Mi relación con Carmen avanzaba. Después de aquella primera vez que nos liamos continuamos intimando y teníamos una relación que consideraba de novios aunque con sus pequeñas peculiaridades. A Carmen seguía sin importarle que Patricia pagara parte de su alquiler haciéndome una mamada cada dos semanas con las tetas al aire.
Sinceramente no podía quejarme, era la primera vez en mi vida que me sucedía algo así y que sin haber tenido nunca demasiado éxito con las mujeres haya dos que querían darme sexo a la vez. Pero me seguía sorprendiendo que a mi novia le pareciera bien que otra mujer me la chupara habitualmente. Alguna vez incluso había estado presente mientras Patricia pagaba el alquiler mirando tranquilamente cómo me lo hacía.
Así que con nuestras rarezas seguíamos como pareja y decidimos aprovechar el premio del torneo que ganó Carmen para irnos de vacaciones unos días juntos. Estuvimos mirando los lugares que nos permitía elegir el regalo y cuándo podíamos pedir vacaciones los dos en nuestros respectivos trabajos. Finalmente escogimos la última semana de julio para irnos a costas más cálidas en la otra punta del país. Lo más lejos posible para alejarnos de este norte donde parecía que ese año no íbamos a ver el sol más que tres días seguidos y para mojarse no hacía falta ir a la playa sino que bastaba con salir a la lluvia constante.
No recuerdo exactamente cómo ocurrió pero mientras estábamos organizando el viaje Patricia se unió a la expedición. Como ella tenía vacaciones todo el verano hasta que comenzara el nuevo curso y aquí no iba a poder ir a la playa muy a menudo debido al mal tiempo decidió apuntarse a ir de viaje con nosotros. Llamamos al hotel que el premio nos permitía reservar pero como estábamos ya tan apurados de plazo no tenían disponibles dos habitaciones para la semana que podíamos viajar. Solo nos ofrecían una habitación doble con una cama supletoria que debíamos compartir los tres. A mí me apetecía tener mi intimidad con Carmen siendo el primer viaje que hacíamos juntos pero a las chicas parecía que no les importaba y que sería más divertido viajar todos juntos así que cedí y reservamos la habitación.
Las últimas semanas de trabajo fueron un poco estresantes. Como suele ocurrirme todos los años debía dejar cerradas la mayor parte de mis tareas pendientes antes de comenzar las vacaciones. Además mi jefa Sofía se encargó de asignarme trabajo adicional por lo que acababa cada día agotado y contando las horas hasta ser por fin libre. Pero al final todo llega y me encontré sentado en el avión esperando a que despegara rumbo a nuestro lugar de veraneo. Yo estaba en el asiento de en medio de los tres que había mientras que Carmen se sentaba en el de la ventanilla y Patricia en el del pasillo.
Debo confesar que los aviones me dan un poco de pánico. Sé que es irracional pero me pongo bastante nervioso cuando tengo que volar y como no es algo que haga muy a menudo cada vez que tengo que hacerlo lo paso bastante mal. Por si fueran poco mis miedos, el despegue fue un poco agitado ya que había fuertes rachas de viento provenientes de otro fantástico día tormentoso que nos estaba regalando mi querida tierruca.
- ¿Te pasa algo? – me preguntó Carmen mirándome con un poco de preocupación. – Estás pálido.
- Volar no es mi actividad favorita – admití.
- Vaya, eso no lo sabía – dijo Carmen agarrándome la mano.
- Qué cosas – intervino Patricia riéndose. – Te pasas el día con las naves esas de las galaxias y luego resulta que en el mundo real te acojonas.
- Pero en el espacio sería diferente – me defendí. – Ahí no habría turbulencias ni arriba ni abajo.
- Lo que necesitas es distraerte y relajarte para no pensar en el avión – me dijo Carmen en voz baja soltando su mano de la mía y poniéndola sobre mi entrepierna.
- ¿Carmen? – susurré.
Completamente asombrado observé cómo mi novia empezó a masajearme la entrepierna sobre la fina tela del pantalón de verano provocándome una reacción inmediata que se manifestaba inconfundiblemente mediante un bulto delator. Patricia dándose cuenta de lo que hacíamos se quitó la chaquetilla fina que se había traído por si le molestaba el aire acondicionado y la echó sobre mis piernas para ocultar la mano de Carmen y la actividad que estaba realizando.
Ahora que las manualidades de Carmen quedaban ocultas empezó a ser más atrevida y los masajes dieron lugar a agarrarme y acariciarme el pene a través del pantalón. La situación era completamente inesperada y morbosa aunque me empezaba a preocupar que alguien se diera cuenta y nos pillara. A Carmen sin embargo parecía que eso no le importaba porque de pronto noté y pudimos escuchar claramente el sonido de la bragueta al bajarse. La habilidosa mano de mi novia se metió por ella y sacó mi miembro erecto al exterior. Patricia nos miró divertida y como para asegurarse de que había pasado lo que ella pensaba levantó ligeramente la chaquetilla para contemplar cómo tenía la polla sacada por la bragueta mientras mi novia me masturbaba en pleno vuelo.
Miré alrededor preocupado de que alguien nos viera pero los de las filas de al lado estaban distraídos mirando por las ventanillas o con los ojos puestos en alguna pantalla. Carmen despacito pero sin pausa recorría mi miembro arriba y abajo procurando que no se notaran descaradamente los movimientos rítmicos de su brazo parcialmente oculto por la chaquetilla. Yo seguí disfrutando de la paja que me estaba haciendo mi novia cuando de pronto Patricia hizo señas a una azafata para que se acercara.
- Perdona, ¿me puedes traer un poco de agua? – le pidió cuando llegó a su lado.
- Claro, ahora mismo – le contestó.
Carmen disimuló apoyando su cabeza contra mi hombro como recostándose sobre mí y dejando de masturbarme momentáneamente pero apretándome la polla para mantenerme la erección.
- Aquí tienes – le dijo la azafata al cabo de un momento trayéndole la botella.
- ¡Gracias! – contestó con alegría mi amiga.
- ¿Estás loca? ¡Nos podía haber pillado! – le dije en susurros mientras notaba que Carmen volvía a pajearme.
- No me digas que no te ha parecido morboso. Que Carmen te estuviera tocando con la azafata al lado – me contestó con picardía. – Además, tenía sed – dijo bebiendo un trago de agua.
Mi novia continuó varios minutos acariciándome con delicadeza. Nunca hubiera imaginado estar en una situación parecida y poco a poco el miedo a que nos pillaran estaba desapareciendo y quedando solo el morbo y el placer que sentía en mi miembro. Las manos de Carmen eran increíbles y estaba disfrutando como nunca de las sensaciones que me provocaba al tocarme la polla. Sentía la suavidad de su mano recorrer mi piel y el contacto ocasional con la tela de la chaqueta en la punta de mi miembro. Empecé a notar cómo se me concentraba el placer en los huevos avisando que mi corrida era inminente.
- Carmen, si sigues me voy a, ya sabes – le dije en voz baja.
- Vale, espera que busco un pañuelo – me dijo.
- No te hace falta – nos dijo de pronto Patricia.
- ¿Cómo? – preguntó Carmen levantando una ceja.
- ¿Estás ya a punto? – me preguntó Patricia.
- Como siga hablando lo voy a echar todo en tu chaqueta – advertí.
- Ni se te ocurra o te la corto – me amenazó mi amiga. – Que es nueva.
Patricia se puso de pie y se salió al pasillo estirándose para buscar algo en la maleta de mano que había subido a los portaequipajes que hay encima de los asientos. Carmen entendiendo lo que estaba haciendo y comprobando que nuestra amiga con su cuerpo nos ocultaba de posibles miradas retiró la chaquetilla dejando mi polla al aire y se inclinó para metérsela en la boca.
Ni en sueños hubiera imaginado que podría encontrarme con la polla erecta sacada en mitad de un avión y que mi chica me la chupara. Yo que ya estaba apunto de correrme no necesité más para eyacular y llenarle la boca a Carmen de semen. Mi novia masajeó la base de mi pene mientras recibía cada uno de mis chorros para facilitar que descargara todo mi líquido. Cuando notó que ya no me salía más se tragó mi leche y tras darme una limpiada rápida con la lengua me la guardó de nuevo en la bragueta.
- Tienes la bragueta abierta – me dijo Patricia al sentarse tras terminar de hacer el paripé de buscar algo.
- Gracias – le dije mientras me subía la bragueta. Aunque las gracias más bien eran por cubrirnos.
- Un placer – me dijo probablemente con doble sentido. – ¿Me devuelves la chaquetilla? Tengo algo de fresco.
- Toma – le dije dándosela. Patricia la revisó a ver si no se la había manchado.
- ¿Qué tal? A que se te ha pasado la preocupación por volar – me preguntó Carmen con un guiño.
- ¿Preocupación? Si me encanta volar – le dije riéndome. La verdad es que con todo lo que había pasado me había olvidado por completo de mis miedos.
El resto del viaje transcurrió sin sobresaltos e incluso el aterrizaje lo soporté bastante bien pese a ponerme ligeramente tenso durante un momento. Cogimos nuestras maletas y pedimos un taxi que nos llevara al hotel donde teníamos la reserva. La recepcionista muy agradable nos dio las tarjetas para entrar en la habitación y nos explicó los servicios del hotel y los puntos de interés cercanos que había por los alrededores.
Subimos a la habitación a dejar las maletas y me sorprendió que era bastante más amplia de lo que me había imaginado. Patricia se quedó con la cama pequeña que estaba pegada a una de las paredes mientras que Carmen y yo compartiríamos la cama grande. La habitación tenía un pequeño balcón que daba a la piscina. Me asomé y comprobé que había varios grupos de jóvenes tomando el sol y bañándose. Me volví dentro y vi que las chicas ya habían empezado a sacar las prendas que podrían arrugarse y las colgaban en los armarios. Yo no suelo ser de sacar la ropa de la maleta y la dejo en ella hasta que la voy usando pero como no quería que dijeran que soy un dejado saqué mis camisetas y camisas y las colgué junto a sus prendas.
Tras desempaquetar y como aun no era ni mediodía nos preparamos para ir a la playa. Tal y como nos había informado la recepcionista, el hotel está prácticamente en la costa y se puede llegar a pie dando un paseo de apenas diez minutos. Cuando llegamos la playa estaba a rebosar y era prácticamente imposible encontrar un hueco donde poder poner tres toallas. Viendo que la marea estaba bajando decidimos ponernos junto a la orilla ya que aunque la arena estaba mojada eran los únicos sitios que estaban libres.
Me quité los pantalones cortos y la camiseta que llevaba quedándome con el bañador y me senté en la toalla. Observé mientras las chicas hacían lo mismo. Carmen se quitó los vaqueros y la camiseta con un dibujo de un champiñón verde para quedarse vestida con un bikini que le sentaba especialmente bien. Era azul claro, sin ningún estampado y aunque se las recogía bien dejaba a la vista buena parte de sus grandes tetas. A menos que usara un bañador de una pieza con el tamaño que tiene siempre va a mostrar bastante volumen por la zona del escote.
Mientras tanto Patricia también se quitaba la ropa. Ella llevaba un vestido ligero de una pieza que se sacó por la cabeza. Debajo tenía un bikini blanco también sin ningún adorno. Sus braguitas le ocultaban lo imprescindible y se ataban con unos lazos en las caderas. La parte de arriba no mostraba tanta piel como la de mi novia pero daba igual porque tras doblar y guardar el vestido en su bolsa se llevó las manos a la espalda y desanudándolo se sacó el bikini quedándose con las tetas al aire.
