Cuando comencé la universidad, no tenía muchos medios económicos y al necesitar ingresos me dediqué a dar clases particulares, las cuales me fueron yendo muy bien, con muchos resultados positivos.
Me fui forjando en pocos meses una reputación de maestro milagroso y obtuve varios alumnos al punto de negarme en algunas ocasiones debido a la falta de tiempo.
A pesar de que solía dar clases a alumnos que estaban por ingresar a la facultad ya que eran los alumnos con los que me sentía más cómodo, la insistencia de la madre de esta chica fue tal que no pude dejar de negarme.
El día fijado me anuncio y me abrió la puerta una chica de unos 25 años pelo largo y muy lacio que caía sobre su cuerpo delgado. Sus ojos negros hermoso me clavaron la mirada y me presenté.
-Hola soy julio-
-Soy Martina, pasa.
Tenía un vestido tipo enterizo recto pero eso no ocultaba sus caderas bien marcadas y sus glúteos bien definidos.
Llegamos a una habitación donde solo se oía música estridente, Martina golpeó la puerta inútilmente y luego la abrió.
En la cama estaba Antonela, una mocosa, rubia de pelo ondulado flaca y cabezona, más parecida a un alien que a una persona.
Apagamos la música y ordenamos una mesa llena de cosas tirándola en la cama.
-Antonela, seguramente vos no querés que esté aquí, pero si le ponemos un poquito de ganas podemos hacer más llevadero esto, te parece?
Asintió y comenzamos lentamente la clase que era muy básica y la verdad me aburría, pero intentaba que no se note.
Además sólo pensaba en el momento de irme para ver de nuevo a Martina.
Cuánto salí la encontré limpiando el piso.
-Ya por hoy?-
-Si-
Me pidió información de cómo fue la clase y en eso llegamos a la puerta de la casa.
-Bueno nos veremos en dos días-
-Dale genial- dijo ella.
Instintivamente mientras nos mirábamos, nos dimos un besos en la mejilla y no tan inconscientemente apoye mi mano en su cadera, sintiendo su cuerpo, me regaló una sonrisa y me fui.
Dos semanas después un día de frío cuando salía de la clase me invita un mate.
-Disculpame lo tengo descuidado, está tibio.
-Esta bien, pero nos deberíamos juntar a tomar unos mates y charlar.
- Si haces mejores mates que los míos no hay problema.
- Haré lo posible.
- El sábado? Por la tarde.
- A las 4? Te espero en la esquina?
- Dale si está bien.
Y nos despedimos con un beso que ya incluía un abrazo apretadito.
El sábado la esperaba puntual hacía frío y salió con con campera y pulóver pero con un vestido hasta la rodilla. La tome de la mano y fuimos al departamento. Al llegar encendí el calefactor y pudimos despojarnos de nuestros abrigos.
Prepare el mate y nos sentamos en la mesa y charlamos de todo, me contó de su pueblo y de cómo había llegado allí.
A sus dieciocho se había enamorado y embarazado de un chico que al saberlo se desentendió de todo no sin antes contarle a todo el pueblo que estaba embarazada, sus padres la echaron de casa y luego de vagar sin rumbo por el pueblo un par de días tuvo un aborto espontáneo que la mandó al hospital. Y así por conexiones con personas del hospital había terminado en la ciudad.
Se paró y miró la ciudad a través de la ventana de la cocina, me paré detrás de ella y puse mis manos en sus hombros.
Giro y nuestras miradas se cruzaron, tome su cuello con mis manos y sus labios rosados se entre abrieron, fue un beso suave que llevo a que nuestros cuerpos se rozaran, sentí sus pezones parados en mi piel y pronto nuestras lenguas comenzaron a rozarse.
Pase mi mano por detrás suyo, acariciando su cintura. Pero me aparto de ella empujándome por el pecho, nos miramos mientras se bajaba el cierre de su vestido dejándolo caer al piso.
Sus pechos eran muy redondos y bien parados a pesar de no llevar sostén, sus pezones estaban muy parados.
-Cuidame, por fa…- intento decirme.
