Soy un hombre casado hace 4 años con una grandiosa mujer, que amo con todo mi corazón, nos complementamos en todo, ella es mi confidente y mi razón de lucha, sin embargo a partir del aumento en la confianza y la locura en el sexo, mi esposa empezó a contarme sus experiencias, historias que voy a contar y espero gusten.
Descubriéndome
En mi colegio solamente éramos chicas, una institución de monjas que no permitían ningún parametro por fuera de lo normal, siempre vigiladas y oprimidas, sin embargo estuve rodeada de mis amigas del salon con las que congeniavamos muy bien y pasábamos largos ratos de risa y juegos de mujercitas.
Una de ellas era Jessica, una hermosa mona igual de flaquita a mi, la chica fashion del salón con la que pasaba mucho tiempo, hablábamos y nos teníamos secretos, éramos buenas amigas, pero esto cambiaría de forma súbita. Jessica era muy cariñosa conmigo, me decia que me queria, me abrazaba, me daba besos en la mejilla y no paraba de darme cariño, nos hacíamos bonitas cartas en las que ella me decía que me quería y me extrañaba, lo cual para mi no era extraño, yo lo veía como algo normal, algo de chicas, nunca fue sospechoso para mí en medio de mi corta edad.
Como tarea teníamos una exposición en grupo que debiamos preparar así que Jessica nos ofreció su casa para realizarla, esa misma tarde fuimos dos compañeras más para hacerla. Al llegar su mama nos abrió la puerta y nos hicimos en la mesa del comedor, Jessica se sentó al frente mio y no tenía zapatos así que algunas veces me pasaba los pies rozando mis piernas desnudas cubiertas por la falda colegial, y nuevamente para mi era un juego, pero me gustaba aunque no sabía porque.
Mis dos amigas se fueron primero por vivir más lejos, yo vivía a 15 minutos caminando de la casa de Jessica, por eso no tenia afan, así que me quede mas tiempo. Después de un rato cuando decidí irme quise despedirme de su mama asi que subi las escaleras y la vi acostada, simplemente le hice un gesto y fue suficiente, al bajar Jessica me estaba esperando con un gran abrazo que sin duda correspondi, sin embargo fue muy fuerte, primero pasamos nuestras cabezas sobre el hombro, pero después nos alejamos un poco, y nuestros senos estaban juntos y apretados lo que me gusto mucho, después nuestras miradas se encontraron y fue muy excitante, sus labios se acercaron a los míos pero el miedo y los prejuicios no me permitieron besarla, así que la evite, sin embargo ella bajó sus manos de mi espalda hacia mi cola y la acarició por encima de mi falda, lo que me dio un choque eléctrico de pies a cabeza, hay supe que el cariño, las cartas y las miradas eran por otra cosa, pero sentir sus manos me gusto, al punto que la deje tocarme como quisiera, y como la deje hacerlo, paso sus manos sobre mi falda y me agarro la cola firmemente sobre mis pantys, yo tenía mucho miedo pero a la vez la sensación era embriagante y no podía decirle que no.
En medio de la oscuridad la parte de sus piernas desnudas al final de la falda rozaba con las mías, su piel caliente y tersa me volvía loca, yo tambien baje mis manos y comencé a acariciarla empezando por la espalda cubierta por la camisa de seda del colegio, que no dejaba mucho a la imaginación, las puntas de mis dedos recorrían los pliegues de su sostén y Jessica sintió mis manos recorrerla con igual asombro, yo me deje llevar por el placer de mi inexperiencia y mis manos también bajaron a tocar su firme cola sobre la falda, y el shock de placer nos recorrió a las dos, el éxtasis me desbordaba y por eso tambien meti mis manos debajo de la falda y sus pequeños pantys me volvieron loca, el placer generó por primera vez en mi una cascada de placer que brotaba de mi virginidad, no podía creer lo que me pasaba, perdí el concepto de tiempo y espacio, no supe cuanto se extendieron nuestras caricias.