Mi amiga ya me había contado que en la playa siempre hace topless y yo ya le había visto sus tetas varias veces cuando le tocaba pagarme el alquiler haciéndome una mamada sin camiseta. Aun así me sorprendía la naturalidad con la que se quedaba con los pechos a la vista sin importarle que se las pudieran ver todos los que estuvieran en la playa. Era la primera vez que iba a la playa con una amiga que no usara la parte superior del bikini y aunque ya conociera sus tetas me resultaba excitante.
Creo que Carmen se dio cuenta de cómo me quedaba embobado mirando el movimiento de las tetas de nuestra amiga cuando se inclinó para guardar el bikini. Las tiene de un tamaño mediano y aunque no le colgaban mucho en esa posición lo hacían lo suficiente como para comprobar el volumen real de sus atributos. Patricia es menuda y aunque sus pechos sean medianos destacan bastante sobre su cuerpo pequeño y dan la sensación de ser más grandes. Tiene unas areolas rosaditas y pequeñas y sus pezones se habían endurecido ligeramente quizás por sentir el sol sobre ellos.
- Hey, échate la crema que te vas a quemar – me dijo de pronto Carmen sacándome de mis pensamientos.
- ¿Eh qué?
- Es la primera vez que vemos esa cosa que llaman sol en todo el año. O te pones crema o vas a acabar como Zoidberg – me advirtió mientras me daba el bote de crema.
Me eché la crema sobre el pecho y empecé a extendérmela mientras observaba cómo Patricia hacía lo mismo. Había echado un par de chorros de crema blanca sobre su escote que mi calenturienta mente imaginaba como otra cosa y se la repartía con generosidad por sus tetas. Me estaba dando morbo ver a mi amiga acariciarse los pechos de esa forma delante de nosotros. Los recorría en círculos extendiendo la crema por toda su piel e incluso se las levantaba un poco con una mano para darse crema por la parte de debajo de ellas.
Cuando acabó de protegerse la parte delantera le pidió a Carmen que le pusiera crema en la espalda. Mientras mi novia estaba con su espalda, Patricia me dijo que me daba ella a mí así que me puse delante y noté el contacto frío de la crema cuando me la echó sobre la espalda. Una vez que Patricia y yo estuvimos listos solo quedaba la espalda de Carmen que se tumbó boca abajo en la toalla y nuestra amiga se ofreció a ponérsela ella. Patricia se sentó sobre el culo de Carmen y echando un chorretón en la espalda empezó a extender la crema. La visión de mi amiga con las tetas al aire sentada sobre el culo de mi novia mientras le masajeaba la espalda hizo que la polla me diera un respingo.
- Te desabrocho el bikini para darte bien crema que si no siempre queda algo sin cubrir – le dijo Patricia a Carmen.
- Como quieras – le dio permiso Carmen.
- ¿Nunca haces topless? – le preguntó Patricia mientras le desabrochaba la prenda dejando su espalda completamente libre.
- Nunca he hecho – contestó Carmen.
- ¿Y cómo así? ¿Te da vergüenza? – preguntó Patricia.
- Sí, principalmente es por eso – admitió Carmen. – Siempre pienso que me encontraré con alguien que conozco del barrio y que me verá las tetas. Y aunque no conozca a nadie estoy dejando que cualquiera me las vea.
- Bueno, a veces pasa que te encuentras con un conocido pero no cambia nada porque te haya visto cómo tienes las tetas. Y lo de que te las vea cualquiera es como te lo tomes tú – comentó Patricia mientras sus manos recorrían la parte inferior de la espalda de Carmen. – Son parte de tu cuerpo y no pasa nada porque te las vean. Alguno se excitará pero la mayoría no mira dos veces. A mí la verdad es que ya me da igual quien las vea y prefiero poder estar como los tíos sintiendo el sol por todo el pecho y sin quedarme las marcas blancas por el cuerpo.
- Ya, eso sí. Lo de las marcas es un engorro y por el tipo de bikini que tengo que usar se me ven a nada que me ponga algo con el cuello amplio – dijo Carmen.
- Pues aprovecha – animó Patricia. – Aquí no te conoce nadie así que mejor momento para probar no vas a tener.
- No sé, me sigue dando un poco de cosa el enseñarlas – confesó Carmen.
- Tonterías – dijo Patricia mientras le daba un tirón al bikini suelto de mi novia y se lo sacaba de entre ella y la toalla.
- ¡Ya! ¡Dámelo! – gritó Carmen levantándose mientras se tapaba las tetas con un brazo.
- No seas ridícula Carmen, das más el cante si te tapas las tetas con la mano que si las dejas al aire – le dijo Patricia mientras guardaba el bikini en su bolsa y la escondía detrás de ella.
- ¡Pechos fuera! – le dije a mi novia con un guiño.
- Joder, cómo son, qué vergüenza – se quejó Carmen mientras retiraba resignada el brazo dejando sus melones al aire.
- Ya verás como en un rato ni piensas en ello – le dijo Patricia. – Pero date crema o se te van a quemar las tetazas.
Patricia le echó un par de chorretones de crema en el pecho y mi novia empezó a extendérsela por sus enormes volúmenes. El movimiento era hipnótico y la carne de sus pechos se agitaba con cada pasada de la mano.
- No te olvides de levantarte cada teta y darte crema por la parte de abajo o te vas a quemar ahí cuando te tumbes – advirtió Patricia.
Carmen obediente se iba dando crema donde Patricia le señalaba con el dedo o le demostraba cómo hacerlo con sus propias tetas. Yo mientras disfrutaba del espectáculo de ver a las dos chicas hablando y tocándose las tetas delante de mí.
Una vez protegidos nuestros pálidos cuerpos nos sentamos en las toallas a charlar y tomar un poco el sol. Tras las conversaciones que habían tenido las chicas me estuve fijando en que algunos de los que pasaban sí que se nos quedaban mirando momentáneamente para comerse con la vista esas cuatro tetas desnudas. Me quedó la sensación de que alguno se extrañaba de que yo estuviera con ellas. Se suele suponer que si un chico está junto a una mujer en topless será su pareja pero si hay una segunda, ¿es una simple amiga? ¿Y no le importa que le vea las tetas? ¿Y a su novia le parece bien que esté con otra chica con las tetas al aire? Podía imaginarme estas preguntas en la mente de algunos de los que nos miraban y la envidia que sentían y me sonreía porque serían incapaces de imaginar todo lo que he llegado a vivir con estas chicas.
Estuvimos un rato más pero pronto el calor empezaba a pegar fuerte y les dije a las chicas que me iba al agua. Carmen me acompañó pero Patricia prefirió quedarse tumbada en la toalla tostándose por el otro lado. Mi novia me agarró de la mano y caminamos hasta a la orilla. Miré de reojo que ni se había pensado ponerse la parte superior del bikini y que sus tetas saltaban con cada paso que daba. Comparada con nuestra costa el agua estaba bastante templada por lo que nos metimos sin dificultad en ella.
- ¿Ya acostumbrada a ir con las peras al aire? – le pregunté cuando nos habíamos adentrado lo suficiente para que el agua nos cubriera hasta el pecho.
- Es una sensación extraña. Por un lado en muy agradable sentirlas libres y que les de directamente el sol o la brisa pero por otro es raro estar medio desnuda en público.
- Bueno, mientras estés cómoda haciéndolo disfruta de las sensaciones.
- Sí, aquí creo que me quedaré así. Cuando volvamos ya me lo pensaré, que me vea alguien que me conoce creo que me dará demasiado palo. Esa indiferencia se la dejo a Patri.
- La verdad es que me sorprende la poca importancia que le da – admití.
- No tendrás queja pudiéndole ver las tetas todo el día que anda que no se las miras – me dijo fingiendo una cara de enfado.
- Como a las tuyas. Es inevitable – confesé sabiendo que en el fondo no le molesta.
- Eres un pervertido – me gritó atacándome por la espalda e intentando hundirme agarrándome del cuello.
- Habló la que se pone a hacerme una paja en un avión – contesté soltándome no sin antes sentir sus pechos apretándose contra mi espalda.
- Anda que no te ha gustado. Y ha sido morboso.
- Sí bastante pero no sé que hubiera pasado si nos hubieran pillado – dije algo preocupado por la locura que habíamos hecho.
- Nos habrían detenido por escándalo público y luego Patri tendría que haber ideado nuestra fuga – contestó Carmen quitándole importancia.
- Es increíble. Te da morbo hacerme una paja en público pero luego vergüenza el hacer topless.
- Oye, son mis contradicciones. A ver si no puedo tener fallos de guion – me replicó. – Además, una cosa es que enseñes tú la polla y otra que cualquiera pueda ver mis grandes tetas. ¿O es que te gusta que las enseñe?
- Admito que me da un poco de morbo el que estés con ellas al aire en público aunque no es justo que algunos te las puedan ver sin ningún esfuerzo con todo lo que me costó a mí – le dije. – Anda, yo también tengo contradicciones.
- Qué imbécil, solo tuviste que perder al Mario Kart para vérmelas y eso para ti está chupado.
- Oye, qué ataque más gratuito – me quejé.
- Anda, ven aquí – me dijo.
Carmen me abrazó y empezó a besarme en la boca. Sentía sus pezones clavándose contra mi pecho y yo le correspondí clavándole mi pene que ya había despertado sobre el vientre.
- Vaya tu amigo ha despertado – me dijo separándose un momento de mi boca.
- Con estas dos libres no es para menos – contesté agarrándole una teta que permanecía parcialmente sumergida.
- Definitivamente te encanta que las lleve al aire.
- Sí, creo que deberías ir siempre enseñando las tetas – le dije en broma.
- Claro, seguro que nunca habría habido tantos clientes en la tienda si lo hago. Aunque dudo que compren nada y solo se dediquen a mirar… las estanterías, por supuesto.
- Por supuesto – le dije soltándole la teta y llevándola mano hacia abajo metiéndola dentro de la braguita de su bikini.
- ¿Qué haces? – me preguntó sorprendida al sentir mi mano.
- Devolverte el favor de la mañana – contesté.
Mi mano se deslizó entre la tela sintiendo con mis dedos el vello mojado de su pubis hasta llegar a los pliegues inconfundibles de sus labios. Comencé a masajear suavemente su clítoris mientras notaba cómo se comenzaban a abrir para permitir mi exploración. Carmen soltó un pequeño gemido y temiendo atraer la atención de otros bañistas volvió a besarme en la boca mientras se dejaba hacer.
La posición era difícil ya que no quería mover demasiado el brazo para que no se notara lo que le estaba haciendo. Con juegos de muñecas y de dedos seguí frotándole el clítoris mientras le introducía ligeramente un dedo en su interior para estimular las paredes de su coño. Por las reacciones de mi novia parecía que estaba disfrutando de lo que hacía ya que pese a tener la boca ocupada con la mía se escuchaba cómo se tragaba algún gemido y sus pezones recorrían mi pecho siguiendo el movimiento de su respiración acelerada.
Estuve unos minutos frotando hasta que noté cómo Carmen se contorsionaba delatando que acababa de correrse. Cuando noté que se relajaba saqué mis dedos de su zona íntima y se colocó la braguita de forma que le tapara bien todo de nuevo ya que con mi masturbación probablemente estuviera enseñando algo.
