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Yo también escuchaba a mis padres follando.

Leía un relato hace unos días de una persona que relatabacuando sus padres follaron una vez cerca suyo, y recordé situaciones de miadolescencia. Este es mi experiencia.

Aquella podía haber sido una vivencia única. Un tantoembarazosa si hubiera sido la primera vez. Pero no era ni una cosa ni la otra.Todo lo contrario. Era una vivencia que se repitió una y otra vez en mi adolescencia,si bien alterada en las siguientes por alguna que otra circunstancia que lahacían especial cada una de ellas. Unas vivencias que decididamente me acompañaránentre los recuerdos de mi vida y, ¿por qué no decirlo? sin duda me dejómarcado…

Nuestra familia vivía en una casa no excesivamente grande.En la planta de abajo el salón la cocina y el cuarto del matrimonio. En laparte superior dos dormitorios de los hijos. Así que cualquier cosa algo másfuerte de lo normal se oía en la casa.

Nosotros somos de un ambiente rural y por supuesto también mispadres. Nacidos en la década de los 30s tenían una mentalidad antigua. E elasunto del sexo igualemente. Es decir la mujer no debía demostrar sus ganas, oal menos no más que el hombre, y simplemente se limitaba a abrirse y recibir asu hombre que era quien debe desfogarse.

Mis padres dormían en una cama de madera de las que habíahacía 40 años. Una cama con colchón de muelles pero de madera, y aquello crujía,y mucho, en cada movimiento que se hacía arriba.
Como he comentado son muchas las veces que escuché a mispadres follando y las circunstancias eran diversas.

Unas veces me despertaba en medio de la noche con el crujirde la cama, que como digo se oía en toda la casa. Una vez despierto ya no mepodía quedar dormido hasta que terminaban, y no por que no quisiera, sino porqueel ruido no me lo permitía. Mis padres elegirían la madrugada para tener sexosupongo que, como todos padres, para evitar que sus hijos los oyeran, pero estoera imposible. El ruido de la cama no lo permitía.

En otras era poco después de acostarnos, cuando ellos pensaríanque los hijos ya dormían. Y la situación era la siguiente.

Era una noche de otoño cualquiera. Pronto llegaría elinvierno. Mis padres apremiaban a sus hijos para irse a la cama. Que si mañananos tenemos que levantar temprano. Que si luego os cuesta levantaros… Todavíaellos tenían cosas que hacer. Sobre las once el silencio se instalaba en lacasa. Cada uno de los hijos en su cama. Sólo escuchaba el ir y venir de mispadres apurando los últimos momentos del día. A mi me está costando dormirme.

Mi padre se mete el primero en la vieja cama de muelles quese queja levemente cuando lo recibe. Minutos más tarde llega a la cama mimadre. Hace unos veinte minutos que los hijos nos hemos acostado, pero yo aúncontinuo despierto. No sé si porque aún no me viene el sueño reparador o quedoa la espera de conocer si mis padres iban a tener sexo esa noche. No era laprimera vez que los escuchaba…

Cuando mi madre entra en la cama se escucha acomodarse. Erafácil suponerlo pues como digo los muelles delataban cada movimiento que seproducía arriba de la cama.
 
Mi madre empieza a comentarle cosas a mi padre. Muy bajitopara que no se le escuchara. Se escucha nuevamente el silencio pero mi madrecontinua al poco. Sólo habla ella. Seguramente le comentaba cosas que haya ocurridodurante el día, o bien cosas que tenía para mañana.

Lleva ya un rato. Mi madre sigue hablando preguntado a mipadre que le respondía con un leves monosílabos o asiente con un ruido gutural.Sigo expectante pues ya conozco el juego…
Han pasado desde el inicio de la conversación al menos diezminutos. Me da la sensación que mi madre tiene ganas de algo más pero que mipadre está cansado. Mi madre insiste en su lenguaje bajo una y otra vez.

Ellos no son conocedores que estoy aún despierto y que sigoa la espera de posibles acontecimientos.
Han pasado siete u ocho minutos más y mi madre no cesa.Continúa hablando por lo bajito. Llegado a este momento mi padre ya se habíapercatado que o actuaba o no lo va a dejar dormir…

Se hace el Silencio. Pasa unos segundos…
Inmediatamente escucho el crujir de la madera de la camacomo si alguno de los dos estuviera acomodándose en ella…
¡¡Aaayyyy!! Escucho el seco gemir de mi madre en voz quedamuy que muy bajo.
Mi padre acababa de penetrar a mamá.