Ella empezó a apretar con fuerza mis nalgas sobre su cuerpo y sentí todo su calor hirviendo sobre el mío, la excitación era máxima pero justo ahí se escuchó el grito de su mamá:
- Jessica!!
Como un rayo nos separamos y al mirar la escalera no había nadie, solo la llamaba desde su cuarto, así que asustada me llevó a la puerta con la adrenalina a flor de piel.
Esa noche no puede evitar pensar en lo sucedido y lo raro que me sentí, fue verdaderamente placentero y excitante tenerla tan cerca y sentir sus manos recorriéndome, pero los prejuicios eran muy fuertes y me sentía culpable y hasta sucia, por no vivir esto antes si quiera con un hombre.
La siguiente semana al verla en el salón su mirada me penetraba como una espada, sentía su deseo resbalarse por mi piel, ella quería hacerme suya y yo sentía miedo por lo que pudiera pasar, siempre me gustaron los chicos, y aunque formalmente aún no tenía novio siempre me gustaron los hombres, todo esto era extraño y contradictorio para mi.
En un momento tuve que ir al baño y al llegar ella me siguió, me arrincono contra la pared queriéndome besar, yo me retiraba y aunque me moría de las ganas el pudor no me dejaba, asi que volvio a ponerme las manos en la cola, esta vez sobre el pantalón de deportes, que era ceñido y de color rojo, me apretó nuevamente sobre ella y sentí sus senos sobre los míos, y hay no pude evitar sus labios en un largo y profundo beso, lleno de lenguas encontradas y deseo irrefrenable, estaba loca de placer.
Un ruido de pasos corriendo nos alertó y nos separamos, eran otras chicas que a punto estaban entrando al baño, y al girar Jessica no parecieron percatarse de lo ocurrido, nos salvamos por poco.
Salimos como si nada, pero Jessica no me quitaba la mirada, su deseo era profundo y voraz, y yo me sentía su presa, su inevitable postre dulce nunca probado.
Para la siguiente semana se organizó la fiesta de cumpleaños de una de nuestras amigas, que estaba muy emocionada de invitarnos, pero no tanto como Jessica y yo, que ya sabíamos en que iba parar todo, un auténtico despilfarro de placer.
Continuará...
Descubriéndome
En mi colegio solamente éramos chicas, una institución de monjas que no permitían ningún parametro por fuera de lo normal, siempre vigiladas y oprimidas, sin embargo estuve rodeada de mis amigas del salon con las que congeniavamos muy bien y pasábamos largos ratos de risa y juegos de mujercitas.
Una de ellas era Jessica, una hermosa mona igual de flaquita a mi, la chica fashion del salón con la que pasaba mucho tiempo, hablábamos y nos teníamos secretos, éramos buenas amigas, pero esto cambiaría de forma súbita. Jessica era muy cariñosa conmigo, me decia que me queria, me abrazaba, me daba besos en la mejilla y no paraba de darme cariño, nos hacíamos bonitas cartas en las que ella me decía que me quería y me extrañaba, lo cual para mi no era extraño, yo lo veía como algo normal, algo de chicas, nunca fue sospechoso para mí en medio de mi corta edad.
Como tarea teníamos una exposición en grupo que debiamos preparar así que Jessica nos ofreció su casa para realizarla, esa misma tarde fuimos dos compañeras más para hacerla. Al llegar su mama nos abrió la puerta y nos hicimos en la mesa del comedor, Jessica se sentó al frente mio y no tenía zapatos así que algunas veces me pasaba los pies rozando mis piernas desnudas cubiertas por la falda colegial, y nuevamente para mi era un juego, pero me gustaba aunque no sabía porque.