Pero la acalle poniendo mi dedo en sus labios. Empecé a bajar mi dedo, por su cuello, su pecho, hasta su pezón, Martina suspiro cuando mis dedos apretaron ese pezon rosado.
De inmediato me abrazó, pasó sus manos por mi espalda debajo de mi remera intentando quitármela, con el torso desnudo pude sentir sus tetas en mi piel.
Nuestros labios se rozaban y metí mi mano por debajo de su bombachita empujándola hacia abajo, dejándola entre sus muslos, subí mi manos a sus nalgas y comencé a apretarlas con rudeza.
Enterré mis dedos entre sus nalgas hasta alcanzar su conchita, separé sus labios y mis dedos encontraron la humedad de su calentura. Martina ya gemía con mis dedos jugando en su clítoris, mis dedos ya se mojaban por completo entonces metió dos dentro de ella y sentí las paredes suaves y mojadas de esa vagina.
La tome de las nalgas y la levante cruzando sus piernas a mi alrededor comencé a caminar hacia la habitación. Al llegar la deposite en la cama y miré un segundo su cuerpo desnudo.
Solté mi cinto y mi pantalón bajandolo junto con mi slip mi pene dio un brinco por fin liberado.
Martina miro mi pija y luego extendió el brazo agarrándolo del tronco me atrajo hacia ella.
-Cuidame amor, tenés preservativos?-
Asentí con la cabeza.
Suavemente me acosté a su lado pero a la altura de sus caderas, las acaricie despacio, su piel me encantaba, me fui introduciendo entre sus piernas besando su piel, las pantorrillas, la parte interna de la rodilla y el interior de sus muslos bien formados.
Siempre subiendo sin prisa y sin pausa saboreaba su piel con mis labios y mi lengua. La tenía a mi merced, solo tenía que hundir mi lengua en su clítoris, se tapó.
-Julio, me vas hacer acabar de una. Te voy a mojar todo, me matas de placer-.
Hice un amague y retrocedí de nuevo a su muslo, mientras apartaba su mano y veía su hermosa vulva.
Empecé por arriba besando su monte de Venus y metiendo mi lengua lentamente en su conchita rosada, ya sentía la humedad de su sexo, el sabor de su cuerpo era una delicia.
Llegue a su clítoris con mi lengua y comencé a hacer un movimiento circular a su alrededor mientras lentamente fui introduciendo dos dedos en su vagina caliente y cerrada, Martina se abría a mí y sentía su suave sexo.
Se contorsiono con violencia, y empuje a fondo mis dedos en ella mientras mordía suavemente su clítoris. No mentía, sus jugos bañaban mi mano, gemía entrecortadamente.
Cuando se calmó, levante mi cara de su concha y la vi mirándome con sus ojos negros y su boca entreabierta, saque mis dedos de su conchita y estaban bañados de líquido blanco. Los lamí saboreandolos y ella me sonrió.
Se acercó y me besó con su lengua juguetona y empezó a bajar besando mi pecho, sin mediar un segundo tenía la mitad de mi paja metida en su boca. En la posición en la que estaba sentado de rodilla podía verla de rodilla con su cabeza en mi ingle y sus nalgas al aire, no pude resistirme en apretarlas y darle algunas nalgadas.
Hizo un buen trabajo durante un rato, y me pidió que me acueste, se posicionó entre mis piernas y comenzó a aspirar mi pija, se la metía tres cuartos y la sacaba succionando a full dejando solo la cabeza en su boca.
-Me querés hacer acabar ?-
-Si claro bb-
-No sabes las ganas que tengo de cogerte.-
-Soy tuya.- dijo mientras se tendría en la cama.
Me calce el forro y me acosté sobre ella abriéndola de piernas con las mías. Apoye la cabeza de mi pija en su vulva.
-Desde que te vi por primera vez quise tenerte así.-
Pase mi brazo detrás de su nuca y nos besamos.
-Amor desde que te vi te quería den…- no la dejé terminar. Al hacer fuerza la cabeza de mi pene fue un obstáculo, pero cuando entro me deslice íntegramente dentro de su conchita, nuestros pubis se tocaron y quedamos inmóviles.
