vez jamás la olvide quedo grabada en mi mente fue un nuevo despertar en mi vida sexual. Sabía que había sido una experiencia que sería difícil de olvidar.
Cuando descubrí la relación con mi hija reaccione con violencia, le grite lo corrí de la casa lo arañe. Me sentí traicionada y me deje caer nuevamente abatida pensé que había cometido un error al permitirle el paso a mi propia casa, pero cuando mi hija me confesó que se sentía atraída por él, que mis gritos y mis gemidos cuando él me hacía el amor habían despertado en ella el deseo por el sexo por sentirse mujer, me escandalice al escuchar a mi propia hija decirme que deseaba entregarse a Brandon que deseaba que él fuera su primer hombre. Pensé que esto no podía estar pasando pero mire en sus ojos el deseo y la decisión por sentirse mujer con él y la apoye. Ese es nuestro secreto que jamás me atrevería revelar, la desfloro oral, vaginal y anal tal y como lo hizo conmigo.
He violado una regla fundamental, he cometido tal vez un gran pecado que quizás sea algo imperdonable pero no me arrepiento y volvería a darle mi apoyo para hacerlo.
Mi nombre es Silvia tengo 40 años me casé embarazada a los diecisiete, y a los dieciocho ya era madre de una niña. Dos años después nacieron mis gemelas.
Después de varios años de matrimonio nos separamos -jamás fui infiel mientras estuve casada- mi ex marido intento en varias ocasiones sodomizarme pero jamás se lo permití cuando me pedía tener sexo anal le decía que eso era para las putas.
Soy mexicana de piel blanca, de cadera ancha -siempre me la pase haciendo dietas y ejercicios cuidando la figura- tratando de hacer feliz a mi marido.
Después del divorcio me refugie en mi negocio, rechace cualquier intento de acercamiento de un hombre me sentía herida, lastimada. Pasé unos meses sin salir de casa hasta que mi amiga Susana me invito a salir y poco a poco fui saliendo de mi encierro por medio de mi amiga conocí a Brandon un afroamericano de 30 años, amante de la música del jazz y fotógrafo profesional. Al principio le mentí le dije que era una mujer casada y que no era fácil de llevar a la cama, intentando alejarlo de mi vida.
Como muchas veces lo evadía mi amiga Susana era la chaperona para invitarme a salir y me decía “necesitas un hombre que te sacuda con algo grande y Brandon lo tiene”, “estás loca” siempre le contestaba. En una ocasión me mostró unas fotografías de Brandon desnudo y llegue a pensar que esas fotografías eran un truco por el tamaño del miembro.
Poco a poco me sentí más en confianza más desinhibida. Comenzó a pedirme que estuviéramos a solas, yo lo ignoraba, no quería ser una más en su lista pero siempre terminábamos platicando de sexo y yo misma me sorprendía cuando le contestaba:
“¡ay que cochino eres, eso no se le hace a una mujer!” “¡Estás loco cómo crees es antinatural hacerlo por ahí –antihigiénico– además ha de doler bastante!”, “¡Ay no qué asco ha de saber horrible!”.
Llego el día en que nos besamos, quise oponerme, no lo logre pues en el fondo lo deseaba. Sentir sus labios me hizo estremecerme. Reaccione cuando alzo mi vestido y le pedí de favor…
—Saca el dedo de ahí no te da asco y además me lastimas me duele. Ya te dije que nunca he hecho el amor por ahí ni con mi marido ni con ningún otro —y me estremecí al escuchar sus palabras…
—Tengo un deseo enorme por hacerte la cola tienes unas nalgas preciosas que no me cansaría de morderlas y chuparlas.
Me olvidé de todo y comenzamos a salir como pareja por dentro tenía el morbo de ver su pene y comprobar si era verdad el tamaño pero no quería verme como una ofrecida.
Brandon fue el primer hombre en mi vida que me hizo el sexo anal, muchos lo intentaron pero nunca se los permití, entre ellos mi ex marido.
Fue mi amiga Susana quien me invito a una fiesta en una finca cuando fui estrenada en el sexo anal.
Era la primera vez en muchos años que conocía a mi amiga que aceptaba ir a una de sus fiestas -sabía que en esas fiestas todo estaba permitido- la gran mayoría asistía por placer.
