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El depósito frente a casa (3ra parte)

Realmente gracias a todos por los puntos y los buenos comentarios, no esperaba llegar a tanto, pero aquí estoy, escribiendo la tercera parte. 
Antes que nada quiero aclararles que no soy ninguna Lolita insaciable, lo que conté en los relatos anteriores sucedió hace ya tiempo, a fines de la década del ochenta. Ahora soy una mujer de casi cincuenta años, casada por tercera vez, madre de cuatro hijos y a punto ya de ser abuela.
Mi relación con Juan comenzó durante el verano del 89, había terminado cuarto y al año siguiente comenzaba quinto nacional. 
Estuvimos viéndonos de esa forma clandestina hasta mediados del 91, cuando dejó de trabajar en el depósito. Para entonces yo ya había cumplido los 18, por lo que intentamos seguir la relación afuera, pero ya no era lo mismo. Así que de a poco fuimos perdiendo el contacto. Lo volví a ver años después, ya casada y embarazada, pero es un relato que me guardo para más adelante. 
Desde que Juan me desvirgó y hasta que cumplí los veinte, no paré de coger ni un segundo. Incluso estando con él, y aunque no éramos una pareja convencional, le puse los cuernos unas cuantas veces. Pero cuándo conocí a quién sería mi primer marido, me volví fiel de repente. Claro que fue porque me quedé embarazada. Cosas que pasan.
Igual mi primer matrimonio duró apenas un año y medio, cuando nos dimos cuenta de que lo único que nos unía era nuestro hijo.
A los 25 conocí a mi segundo marido, con el que estuve más tiempo y con quién tuve a mis otros dos hijos. Pero al cumplir los 40, me dejó por una pendeja (a llorar a la iglesia).
Estuve sola un tiempo, cogiéndome a medio Buenos Aires, hasta que a los 44 recién cumplidos me junté con mi tercer y actual compromiso, a quién, gracias a un tratamiento de fertilización, le pude dar un hijo, el primero suyo, el cuarto mío. 
Como ven nunca me faltaron hombres, en ése aspecto siempre fui una privilegiada, aún así el recuerdo de aquel sereno que me hizo sentir mujer por primera vez, siempre permanecerá indeleble en mi memoria.
Ya estaba cursando quinto año, cuando al entrar al depósito, como cada domingo, me encuentro con una sorpresa que no esperaba. 
A la hora en que solía ir, Juan dejaba la puerta abierta, para que entrara directamente. Así lo hice esa vez, entré, recorrí el pasillo y al llegar a la oficina en dónde solíamos estar, lo encuentro tomando mate con una mujer de unos treinta y pico de años, teñida de rubio, que fumaba de lo más campante.
-¿Ésta es la nena que te estás tirando, turro? ¡Podría ser mi hija!- exclamó la tipa al verme.
-Lali, te presento a Graciela; Gra, ella es Lali, como ya te diste cuenta, la chica de la que te hablé- nos presentó Juan.
Así que le había hablado de mí, pensé al escucharlo, pero ¿de qué podía hablarle? ¿De que me estaba cogiendo?
-Vení nena, sentate- me invita la referida Graciela, señalando una silla que hay a su lado -¿Tomás mate?-
Me senté medio timidona y acepté el mate que me invitaba. La verdad es que no entendía lo que pasaba. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué hacía ahí? Se suponía que ése era nuestro momento, el único que podíamos compartir en toda la semana y resulta que había una intrusa. ¿Significaba acaso que ése domingo no me iba a coger?
Mientras tomábamos mate y comíamos unas facturas que ella misma había llevado, empezó a preguntarme distintas cosas. Cómo que edad tenía, cómo fue que conocí a Juan,  si tenía novio, y una que me desconcertó por completo, que me parecía Juan como amante, aunque no lo dijo de esa forma. Lo que me dijo fue:
-Te coge bien Juancito, ¿no?-
Me quedé congelada. Sabía que estábamos cogiendo, le había contado. Sentía que se me prendían fuego los cachetes. Lo miré a Juan, pero él no decía nada, solo me miraba, sonriendo.
