Mi yegua Sandrita, me encanta decirle así porque lo es, no tiene límites. No conforme con haber violado ya tres veces la cuarentena por coronavirus en Argentina, ahora hizo su última y mejor obra. Una obra cumbre, no sólo por lo gloriosa, cumbre de sexo.
Como ya les vengo contando desde el inicio de la cuarentena obligatoria, he tenido sexo a rabiar con mi Sandrita, que primero me visitó dos veces en casa y luego me llevó a la suya, violando la ley como ella dice suelta de cuerpo. Pero ahora la hizo como nunca, cuando el martes me llamó y me avisó de nuevo que venía. Le dije que estaba ocupado con cosas de trámites bancarios on line, que viniera más tarde. Sandrita, gladiadora del sexo, no se rindió e insistió en venir. "Bebé, te voy a visitar que te tengo otra sorpresa", dijo con esa vocecita. Pensé que ahora sí estaba embarazada de la que le di hace dos semanas. Que sea lo que Dios quiera, le dije que sí y en un rato, tocó mi portero, dejé mi home banking del orto y le abrí. Esta vez me volvió a sorprender, porque en lugar de estar de cuero o algo así lucía una campera normal, jogging y zapatillas. Le pregunté y tras besuquearme la boca esta vez sin pintura, me dijo que me llevaba de nuevo a su casa que me iba a mostrar la sorpresa. Le repliqué que todo bien pero que no quería quilombo con la ley. Sandrita me dijo de nuevo "voy a violar la cuarentena para tenerte bebé, nada me para", y me dio otro beso en la boca. Qué hago, pensé, mientras ella me engatusó todo lo que pudo. Y bueno, aflojé, de última si me paran la culpa es de ella, estaba recagado por los controles. Acepté y salimos de mi departamento de Carapachay a su casa a unas cuadras, confiado que la Policía no nos iba a parar.
Pero Sandrita esta vez no pudo escapar. Justo en la esquina de su casa y cuando yo estaba excitándome con ella, apareció un oficial y nos preguntó adónde íbamos. Y mientras yo no atiné del cagazo, la loca pelirroja me señaló y le dijo "es mi primo, lo tengo que acompañar a la salita de acá porque se siente mal". Y el cana nos dejó nomás. Genia la divina, y rumbo a su home a ver qué onda, por ahí me la cogía de nuevo. Como siempre me hizo pasar, me trajo una bata y pantuflas y me dijo que me pusiera cómodo que ya volvía.
Y cuando volvió, uh. Sandrita de larga bata blanca, cabellito recogido, perfume, cremita para las manos y el cuerpo. Se me sentó en el sofá, me mimó y besuqueó y me propuso una de aquéllas. "Bebé, ¿querés quedarte esta noche en casita?". Obvio sí, me besó de nuevo toda la cara y tras mimo en la pera, me besó bien la boca. Y luego, como era hora de merendar, me avisó "esperame que ya vengo, voy a la cocina". Y me hizo la merienda, café con leche y tostadas, que disfrutamos en su lindo y limpito comedor. Y a la noche, me dio de cenar pollo y ensalada, más unos duraznos que me encantaron. Todo sano, todo tranqui, ella re dulce, suave, olorcito a cremita y perfume que me volaban.
Y no pude con mi genio, cómo con semejante yegua. No pude evitar manosearla en medio de sus piernas. Para mi sorpresa, Sandrita me agarró mi mano y no sólo la pasó de nuevo por ahí sino por sus preciosas tetas. Le dije que estaban bárbaras. Y replicó: "Bebé, ¿querés verlas sin ropita?" Le dije obvio, la dulce se abrió la bata y se soltó el corpiño, me agarró la mano y se la pasé bien pasada. Besos, mimos, manoseos, mi pene erectísimo bajo mi bata. Sandrita me lo notó, me sacó la bata, me bajó el calzón, me acarició y chupó mi penetazo gordo y largote, se quitó su bata, jadeamos, se sacó su corpiño y me lo dio a lamer, lo hice loco y enseguida, Sandrita excitada jadeando se quitó su bombacha y se me ofreció.