Me fui en busca de Brandon y me senté en sus piernas comencé a tallar mi trasero en su pelvis. Pero en el fondo estaba preocupada porque se le pudiese ocurrir meterme su pene en la cola a ningún hombre le había permitido hacerlo, pero si se trataba de él estaba dispuesta a dejar que me lo hiciera en ese momento.
Alcé mi vista solo para encontrarme con la mirada de mi ex marido, quien me miraba fijamente a los ojos no dando crédito a que estuviera en las piernas de otro hombre tallándole el trasero delante de la gente.
Me tome unas copas de vino y unas cervezas, me levante para ir a la recamara al regresar pase frente a mi ex marido y menee las nalgas con más cadencia.
Sentí las manos de Brandon en mis nalgas -de reojo mire a mi ex marido y quise vengarme. Me sentía excitada pero igual me sentía cohibida de que mi ex marido me observara, me di valor, me sirve una copa más y decidí romper la barrera de lo prohibido.
Perdí la moral no me importo en lo más mínimo que los demás hombres me miraran.
Lo escuche decirme:
—Te voy a estrenar la cola y dar el placer que tu cuerpo pide a gritos.
Me olvide de todos mis miedos, me abrase con fuerza a su cuello, lo bese y le dije al oído “hazlo”. Tomo uno de sus dedos y lo metió en mi boca “ensalívalo” me dijo y después sentí su dedo hurgar en mi intimidad anal.
Mi mente era un caos de sensaciones, sabía que me iba a doler pero lo quería intentar. Lo bese con fuerza y le pedí que nos fuéramos a una habitación yo misma me desconocía de mis actos, el vino y las cervezas que había ingerido no me dejaban pensar con claridad.
Lo escuche preguntar por vaselina y en ese momento sentí todas las miradas, estuve a punto de arrepentirme y salir corriendo pero él me tomo de la cintura y me abrazo, así abrazados nos fuimos a la recamara me sentía entre excitada y sonámbula pero camine decida a darle mi virginidad anal.
Estaba nerviosa debo admitirlo sabía que sería mi primera vez y tenía, miedo, excitación y deseos por probar el sexo anal.
Me sentía incrédula, no podría creer que estuviera a minutos de ser iniciada en el sexo anal. Comencé a tallar mis caderas buscando que el reaccionara, me tomo de la cintura y comenzó a acariciarme las nalgas a separarlas buscando mi pequeño orificio.
Nos desnudamos lentamente, me coloco boca bajo, sentí sus manos separar mis nalgas y dejo mi ano ante su lengua me lo chupo una y otra vez, hasta dilatarlo, tenía los ojos cerrados y tumbada en cuatro patas sobre la cama con mi trasero al aire y Brandon detrás de mí dándome lengua a mi hoyo sin parar.
Fue hacia mi bolsa y busco la vaselina se unto en uno de sus dedos y comenzó a meterlos suavemente buscando no lastimarme
—Relájate —me decía —afloja el cuerpo, tengo que dilatarte no quiero lastimarte y tú me tienes que ayudar.
Coloco su cara en mi sexo y comenzó a chupar, fue como si recibiera una descarga comencé a moverme, a gritar, que por la fuerza como me agite saque el dedo que me tenía clavado en mi cola.
Comenzó a meterlo nuevamente a moverlo de una lado a otro sintiendo lo estrecho y caliente de mi recto.
—Ah ya no sigas por favor detente ya no puedo más. Házmelo o me voy arrepentir de haber venido —tomo la vaselina y se embarro su miembro por completo —despacio… házmelo despacio por favor —le dije.
Lo intento una y otra vez sin lograr vencer la resistencia de mi agujero, lo regrese a ver y le mire el pene hinchado que me pareció imposible que lograra entrar sin lastimarme.
Lo note desesperado, ansioso por estar dentro de mi cola. Tome su camisa y la mordí, lo regrese a ver y me tumbe sobre la cama “hazlo” le dije “no te detengas, solo hazlo, si grito, lloro, no te detengas solo tómame o me voy a arrepentir de haber venido”.
Se puso más vaselina y me afianzo de mis caderas sentí la presión en mi pequeño orificio. Cerré mis ojos para ser sincera lance un quejido cuando la cabeza de su pene comenzó a penetrar a vencer la resistencia que ofrecía mi anillo se afianzo de mi cintura con fuerza evitando que me zafara de su pene.