-Ahhhhh, ayyy amor.- fue la únicas palabras que pronunció, luego de un profundo suspiro.
Me fascinó y comencé mi bombeo rítmico primero suave mientras la besaba y sentía sus suspiro entrecortados, luego fui subiendo el ritmo y la fuerza, mi pija ya entraba y salía sin oposición de su mojada conchita.
Tuvo un orgasmo fabuloso y pude sentir las contracciones de su abdomen y como me apretaba la pija dificultando mi bombeo, no pare en lo absoluto y cuando sentí el sudor en su cuello la tome del brazo y la hice girar sobre mi.
Encima mío pude sentir su vagina en todo su esplendor tragando mi pija. Yo me dediqué a toquetear y chupar esas tetas redondas.
Luego la tome de la cintura y comencé a levantarla y dejarla caer sobre mi pene. Tuvo otro orgasmo y cayó sobre mí con su cabeza sobre la mía y su pelo lacio nos cubrió a los dos.
Cogimos hasta tarde en la noche. Y pasamos el domingo juntos en la cama a las 6 la acompañe y nos despedimos.
Pasó la semana y el sábado volvió a repetirse nuestro encuentro.
Las clases con Antonela iban muy bien pero esa última semana fue algo distinta. Ya no estaba con su busto de gimnasia habitual si no con ropa por decirlo de una manera más insinuante.
El último viernes pasó algo que me puso incómodo, ni bien llegar la vi con una remera ultra corta que dejaba ver todos su abdomen. Y su short apenas escondía sus nalgitas. En varias ocasiones se agachó frente a mí, mostrándome toda su bombacha.
Lo último fue que mientras le explicaba se paró tras de mí y me abrazo poniendo su cabeza al lado mío. Eso fue lo último que podía soportar.
Me paré, y le dije que no era correcto que nos relacionamos de esa forma. Me arrepentí de inmediato de haberme parado, mi bulto estaba tan prominente que Antonela no pudo sacarle la mirada de encima.
-Disculpame Julio solo sentí curiosidad.-
-Ok está todo bien, pero terminemos por hoy si?.-
Baje y coordine mi cita con Martina del sábado y volví al departamento, me lave la cara, me miré en el espejo y la recordé su piel, ya nalgitas, su ombligo y cuerpito ultra flaco. No pude soportar, me hice una paja pensando en Antonela.
Pase el fin de semana con Martina, como siempre desnudos en cama y poseyendonos cuando nos diera la gana, el día miércoles ni bien Martina nos dejó solos a Antonela y a mí me dijo
-Tengo una sorpresa para vos-.
Saco una hoja del cajon y me la pasó era su prueba de matemática del colegio con un 9.
-Gracias.- dijo y me abraso
-Muy bien! Te felicito Antonela.- le dije.
Pero mientras se lo decía se sentó sobre mi de frente y me dio un besito en los labios.
-No Antonela, no podemos.-
- shiii- me dijo -Dejame, déjame sentirte como Martina.-
Entendí parte de lo que pasaba, a esa altura mi pene estaba durísimo y ella con su short cortísimo podía sentirlo.
La tome del cuello y nos besamos de lengua, Antonela se acomodó apoyando su pubis sobre mi pene erguido. Comenso a moverse instintivamente, literalmente se estaba pajeando sobre mi bulto.
Estaba tan excitado y caliente como ella y no pude evitar tomarla de las nalgitas diminutas y apretarlas mientras la guiaba en sus movimientos.
Tuvo un orgasmo y su cabeza se inclinó hacia atrás en un semi grito ahogado por ella misma, se movía espasmódicamente y yo también debo confesarlo.
Me levanté con ella a cuestas y la puse en su cama llena de ositos de peluche, la miré con sus ojos cerrados y su cuerpo delgadísimo y largo.
Me incline la tome del cuello y la bese me miró con sus ojos grandotes, me pare y me fui cerrando la puerta tras ella.
Al bajar las escaleras me encontré con Martina.
-Ya te vas? que pasó?.-
-Saco 9 en su prueba-. Le dije y la bese. -Vos y yo tenemos que hablar.-
-Si de que?.-
-El sábado a las 4 como siempre-. Y salí de esa casa para ya no volver.