- ¿Te ha gustado? – le pregunté.
- Ya lo creo – me contestó con la respiración acelerada y mirando alrededor a ver si alguien nos observaba raro.
- Tranquila, no se han fijado – le dije para que no se preocupara. Tampoco es que hubiera estado vigilando porque cuando me morreaba no podía ver a mi alrededor pero no me había parecido que nadie se hubiera cuenta de lo que estaba pasando.
- Vaya morbo. Qué bien me he quedado – me agradeció con otro beso y un pequeño achuchón en la polla. – Venga vamos a las toallas de nuevo.
Nadamos hasta la orilla que ya se había alejado un poco más de donde habíamos colocado las toallas y nos sentamos junto a Patricia que se había incorporado y estaba sentada mirando hacia el mar.
- Les ha costado volver – nos dijo a modo de saludo.
- Es que se estaba muy a gusto en el agua – contesté.
- Seguro, seguro – dijo con ironía. «¿Nos habría visto ella desde la distancia?» me pregunté.
- ¿Qué hora es? – preguntó Carmen.
- La hora de que comamos algo – dijo Patri. – Por eso esperaba que volvierais. Tengo hambre.
- ¿Qué quieres hacer? – pregunté.
- ¿Compramos algo y lo traemos para comer aquí? – sugirió Patricia.
- Me parece bien. Cogemos unos bocatas y unas bebidas. – confirmé.
- De acuerdo – aceptó Carmen.
- Vale, voy a ver qué tienen – dijo Patri levantándose y cogiendo la cartera de su bolsa.
- Te acompaño para ayudarte a traer las cosas – le dije cogiendo también mi cartera.
- Yo me quedo haciendo guardia – dijo Carmen tumbándose en la toalla visiblemente relajada.
- ¿Vas a ir así? – le pregunté a Patri viendo que no hacía amago de coger su vestido o la parte de arriba del bikini.
- Sí, claro– dijo como si fuera obvio.
Caminé junto a mi amiga rumbo a la caseta para comprar la comida. Aunque es cierto que está en el paseo que hay junto a la playa supongo que tengo asociada en la cabeza la idea de que en la arena está bien hacer topless pero una vez que se pisa asfalto hay que taparse. Estaba claro que Patricia no pensaba lo mismo.
Tuvimos que hacer unos minutos de cola ya que no éramos los únicos que habíamos tenido la misma idea. Noté que varios chicos se quedaban mirándole las tetas a mi amiga pero ella lo ignoraba por completo. Realmente no le daba ninguna importancia o estaba demasiado acostumbrada a las miradas pese a sus diecinueve años.
Cuando por fin nos atendieron el jovencito del chiringuito se quedó con los ojos fijos en los pechos de mi amiga. Habría supuesto que trabajando en una playa debería estar acostumbrado a ver chicas en topless pero parecía que no era muy habitual que fueran a comprar con las tetas al aire. Pedimos un bocadillo de tortilla para cada uno, una bolsa de patatas y unos refrescos. Nos sacó todo y cuando Patricia le entregó el dinero para pagar le dijo que le invitaba a las bebidas.
- Qué raro que nos inviten a algo – le dije mientras volvíamos a las toallas.
- Es por ir con las tetas al aire – dijo como si fuera algo habitual.
- ¿En serio? – pregunté sorprendido.
- A veces pasa, como que se sienten necesitados de hacerlo por estar viéndolas.
- No lo hubiera imaginado.
- Me parece una tontería. Me las ven todos los de la playa, no me voy a tapar para que no me las vea el del chiringuito. Si está bien enseñarlas en la arena no veo por qué es vergonzoso hacerlo unos metros hacia el interior. Y si quiere invitarme por haberle alegrado un rato pues no voy a decir que no.
- No dejas de sorprenderme – dije asombrado.
- Le das demasiada importancia al desnudo y al sexo– me dijo con un guiño la joven estudiante de medicina.
Volvimos a las toallas y le dimos a Carmen su bocadillo. Estuvimos comiendo y charlando tranquilamente mientras disfrutábamos del sol. Las vacaciones estaban comenzando de forma inmejorable y era la primera vez en muchos años que me sentía tan contento. Parecía increíble que apenas un par de días antes estuviera encerrado en una oficina agobiado por el trabajo.
Cuando el sol comenzó a perder fuerza decidimos que era buen momento para volvernos al hotel. Fuimos a las duchas un momento para quitarnos la arena que habíamos acumulado a lo largo del día y regresamos a las toallas para recoger. Patricia le devolvió el bikini a Carmen y se los pusieron volviendo a taparse las tetas tras tantas horas con ellas al aire. Terminamos de vestimos y recogimos nuestras cosas.
De vuelta en la habitación nos cambiamos de ropa para salir un rato por la noche. Yo cogí unos calzoncillos y unos vaqueros de la maleta y una camisa de manga corta del armario. Me metí al baño para cambiarme, no por pudor ya que las dos chicas se sabían mi polla de memoria sino por dejarlas un poco de intimidad. A carmen obviamente le daría igual que la viera cambiándose y Patricia creo que tampoco le daría importancia, total ya la había visto prácticamente desnuda y me demostraba en cada ocasión lo abierta que era para esos temas. Pero por si acaso tampoco iba a tentar a la suerte.
Al salir las dos chicas ya se habían vestido. La joven estudiante como siempre con un atuendo que mostraba bastante piel. Patricia iba con un top blanco de tirantes muy escotado y unos de esos pantalones vaqueros que no llegan más allá del culo. Mi novia había abandonado por una vez su ropa más informal y llevaba una camiseta azul suelta que le cubría solo un hombro mientras que el otro le caía por el brazo dejando a la vista el tirante de un sujetador negro que descendía hasta perderse dentro del escote. Los pantalones eran largos pero finos y de color crema.
Esperé un rato sentado en la cama mientras Patricia entraba al baño a maquillarse y cuando estuvo lista nos bajamos a los salones del hotel. Picamos algo en la terraza que tienen junto a la piscina para disfrutar de que el calor estaba empezando a descender y estuvimos hablando acerca de qué podríamos hacer los próximos días, qué sitios podríamos visitar y si había alguna playa que alguno quisiera ir que no fuera la más cercana al hotel.
Tras un rato nos levantamos de la terraza y nos metimos al bar del hotel que ya empezaba a tener algo de ambiente. Nos sentamos en unos sillones de cuero que había en una de las esquinas y nos pedimos unos cubatas para acompañar la charla nocturna. Carmen y yo estábamos recostados en el mismo sillón haciéndonos carantoñas de vez en cuando mientras Patricia tenía una butaca para ella sola y se dedicaba a observar el local revisando la clientela que había. Aparte de las parejas maduras había algún que otro grupo de chicos jóvenes que como nosotros parecían que se habían venido unos días de vacaciones.
Cuando Patricia fue a por el tercer cubeta se quedó hablando en la barra con un chico jovencito que sería aproximadamente de su edad. Carmen y yo comentamos que el chico se la estaba comiendo con la mirada ya que se notaba que le costaba evitar bajar la vista para mirar el escote de nuestra amiga. Patricia se acercó un momento para avisarnos que no la esperáramos y se volvió para seguir hablando con el chaval.
- Parece que Patri ha ligado – comenté.
- Sí, Patricia Stinson en acción – respondió Carmen.
- ¿Qué te apetece hacer? ¿Otra? – pregunté viendo el vaso vacío de mi novia.
- Mejor subimos a la habitación creo que Patricia va a tardar – contestó con un guiño.
Apuré mi bebida y agarrando a Carmen del brazo salimos del bar hacia los ascensores del hotel. Mientras esperábamos a que se abrieran las puertas fijé mi mirada en el hombro desnudo de mi novia y seguí la línea del tirante del sujetador que se perdía debajo de la camiseta.
- ¿Echas de menos verlas? – me preguntó Carmen dándose cuenta dónde estaba mirando.
- Es fácil acostumbrarse a que las tengas al aire todo el día – me justifiqué mientras agarraba el cuello de su camiseta y lo separaba un poco para poder mirar por el escote. Pude ver sobresaliendo sus dos grandes tetas bien apretadas por el sujetador negro
- Ya ves que siguen estando ahí – me dijo entre risas quitando mi mano y entrando al ascensor.
Una vez que se cerraron las puertas y el ascensor comenzó a subir observé cómo Carmen me miraba con picardía y se metía de repente una mano a través del escote. Al principio pensaba que simplemente me estaba provocando tocándose una teta hasta que vi que al sacar su mano llevaba el pecho agarrado. Carmen lo soltó y se quedó ahí en el ascensor con una de sus pesadas tetas al aire por fuera de la camiseta, el pezón ligeramente endurecido en medio de su oscura areola.
- ¿Ca.. Carmen? – pregunté incrédulo por lo que estaba viendo.
- ¿No era lo que querías? ¿Que las llevara al aire?
- Joder, qué morbo. Pero como haya alguien en el pasillo te va a pillar – advertí dándome cuenta de que el ascensor estaba llegando a nuestra planta.
Me puse delante de Carmen mientras se abrían las puertas del ascensor. Me ponía bastante lo que estaba haciendo pero me daba apuro que de repente hubiera gente por el pasillo y la viera así que intenté taparla estando yo delante. Al abrirse las puertas no había nadie esperando y antes de que me diera cuenta mi novia ya había salido del ascensor y estaba yendo hacia la habitación con una de sus tetas al aire. La seguí mientras ella caminaba de espaldas para dejarme ver su pecho desnudo hasta que llegamos a la habitación. Abrí la puerta con la tarjeta y nos metimos dentro.
Apenas habíamos cerrado la puerta y yo me abalancé sobre el pecho que tenía sacado y comencé a chupárselo. Mi lengua recorría en círculos su pezón notando su dureza mientras alternaba con besos por toda la teta.
- Ya veo que te ha gustado – me dijo Carmen entre suspiros.
- Me ha puesto – confesé.
- A ver cuánto – me retó.
Me desabroché los pantalones y dejé que cayeran al suelo. En mis calzoncillos se marcaba perfectamente la dureza que me había provocado la exhibición de Carmen. Me los quité también y le mostré mi miembro apuntándola completamente horizontal.
- Parece que has conseguido una buena espada – me dijo apretándola hacia abajo y soltándola de forma que mi polla saltaba hasta recuperar su posición horizontal.
- Es por tu brujería.
- ¿Ah, sí?
- Ya ves que agrandas y mueves cosas sin tocarlas.
- Es que tengo dos joyas que son la fuente de todo mi poder – dijo señalándose las tetas.
- Tendré que atacarlas con mi espada – le sugerí.
- A ver qué puedes hacer – me retó quitándose la camiseta y quedándose solo con el sujetador llevando una teta fuera y la otra tapada.
Nos movimos a la cama y tras tocarle un poco el pecho que llevaba fuera le agarré el otro y se lo saqué del sujetador. Comencé a darle golpecitos en ellos con mi polla endurecida y viendo cómo se movían con cada contacto.
- Siente el poder de mi espada – le dije mientras seguía dándole pollazos.
- Ahora verás uno de los múltiples usos de mis gemas de poder – contestó Carmen.
