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Sumisa y yo

Te he hecho acudir a la cita con un traje de ejecutiva sin nada debajo, caminado por la calle con tus grandes tetas y tus pezones duros por la excitación. Llamando la atención de los hombres que te susurran guarradas al pasar, y las mujeres mascullan insultos por tu pinta de puta de lujo.


Ahora estás aquí, un apartamento vacío con suelos de madera. Pasas un poco insegura e inmediatamente me coloco a tu espalda, para vendarte los ojos. Hoy no sabrás quien soy, has venido hasta aquí para ser usada por un desconocido, por alguien al que ni siquiera veras la cara. Te ato las manos detrás de la espalda lentamente con una mezcla de ritual y brusquedad. Puedes sentirme caminar a tu alrededor, observándote, disfrutando de tenerte indefensa para mí. Cuando menos lo esperas, doy un tirón a tu camisa haciendo saltar los botones. Tus tetas salen desbordantes, las acaricio dulcemente mientras chupo los pezones para luego amasarlas con crueldad. A ti, cegada por la venda en los ojos, cada movimiento te coge por sorpresa, haciéndote gemir.




Me separo, dejándote excitada y con ganas de más, como un animalito indefenso en busca del contacto de su amo.


Te acaricio las piernas, subiendo por el interior de los muslos, levantando la falda. Dejando al descubierto un culo soberbio del que ya me ocuparé después. Te obligo a separar las piernas mientras mis manos casi llegan a tu coño, cada vez un poco más cerca pero torturándote con la espera. Por fin te cojo el coño, apretándolo como si quisiera exprimirlo. Una auténtica delicia este coño húmedo, palpitante. No hace falta que jures que estás deseando que te follen como la puta que eres. Puedo sentir el calor mientras que juego con tus labios vaginales, recogiendo tu flujo y llevándolo a tu boca para que pruebes tu propio sabor.


Sin avisar te meto dos dedos por el coño y sueltas un grito que no sé si es de dolor o de placer, pero te hago callar besándote, mientras los dedos empiezan a moverse en tu interior. Nuestras salivas se mezclan y te muerdo los labios. Continuo follándote con los dedos mientras uso el pulgar para jugar con tu clítoris. Estás tan caliente que no hace falta mucho para que tengas el primer orgasmo, aflojándote las piernas y obligándote a apoyarte en mí mientras recuperas la respiración.


No voy a dejarte descansar.


Aun con los ojos vendados te coloco a cuatro patas en el suelo, pero como tienes las manos atadas te quedas con la cara pegada al suelo y el culo levantado. Completamente expuesta para mí. No puedo resistirme la tentación de darte unos cuantos azotes hasta que los cachetes empiezan a ponerse rojos. Uso los pulgares para abrirte por completo el culo y escupir sobre tu ano. La saliva resbala lentamente hasta casi llegar a tu coño. Es entonces cuando pongo el tronco de mi polla entre los cachetes de tu culo y los uso para hacerme una especie de cubana mientras que mis huevos golpean rítmicamente la entrada de tu coño.


Quiero que notes su tamaño, todo eso es lo que te va llenar dentro de unos minutos. Te paso la cabeza de mi miembro entre los labios vaginales usando tu flujo para lubricarlo mientras decido por donde voy a penetrarte. Es tan tentador reventarte el culo en nuestro primer encuentro. Pero el aroma de tu coño me atrae y te la meto lentamente para que sientas cada centímetro. Cuando ya tienes la mitad dentro te agarro por las manos atadas; levantándote y haciendo que tu espalda se arquee. En esta postura, tu propio peso hace que te empales por completo. Mi polla entra hasta lo más profundo de ti arrancándote gemidos y haciendo que babees mientras suplicas que te folle.


Te penetro cambiando el ritmo, a veces lento y profundo y otros como un animal salvaje, mientras que sientes mi aliento en tu cuello. Voy buscando tu reacción en cada indicio de que estas apunto de llegar al orgasmo, alargando el momento hasta que ya no puedes más y tienes un orgasmo tan fuerte que las contracciones de tu coño, exprimen mi polla haciendo que también me corra soltando un mar de leche en tu interior. Los dos, sudorosos y cansados, quedamos unidos durante unos segundos antes de que te la saque. Puedo ver tu coño completamente abierto con hilillo de semen cayendo. Ciega y maniatada como estas te cojo por el pelo y te refriego mi polla por la cara. Tu intentas atrapar con la boca para dejarla limpia de la mezcla de flujo y semen.


Es mejor que te lleve a la ducha, porque esto apenas acaba de empezar.