Me fui forjando en pocos meses una reputación de maestro milagroso y obtuve varios alumnos al punto de negarme en algunas ocasiones debido a la falta de tiempo.
A pesar de que solía dar clases a alumnos que estaban por ingresar a la facultad ya que eran los alumnos con los que me sentía más cómodo, la insistencia de la madre de esta chica fue tal que no pude dejar de negarme.
El día fijado me anuncio y me abrió la puerta una chica de unos 25 años pelo largo y muy lacio que caía sobre su cuerpo delgado. Sus ojos negros hermoso me clavaron la mirada y me presenté.
-Hola soy julio-
-Soy Martina, pasa.
Tenía un vestido tipo enterizo recto pero eso no ocultaba sus caderas bien marcadas y sus glúteos bien definidos.
Llegamos a una habitación donde solo se oía música estridente, Martina golpeó la puerta inútilmente y luego la abrió.
En la cama estaba Antonela, una mocosa, rubia de pelo ondulado flaca y cabezona, más parecida a un alien que a una persona.
Apagamos la música y ordenamos una mesa llena de cosas tirándola en la cama.
-Antonela, seguramente vos no querés que esté aquí, pero si le ponemos un poquito de ganas podemos hacer más llevadero esto, te parece?
Asintió y comenzamos lentamente la clase que era muy básica y la verdad me aburría, pero intentaba que no se note.
Además sólo pensaba en el momento de irme para ver de nuevo a Martina.
Cuánto salí la encontré limpiando el piso.
-Ya por hoy?-
-Si-
Me pidió información de cómo fue la clase y en eso llegamos a la puerta de la casa.
-Bueno nos veremos en dos días-
-Dale genial- dijo ella.
Instintivamente mientras nos mirábamos, nos dimos un besos en la mejilla y no tan inconscientemente apoye mi mano en su cadera, sintiendo su cuerpo, me regaló una sonrisa y me fui.
Dos semanas después un día de frío cuando salía de la clase me invita un mate.
-Disculpame lo tengo descuidado, está tibio.
-Esta bien, pero nos deberíamos juntar a tomar unos mates y charlar.
- Si haces mejores mates que los míos no hay problema.
- Haré lo posible.
- El sábado? Por la tarde.
- A las 4? Te espero en la esquina?
- Dale si está bien.
Y nos despedimos con un beso que ya incluía un abrazo apretadito.
El sábado la esperaba puntual hacía frío y salió con con campera y pulóver pero con un vestido hasta la rodilla. La tome de la mano y fuimos al departamento. Al llegar encendí el calefactor y pudimos despojarnos de nuestros abrigos.
Prepare el mate y nos sentamos en la mesa y charlamos de todo, me contó de su pueblo y de cómo había llegado allí.
A sus dieciocho se había enamorado y embarazado de un chico que al saberlo se desentendió de todo no sin antes contarle a todo el pueblo que estaba embarazada, sus padres la echaron de casa y luego de vagar sin rumbo por el pueblo un par de días tuvo un aborto espontáneo que la mandó al hospital. Y así por conexiones con personas del hospital había terminado en la ciudad.
Se paró y miró la ciudad a través de la ventana de la cocina, me paré detrás de ella y puse mis manos en sus hombros.
Giro y nuestras miradas se cruzaron, tome su cuello con mis manos y sus labios rosados se entre abrieron, fue un beso suave que llevo a que nuestros cuerpos se rozaran, sentí sus pezones parados en mi piel y pronto nuestras lenguas comenzaron a rozarse.
Pase mi mano por detrás suyo, acariciando su cintura. Pero me aparto de ella empujándome por el pecho, nos miramos mientras se bajaba el cierre de su vestido dejándolo caer al piso.
Sus pechos eran muy redondos y bien parados a pesar de no llevar sostén, sus pezones estaban muy parados.
-Cuidame, por fa…- intento decirme.
Pero la acalle poniendo mi dedo en sus labios. Empecé a bajar mi dedo, por su cuello, su pecho, hasta su pezón, Martina suspiro cuando mis dedos apretaron ese pezon rosado.
