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Su merecido.

La cuarentena es dura para todos. Quizas una especial complicación se da en las parejas sin hijos, cuando todos los defectos se potencian, las ganas de salir oscurecen la convivencia y todo lo bueno queda oculto bajo una pesada capa de aburrimiento y angustia. 
Lucia sabía que tenía razón.
Una pequeña chispa desató un incendio descomunal aquella tarde de domingo, una semana atrás. Ella sabía que tenía razón y no pensaba dar un paso atrás. Tomó un juego de sábanas de una plaza y se mudó al cuartito del fondo donde se solía quedar su madre cuando venía a visitarlos y que ahora no era más que un depósito de cosas inútiles. Llevó consigo algunas pocas prendas, la notebook, su consolador y la carga de libros y apuntes. Nada más dijo en el transcurso de una semana.  Silencio absoluto. 
Matias no esbozó ni un intento de disculpa en esos siete largos días de incomodidad compartida. 
El también sabía que ella tenía razón, pero le resultaba desmedida la reacción y pensaba que su honor estaba en juego en la pequeña disputa hogareña. Dejó que ella dejara su lugar y esperó a que las aguas se aquietaran. Anduvo toda la semana con un nudo en el estómago.
Se cruzaban sin hablarse. Comían separados, se encerraban cada uno en su micro mundo sin ganas de estar juntos.
Ella estuvo enojada cuatro días. Al quinto se le pasó y empezó a extrañarlo, pero se tomó tres días para hacerlo desear y finalmente darle su merecido.
El domingo Lucia se despertó al mediodía. En tetas y solo con la vedetina puesta porque hacía calor. Había estado hasta tarde poniéndose al dia con cuestiones laborales atrasadas. "Una noche de sábado a full" se dijo antes de dormir.
Se despertó y se sintió caliente. Sus pezones rosados apuntaban duros al techo de madera. Su entrepierna depilada estaba húmeda. Sus labios deseaban.
Se dió vuelta y se puso boca abajo. Se empezó a tocar despacio bajo la bombacha revolviendo las caderas en círculos sobre su mano. Sus dedos rozaban apenas el clítoris duro entre flujos que brotaban. Se acordó de la vez que cogió con Matias en la plaza de la vuelta de su casa. Se acordó de sus manos enormes levantándola en el aire y su verga fuera del pantalón empalándola detrás de un arbol. De como acabó apretándolo fuerte contra su pecho y su lengua chupandole los pezones. Gemía contra las sábanas con ganas de su cuerpo. Gemía y se removía en celo apretando cada vez más fuerte el clítoris con la punta de sus dedo mayor e índice de la mano.
Acabó en pocos minutos y se volvió a quedar dormida en la misma posición por una hora más.
Se despertó y se levantó sin vestirse. A propósito para provocarlo se paseó por la casa en tetas delante suyo. Pasó al baño donde se aseó. En la cocina, donde se preparó un mate y se metió de nuevo en la habitación, otra vez caliente.
A lo minutos le llegó un mensaje al celular. Era de Matias. "Hoy estás radiante".
Se sonrió porque sabía que su provocación había logrado el cometido. Ya se imaginaba su verga dura, preparada para recibir su lengua.
De todas maneras no contestó por media hora. Encerrada, se tomó unos mates boludenado con la computadora.
Treinta y cinco minutos después se sacó una foto de las tetas y se la envió. "las querés?" era el texto que la acompañaba.
"obvio" fue la respuesta obvia e instantánea acompañada de una foto de la poronga dura, gruesa, venosa y anhelante tan conocida.
Ella no respondió por unos minutos. Termino de contestar unos mensajes y con su mate y termo salió en tetas como estaba hacia el living.
Paso delante de la puerta abierta de la habitación compartida dónde sabía que estaría el haciendo el suficiente ruido para que note su presencia pero sin parar. Llegó a la sala y se sentó en el sillón de dos plazas con las piernas abiertas y la respiración que empezaba a agitarse a esperar que Matías venga a ella.
No pasó mucho hasta que apareció en la puerta. Ella lo hizo parar con una seña.
"Desnudate" le dijo apuntandole con un dedo.
El dudo un instante pero obedecio. Primero sacándose le remera y dejando al aire su ancho pecho peludo y sus hombros anchos. Después sacándose el pantalón hasta quedar en calzoncillos.
"Todo" insistió ella con los pezones endureciendose y la cabeza a mil.
Se bajó los calzoncillos que quedaron en sus tobillos. Dejo al aire la verga deseante, sus piernas anchas y fuertes. Y empezó a caminar hacia ella.