Mi novia dejó caer saliva entre sus tetas y se acercó a mí cubriendo mi miembro con sus enormes tesoros. Mi polla quedaba completamente oculta por sus pechos e inmediatamente se apretó las tetas y empezó un movimiento rítmico arriba y abajo con ellas. Mi pene se deslizaba gracias a la saliva y sentía la suavidad de la carne blanda y el calor de ese par de maravillas que me vuelven loco.
- ¡Oh no! ¡Es superefectivo! – exclamé entre suspiros de placer.
- Parece que la espada es débil a los ataques de tetas – dijo Carmen.
- entero es débil a las tetas – admití entre risas.
Tras unos minutos recibiendo el masaje de las tetazas de mi novia cambiamos y mientras yo sacaba los condones ella se quitaba los pantalones y las bragas. Agarré a Carmen de las piernas y metí la cabeza entre ellas comenzando a lamer su clítoris y esos labios que hoy solo había podido acariciar. Se notaba que ella también se había excitado con todo lo que había hecho porque ya estaba bastante mojada y no necesitó que hiciera mucho para estar preparada para recibirme.
La penetré sujetando mi pene con una mano. Después comencé mis movimientos de vaivén mientras con una mano le frotaba el clítoris y sentía el cosquilleo del triangulito de vello de su pubis. Miraba alternativamente a su coño para ver cómo entraba y salía mi polla y a sus tetas que se movían espectaculares con cada una de mis embestidas y que ella masajeaba y pellizcaba entre gritos de placer.
Aprovechamos la intimidad para gritar lo que no habíamos podido en nuestros dos respectivos orgasmos en público. Mi novia no tardó en correrse, parecía que todo el morbo de la exhibición la había dejado apunto y es bastante sensible a que le frote el clítoris mientras la estoy penetrando. Sus contracciones apretaron mi polla dentro de ella mientras observaba esa inconfundible mirada que se le pone cuando está teniendo un orgasmo. Unos minutos después me tocó a mí y descargué todo mi semen mientras permanecía dentro de ella. Agotado la saqué y me tumbé quitándome el preservativo que estaba repleto de líquido blanco.
- Te has vaciado por completo – me dijo Carmen viendo el contenido del condón.
- Tus locuras que me han puesto muy cachondo – me sinceré.
- Lo que provoca el sacarse una teta – me dijo riéndose.
- La que provoca eres tú. Vaya morbo tienes – le dije dándole un beso en los labios.
Tiramos el condón a la papelera del cuarto de baño y nos aseamos un poco. Después nos metimos a la cama dispuestos a dormir agotados después del primer día de vacaciones.
- Buenas noches – me despedí dándole otro beso antes de apagar la luz.
- Buenas noches, pervertido – me contestó ella.
Caí dormido enseguida. El sexo antes de acostarse es una de las mejores soluciones contra el insomnio. Además, el madrugón para coger el vuelo y todas las experiencias del día me habían dejado bastante cansado. Estaba en ese momento en el que se confunde sueño con realidad cuando me pareció escuchar voces. Al final venció la realidad y me desperté abriendo los ojos. Escuchaba a Carmen y Patricia hablar y cuando enfoqué sobre la cama de la joven estudiante comprobé que movía la mano frenéticamente en su entrepierna. Tras un momento de incredulidad me di cuenta que aunque no podía ver nada desde mi posición, la chica estaba desnuda y masturbándose.
- ¿Qué ocurre? – pregunté.
- Perdona, no quería despertarlos – se disculpó Patricia sin dejar de tocarse.
- La pobre Patri, que no le ha salido el ligue como esperaba – me explicó Carmen que ya debía haber estado hablando con ella.
- ¿Y eso? ¿Te ha dejado con las ganas? – me interesé.
- Peor. Todo iba bien y nos empezamos a enrollar y a meter mano así que acabamos en uno de los baños para echar un polvo – empezó a contarnos nuestra amiga. – Pero el niñato se ha corrido tras apenas metérmela un par de veces y se ha largado directamente dejándome ahí sin preocuparse de corresponderme.
- Joder, ¿pero cómo hay gente así? – me indigné. Probablemente no sea el mejor amante del mundo pero si me corro antes de que mi pareja tenga un orgasmo sé que hay que intentar como sea que ella disfrute también.
- Ya ves, sobretodo típico de aquellos que se educan viendo porno. Que cuando se corre el tío se acaba la escena – dijo Patricia. – Así que aquí estoy masturbándome como una adolescente para quitarme el calentón.
- Si lo necesitas te dejo la polla de mi novio– ofreció Carmen.
- ¿Que qué? – pregunté incrédulo.
- Pues no me importaría si a ti te parece bien, me he quedado con ganas de tener algo dentro – aceptó Patricia.
- Venga, hazle un favor a tu amiga – me pidió Carmen.
- ¿Me lo estás diciendo en serio? – pregunté aturdido. Debía estar soñando todavía.
- Que sí, venga. Pobre Patri – me dijo Carmen mirándome completamente en serio.
Me levanté de la cama y me acerqué a la de Patricia. Mi amiga estaba tumbada boca arriba completamente desnuda. Observé por primera vez su coño, la única parte de su cuerpo que me quedaba por contemplar. Llevaba el pubis completamente depilado y sus dedos frotaban un coñito rosadito y que brillaba por la humedad de sus flujos. Se la notaba que estaba completamente cachonda.
- Con calzoncillos poco vas a hacer – me dijo Patri.
- Ah, perdón. Estoy un poco confundido aun – me disculpé.
Me bajé los calzoncillos, la única prenda que usaba para dormir, y me quedé completamente desnudo a los pies de la cama de mi amiga. Con el pene flácido. No sé si era el surrealismo de la situación o que hacía apenas una hora que me había corrido con Carmen pero no se me empalmaba pese a estar viendo a mi amiga masturbarse desnuda.
- Creo que tengo un problema técnico – confesé señalándome el pene.
- No recuerdo si te la había visto alguna vez así – me dijo Patricia divertida.
- Puedes tocarle las tetas si lo necesitas – me dio permiso Carmen.
- ¿Cómo que las tetas? – pregunté incrédulo.
- Ay, cómo eres.
Carmen se levantó de la cama y agarrándome las manos las colocó sobre los pechos de nuestra amiga. Sentí sus medianas tetas sobre las palmas de mi mano y me vi obligado a apretárselas ante la presión que hacía mi novia. Sus tetas eran más duras que las de Carmen y un poco más firmes. Cuando mi chica vio que ya no forcejeaba y que se las estaba acariciando por mi propia voluntad me soltó las manos y me acarició los testículos.
Estar sintiendo las tetas de otra chica mientras mi novia me acariciaba provocó que eso finalmente despertara y empecé a tener una erección. Cuando se me puso completamente dura mi novia me colocó un condón y me invitó una vez más a que me follara a nuestra amiga. Volví a preguntar con la mirada si estaba segura de esto y ella me la devolvió con un adelante.
Me coloqué delante de mi amiga que me esperaba completamente abierta y le introduje mi miembro que se deslizó con asombrosa facilidad. La joven estudiante de medicina estaba completamente mojada y un sonido de chof chof inundó la habitación con cada una de mis embestidas. Sus tetas no se movían tanto como las de Carmen cuando la penetraba pero sus gritos eran más agudos y continuados. No sé si serían reales pero me hacía sentir como si fuera lo mejor que le habían hecho nunca. Patricia tenía los ojos cerrados y su melena rubia estaba extendida por la almohada. Miré a mi novia que nos observaba tranquilamente mientras me follaba a nuestra amiga como si simplemente le estuviera dando un masaje.
El coño de Patri era más estrecho que el de Carmen y sentía cómo me apretaba más la polla al penetrarla. Ella parecía disfrutar la sensación de ser llenada por mí y me apremiaba a que no parara mientras se frotaba el clítoris. Mi amiga ya debía estar apunto de correrse cuando nos despertó con sus manualidades porque al poco de estar follándola tuvo su primer orgasmo. Continué metiéndosela cuando noté que se detenían sus contracciones. Aunque yo estaba disfrutando me sentía aun un poco cortado con la situación y no me atrevía a tocar demasiado a Patricia por si mi novia cambiaba de idea y se enfadaba. «Yo solo estoy aquí proporcionando un servicio» parecía querer indicar.
Los gemidos de mi amiga me indicaron que había alcanzado su segundo orgasmo y yo empecé a sentir que se me acababa la resistencia.
- Patri, me voy a correr en breve – advertí.
- Córrete sobre mis tetas – me pidió.
- Eh, claro. Como quieras – acepté.
Me salí de ella y quitándome el preservativo me coloqué sobre ella con la polla apuntando a sus tetas mientras me masturbaba para terminar de llegar al orgasmo. Sus pezones estaban completamente endurecidos y destacaban como montañitas en sus areolas rosadas. Después de haberme pasado el día viéndole las tetas quien me iba a decir que se las iba a llenar de leche. Carmen se acercó a ayudarme y empezó a masajearme la base del pene y los testículos mientras yo me masturbaba sobre nuestra amiga. Finalmente sentí la punzada que indicaba que ya era imposible detener la eyaculación y un chorrito de semen salió disparado sobre los pechos de Patricia. Apenas unas gotas salieron después de ese chorro pero nada más. Claramente estaba vacío con las dos corridas del día porque esa tercera apenas había tenido cantidad.
- Creo que te has quedado sin munición – dijo Carmen al ver que no eyaculaba más.
- Sí, me has exprimido demasiado – me quejé en broma.
- Bueno, otro día me echas más – me dijo Patricia extendiéndose el semen por las tetas como si fuera crema protectora. – Gracias por los orgasmos me hacían falta.
- Eh, de nada – contesté. Era la primera vez que nadie me agradecía por haberla follado.
- Misión cumplida, campeón – me dijo mi novia dándome un puñetazo cariñoso.
Patricia se salió de la cama y se metió al baño para limpiarse todos los fluidos que tenía por su cuerpo. Carmen y yo nos volvimos a nuestra cama para intentar volver a dormir una vez satisfecha nuestra amiga.
- ¿Lo has disfrutado? – me preguntó Carmen.
- Sí claro, ¿pero de verdad no te molesta? – contesté temiendo que fuera una pregunta trampa.
- Es Patricia. Tenemos confianza y ya ves que para el sexo es muy natural.
- ¿Y…? ¿Y tú quieres hacerlo con otros? – pregunté temiendo que luego me pidiera lo mismo a cambio.
- ¿Qué? No, para nada. Esto no es una relación abierta – me aclaró. – Ni yo me voy a acostar con otros ni tú con otras chicas. Pero Patricia es diferente.
- Vale, vale. Perdona, es que nunca me había pasado nada así – me justifiqué.
- Achieve unlocked, entonces – me dijo con una de sus típicas sonrisas.
- De la máxima dificultad además – le dije agarrándola las tetas suavemente.
- ¿Y esto? ¿Crees que te has ganado un premio por el esfuerzo realizado? – me preguntó.
- Solo quería comparar, después de haber tocado las de Patri. Me gustan más las tuyas – me apresuré a aclarar.
- Mas te vale, pervertido – me dijo riéndose. – Venga, vamos a dormir que mañana tenemos muchas cosas que hacer.
- Sí, me encanta cómo empiezan estas vacaciones.
- No me extraña.
- Por cierto, Carmen. Que si Patri no cuenta y eso. Bueno, que si tú quieres, también puedes, ya sabes – dije de pronto.