Mis dos amigas se fueron primero por vivir más lejos, yo vivía a 15 minutos caminando de la casa de Jessica, por eso no tenia afan, así que me quede mas tiempo. Después de un rato cuando decidí irme quise despedirme de su mama asi que subi las escaleras y la vi acostada, simplemente le hice un gesto y fue suficiente, al bajar Jessica me estaba esperando con un gran abrazo que sin duda correspondi, sin embargo fue muy fuerte, primero pasamos nuestras cabezas sobre el hombro, pero después nos alejamos un poco, y nuestros senos estaban juntos y apretados lo que me gusto mucho, después nuestras miradas se encontraron y fue muy excitante, sus labios se acercaron a los míos pero el miedo y los prejuicios no me permitieron besarla, así que la evite, sin embargo ella bajó sus manos de mi espalda hacia mi cola y la acarició por encima de mi falda, lo que me dio un choque eléctrico de pies a cabeza, hay supe que el cariño, las cartas y las miradas eran por otra cosa, pero sentir sus manos me gusto, al punto que la deje tocarme como quisiera, y como la deje hacerlo, paso sus manos sobre mi falda y me agarro la cola firmemente sobre mis pantys, yo tenía mucho miedo pero a la vez la sensación era embriagante y no podía decirle que no.
En medio de la oscuridad la parte de sus piernas desnudas al final de la falda rozaba con las mías, su piel caliente y tersa me volvía loca, yo tambien baje mis manos y comencé a acariciarla empezando por la espalda cubierta por la camisa de seda del colegio, que no dejaba mucho a la imaginación, las puntas de mis dedos recorrían los pliegues de su sostén y Jessica sintió mis manos recorrerla con igual asombro, yo me deje llevar por el placer de mi inexperiencia y mis manos también bajaron a tocar su firme cola sobre la falda, y el shock de placer nos recorrió a las dos, el éxtasis me desbordaba y por eso tambien meti mis manos debajo de la falda y sus pequeños pantys me volvieron loca, el placer generó por primera vez en mi una cascada de placer que brotaba de mi virginidad, no podía creer lo que me pasaba, perdí el concepto de tiempo y espacio, no supe cuanto se extendieron nuestras caricias.
Ella empezó a apretar con fuerza mis nalgas sobre su cuerpo y sentí todo su calor hirviendo sobre el mío, la excitación era máxima pero justo ahí se escuchó el grito de su mamá:
- Jessica!!
Como un rayo nos separamos y al mirar la escalera no había nadie, solo la llamaba desde su cuarto, así que asustada me llevó a la puerta con la adrenalina a flor de piel.
Esa noche no puede evitar pensar en lo sucedido y lo raro que me sentí, fue verdaderamente placentero y excitante tenerla tan cerca y sentir sus manos recorriéndome, pero los prejuicios eran muy fuertes y me sentía culpable y hasta sucia, por no vivir esto antes si quiera con un hombre.
La siguiente semana al verla en el salón su mirada me penetraba como una espada, sentía su deseo resbalarse por mi piel, ella quería hacerme suya y yo sentía miedo por lo que pudiera pasar, siempre me gustaron los chicos, y aunque formalmente aún no tenía novio siempre me gustaron los hombres, todo esto era extraño y contradictorio para mi.
En un momento tuve que ir al baño y al llegar ella me siguió, me arrincono contra la pared queriéndome besar, yo me retiraba y aunque me moría de las ganas el pudor no me dejaba, asi que volvio a ponerme las manos en la cola, esta vez sobre el pantalón de deportes, que era ceñido y de color rojo, me apretó nuevamente sobre ella y sentí sus senos sobre los míos, y hay no pude evitar sus labios en un largo y profundo beso, lleno de lenguas encontradas y deseo irrefrenable, estaba loca de placer.
Un ruido de pasos corriendo nos alertó y nos separamos, eran otras chicas que a punto estaban entrando al baño, y al girar Jessica no parecieron percatarse de lo ocurrido, nos salvamos por poco.
Salimos como si nada, pero Jessica no me quitaba la mirada, su deseo era profundo y voraz, y yo me sentía su presa, su inevitable postre dulce nunca probado.
Para la siguiente semana se organizó la fiesta de cumpleaños de una de nuestras amigas, que estaba muy emocionada de invitarnos, pero no tanto como Jessica y yo, que ya sabíamos en que iba parar todo, un auténtico despilfarro de placer.
Continuará...
3 comentarios - Los Secretos de mi Esposa Parte 1
Un buen contexto rápido y claro facilitar la exitacion saludos