De inmediato me abrazó, pasó sus manos por mi espalda debajo de mi remera intentando quitármela, con el torso desnudo pude sentir sus tetas en mi piel.
Nuestros labios se rozaban y metí mi mano por debajo de su bombachita empujándola hacia abajo, dejándola entre sus muslos, subí mi manos a sus nalgas y comencé a apretarlas con rudeza.
Enterré mis dedos entre sus nalgas hasta alcanzar su conchita, separé sus labios y mis dedos encontraron la humedad de su calentura. Martina ya gemía con mis dedos jugando en su clítoris, mis dedos ya se mojaban por completo entonces metió dos dentro de ella y sentí las paredes suaves y mojadas de esa vagina.
La tome de las nalgas y la levante cruzando sus piernas a mi alrededor comencé a caminar hacia la habitación. Al llegar la deposite en la cama y miré un segundo su cuerpo desnudo.
Solté mi cinto y mi pantalón bajandolo junto con mi slip mi pene dio un brinco por fin liberado.
Martina miro mi pija y luego extendió el brazo agarrándolo del tronco me atrajo hacia ella.
-Cuidame amor, tenés preservativos?-
Asentí con la cabeza.
Suavemente me acosté a su lado pero a la altura de sus caderas, las acaricie despacio, su piel me encantaba, me fui introduciendo entre sus piernas besando su piel, las pantorrillas, la parte interna de la rodilla y el interior de sus muslos bien formados.
Siempre subiendo sin prisa y sin pausa saboreaba su piel con mis labios y mi lengua. La tenía a mi merced, solo tenía que hundir mi lengua en su clítoris, se tapó.
-Julio, me vas hacer acabar de una. Te voy a mojar todo, me matas de placer-.
Hice un amague y retrocedí de nuevo a su muslo, mientras apartaba su mano y veía su hermosa vulva.
Empecé por arriba besando su monte de Venus y metiendo mi lengua lentamente en su conchita rosada, ya sentía la humedad de su sexo, el sabor de su cuerpo era una delicia.
Llegue a su clítoris con mi lengua y comencé a hacer un movimiento circular a su alrededor mientras lentamente fui introduciendo dos dedos en su vagina caliente y cerrada, Martina se abría a mí y sentía su suave sexo.
Se contorsiono con violencia, y empuje a fondo mis dedos en ella mientras mordía suavemente su clítoris. No mentía, sus jugos bañaban mi mano, gemía entrecortadamente.
Cuando se calmó, levante mi cara de su concha y la vi mirándome con sus ojos negros y su boca entreabierta, saque mis dedos de su conchita y estaban bañados de líquido blanco. Los lamí saboreandolos y ella me sonrió.
Se acercó y me besó con su lengua juguetona y empezó a bajar besando mi pecho, sin mediar un segundo tenía la mitad de mi paja metida en su boca. En la posición en la que estaba sentado de rodilla podía verla de rodilla con su cabeza en mi ingle y sus nalgas al aire, no pude resistirme en apretarlas y darle algunas nalgadas.
Hizo un buen trabajo durante un rato, y me pidió que me acueste, se posicionó entre mis piernas y comenzó a aspirar mi pija, se la metía tres cuartos y la sacaba succionando a full dejando solo la cabeza en su boca.
-Me querés hacer acabar ?-
-Si claro bb-
-No sabes las ganas que tengo de cogerte.-
-Soy tuya.- dijo mientras se tendría en la cama.
Me calce el forro y me acosté sobre ella abriéndola de piernas con las mías. Apoye la cabeza de mi pija en su vulva.
-Desde que te vi por primera vez quise tenerte así.-
Pase mi brazo detrás de su nuca y nos besamos.
-Amor desde que te vi te quería den…- no la dejé terminar. Al hacer fuerza la cabeza de mi pene fue un obstáculo, pero cuando entro me deslice íntegramente dentro de su conchita, nuestros pubis se tocaron y quedamos inmóviles.
-Ahhhhh, ayyy amor.- fue la únicas palabras que pronunció, luego de un profundo suspiro.