-No tenés que decírmelo- prosigue ella ante mi silencio -Yo ya sé muy bien lo buen cogedor que es Juan-
Deja su cigarrillo en el cenicero y se levanta. Camina hasta Juan, que está solo a unos pasos, e inclinándose sobre él, lo besa en la boca. Se me retuerce de celos la panza al verlos, pero no puedo hacer nada, ya que él le sigue el juego y ambos se enredan en un chupón que parece durar toda una vida.
De repente parece que se hubieran olvidado de mí, que sigo ahí sentada, con el mate en la mano. 
Graciela se pone de cuclillas en el suelo y le desabrocha el pantalón a Juan. Él la observa embelesado, mientras ella desliza sus hábiles dedos sobre la rugosa tela del jean. Le saca entonces la pija afuera, ya dura y erguida, le sonríe y bajando la cabeza, se la empieza a chupar. Al sentirla, Juan echa la cabeza hacia atrás, pone los ojos en blanco y suelta un más que expresivo suspiro. Se nota que es buena en lo suyo.
Se la sigue chupando por un rato más, y entonces se voltea, me mira y me dice:
-¿No venís chiquita? Mirá que no soy mezquina-
Juan coincide.
-Vení, dale que hay suficiente para las dos-
Y tenía razón, ya que la tenía hinchada como nunca antes, con la cabeza de un rojo casi amoratado. Me levanto y voy hacia ellos 
-Pero dejá el mate mi amor, sino no vas a poder usar las manos- me dice Graciela con una tierna sonrisa.
Dejo el mate en la mesa y me pongo de rodillas en el suelo, a su lado. Con una mano me ofrece la pija de Juan, que resplandece de su propia humedad y de la saliva de ella. Me agacho y se la chupo, obviamente tratando de hacer un papel mejor que el de mi inesperada compañera. En un momento me toca el hombro y me dice:
-Epa chiquita, no seas tan golosa, dejame un poquito a mí-
Me la saco de la boca y le cedo mi lugar. Cuando termina de chuparla, la escupe y me la deja. Me quedo mirando la pija de Juan, con la saliva de Graciela resbalando a lo largo de su contorno, pero no me amedrento, por el contrario, abro la boca y me la como casi hasta los pelos, mezclando en mi paladar el fluido preseminal de mi hombre y la espesa saliva de aquella mujer.
-¡Muy bien!- exclama mientras me acaricia la cabeza -Ésta nena sí que sabe portarse-
Cuando suelto la pija, ella la agarra y se la sacude. Recién entonces alcanzo a notar la alianza matrimonial que tiene en uno de los dedos. Es una mujer casada, pero obviamente no se trata de su esposa.
Se levanta y se desviste. Cuando queda desnuda, me doy cuenta de que tiene un muy buen par de pechos, más grandes que los míos, claro y mucho más trajinados también.
Se vuelve a sentar en el suelo, con la cola apoyada en los tobillos, y colocando la pija en el medio, se la pajea con las tetas. Juan enloquece de placer. 
Está un rato así, meta darle bomba, hasta que agarra un preservativo que, recién me doy cuenta, estaba sobre la mesa y se lo pone. Se hace a un lado y me dice:
-Dale chiquita, toda tuya...-
No me lo tiene que decir dos veces, me pongo en bolas y me subo encima de Juan, clavándome toda esa hermosa verga bien hasta los huevos. Me sostengo de su cuello y empiezo a montarlo, olvidándome del depósito, de la colada que nos mira desde un costado y del mundo que nos rodea. En ése momento solo somos él y yo, su pija, mi concha, nuestros sentidos explotando en mil esquirlas de placer.
Ni bien tengo mi orgasmo, Graciela me acaricia la espalda, sacándome de mi embotamiento y me comunica que ahora es su turno. Lo miro a Juan y éste asiente, así me levanto y tambaleante me siento en una de las sillas, mientras aquella mujer toma mi lugar y se coge a mi hombre.
Se sienta sobre Juan, pero dándole la espalda. Cuando la penetra, me doy cuenta que antes le sacó el forro, por lo que se la está metiendo a pelo, sin protección alguna, como cuando suele hacerme la cola.