- Pues claro que puedo. Igualdad de condiciones – me dijo como si fuera obvio. – No sabes nada, pervertido – añadió.
Continuará?
Gracias por sus puntos y comentarios.
Sinceramente no podía quejarme, era la primera vez en mi vida que me sucedía algo así y que sin haber tenido nunca demasiado éxito con las mujeres haya dos que querían darme sexo a la vez. Pero me seguía sorprendiendo que a mi novia le pareciera bien que otra mujer me la chupara habitualmente. Alguna vez incluso había estado presente mientras Patricia pagaba el alquiler mirando tranquilamente cómo me lo hacía.
Así que con nuestras rarezas seguíamos como pareja y decidimos aprovechar el premio del torneo que ganó Carmen para irnos de vacaciones unos días juntos. Estuvimos mirando los lugares que nos permitía elegir el regalo y cuándo podíamos pedir vacaciones los dos en nuestros respectivos trabajos. Finalmente escogimos la última semana de julio para irnos a costas más cálidas en la otra punta del país. Lo más lejos posible para alejarnos de este norte donde parecía que ese año no íbamos a ver el sol más que tres días seguidos y para mojarse no hacía falta ir a la playa sino que bastaba con salir a la lluvia constante.
No recuerdo exactamente cómo ocurrió pero mientras estábamos organizando el viaje Patricia se unió a la expedición. Como ella tenía vacaciones todo el verano hasta que comenzara el nuevo curso y aquí no iba a poder ir a la playa muy a menudo debido al mal tiempo decidió apuntarse a ir de viaje con nosotros. Llamamos al hotel que el premio nos permitía reservar pero como estábamos ya tan apurados de plazo no tenían disponibles dos habitaciones para la semana que podíamos viajar. Solo nos ofrecían una habitación doble con una cama supletoria que debíamos compartir los tres. A mí me apetecía tener mi intimidad con Carmen siendo el primer viaje que hacíamos juntos pero a las chicas parecía que no les importaba y que sería más divertido viajar todos juntos así que cedí y reservamos la habitación.
Las últimas semanas de trabajo fueron un poco estresantes. Como suele ocurrirme todos los años debía dejar cerradas la mayor parte de mis tareas pendientes antes de comenzar las vacaciones. Además mi jefa Sofía se encargó de asignarme trabajo adicional por lo que acababa cada día agotado y contando las horas hasta ser por fin libre. Pero al final todo llega y me encontré sentado en el avión esperando a que despegara rumbo a nuestro lugar de veraneo. Yo estaba en el asiento de en medio de los tres que había mientras que Carmen se sentaba en el de la ventanilla y Patricia en el del pasillo.
Debo confesar que los aviones me dan un poco de pánico. Sé que es irracional pero me pongo bastante nervioso cuando tengo que volar y como no es algo que haga muy a menudo cada vez que tengo que hacerlo lo paso bastante mal. Por si fueran poco mis miedos, el despegue fue un poco agitado ya que había fuertes rachas de viento provenientes de otro fantástico día tormentoso que nos estaba regalando mi querida tierruca.
- ¿Te pasa algo? – me preguntó Carmen mirándome con un poco de preocupación. – Estás pálido.
- Volar no es mi actividad favorita – admití.
- Vaya, eso no lo sabía – dijo Carmen agarrándome la mano.
- Qué cosas – intervino Patricia riéndose. – Te pasas el día con las naves esas de las galaxias y luego resulta que en el mundo real te acojonas.
- Pero en el espacio sería diferente – me defendí. – Ahí no habría turbulencias ni arriba ni abajo.
- Lo que necesitas es distraerte y relajarte para no pensar en el avión – me dijo Carmen en voz baja soltando su mano de la mía y poniéndola sobre mi entrepierna.
- ¿Carmen? – susurré.
Completamente asombrado observé cómo mi novia empezó a masajearme la entrepierna sobre la fina tela del pantalón de verano provocándome una reacción inmediata que se manifestaba inconfundiblemente mediante un bulto delator. Patricia dándose cuenta de lo que hacíamos se quitó la chaquetilla fina que se había traído por si le molestaba el aire acondicionado y la echó sobre mis piernas para ocultar la mano de Carmen y la actividad que estaba realizando.
Ahora que las manualidades de Carmen quedaban ocultas empezó a ser más atrevida y los masajes dieron lugar a agarrarme y acariciarme el pene a través del pantalón. La situación era completamente inesperada y morbosa aunque me empezaba a preocupar que alguien se diera cuenta y nos pillara. A Carmen sin embargo parecía que eso no le importaba porque de pronto noté y pudimos escuchar claramente el sonido de la bragueta al bajarse. La habilidosa mano de mi novia se metió por ella y sacó mi miembro erecto al exterior. Patricia nos miró divertida y como para asegurarse de que había pasado lo que ella pensaba levantó ligeramente la chaquetilla para contemplar cómo tenía la polla sacada por la bragueta mientras mi novia me masturbaba en pleno vuelo.
Miré alrededor preocupado de que alguien nos viera pero los de las filas de al lado estaban distraídos mirando por las ventanillas o con los ojos puestos en alguna pantalla. Carmen despacito pero sin pausa recorría mi miembro arriba y abajo procurando que no se notaran descaradamente los movimientos rítmicos de su brazo parcialmente oculto por la chaquetilla. Yo seguí disfrutando de la paja que me estaba haciendo mi novia cuando de pronto Patricia hizo señas a una azafata para que se acercara.
- Perdona, ¿me puedes traer un poco de agua? – le pidió cuando llegó a su lado.
- Claro, ahora mismo – le contestó.
Carmen disimuló apoyando su cabeza contra mi hombro como recostándose sobre mí y dejando de masturbarme momentáneamente pero apretándome la polla para mantenerme la erección.
- Aquí tienes – le dijo la azafata al cabo de un momento trayéndole la botella.
- ¡Gracias! – contestó con alegría mi amiga.
- ¿Estás loca? ¡Nos podía haber pillado! – le dije en susurros mientras notaba que Carmen volvía a pajearme.
- No me digas que no te ha parecido morboso. Que Carmen te estuviera tocando con la azafata al lado – me contestó con picardía. – Además, tenía sed – dijo bebiendo un trago de agua.
Mi novia continuó varios minutos acariciándome con delicadeza. Nunca hubiera imaginado estar en una situación parecida y poco a poco el miedo a que nos pillaran estaba desapareciendo y quedando solo el morbo y el placer que sentía en mi miembro. Las manos de Carmen eran increíbles y estaba disfrutando como nunca de las sensaciones que me provocaba al tocarme la polla. Sentía la suavidad de su mano recorrer mi piel y el contacto ocasional con la tela de la chaqueta en la punta de mi miembro. Empecé a notar cómo se me concentraba el placer en los huevos avisando que mi corrida era inminente.
- Carmen, si sigues me voy a, ya sabes – le dije en voz baja.
- Vale, espera que busco un pañuelo – me dijo.
- No te hace falta – nos dijo de pronto Patricia.
- ¿Cómo? – preguntó Carmen levantando una ceja.
- ¿Estás ya a punto? – me preguntó Patricia.
- Como siga hablando lo voy a echar todo en tu chaqueta – advertí.
- Ni se te ocurra o te la corto – me amenazó mi amiga. – Que es nueva.
Patricia se puso de pie y se salió al pasillo estirándose para buscar algo en la maleta de mano que había subido a los portaequipajes que hay encima de los asientos. Carmen entendiendo lo que estaba haciendo y comprobando que nuestra amiga con su cuerpo nos ocultaba de posibles miradas retiró la chaquetilla dejando mi polla al aire y se inclinó para metérsela en la boca.
Ni en sueños hubiera imaginado que podría encontrarme con la polla erecta sacada en mitad de un avión y que mi chica me la chupara. Yo que ya estaba apunto de correrme no necesité más para eyacular y llenarle la boca a Carmen de semen. Mi novia masajeó la base de mi pene mientras recibía cada uno de mis chorros para facilitar que descargara todo mi líquido. Cuando notó que ya no me salía más se tragó mi leche y tras darme una limpiada rápida con la lengua me la guardó de nuevo en la bragueta.
- Tienes la bragueta abierta – me dijo Patricia al sentarse tras terminar de hacer el paripé de buscar algo.
- Gracias – le dije mientras me subía la bragueta. Aunque las gracias más bien eran por cubrirnos.
- Un placer – me dijo probablemente con doble sentido. – ¿Me devuelves la chaquetilla? Tengo algo de fresco.
- Toma – le dije dándosela. Patricia la revisó a ver si no se la había manchado.
- ¿Qué tal? A que se te ha pasado la preocupación por volar – me preguntó Carmen con un guiño.
- ¿Preocupación? Si me encanta volar – le dije riéndome. La verdad es que con todo lo que había pasado me había olvidado por completo de mis miedos.
El resto del viaje transcurrió sin sobresaltos e incluso el aterrizaje lo soporté bastante bien pese a ponerme ligeramente tenso durante un momento. Cogimos nuestras maletas y pedimos un taxi que nos llevara al hotel donde teníamos la reserva. La recepcionista muy agradable nos dio las tarjetas para entrar en la habitación y nos explicó los servicios del hotel y los puntos de interés cercanos que había por los alrededores.
Subimos a la habitación a dejar las maletas y me sorprendió que era bastante más amplia de lo que me había imaginado. Patricia se quedó con la cama pequeña que estaba pegada a una de las paredes mientras que Carmen y yo compartiríamos la cama grande. La habitación tenía un pequeño balcón que daba a la piscina. Me asomé y comprobé que había varios grupos de jóvenes tomando el sol y bañándose. Me volví dentro y vi que las chicas ya habían empezado a sacar las prendas que podrían arrugarse y las colgaban en los armarios. Yo no suelo ser de sacar la ropa de la maleta y la dejo en ella hasta que la voy usando pero como no quería que dijeran que soy un dejado saqué mis camisetas y camisas y las colgué junto a sus prendas.
Tras desempaquetar y como aun no era ni mediodía nos preparamos para ir a la playa. Tal y como nos había informado la recepcionista, el hotel está prácticamente en la costa y se puede llegar a pie dando un paseo de apenas diez minutos. Cuando llegamos la playa estaba a rebosar y era prácticamente imposible encontrar un hueco donde poder poner tres toallas. Viendo que la marea estaba bajando decidimos ponernos junto a la orilla ya que aunque la arena estaba mojada eran los únicos sitios que estaban libres.
Me quité los pantalones cortos y la camiseta que llevaba quedándome con el bañador y me senté en la toalla. Observé mientras las chicas hacían lo mismo. Carmen se quitó los vaqueros y la camiseta con un dibujo de un champiñón verde para quedarse vestida con un bikini que le sentaba especialmente bien. Era azul claro, sin ningún estampado y aunque se las recogía bien dejaba a la vista buena parte de sus grandes tetas. A menos que usara un bañador de una pieza con el tamaño que tiene siempre va a mostrar bastante volumen por la zona del escote.
Mientras tanto Patricia también se quitaba la ropa. Ella llevaba un vestido ligero de una pieza que se sacó por la cabeza. Debajo tenía un bikini blanco también sin ningún adorno. Sus braguitas le ocultaban lo imprescindible y se ataban con unos lazos en las caderas. La parte de arriba no mostraba tanta piel como la de mi novia pero daba igual porque tras doblar y guardar el vestido en su bolsa se llevó las manos a la espalda y desanudándolo se sacó el bikini quedándose con las tetas al aire.