Me mordí los labios evitando gritar -llorar- Quiso levantarme y me afianzo con fuerza. Abrí mis ojos y sin decir palabra le hice señas inclinando mi cabeza de que me dolía que me estaba lastimando.
—Salte, dame unos segundos —le balbuce.
Me dio unos segundos, me deje caer sobre el colchón respirando con dificultad. Me coloque apoyada sobre la cama boca abajo con los pies en el piso completamente doblada en cuatro patas con los senos y mi cara boca abajo.
Le dije que me pusiera más crema, él se acercó separando mis nalgas me aplico la crema, mordí la camisa con más fuerza y le dije:
—Hazlo, no importa que me lastimes solo hazlo.
Se colocó detrás de mí y comenzó a empujar, poco a poco comenzó a penetrarme y por fin logro afianzar la punta en mi abertura anal.
Arañe el colchón sacudí la cabeza. Comencé a quejarme, tenía los ojos llorosos por el esfuerzo de no gritar, de reprimir el dolor. Hasta que no aguante más y comencé a gritar con fuerza cuando Brandon comenzó a meterme el resto de su pene. Me doble por completo. Intente levantarme para evitar que me siguiera penetrando sin conseguirlo, me mantuvo firme pegada a su pene. Se mantuvo quieto, dentro de mi cola no dándome oportunidad de moverme. Comenzó despacio a moverse, a penetrarme poco a poco comencé a gemir, a rotar las caderas, a menear mi cola al encuentro de su pene, lo hacía suavemente, fue el momento que el aprovecho para penetrarme por completo. Grite y mordí las sabanas, se me rompió una uña por el esfuerzo de sujetar la sabana con fuerza al sentirme completamente penetrada, me doblegue por completo, comencé a decirle “ya salte, termina me estas lastimando, por favor salte, siento que me partes”. Comenzó con su vaivén de entrar y salir con fuerza, afianzado a mis caderas. Cada vez que me penetraba me empujaba contra el colchón. Lo sentía hasta lo más hondo de mis intestinos, me saco excremento pero no le importo se limpió con la sabana y siguió penetrándome. Me sentía desfallecida, con mi trasero desflorado. Perdí el tiempo de cuanto duro pero fue bastante tiempo antes de bañar mis intestinos con su semen para rodarse a un lado bufando agitado sudoroso. Me puse de pie me temblaban las piernas y el cuarto olía a excremento mire las sabanas manchadas, sucias. Estuvimos juntos más de tres horas, intente detenerlo y le dije “ya no me lo hagas me lastimas por favor me duele”, no logre evitar que lo hiciera y me volvió a penetrar de la cola por segunda vez en mi vida. Cuantas veces me lo hizo perdí la cuenta termine con el cola llena semen. Entre los muslos de mis piernas y en las sabanas había excremento apenas podía caminar. Me trajo papel y jabón para que me limpiara. Cuando cruzamos el patio sentí las miradas de morbo de varios hombres.
Al otro día no podía levantarme de la cama por el dolor que sentía en mi cadera y en mis piernas me dolía horrible mi ano compre una pomada de vitacilina y me puse fomentos de agua caliente para mitigar un poco el ardor y el dolor que sentía cuando iba al baño.
Esa primera vez jamás la olvide quedo grabada en mi mente fue un nuevo despertar en mi vida sexual. Sabía que había sido una experiencia que sería difícil de olvidar.
Cuando descubrí la relación con mi hija reaccione con violencia, le grite lo corrí de la casa lo arañe. Me sentí traicionada y me deje caer nuevamente abatida pensé que había cometido un error al permitirle el paso a mi propia casa, pero cuando mi hija me confesó que se sentía atraída por él, que mis gritos y mis gemidos cuando él me hacía el amor habían despertado en ella el deseo por el sexo por sentirse mujer, me escandalice al escuchar a mi propia hija decirme que deseaba entregarse a Brandon que deseaba que él fuera su primer hombre. Pensé que esto no podía estar pasando pero mire en sus ojos el deseo y la decisión por sentirse mujer con él y la apoye. Ese es nuestro secreto que jamás me atrevería revelar, la desfloro oral, vaginal y anal tal y como lo hizo conmigo.
He violado una regla fundamental, he cometido tal vez un gran pecado que quizás sea algo imperdonable pero no me arrepiento y volvería a darle mi apoyo para hacerlo.
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