Cómo tiene una buena delantera, las tetas se le sacuden arriba y abajo mientras se mueve, hasta que los dos estallan y se funden en un abrazo que acrecenta aún más mis celos.
Pero lo que más me exacerba es que le haya acabado adentro, algo que hasta entonces yo no había podido sentir. Me había acabado dentro del culo, sí, pero nunca en la concha. ¿Porque a ella sí y a mí no? Era obvio que porque ella se cuidaba, algo de lo que yo no tenía la más puta idea.
Cuando se levanta, un chorro de semen le sale como escupido de la concha. Ingenuamente creí que ahí se terminaba todo, que la mina se vestía y se iba, dejándonos al fin solos. Pero no, con la chota todavía morcillona, Juan se recuesta en nuestra cama y nos indica que nos acostemos con él, una de cada lado. Así lo hacemos.
Cuando estamos juntitas a él, nos abraza y nos dice:
-Ahora me gustaría que se den un beso-
No hay problema, cruzándonos por encima de su pecho , nos damos un beso en la mejilla.
-No, así no, un beso beso, de lengua, como si me besaran a mí- nos corrige, sobre todo a mí que soy la que no entendió el jueguito que nos proponía. Lo miro escandalizada.
-¿Qué? ¿Nunca te besaste con una chica?- me pregunta cómo si fuera algo común y corriente.
-No, me gustan los chicos, los hombres- le recalco.
-Esto no se trata de si te gusta o no, es solo un juego, para darme el gusto- me explica.
No sé porque, pero a Juan nunca pude negarle nada.
Volvemos a acercarnos con Graciela y nos besamos, rozándonos los labios, pero entonces, con sus manos, Juan nos empuja las cabezas, una contra la otra, de modo que terminamos fundiéndonos en un beso que jamás imaginé darle a otra mujer.
No puedo decir que no lo haya disfrutado, aunque lo cierto es que prefería mil veces besar a Juan que a ella. Aún así les dí el gusto a ambos, ya que se notaba que ella sí lo disfrutaba.
-Chúpense las tetas- nos incentiva Juan al ver que ya entramos de lleno en el juego.
Graciela primero me chupa a mí, con ternura y delicadeza, y luego se las chupo yo a ella, prendiéndome de unos pezones gordos y oscuros que deben de haber sido saboreados por cientos de hombres. Mis tetitas, hasta entonces, solo habían sido probadas por Juan.
Juan se mantiene expectante, mirándonos mientras se hace la paja a costa nuestra. Se nota que lo excitan sobremanera esos jueguitos.
-¿Que edad tenés, chiquita?- me pregunta Graciela, volviéndome a besar, ahora con más ahínco.
Le digo mi edad de entonces, una que no puedo poner en el relato porque sino me lo censuran. Estaba en Quinto y no repetí ningún año, así que saquen cuentas 
-¿Sabés que tengo una hija de tu edad?- me confiesa con una sonrisa lasciva, y volteándome sobre la sábana, me separa las piernas y se pone a chuparme la concha.
No llego a reaccionar que ya tengo su lengua bien clavada en mi interior, provocándome unas sensaciones tan exquisitas, que por un momento me olvido que es una mujer la que me hace sexo oral.
Cuando abro los ojos, sintiendo el fuego de la pasión crecer dentro mío, lo veo a Juan, montado sobre ella, dándole desde atrás, sin que deje de chuparme ni por un segundo.
-Te gusta guachita, ¿no? Lo estás disfrutando- me dice Graciela, levantando la cabeza por un momento, el mentón todo mojado con mi flujo vaginal.
Lo estaba disfrutando, sí, sobre todo como Juan la bombeaba sin tregua, violento e irrefrenable. A mí no me cogía así, conmigo era más tierno, atento, gentil. A mí me hacía el amor, a ella se la garchaba.
Aunque fue mi primera vez, debo decir que no me desagradó en lo absoluto chuparle la concha a Graciela, no sé comparaba en nada a chupársela a Juan, pero aún así estuvo bien.
Como el buen semental que era, Juan se repartía para atendernos a las dos, sin descuidar a ninguna, aunque se notaba la preferencia que tenía para conmigo. 