Y nomás me la bajé sin miramientos, brutamente, como yegua que es. Me le di vuelta, la penetré de una hasta su fondo, ella gimió chocha y le di adelante y atrás con furia por ese orlorcito a crema. Encima Sandri decía cosas y gemía loca mientras resoplaba. Y tras diez eyaculé violento semen a chorros en su vagina. Quise más, le pedí y desnuda me llevó a su cama, y apenas se acostó me le zambullí y se la enchufoneé por su concha, reventándola bien duro a pijotazos que ella agradecía riendo y gritando con cada embestida furiosa mía, hasta que la volví a llenar de espeso semen, que luego le di en su boca, ella chupó y tragó y me dio su flujo que lamí y tragué con gusto. Le pedí más, Sandri agarró un juguete, se lo metió en su vagina y mientras se daba me obligó a acercar mi boca, y cuando largó flujo bebí chocho su largada.
Y seguimos hasta varias horas en la madrugada, yo no podía parar de cogerla, semejante potra de reproducción y gaucha como nadie. Le pedí su ropa interior, su lápiz de labios, me la puse, ella me pintó y me masturbé delante de ella, primero manchando su bombacha y luego desnudo dándole en la boca. Luego otra por vagina, una por cola en su cocina contra la puerta de la heladera, después ella se volvió a dar y me largó líquido en mi boca que tomé hasta la última gota, y la rematé con otro por la vagina, enloquecido con Sandri, su cremita, bombacha, suavidad, dulzura y mimos. Y luego, claro, nos lavamos, pusimos la ropa (me dio un cal´zón nuevo) y nos dormimos juntittos.
Pero lo mejor de la historia viene al final, claro. A la mañana del miércoles, Sandrita me hizo el desayuno, café con leche y tostadas de nuevo, y mientras untaba una con queso me sugirió una de película. "Bebé, escuchame bien", y ahí me cagué todo, qué me diría pensé. Acariciándome la pera mientras comíamos tostadas, me dijo: "Te ofrezco quedarte acá en casa hasta que pase la cuarentena, hay muchos controles y no quiero que nos lleven presos a vos o a mí". Le dije primero que no daba, que yo tengo mi casa, pero ella insistió. "Amor, haceme caso, es para cuidarte, quiero que no te pase nada", con esa vocecita irresistible. Y tras pensarlo un poco acepté. Como no vivo con nadie, las cuentas las pago por Internet, las compras me las hace ella, me da ropa suya y el calzón que me compró, me presta su tablet para que yo escriba acá. Entonces nomás estoy en su casa. Sí señores, me quedo en lo de Sandrita. Así lo único que voy a violar no será la cuarentena, sólo violo a ella y su preciosa vagina.
Como ya les vengo contando desde el inicio de la cuarentena obligatoria, he tenido sexo a rabiar con mi Sandrita, que primero me visitó dos veces en casa y luego me llevó a la suya, violando la ley como ella dice suelta de cuerpo. Pero ahora la hizo como nunca, cuando el martes me llamó y me avisó de nuevo que venía. Le dije que estaba ocupado con cosas de trámites bancarios on line, que viniera más tarde. Sandrita, gladiadora del sexo, no se rindió e insistió en venir. "Bebé, te voy a visitar que te tengo otra sorpresa", dijo con esa vocecita. Pensé que ahora sí estaba embarazada de la que le di hace dos semanas. Que sea lo que Dios quiera, le dije que sí y en un rato, tocó mi portero, dejé mi home banking del orto y le abrí. Esta vez me volvió a sorprender, porque en lugar de estar de cuero o algo así lucía una campera normal, jogging y zapatillas. Le pregunté y tras besuquearme la boca esta vez sin pintura, me dijo que me llevaba de nuevo a su casa que me iba a mostrar la sorpresa. Le repliqué que todo bien pero que no quería quilombo con la ley. Sandrita me dijo de nuevo "voy a violar la cuarentena para tenerte bebé, nada me para", y me dio otro beso en la boca. Qué hago, pensé, mientras ella me engatusó todo lo que pudo. Y bueno, aflojé, de última si me paran la culpa es de ella, estaba recagado por los controles. Acepté y salimos de mi departamento de Carapachay a su casa a unas cuadras, confiado que la Policía no nos iba a parar.
Pero Sandrita esta vez no pudo escapar. Justo en la esquina de su casa y cuando yo estaba excitándome con ella, apareció un oficial y nos preguntó adónde íbamos. Y mientras yo no atiné del cagazo, la loca pelirroja me señaló y le dijo "es mi primo, lo tengo que acompañar a la salita de acá porque se siente mal". Y el cana nos dejó nomás. Genia la divina, y rumbo a su home a ver qué onda, por ahí me la cogía de nuevo. Como siempre me hizo pasar, me trajo una bata y pantuflas y me dijo que me pusiera cómodo que ya volvía.