Agarrada por el codo, te llevo a trompicones a la ducha aun con los ojos vendados, te quedas sentada en el fondo de la ducha indefensa mientras disfruto de verte sucia de de sudor y del semen que se escurre entre tus muslos. Te asusta cuando sientes el chorro de agua fría, intentas apartarte pero con las manos atadas a la espalda solo consigues sacudirte torpemente gimiendo. Te obligo a ponerte en pie pero no pienso soltarte, y menos aún quitarte la venda. Froto tu cuerpo con fuerza, te enjabono como a un chica rebelde, empezando con suavidad y volviéndome más brusco poco a poco, estrujo los pezones duros por el frío o la excitación, el vientre liso, abro tu culo para dejarlo expuesto y te ganas un azote cuando te resistes, dejando la marca roja de mi mano.


Sin misericordia meto los dedos en tu coño que un esta dilatado, siento el calor de tu interior y como has vuelto a humedecerte. Busco tu punto G y comienzo a acariciarlo lentamente mientras que con el pulgar froto tu clítoris, subiendo el ritmo cada vez más rápido, más y más, gimes y tiemblas aun atada y cegada por la venda. Los pequeños orgasmos que te hacen temblar y que dejan pasó a otros orgasmos más fuertes. Te cuesta respirar y las piernas te flaquean, los gemidos se han convertido en llanto, hasta que ya no puedes más y te derrumbas sobre mí, temblando y sollozando. Solo entonces te beso suavemente, y lamo tus lágrimas.


De nuevo te llevo a la habitación, con el cuerpo aun mojado guiándote como un animalito perdido.


Me siento y te coloco de rodillas ante mí, instintivamente adoptas la postura de sumisión y estás tan hermosa que no puedo resistirme a cogerte del pelo húmedo y obligarte a lamer mi miembro. Sacas la lengua y te guío para que lamas mis huevos y mis ingles, un suave tirón basta para chupes ansiosa el largo tronco hasta llegar al punta donde dejo que te recrees un poco, escuchando tus grandes lametones, el ruido de tus labios sobre mi glande es excitante, mientras que ciega y arrodillada te retuerces buscando la mejor postura que te permiten tus ataduras. Hago que te la tragues entera agarrándote bien el pelo por debajo de la coronilla, bombeando para que te la metas hasta la campanilla y aun así no puedes con todo, la babeas y gimes pero si aflojo la presión tu misma intentas tragar más, hasta que tengo que separarte para ver tu cara sofocada y babeante.


Te siento sobre mí separándote las piernas con brusquedad quedas de cara mí, con tu coño empapado rozando mi polla. Me es muy fácil agarrarte por las ataduras para que te muevas lentamente con mi el tronco de mi polla bien encajada entre tus labios vaginales. Con la otra mano tiro de ti haciendo que te arquees y descubras el cuello, lamiéndote las pocas gotas de agua que aún quedan sobre tu piel. Mi lengua sube hasta llegar detrás de tu oreja donde me recreo, mientras el movimiento de tus caderas se hace más fuerte, frotando tu clítoris contra mi polla dura, empapada por tu flujo.


- ¿Quieres que te la meta?


Es la primera vez que te permito hablar, y solo alcanza a susurrar un tímido, "Sí..."


Con los ojos vendados te doy una cachetada floja pero te coge por sorpresa: "Pídelo bien."


-Quiero que me la metas.


La siguiente cachetada es un poco más fuerte, hace que se te escape una lágrima.


-Quiero... quiero que me follés. Reviéntame.


Un solo movimiento basta para levantarte por las caderas y empalarte, haciéndote gritar y sollozar. Dejo que te acostumbres antes de hacer que te muevas en círculos, agarrando bien fuerte las cuerdas de tus muñecas, para que te siente poseída, para dejarte claro quién manda. Te veo saltar sobre mi como una muñeca de trapo, bien agarrada por las caderas mientras que lamo y muerdo tus tetas. Más fuerte y más rápido, dándote azotes en el culo solo por el placer de oírte chillar.


Cuando noto como se acerca el orgasmo, cambio el ritmo más lento y profundo, para mantenerte al borde del placer, para que sufras y sepas que gozarás cuando yo quiera.


Bien agarrada por las caderas, con mis dedos enterrados en tu culo, ya no hace falta agarrarte de las ataduras para que te arquees y te retuerzas. Cada embestida de mi polla, te pone al borde del precipicio, el principio de un orgasmo que no termina de romper. Hasta que me apiado de ti y dejo que te corras como una perra. Empapándome con tus jugos que salen a borbotones cuando por fin dejo que el orgasmo te sacuda. Hundes tu cara en mi hombro y te dejas llevar por el placer durante unos instantes interminables. Y te quedas agotada apoyada sobre mi pecho.


... hasta que suavemente te separo y aun con las manos atadas a la espalda, te quito la venda para por primera vez dejar que me veas la cara.

1 comentarios - Sumisa y yo

mdqpablo +1
Muy buen relato. Nos encantó . Bien hot