Mi amiga ya me había contado que en la playa siempre hace topless y yo ya le había visto sus tetas varias veces cuando le tocaba pagarme el alquiler haciéndome una mamada sin camiseta. Aun así me sorprendía la naturalidad con la que se quedaba con los pechos a la vista sin importarle que se las pudieran ver todos los que estuvieran en la playa. Era la primera vez que iba a la playa con una amiga que no usara la parte superior del bikini y aunque ya conociera sus tetas me resultaba excitante.
Creo que Carmen se dio cuenta de cómo me quedaba embobado mirando el movimiento de las tetas de nuestra amiga cuando se inclinó para guardar el bikini. Las tiene de un tamaño mediano y aunque no le colgaban mucho en esa posición lo hacían lo suficiente como para comprobar el volumen real de sus atributos. Patricia es menuda y aunque sus pechos sean medianos destacan bastante sobre su cuerpo pequeño y dan la sensación de ser más grandes. Tiene unas areolas rosaditas y pequeñas y sus pezones se habían endurecido ligeramente quizás por sentir el sol sobre ellos.
- Hey, échate la crema que te vas a quemar – me dijo de pronto Carmen sacándome de mis pensamientos.
- ¿Eh qué?
- Es la primera vez que vemos esa cosa que llaman sol en todo el año. O te pones crema o vas a acabar como Zoidberg – me advirtió mientras me daba el bote de crema.
Me eché la crema sobre el pecho y empecé a extendérmela mientras observaba cómo Patricia hacía lo mismo. Había echado un par de chorros de crema blanca sobre su escote que mi calenturienta mente imaginaba como otra cosa y se la repartía con generosidad por sus tetas. Me estaba dando morbo ver a mi amiga acariciarse los pechos de esa forma delante de nosotros. Los recorría en círculos extendiendo la crema por toda su piel e incluso se las levantaba un poco con una mano para darse crema por la parte de debajo de ellas.
Cuando acabó de protegerse la parte delantera le pidió a Carmen que le pusiera crema en la espalda. Mientras mi novia estaba con su espalda, Patricia me dijo que me daba ella a mí así que me puse delante y noté el contacto frío de la crema cuando me la echó sobre la espalda. Una vez que Patricia y yo estuvimos listos solo quedaba la espalda de Carmen que se tumbó boca abajo en la toalla y nuestra amiga se ofreció a ponérsela ella. Patricia se sentó sobre el culo de Carmen y echando un chorretón en la espalda empezó a extender la crema. La visión de mi amiga con las tetas al aire sentada sobre el culo de mi novia mientras le masajeaba la espalda hizo que la polla me diera un respingo.
- Te desabrocho el bikini para darte bien crema que si no siempre queda algo sin cubrir – le dijo Patricia a Carmen.
- Como quieras – le dio permiso Carmen.
- ¿Nunca haces topless? – le preguntó Patricia mientras le desabrochaba la prenda dejando su espalda completamente libre.
- Nunca he hecho – contestó Carmen.
- ¿Y cómo así? ¿Te da vergüenza? – preguntó Patricia.
- Sí, principalmente es por eso – admitió Carmen. – Siempre pienso que me encontraré con alguien que conozco del barrio y que me verá las tetas. Y aunque no conozca a nadie estoy dejando que cualquiera me las vea.
- Bueno, a veces pasa que te encuentras con un conocido pero no cambia nada porque te haya visto cómo tienes las tetas. Y lo de que te las vea cualquiera es como te lo tomes tú – comentó Patricia mientras sus manos recorrían la parte inferior de la espalda de Carmen. – Son parte de tu cuerpo y no pasa nada porque te las vean. Alguno se excitará pero la mayoría no mira dos veces. A mí la verdad es que ya me da igual quien las vea y prefiero poder estar como los tíos sintiendo el sol por todo el pecho y sin quedarme las marcas blancas por el cuerpo.
- Ya, eso sí. Lo de las marcas es un engorro y por el tipo de bikini que tengo que usar se me ven a nada que me ponga algo con el cuello amplio – dijo Carmen.
- Pues aprovecha – animó Patricia. – Aquí no te conoce nadie así que mejor momento para probar no vas a tener.
- No sé, me sigue dando un poco de cosa el enseñarlas – confesó Carmen.
- Tonterías – dijo Patricia mientras le daba un tirón al bikini suelto de mi novia y se lo sacaba de entre ella y la toalla.
- ¡Ya! ¡Dámelo! – gritó Carmen levantándose mientras se tapaba las tetas con un brazo.
- No seas ridícula Carmen, das más el cante si te tapas las tetas con la mano que si las dejas al aire – le dijo Patricia mientras guardaba el bikini en su bolsa y la escondía detrás de ella.
- ¡Pechos fuera! – le dije a mi novia con un guiño.
- Joder, cómo son, qué vergüenza – se quejó Carmen mientras retiraba resignada el brazo dejando sus melones al aire.
- Ya verás como en un rato ni piensas en ello – le dijo Patricia. – Pero date crema o se te van a quemar las tetazas.
Patricia le echó un par de chorretones de crema en el pecho y mi novia empezó a extendérsela por sus enormes volúmenes. El movimiento era hipnótico y la carne de sus pechos se agitaba con cada pasada de la mano.
- No te olvides de levantarte cada teta y darte crema por la parte de abajo o te vas a quemar ahí cuando te tumbes – advirtió Patricia.
Carmen obediente se iba dando crema donde Patricia le señalaba con el dedo o le demostraba cómo hacerlo con sus propias tetas. Yo mientras disfrutaba del espectáculo de ver a las dos chicas hablando y tocándose las tetas delante de mí.
Una vez protegidos nuestros pálidos cuerpos nos sentamos en las toallas a charlar y tomar un poco el sol. Tras las conversaciones que habían tenido las chicas me estuve fijando en que algunos de los que pasaban sí que se nos quedaban mirando momentáneamente para comerse con la vista esas cuatro tetas desnudas. Me quedó la sensación de que alguno se extrañaba de que yo estuviera con ellas. Se suele suponer que si un chico está junto a una mujer en topless será su pareja pero si hay una segunda, ¿es una simple amiga? ¿Y no le importa que le vea las tetas? ¿Y a su novia le parece bien que esté con otra chica con las tetas al aire? Podía imaginarme estas preguntas en la mente de algunos de los que nos miraban y la envidia que sentían y me sonreía porque serían incapaces de imaginar todo lo que he llegado a vivir con estas chicas.
Estuvimos un rato más pero pronto el calor empezaba a pegar fuerte y les dije a las chicas que me iba al agua. Carmen me acompañó pero Patricia prefirió quedarse tumbada en la toalla tostándose por el otro lado. Mi novia me agarró de la mano y caminamos hasta a la orilla. Miré de reojo que ni se había pensado ponerse la parte superior del bikini y que sus tetas saltaban con cada paso que daba. Comparada con nuestra costa el agua estaba bastante templada por lo que nos metimos sin dificultad en ella.
- ¿Ya acostumbrada a ir con las peras al aire? – le pregunté cuando nos habíamos adentrado lo suficiente para que el agua nos cubriera hasta el pecho.
- Es una sensación extraña. Por un lado en muy agradable sentirlas libres y que les de directamente el sol o la brisa pero por otro es raro estar medio desnuda en público.
- Bueno, mientras estés cómoda haciéndolo disfruta de las sensaciones.
- Sí, aquí creo que me quedaré así. Cuando volvamos ya me lo pensaré, que me vea alguien que me conoce creo que me dará demasiado palo. Esa indiferencia se la dejo a Patri.
- La verdad es que me sorprende la poca importancia que le da – admití.
- No tendrás queja pudiéndole ver las tetas todo el día que anda que no se las miras – me dijo fingiendo una cara de enfado.
- Como a las tuyas. Es inevitable – confesé sabiendo que en el fondo no le molesta.
- Eres un pervertido – me gritó atacándome por la espalda e intentando hundirme agarrándome del cuello.
- Habló la que se pone a hacerme una paja en un avión – contesté soltándome no sin antes sentir sus pechos apretándose contra mi espalda.
- Anda que no te ha gustado. Y ha sido morboso.
- Sí bastante pero no sé que hubiera pasado si nos hubieran pillado – dije algo preocupado por la locura que habíamos hecho.
- Nos habrían detenido por escándalo público y luego Patri tendría que haber ideado nuestra fuga – contestó Carmen quitándole importancia.
- Es increíble. Te da morbo hacerme una paja en público pero luego vergüenza el hacer topless.
- Oye, son mis contradicciones. A ver si no puedo tener fallos de guion – me replicó. – Además, una cosa es que enseñes tú la polla y otra que cualquiera pueda ver mis grandes tetas. ¿O es que te gusta que las enseñe?
- Admito que me da un poco de morbo el que estés con ellas al aire en público aunque no es justo que algunos te las puedan ver sin ningún esfuerzo con todo lo que me costó a mí – le dije. – Anda, yo también tengo contradicciones.
- Qué imbécil, solo tuviste que perder al Mario Kart para vérmelas y eso para ti está chupado.
- Oye, qué ataque más gratuito – me quejé.
- Anda, ven aquí – me dijo.
Carmen me abrazó y empezó a besarme en la boca. Sentía sus pezones clavándose contra mi pecho y yo le correspondí clavándole mi pene que ya había despertado sobre el vientre.
- Vaya tu amigo ha despertado – me dijo separándose un momento de mi boca.
- Con estas dos libres no es para menos – contesté agarrándole una teta que permanecía parcialmente sumergida.
- Definitivamente te encanta que las lleve al aire.
- Sí, creo que deberías ir siempre enseñando las tetas – le dije en broma.
- Claro, seguro que nunca habría habido tantos clientes en la tienda si lo hago. Aunque dudo que compren nada y solo se dediquen a mirar… las estanterías, por supuesto.
- Por supuesto – le dije soltándole la teta y llevándola mano hacia abajo metiéndola dentro de la braguita de su bikini.
- ¿Qué haces? – me preguntó sorprendida al sentir mi mano.
- Devolverte el favor de la mañana – contesté.
Mi mano se deslizó entre la tela sintiendo con mis dedos el vello mojado de su pubis hasta llegar a los pliegues inconfundibles de sus labios. Comencé a masajear suavemente su clítoris mientras notaba cómo se comenzaban a abrir para permitir mi exploración. Carmen soltó un pequeño gemido y temiendo atraer la atención de otros bañistas volvió a besarme en la boca mientras se dejaba hacer.
La posición era difícil ya que no quería mover demasiado el brazo para que no se notara lo que le estaba haciendo. Con juegos de muñecas y de dedos seguí frotándole el clítoris mientras le introducía ligeramente un dedo en su interior para estimular las paredes de su coño. Por las reacciones de mi novia parecía que estaba disfrutando de lo que hacía ya que pese a tener la boca ocupada con la mía se escuchaba cómo se tragaba algún gemido y sus pezones recorrían mi pecho siguiendo el movimiento de su respiración acelerada.
Estuve unos minutos frotando hasta que noté cómo Carmen se contorsionaba delatando que acababa de correrse. Cuando noté que se relajaba saqué mis dedos de su zona íntima y se colocó la braguita de forma que le tapara bien todo de nuevo ya que con mi masturbación probablemente estuviera enseñando algo.
- ¿Te ha gustado? – le pregunté.