"No, quédate ahí. Pajeate" le dijo ella sacándose a su vez la bombacha y entregándole el espectáculo de su concha rosada.
El no entendía demasiado, pero siguió obedeciendo. Agarrándose la pija con la mano izquierda (es zurdo) se pajeaba con los ojos fijos en las manos de Lucia que abrían los labios exteriores de la concha, dejando ver el rosado intenso de su interior y el clítoris que se paraba furioso de calentura.
"Vení de rodillas, tenés que pedir perdón" le dijo ella sonriendo y pasando su lengua por el labio superior.
El se arrodilló y de a poco se fue acercando hasta llegar a menos de un metro del cuerpo hermoso que deseaba. Cuando estuvo cerca ella estiró la pierna derecha hasta apoyarle el pie en el pecho.
"Pedí perdón" le volvió a decir.
"Perdón dijo el" agitado y con la mano nuevamente en la poronga.
"Que más?" Insistió ella.
"Tenías razón". Dijo el.
Ella sintió y estiró su pie hasta dejarlo a la altura de la boca de Matías.
El empezó a besarlo lentamente. Primero por el dedo pulgar, después uno a uno por cada dedo sin dejar de pajearse. Ella empujó el pie hasta meterle en la boca que recibió con la lengua ansiosa. Después lo saco de la boca y empezó a acariciarle el pecho, los pezones, la panza. Hasta pasar por sobre la verga. Junto el otro pie y entre los dos empezó a pajearlo ella con los pies. El cerro los ojos y bufo como animal en celo ante el contacto de los pies con su verga.
Ella mantuvo un rato la caricia y luego abriendo las piernas sobre el sillón le ofreció la cajeta para que se la chupe. El se arrodilló entre sus piernas, buscando con la punta de la lengua el clítoris . Ella dió un salto de placer eléctrico cuando sintió la primer caricia. Lo agarro de la cabeza por detrás de las orejas y lo empujó contra su sexo chorreante de flujos. Lo mantuvo así, sacándole todo lo que podía a esa lengua que la enloquecía apoyando los talones en la espalda y gozando con la cabeza tirada hacia atrás, gimiendo y pidiendo más durante largos minutos hasta que llegó a un profundo orgasmo suculento y gritado que la dejo unos segundos sin aire y con ganas de más.
Abrió los ojos. Lo hizo levantar hasta que parado dejara su miembro erecto a la altura de su cara. La cabeza estaba húmeda, babosa, apetitosa. Primero la agarro con la mano y empezó a pajearlo acaricie dile los huevos con la otra. El gemia guturalmente sobre su cabeza. Después le pasó la lengua por el frenillo, sabía que eso lo volvía loco hasta que estuvo a punto y empezó a chuparlo con ganas, sintiendo de nuevo la calentura que le subía de la entrepierna empapada de flujos y saliva. La chupo con calentura, con ganas de enloquecerlo. Con la mano izquierda que acariciaba los huevos, busco el ojete y empezó a jugar con el agujero. El se calentó aún más moviendo las caderas calientes y abriendo un poco las piernas para facilitar la caricia.
Ella metió el dedo medio hasta la segunda falange y el casi grito un gemido de placer enloquecido.
Ella paro y se dió vuelta arrodillándose sobre el sillón dándole la espalda y ofreciéndole la cajeta dispuesta a la penetración.
Entró fulminante y poderosa dentro de sus entrañas sonrojo vivo. La cogió con fuerzas agarrándola de las caderas, empujandose cada vez más adentro, más intenso, más calientes. Ella apoyaba las manos en la pared dejando sus tetas babolearse y chocar contra el respaldo.
El aumento la intensidad hasta llevarlos a ambos al momento exacto del orgasmo. Acabo más fuerte aún que la primera vez. El dejo su guasca dentro suyo y su cuerpo sobre su espalda, transpirado y agitado.
Se sentaron uno al lado del otro en el sillón quedándose unos segundos en silencio.
Después ella se levantó y tomándole la mano lo guío a la habitación.
"Seguimos?" Le dijo.

6 comentarios - Su merecido.

morbo_cuernos +1
El delicioso placer de entregarse al goce dejando de lado el orgullo. +10.
paspadohastalos
El orgullo nunca hace bien
putita_linda +1
Reencuentros de cuarentena... tan pero tan necesarios...
paspadohastalos +1
Muy necesarios para encontrar el placer en estos momentos.
Lady_GodivaII +2
lo que hay que hacer para que nos den la razón jajjaa
paspadohastalos +1
Nunca entienden...
Lomorocha
Lo bueno de vivir solos es que se pueden dar estas reconciliaciones en el living o cocina... Qué lindo coger por toda la casa!!! 💥💥💥
Muy bueno!