Al fin ella había encontrado lo que veladamente estaba buscando.Y mi padre ha entrado en razones; o se ha resignado simplemente. Se hacalentado pensando en lo que le solicitaba su hembra. Y es que aún le quedabapor hacer para terminar el duro día; el montar a su mujer que se lo estabasolicitando. 
Siempre pensé que en esos segundos previos a la penetración,mi padre se giraba, se acomodaba en la cama entonces de espalda a mi madre, yle pedía que abriera las piernas. Se subía encima y provocaba el característicogemido de mi madre cuando su vagina, aún sin mucho lubricar, recibía el pene demi padre…

En el silencio de la noche sólo se escucha a una parejafollando que los delata el rítmico sonido de una cama vieja. De una cama demadera que parecía por momentos venirse abajo y que siempre resistió losempujes de mi padre.
Mi madre siempre, siempre hablando bajito para no despertarasí a sus hijos. Parecía ignorar el cadencioso y rítmico sonido de la camacapaz, como de hecho ocurría, de despertar a alguno de nosotros y encontrarsecon la pareja en pleno acto.

Esta situación de mete saca se solía extender unos seis o siete minutos.
Seguía escuchando el rechinar de los muelles al son de las embestidas de mi padre. A mi madre quejándose de vez en cuando con su característico gemir y a mi padre con su respirar agitado. Ambos de vez en cuando tosían como para exhalar el aire de unos pulmones excesivamente llenos por la excitación.

En ocasiones, el crujir de la cama era un estallido seco que venía acompañado de un ¡Aaayyyyyy!! mayor y prolongado de mi madre. Mi padre había dado una metida profunda a mi mama que había provocado la queja de ésta.
Un día de estos parten la cama, pensaba. Sin duda mi madre estaba encontrando lo que quería pero no podía aguantar tanta fuerza.

Cuando esto ocurría que era muy habitual, se escuchaba además, como hablaba mi madre muy bajo a mi padre. Seguramente le estaba recriminando su desbordada virilidad y su excesiva brutalidad. Entonces el ruido de la cama se aplacaba y cesaba repentinamente. Pasados unos segundos, si acaso un minuto, mi padre retomaba la penetración y fielmente la cama era testigo de la carencia en sus movimientos.

Lo creía entonces entre los muslos de mi madre. Totalmente encima. Con sus antebrazos en el colchón para descargar su peso sobre mamá. Ésta con la cabeza ladeada y mi padre besando su cuello empujando para una y otra vez dentro de ella… Con seguridad en el misionero de toda la vida.
Para entonces la excitación que yo tenía era importante y más de una vez terminaba masturbándome al compás de mis padres.

Después de varios minutos, nunca he logrado conocer el motivo, los sonidos volvían a callar. Se desvanecían en la noche. El silencio reinaba nuevamente en la casa. No se escuchaba ni siquiera a mis padres. Difícilmente creo que cambiarían de la posición del misionero (eran una pareja algo mayor y muy recatados ambos). No he logrado explicar lo que pasaba…
Había momentos, los menos, donde habían terminado de follar. Mi padre en ocasiones no duraba mucho.

En otros yo pensaba que habían terminado y al cabo de un par de minutos y después de un nuevo crujir seco de madera de la vieja cama, retomaban la acción. Mi padre aún no había eyaculado y se había tomado su tiempo de descanso. Y empezaba nuevamente los empujes a mamá.
Ya para entonces mi madre no gemía tanto y no se quejaba de los embistes de mi padre. Ya su vagina estaría convenientemente mojada.

En otras ocasiones, alcanzado este punto, seguía oyendo los ¡¡¡¡Aaayyysss!! de mi madre que estaría deseosa de que mi padre llegara al orgasmo. Esto ocurría cuando mi madre se veía obligada a follar por mi padre y la lubricación no le llegaba a su vagina. Simplemente se había abierto de piernas y se dejaba hacer…

El silencio de la noche sólo era roto por el continuado y acompasado crujir de la madera de la cama. El rechinar se hacía algo más rápido y aquello significaba que era la parte final…

Pasados un par de minutos de que mi padre empezara con los empujes rápidos y la cama rechinara más y más rápida, lo escuchaba levemente gemir. Se había vaciado.

Minutos más tarde y de forma repentina el ruido cesaba. El silencio se instala nuevamente en la casa. Alguna tos y respiraciones agitadas revelan que la faena ha concluido.

De inmediato se enciende una luz. Escucho pasos y el cerrar de la puerta del cuarto de baño. Es mi padre que pasa a limpiarse en el bidel. Escucho el agua correr por unos segundos.

Mientras, en la cama, mi madre se estaría limpiando el semen de mi padre que aún resuma por su raja.
Vuelve mi padre a la cama y lo oigo aún con la respiración honda del esfuerzo e intentando recuperarse del mismo.

Ya sólo queda que todos, incluido yo, durmamos la noche.
Hacia al menos cuarenta minutos que yo había llegado a la cama.

1 comentarios - Yo también escuchaba a mis padres follando.

Leonel0223 +2
Buenísimo el relato!! Me saqué toda la leche pensando en tu madre