- Ya lo creo – me contestó con la respiración acelerada y mirando alrededor a ver si alguien nos observaba raro.
- Tranquila, no se han fijado – le dije para que no se preocupara. Tampoco es que hubiera estado vigilando porque cuando me morreaba no podía ver a mi alrededor pero no me había parecido que nadie se hubiera cuenta de lo que estaba pasando.
- Vaya morbo. Qué bien me he quedado – me agradeció con otro beso y un pequeño achuchón en la polla. – Venga vamos a las toallas de nuevo.
Nadamos hasta la orilla que ya se había alejado un poco más de donde habíamos colocado las toallas y nos sentamos junto a Patricia que se había incorporado y estaba sentada mirando hacia el mar.
- Les ha costado volver – nos dijo a modo de saludo.
- Es que se estaba muy a gusto en el agua – contesté.
- Seguro, seguro – dijo con ironía. «¿Nos habría visto ella desde la distancia?» me pregunté.
- ¿Qué hora es? – preguntó Carmen.
- La hora de que comamos algo – dijo Patri. – Por eso esperaba que volvierais. Tengo hambre.
- ¿Qué quieres hacer? – pregunté.
- ¿Compramos algo y lo traemos para comer aquí? – sugirió Patricia.
- Me parece bien. Cogemos unos bocatas y unas bebidas. – confirmé.
- De acuerdo – aceptó Carmen.
- Vale, voy a ver qué tienen – dijo Patri levantándose y cogiendo la cartera de su bolsa.
- Te acompaño para ayudarte a traer las cosas – le dije cogiendo también mi cartera.
- Yo me quedo haciendo guardia – dijo Carmen tumbándose en la toalla visiblemente relajada.
- ¿Vas a ir así? – le pregunté a Patri viendo que no hacía amago de coger su vestido o la parte de arriba del bikini.
- Sí, claro– dijo como si fuera obvio.
Caminé junto a mi amiga rumbo a la caseta para comprar la comida. Aunque es cierto que está en el paseo que hay junto a la playa supongo que tengo asociada en la cabeza la idea de que en la arena está bien hacer topless pero una vez que se pisa asfalto hay que taparse. Estaba claro que Patricia no pensaba lo mismo.
Tuvimos que hacer unos minutos de cola ya que no éramos los únicos que habíamos tenido la misma idea. Noté que varios chicos se quedaban mirándole las tetas a mi amiga pero ella lo ignoraba por completo. Realmente no le daba ninguna importancia o estaba demasiado acostumbrada a las miradas pese a sus diecinueve años.
Cuando por fin nos atendieron el jovencito del chiringuito se quedó con los ojos fijos en los pechos de mi amiga. Habría supuesto que trabajando en una playa debería estar acostumbrado a ver chicas en topless pero parecía que no era muy habitual que fueran a comprar con las tetas al aire. Pedimos un bocadillo de tortilla para cada uno, una bolsa de patatas y unos refrescos. Nos sacó todo y cuando Patricia le entregó el dinero para pagar le dijo que le invitaba a las bebidas.
- Qué raro que nos inviten a algo – le dije mientras volvíamos a las toallas.
- Es por ir con las tetas al aire – dijo como si fuera algo habitual.
- ¿En serio? – pregunté sorprendido.
- A veces pasa, como que se sienten necesitados de hacerlo por estar viéndolas.
- No lo hubiera imaginado.
- Me parece una tontería. Me las ven todos los de la playa, no me voy a tapar para que no me las vea el del chiringuito. Si está bien enseñarlas en la arena no veo por qué es vergonzoso hacerlo unos metros hacia el interior. Y si quiere invitarme por haberle alegrado un rato pues no voy a decir que no.
- No dejas de sorprenderme – dije asombrado.
- Le das demasiada importancia al desnudo y al sexo– me dijo con un guiño la joven estudiante de medicina.
Volvimos a las toallas y le dimos a Carmen su bocadillo. Estuvimos comiendo y charlando tranquilamente mientras disfrutábamos del sol. Las vacaciones estaban comenzando de forma inmejorable y era la primera vez en muchos años que me sentía tan contento. Parecía increíble que apenas un par de días antes estuviera encerrado en una oficina agobiado por el trabajo.
Cuando el sol comenzó a perder fuerza decidimos que era buen momento para volvernos al hotel. Fuimos a las duchas un momento para quitarnos la arena que habíamos acumulado a lo largo del día y regresamos a las toallas para recoger. Patricia le devolvió el bikini a Carmen y se los pusieron volviendo a taparse las tetas tras tantas horas con ellas al aire. Terminamos de vestimos y recogimos nuestras cosas.
De vuelta en la habitación nos cambiamos de ropa para salir un rato por la noche. Yo cogí unos calzoncillos y unos vaqueros de la maleta y una camisa de manga corta del armario. Me metí al baño para cambiarme, no por pudor ya que las dos chicas se sabían mi polla de memoria sino por dejarlas un poco de intimidad. A carmen obviamente le daría igual que la viera cambiándose y Patricia creo que tampoco le daría importancia, total ya la había visto prácticamente desnuda y me demostraba en cada ocasión lo abierta que era para esos temas. Pero por si acaso tampoco iba a tentar a la suerte.
Al salir las dos chicas ya se habían vestido. La joven estudiante como siempre con un atuendo que mostraba bastante piel. Patricia iba con un top blanco de tirantes muy escotado y unos de esos pantalones vaqueros que no llegan más allá del culo. Mi novia había abandonado por una vez su ropa más informal y llevaba una camiseta azul suelta que le cubría solo un hombro mientras que el otro le caía por el brazo dejando a la vista el tirante de un sujetador negro que descendía hasta perderse dentro del escote. Los pantalones eran largos pero finos y de color crema.
Esperé un rato sentado en la cama mientras Patricia entraba al baño a maquillarse y cuando estuvo lista nos bajamos a los salones del hotel. Picamos algo en la terraza que tienen junto a la piscina para disfrutar de que el calor estaba empezando a descender y estuvimos hablando acerca de qué podríamos hacer los próximos días, qué sitios podríamos visitar y si había alguna playa que alguno quisiera ir que no fuera la más cercana al hotel.
Tras un rato nos levantamos de la terraza y nos metimos al bar del hotel que ya empezaba a tener algo de ambiente. Nos sentamos en unos sillones de cuero que había en una de las esquinas y nos pedimos unos cubatas para acompañar la charla nocturna. Carmen y yo estábamos recostados en el mismo sillón haciéndonos carantoñas de vez en cuando mientras Patricia tenía una butaca para ella sola y se dedicaba a observar el local revisando la clientela que había. Aparte de las parejas maduras había algún que otro grupo de chicos jóvenes que como nosotros parecían que se habían venido unos días de vacaciones.
Cuando Patricia fue a por el tercer cubeta se quedó hablando en la barra con un chico jovencito que sería aproximadamente de su edad. Carmen y yo comentamos que el chico se la estaba comiendo con la mirada ya que se notaba que le costaba evitar bajar la vista para mirar el escote de nuestra amiga. Patricia se acercó un momento para avisarnos que no la esperáramos y se volvió para seguir hablando con el chaval.
- Parece que Patri ha ligado – comenté.
- Sí, Patricia Stinson en acción – respondió Carmen.
- ¿Qué te apetece hacer? ¿Otra? – pregunté viendo el vaso vacío de mi novia.
- Mejor subimos a la habitación creo que Patricia va a tardar – contestó con un guiño.
Apuré mi bebida y agarrando a Carmen del brazo salimos del bar hacia los ascensores del hotel. Mientras esperábamos a que se abrieran las puertas fijé mi mirada en el hombro desnudo de mi novia y seguí la línea del tirante del sujetador que se perdía debajo de la camiseta.
- ¿Echas de menos verlas? – me preguntó Carmen dándose cuenta dónde estaba mirando.
- Es fácil acostumbrarse a que las tengas al aire todo el día – me justifiqué mientras agarraba el cuello de su camiseta y lo separaba un poco para poder mirar por el escote. Pude ver sobresaliendo sus dos grandes tetas bien apretadas por el sujetador negro
- Ya ves que siguen estando ahí – me dijo entre risas quitando mi mano y entrando al ascensor.
Una vez que se cerraron las puertas y el ascensor comenzó a subir observé cómo Carmen me miraba con picardía y se metía de repente una mano a través del escote. Al principio pensaba que simplemente me estaba provocando tocándose una teta hasta que vi que al sacar su mano llevaba el pecho agarrado. Carmen lo soltó y se quedó ahí en el ascensor con una de sus pesadas tetas al aire por fuera de la camiseta, el pezón ligeramente endurecido en medio de su oscura areola.
- ¿Ca.. Carmen? – pregunté incrédulo por lo que estaba viendo.
- ¿No era lo que querías? ¿Que las llevara al aire?
- Joder, qué morbo. Pero como haya alguien en el pasillo te va a pillar – advertí dándome cuenta de que el ascensor estaba llegando a nuestra planta.
Me puse delante de Carmen mientras se abrían las puertas del ascensor. Me ponía bastante lo que estaba haciendo pero me daba apuro que de repente hubiera gente por el pasillo y la viera así que intenté taparla estando yo delante. Al abrirse las puertas no había nadie esperando y antes de que me diera cuenta mi novia ya había salido del ascensor y estaba yendo hacia la habitación con una de sus tetas al aire. La seguí mientras ella caminaba de espaldas para dejarme ver su pecho desnudo hasta que llegamos a la habitación. Abrí la puerta con la tarjeta y nos metimos dentro.
Apenas habíamos cerrado la puerta y yo me abalancé sobre el pecho que tenía sacado y comencé a chupárselo. Mi lengua recorría en círculos su pezón notando su dureza mientras alternaba con besos por toda la teta.
- Ya veo que te ha gustado – me dijo Carmen entre suspiros.
- Me ha puesto – confesé.
- A ver cuánto – me retó.
Me desabroché los pantalones y dejé que cayeran al suelo. En mis calzoncillos se marcaba perfectamente la dureza que me había provocado la exhibición de Carmen. Me los quité también y le mostré mi miembro apuntándola completamente horizontal.
- Parece que has conseguido una buena espada – me dijo apretándola hacia abajo y soltándola de forma que mi polla saltaba hasta recuperar su posición horizontal.
- Es por tu brujería.
- ¿Ah, sí?
- Ya ves que agrandas y mueves cosas sin tocarlas.
- Es que tengo dos joyas que son la fuente de todo mi poder – dijo señalándose las tetas.
- Tendré que atacarlas con mi espada – le sugerí.
- A ver qué puedes hacer – me retó quitándose la camiseta y quedándose solo con el sujetador llevando una teta fuera y la otra tapada.
Nos movimos a la cama y tras tocarle un poco el pecho que llevaba fuera le agarré el otro y se lo saqué del sujetador. Comencé a darle golpecitos en ellos con mi polla endurecida y viendo cómo se movían con cada contacto.
- Siente el poder de mi espada – le dije mientras seguía dándole pollazos.
- Ahora verás uno de los múltiples usos de mis gemas de poder – contestó Carmen.
Mi novia dejó caer saliva entre sus tetas y se acercó a mí cubriendo mi miembro con sus enormes tesoros. Mi polla quedaba completamente oculta por sus pechos e inmediatamente se apretó las tetas y empezó un movimiento rítmico arriba y abajo con ellas. Mi pene se deslizaba gracias a la saliva y sentía la suavidad de la carne blanda y el calor de ese par de maravillas que me vuelven loco.