A las dos nos hizo el culo, para culminar acabándonos en las tetas, dejándonos toda chorreadas de leche.
-Disfrutalo chiquita- me decía Graciela mientras se frotaba las tetas contra las mías -No vas a encontrar tipos que tengan tanta leche como nuestro Juan-
Con el tiempo y posteriores amantes me daría cuenta de que era cierto, de que Juan soltaba una buena cantidad de leche con cada orgasmo. Igual no hacía falta que ella me lo dijera, ya que tuve la suerte no solo de tragar cantidades industriales de esa misma leche, sino también de sentirla en mi culo y en mi concha. Sí, en mi concha también, ya que Graciela no solo me enseñó a compartir un hombre, sino también me dejó como regalo un blíster de pastillas organizadas en una ruedita. La píldora. Anticonceptivos.
Me indicó como debía tomarlas, cuidándome de no olvidarme de ninguna, y que cuando se me acabaran, ella me conseguiría más.
-Con esto ya no vas a tener que usar forro, podés dejar que Juan te acabe adentro todas las veces que quieras. ¿Eso es lo que querías, no?-
Por supuesto que lo quería, lo deseaba con toda el alma, mi mayor anhelo era que Juan me llenara bien de leche. Quería sentir esa sensación, la de estar colmada con la simiente de tu hombre.
-Gracias, es el mejor regalo que me pudieras haber hecho- le aseguré, agradeciéndole el gesto con un ampuloso beso en la boca.
-Quizás podamos vernos un día, las dos solas- me dijo antes de irse, sin que Juan escuchara.
-Me gustaría- coincidí.
Ese encuentro ya lo relataré más adelante, jajaja.

















16 comentarios - El depósito frente a casa (3ra parte)

as350b3
Que exitante tu relato. Espero que sigas . Un beso.
Lali_hot
Gracias, atento a la continuación
josemanuel602003
desde ya te sigo,y cuando quieras un maduro estoy para vos,besos y puntos
Lali_hot
Jajaja,, gracias. Besos también
Osval2233
Uf como me gusto tu relato de como gozaron los 3 t van los 10 bb
Lali_hot
Gracias
SEXUALSECURITY
Hay Lali mi pija está que estalla....seguí contando mas
Lali_hot
Y seguiré contando, para que reviente nomás
SEXUALSECURITY
@Lali_hot hablame en el chat que me calentas
mdzterracota
Que buen relato. Gracias por conpartirlo
Lali_hot +1
Gracias a vos por leerlo
celta05
Diez!!! Que menos? Excelente
Lali_hot +1
Gracias
omar698
Muy bueno.
Espero cuentes ese encuentro.
Lali_hot
Voy por orden, así que llegado el momento lo contaré. Besos
mdqpablo
exelente zaga . nos encanta leerte . y recrear ese encuentro los tres a los 50
Lali_hot +1
Grácias
veteranodel60
Hermoso recuerdo y por lo visto lo disfrutaste a full , te dejo mis 10 puntos y esperando la próxima historia
Lali_hot
Siempre las primeras veces son las que más se disfrutan, no?
ossieman
Me quemaste la cabeza como siempre lali!!! Que rico debe ser cojer con vos
Lali_hot +1
Muy rico, jajaja
ossieman
@Lali_hot ay Lali donde hay mujeres como vos!
wascapp
Hermoso relato bombón. Me dejaste la verga durisima
Lali_hot
Esa es la idea, jajaja
Marc_2
Te creo todo lo que relatas, por eso siempre te mando 10.
Supongo que en ese depósito te habrás encontrado también algún amiguito de Juan esperándote, o me equivoco???.
Lali_hot +1
Jajajaja, no, solo una amiguita, aunque hubiera estado bueno. Hice tríos pero de más grande, estando ya divorciada, en uno de mis tantos divorcios, jajaja, ya lo contaré
chelocabito
excelente relato!!!no hay dudas de que a Juan no te lo olvidas mas,fue tu primera vez,el primero que te hizo el culo y tambien estuvo en tu primer trio,ahora dan ganas de saber como sigio todo con Graciela
SagaShionKanon
La verdad que muy buena la saga esperamos que sigas contando