Y cuando volvió, uh. Sandrita de larga bata blanca, cabellito recogido, perfume, cremita para las manos y el cuerpo. Se me sentó en el sofá, me mimó y besuqueó y me propuso una de aquéllas. "Bebé, ¿querés quedarte esta noche en casita?". Obvio sí, me besó de nuevo toda la cara y tras mimo en la pera, me besó bien la boca. Y luego, como era hora de merendar, me avisó "esperame que ya vengo, voy a la cocina". Y me hizo la merienda, café con leche y tostadas, que disfrutamos en su lindo y limpito comedor. Y a la noche, me dio de cenar pollo y ensalada, más unos duraznos que me encantaron. Todo sano, todo tranqui, ella re dulce, suave, olorcito a cremita y perfume que me volaban.
Y no pude con mi genio, cómo con semejante yegua. No pude evitar manosearla en medio de sus piernas. Para mi sorpresa, Sandrita me agarró mi mano y no sólo la pasó de nuevo por ahí sino por sus preciosas tetas. Le dije que estaban bárbaras. Y replicó: "Bebé, ¿querés verlas sin ropita?" Le dije obvio, la dulce se abrió la bata y se soltó el corpiño, me agarró la mano y se la pasé bien pasada. Besos, mimos, manoseos, mi pene erectísimo bajo mi bata. Sandrita me lo notó, me sacó la bata, me bajó el calzón, me acarició y chupó mi penetazo gordo y largote, se quitó su bata, jadeamos, se sacó su corpiño y me lo dio a lamer, lo hice loco y enseguida, Sandrita excitada jadeando se quitó su bombacha y se me ofreció.
Y nomás me la bajé sin miramientos, brutamente, como yegua que es. Me le di vuelta, la penetré de una hasta su fondo, ella gimió chocha y le di adelante y atrás con furia por ese orlorcito a crema. Encima Sandri decía cosas y gemía loca mientras resoplaba. Y tras diez eyaculé violento semen a chorros en su vagina. Quise más, le pedí y desnuda me llevó a su cama, y apenas se acostó me le zambullí y se la enchufoneé por su concha, reventándola bien duro a pijotazos que ella agradecía riendo y gritando con cada embestida furiosa mía, hasta que la volví a llenar de espeso semen, que luego le di en su boca, ella chupó y tragó y me dio su flujo que lamí y tragué con gusto. Le pedí más, Sandri agarró un juguete, se lo metió en su vagina y mientras se daba me obligó a acercar mi boca, y cuando largó flujo bebí chocho su largada.
Y seguimos hasta varias horas en la madrugada, yo no podía parar de cogerla, semejante potra de reproducción y gaucha como nadie. Le pedí su ropa interior, su lápiz de labios, me la puse, ella me pintó y me masturbé delante de ella, primero manchando su bombacha y luego desnudo dándole en la boca. Luego otra por vagina, una por cola en su cocina contra la puerta de la heladera, después ella se volvió a dar y me largó líquido en mi boca que tomé hasta la última gota, y la rematé con otro por la vagina, enloquecido con Sandri, su cremita, bombacha, suavidad, dulzura y mimos. Y luego, claro, nos lavamos, pusimos la ropa (me dio un cal´zón nuevo) y nos dormimos juntittos.
Pero lo mejor de la historia viene al final, claro. A la mañana del miércoles, Sandrita me hizo el desayuno, café con leche y tostadas de nuevo, y mientras untaba una con queso me sugirió una de película. "Bebé, escuchame bien", y ahí me cagué todo, qué me diría pensé. Acariciándome la pera mientras comíamos tostadas, me dijo: "Te ofrezco quedarte acá en casa hasta que pase la cuarentena, hay muchos controles y no quiero que nos lleven presos a vos o a mí". Le dije primero que no daba, que yo tengo mi casa, pero ella insistió. "Amor, haceme caso, es para cuidarte, quiero que no te pase nada", con esa vocecita irresistible. Y tras pensarlo un poco acepté. Como no vivo con nadie, las cuentas las pago por Internet, las compras me las hace ella, me da ropa suya y el calzón que me compró, me presta su tablet para que yo escriba acá. Entonces nomás estoy en su casa. Sí señores, me quedo en lo de Sandrita. Así lo único que voy a violar no será la cuarentena, sólo violo a ella y su preciosa vagina.
1 comentarios - Glorioso: Sandrita me cogió en su casa y me quedo allá