- ¡Oh no! ¡Es superefectivo! – exclamé entre suspiros de placer.
- Parece que la espada es débil a los ataques de tetas – dijo Carmen.
- entero es débil a las tetas – admití entre risas.
Tras unos minutos recibiendo el masaje de las tetazas de mi novia cambiamos y mientras yo sacaba los condones ella se quitaba los pantalones y las bragas. Agarré a Carmen de las piernas y metí la cabeza entre ellas comenzando a lamer su clítoris y esos labios que hoy solo había podido acariciar. Se notaba que ella también se había excitado con todo lo que había hecho porque ya estaba bastante mojada y no necesitó que hiciera mucho para estar preparada para recibirme.
La penetré sujetando mi pene con una mano. Después comencé mis movimientos de vaivén mientras con una mano le frotaba el clítoris y sentía el cosquilleo del triangulito de vello de su pubis. Miraba alternativamente a su coño para ver cómo entraba y salía mi polla y a sus tetas que se movían espectaculares con cada una de mis embestidas y que ella masajeaba y pellizcaba entre gritos de placer.
Aprovechamos la intimidad para gritar lo que no habíamos podido en nuestros dos respectivos orgasmos en público. Mi novia no tardó en correrse, parecía que todo el morbo de la exhibición la había dejado apunto y es bastante sensible a que le frote el clítoris mientras la estoy penetrando. Sus contracciones apretaron mi polla dentro de ella mientras observaba esa inconfundible mirada que se le pone cuando está teniendo un orgasmo. Unos minutos después me tocó a mí y descargué todo mi semen mientras permanecía dentro de ella. Agotado la saqué y me tumbé quitándome el preservativo que estaba repleto de líquido blanco.
- Te has vaciado por completo – me dijo Carmen viendo el contenido del condón.
- Tus locuras que me han puesto muy cachondo – me sinceré.
- Lo que provoca el sacarse una teta – me dijo riéndose.
- La que provoca eres tú. Vaya morbo tienes – le dije dándole un beso en los labios.
Tiramos el condón a la papelera del cuarto de baño y nos aseamos un poco. Después nos metimos a la cama dispuestos a dormir agotados después del primer día de vacaciones.
- Buenas noches – me despedí dándole otro beso antes de apagar la luz.
- Buenas noches, pervertido – me contestó ella.
Caí dormido enseguida. El sexo antes de acostarse es una de las mejores soluciones contra el insomnio. Además, el madrugón para coger el vuelo y todas las experiencias del día me habían dejado bastante cansado. Estaba en ese momento en el que se confunde sueño con realidad cuando me pareció escuchar voces. Al final venció la realidad y me desperté abriendo los ojos. Escuchaba a Carmen y Patricia hablar y cuando enfoqué sobre la cama de la joven estudiante comprobé que movía la mano frenéticamente en su entrepierna. Tras un momento de incredulidad me di cuenta que aunque no podía ver nada desde mi posición, la chica estaba desnuda y masturbándose.
- ¿Qué ocurre? – pregunté.
- Perdona, no quería despertarlos – se disculpó Patricia sin dejar de tocarse.
- La pobre Patri, que no le ha salido el ligue como esperaba – me explicó Carmen que ya debía haber estado hablando con ella.
- ¿Y eso? ¿Te ha dejado con las ganas? – me interesé.
- Peor. Todo iba bien y nos empezamos a enrollar y a meter mano así que acabamos en uno de los baños para echar un polvo – empezó a contarnos nuestra amiga. – Pero el niñato se ha corrido tras apenas metérmela un par de veces y se ha largado directamente dejándome ahí sin preocuparse de corresponderme.
- Joder, ¿pero cómo hay gente así? – me indigné. Probablemente no sea el mejor amante del mundo pero si me corro antes de que mi pareja tenga un orgasmo sé que hay que intentar como sea que ella disfrute también.
- Ya ves, sobretodo típico de aquellos que se educan viendo porno. Que cuando se corre el tío se acaba la escena – dijo Patricia. – Así que aquí estoy masturbándome como una adolescente para quitarme el calentón.
- Si lo necesitas te dejo la polla de mi novio– ofreció Carmen.
- ¿Que qué? – pregunté incrédulo.
- Pues no me importaría si a ti te parece bien, me he quedado con ganas de tener algo dentro – aceptó Patricia.
- Venga, hazle un favor a tu amiga – me pidió Carmen.
- ¿Me lo estás diciendo en serio? – pregunté aturdido. Debía estar soñando todavía.
- Que sí, venga. Pobre Patri – me dijo Carmen mirándome completamente en serio.
Me levanté de la cama y me acerqué a la de Patricia. Mi amiga estaba tumbada boca arriba completamente desnuda. Observé por primera vez su coño, la única parte de su cuerpo que me quedaba por contemplar. Llevaba el pubis completamente depilado y sus dedos frotaban un coñito rosadito y que brillaba por la humedad de sus flujos. Se la notaba que estaba completamente cachonda.
- Con calzoncillos poco vas a hacer – me dijo Patri.
- Ah, perdón. Estoy un poco confundido aun – me disculpé.
Me bajé los calzoncillos, la única prenda que usaba para dormir, y me quedé completamente desnudo a los pies de la cama de mi amiga. Con el pene flácido. No sé si era el surrealismo de la situación o que hacía apenas una hora que me había corrido con Carmen pero no se me empalmaba pese a estar viendo a mi amiga masturbarse desnuda.
- Creo que tengo un problema técnico – confesé señalándome el pene.
- No recuerdo si te la había visto alguna vez así – me dijo Patricia divertida.
- Puedes tocarle las tetas si lo necesitas – me dio permiso Carmen.
- ¿Cómo que las tetas? – pregunté incrédulo.
- Ay, cómo eres.
Carmen se levantó de la cama y agarrándome las manos las colocó sobre los pechos de nuestra amiga. Sentí sus medianas tetas sobre las palmas de mi mano y me vi obligado a apretárselas ante la presión que hacía mi novia. Sus tetas eran más duras que las de Carmen y un poco más firmes. Cuando mi chica vio que ya no forcejeaba y que se las estaba acariciando por mi propia voluntad me soltó las manos y me acarició los testículos.
Estar sintiendo las tetas de otra chica mientras mi novia me acariciaba provocó que eso finalmente despertara y empecé a tener una erección. Cuando se me puso completamente dura mi novia me colocó un condón y me invitó una vez más a que me follara a nuestra amiga. Volví a preguntar con la mirada si estaba segura de esto y ella me la devolvió con un adelante.
Me coloqué delante de mi amiga que me esperaba completamente abierta y le introduje mi miembro que se deslizó con asombrosa facilidad. La joven estudiante de medicina estaba completamente mojada y un sonido de chof chof inundó la habitación con cada una de mis embestidas. Sus tetas no se movían tanto como las de Carmen cuando la penetraba pero sus gritos eran más agudos y continuados. No sé si serían reales pero me hacía sentir como si fuera lo mejor que le habían hecho nunca. Patricia tenía los ojos cerrados y su melena rubia estaba extendida por la almohada. Miré a mi novia que nos observaba tranquilamente mientras me follaba a nuestra amiga como si simplemente le estuviera dando un masaje.
El coño de Patri era más estrecho que el de Carmen y sentía cómo me apretaba más la polla al penetrarla. Ella parecía disfrutar la sensación de ser llenada por mí y me apremiaba a que no parara mientras se frotaba el clítoris. Mi amiga ya debía estar apunto de correrse cuando nos despertó con sus manualidades porque al poco de estar follándola tuvo su primer orgasmo. Continué metiéndosela cuando noté que se detenían sus contracciones. Aunque yo estaba disfrutando me sentía aun un poco cortado con la situación y no me atrevía a tocar demasiado a Patricia por si mi novia cambiaba de idea y se enfadaba. «Yo solo estoy aquí proporcionando un servicio» parecía querer indicar.
Los gemidos de mi amiga me indicaron que había alcanzado su segundo orgasmo y yo empecé a sentir que se me acababa la resistencia.
- Patri, me voy a correr en breve – advertí.
- Córrete sobre mis tetas – me pidió.
- Eh, claro. Como quieras – acepté.
Me salí de ella y quitándome el preservativo me coloqué sobre ella con la polla apuntando a sus tetas mientras me masturbaba para terminar de llegar al orgasmo. Sus pezones estaban completamente endurecidos y destacaban como montañitas en sus areolas rosadas. Después de haberme pasado el día viéndole las tetas quien me iba a decir que se las iba a llenar de leche. Carmen se acercó a ayudarme y empezó a masajearme la base del pene y los testículos mientras yo me masturbaba sobre nuestra amiga. Finalmente sentí la punzada que indicaba que ya era imposible detener la eyaculación y un chorrito de semen salió disparado sobre los pechos de Patricia. Apenas unas gotas salieron después de ese chorro pero nada más. Claramente estaba vacío con las dos corridas del día porque esa tercera apenas había tenido cantidad.
- Creo que te has quedado sin munición – dijo Carmen al ver que no eyaculaba más.
- Sí, me has exprimido demasiado – me quejé en broma.
- Bueno, otro día me echas más – me dijo Patricia extendiéndose el semen por las tetas como si fuera crema protectora. – Gracias por los orgasmos me hacían falta.
- Eh, de nada – contesté. Era la primera vez que nadie me agradecía por haberla follado.
- Misión cumplida, campeón – me dijo mi novia dándome un puñetazo cariñoso.
Patricia se salió de la cama y se metió al baño para limpiarse todos los fluidos que tenía por su cuerpo. Carmen y yo nos volvimos a nuestra cama para intentar volver a dormir una vez satisfecha nuestra amiga.
- ¿Lo has disfrutado? – me preguntó Carmen.
- Sí claro, ¿pero de verdad no te molesta? – contesté temiendo que fuera una pregunta trampa.
- Es Patricia. Tenemos confianza y ya ves que para el sexo es muy natural.
- ¿Y…? ¿Y tú quieres hacerlo con otros? – pregunté temiendo que luego me pidiera lo mismo a cambio.
- ¿Qué? No, para nada. Esto no es una relación abierta – me aclaró. – Ni yo me voy a acostar con otros ni tú con otras chicas. Pero Patricia es diferente.
- Vale, vale. Perdona, es que nunca me había pasado nada así – me justifiqué.
- Achieve unlocked, entonces – me dijo con una de sus típicas sonrisas.
- De la máxima dificultad además – le dije agarrándola las tetas suavemente.
- ¿Y esto? ¿Crees que te has ganado un premio por el esfuerzo realizado? – me preguntó.
- Solo quería comparar, después de haber tocado las de Patri. Me gustan más las tuyas – me apresuré a aclarar.
- Mas te vale, pervertido – me dijo riéndose. – Venga, vamos a dormir que mañana tenemos muchas cosas que hacer.
- Sí, me encanta cómo empiezan estas vacaciones.
- No me extraña.
- Por cierto, Carmen. Que si Patri no cuenta y eso. Bueno, que si tú quieres, también puedes, ya sabes – dije de pronto.
- Pues claro que puedo. Igualdad de condiciones – me dijo como si fuera obvio. – No sabes nada, pervertido – añadió.
Continuará?
Gracias por sus puntos y comentarios.
8 comentarios - Mis inquilinas pagan la renta 3
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