Me fascinó y comencé mi bombeo rítmico primero suave mientras la besaba y sentía sus suspiro entrecortados, luego fui subiendo el ritmo y la fuerza, mi pija ya entraba y salía sin oposición de su mojada conchita.
Tuvo un orgasmo fabuloso y pude sentir las contracciones de su abdomen y como me apretaba la pija dificultando mi bombeo, no pare en lo absoluto y cuando sentí el sudor en su cuello la tome del brazo y la hice girar sobre mi.
Encima mío pude sentir su vagina en todo su esplendor tragando mi pija. Yo me dediqué a toquetear y chupar esas tetas redondas.
Luego la tome de la cintura y comencé a levantarla y dejarla caer sobre mi pene. Tuvo otro orgasmo y cayó sobre mí con su cabeza sobre la mía y su pelo lacio nos cubrió a los dos.
Cogimos hasta tarde en la noche. Y pasamos el domingo juntos en la cama a las 6 la acompañe y nos despedimos.
Pasó la semana y el sábado volvió a repetirse nuestro encuentro.
Las clases con Antonela iban muy bien pero esa última semana fue algo distinta. Ya no estaba con su busto de gimnasia habitual si no con ropa por decirlo de una manera más insinuante.
El último viernes pasó algo que me puso incómodo, ni bien llegar la vi con una remera ultra corta que dejaba ver todos su abdomen. Y su short apenas escondía sus nalgitas. En varias ocasiones se agachó frente a mí, mostrándome toda su bombacha.
Lo último fue que mientras le explicaba se paró tras de mí y me abrazo poniendo su cabeza al lado mío. Eso fue lo último que podía soportar.
Me paré, y le dije que no era correcto que nos relacionamos de esa forma. Me arrepentí de inmediato de haberme parado, mi bulto estaba tan prominente que Antonela no pudo sacarle la mirada de encima.
-Disculpame Julio solo sentí curiosidad.-
-Ok está todo bien, pero terminemos por hoy si?.-
Baje y coordine mi cita con Martina del sábado y volví al departamento, me lave la cara, me miré en el espejo y la recordé su piel, ya nalgitas, su ombligo y cuerpito ultra flaco. No pude soportar, me hice una paja pensando en Antonela.
Pase el fin de semana con Martina, como siempre desnudos en cama y poseyendonos cuando nos diera la gana, el día miércoles ni bien Martina nos dejó solos a Antonela y a mí me dijo
-Tengo una sorpresa para vos-.
Saco una hoja del cajon y me la pasó era su prueba de matemática del colegio con un 9.
-Gracias.- dijo y me abraso
-Muy bien! Te felicito Antonela.- le dije.
Pero mientras se lo decía se sentó sobre mi de frente y me dio un besito en los labios.
-No Antonela, no podemos.-
- shiii- me dijo -Dejame, déjame sentirte como Martina.-
Entendí parte de lo que pasaba, a esa altura mi pene estaba durísimo y ella con su short cortísimo podía sentirlo.
La tome del cuello y nos besamos de lengua, Antonela se acomodó apoyando su pubis sobre mi pene erguido. Comenso a moverse instintivamente, literalmente se estaba pajeando sobre mi bulto.
Estaba tan excitado y caliente como ella y no pude evitar tomarla de las nalgitas diminutas y apretarlas mientras la guiaba en sus movimientos.
Tuvo un orgasmo y su cabeza se inclinó hacia atrás en un semi grito ahogado por ella misma, se movía espasmódicamente y yo también debo confesarlo.
Me levanté con ella a cuestas y la puse en su cama llena de ositos de peluche, la miré con sus ojos cerrados y su cuerpo delgadísimo y largo.
Me incline la tome del cuello y la bese me miró con sus ojos grandotes, me pare y me fui cerrando la puerta tras ella.
Al bajar las escaleras me encontré con Martina.
-Ya te vas? que pasó?.-
-Saco 9 en su prueba-. Le dije y la bese. -Vos y yo tenemos que hablar.-
-Si de que?.-
-El sábado a las 4 como siempre-. Y salí de esa casa para ya no volver.
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