Capítulo 1
Me llamo Carolina, y contaré como empezó mi relación incestuosa con mi hijo.
Primero me describiré para facilitar la lectura. Soy una mujer de 42 años de edad, morena, pelo negro, alta, y con curvas. Mis tetas aunque algo caída son grandes tengo un grandioso culo. Mi hijo por su parte es un adolescente muy inteligente, y delgado.
Todo empezó cuando mi hijo Pedro al llegar a casa después de clase me contó que su instituto iba a hacer una cena formal madres e hijos y me preguntó si me gustaría ir. Obviamente acepté la invitación, me parecía muy tierno que mi hijo quisiera que fuera con el a aquella cena.
El día de la cena no sabia que ponerme, porque aunque no quería ponerme sexy tampoco quería parecer una monja. Después de un rato buscando en el vestidor y probándome prendas me decidí por un vestido rosa que me llegaba hasta las rodillas, y con un escote no muy sugerente.
Antes de cenar nos hicimos fotos todos juntos, y mi hijo insistió en hacerme una a mí sola. La cena no fue un acto muy interesante, charlas con las madres y poco más.
En la mañana del sábado siguiente a la cena mi marido había madrugado para llevar a mi hijo a su partido de futbol, y yo aproveché para escuchar música y poner a lavar ropa. Me dirigí a la habitación de mi hijo supe enseguida que ya se masturbaba por que un olor a semen inundaba toda la habitación, sin darle importancia empecé a recoger su ropa sucia y al mirar debajo de su cama encontré la foto con la que tanto había insistido en la cena. Al cogerla me llevé la sorpresa de mi vida, pues encima de la foto había semen y todavía caliente. En ese momento me di cuenta de que mi hijo se masturbaba pensando en mi, en su madre.
Después de poner la lavadora no podía dejar de imaginar a mi hijo masturbándose con mi foto. Fui a mi habitación me desnudé y empecé a masturbarme pensando mi propio hijo.
Y para colmo esa misma noche follando con mi marido no podía dejar de pensar en mi hijo, y me corrí pensando en él.
Sabía que estaba mal, lo sabía. Pero llevaba tanto tiempo sin sentirme deseada por ningún hombre, ni siquiera por mi marido que aunque sabia que estaba mal daba rienda suelta a mi imaginación, siempre y cuando no saliera de mi cabeza, pero todo cambió al día siguiente.
Al día siguiente me desperté y fui hacia al baño, al entrar mi hijo estaba en la ducha con la polla dura y masturbándose, al verme intentó coger la toalla para taparse pero algo se apoderó de mi y le dije que no. Cerré la puerta del baño con el pestillo y me acerque a mi hijo.
Me acerqué a él y le cogí la polla, me encantaba, aunque no era muy grande si era gorda y venosa y estaba durísima y muy caliente. Al agarrársela sentía como le palpitaba la polla y aunque me moría de ganas de chupársela me limité a pajearle, el dio un suspiro y levantó los brazos como si le estuvieran robando. Me arrodillé y seguí masturbando a mi hijo hasta que de su polla salieron seis chorros de semen cayendo toda sobre mi mano. En ese momento solo me decía a mi misma ‘’¿Qué he hecho?’’, me levanté, me limpié la mano con agua y salí del baño sin decir nada.
Esa noche no podía dormir, pensaba en la vergüenza, el divorcio, hasta en la cárcel. Muchas preguntas rondaban mi cabeza:’’¿qué he hecho?’’ ‘’¿Cómo se sentirá Pedro?’’ ‘’¿Se lo contará a alguien?’’. Fue sin duda la peor noche de mi vida. Y la mañana siguiente no mejoró la cosa. No era capaz de mirar a mi hijo a los ojos….me sentía muy avergonzada. Por su parte, Pedro no daba ninguna indicación de como se sentía, actuaba con total normalidad.
En el trabajo me fue imposible concentrarme, intentaba pensar o planificar como hablar de lo sucedido con mi hijo cuando llegara a casa, por suerte mi hijo llegaba dos horas después que yo, eso me daría más tiempo para pensar en como manejar la situación.
Por la tarde cuando Pedro llegó a casa le ordené que se sentara conmigo en el sofá, y le explique que lo que había pasado el día anterior había sido un gran error, que estaba mal y que lo sentía.
Pedro escucho todo lo que tenia que decirle, cuando terminé con la cara más triste que había visto en mi vida me preguntó:’’Mamá…¿quieres decir que no lo volverás a hacer nunca más? Por favor…ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pienso en ello todo el día.’’
Yo estaba muy enfadada, parecía que no había escuchado nada de lo que le había dicho y gritando le dije: ‘’Nunca más pasará y nunca jamás hablaremos de esto’’ y me fui corriendo a mi habitación. No vi a Pedro en lo que quedaba de día y le dije a mi marido que me encontraba mal y que le calentara la cena a Pedro.
Al día siguiente llamé al trabajo para comunicar que no iría por que estaba enferma. Y me pasé la mañana trabajando desde casa y evitando los pensamientos calientes con mi hijo. En un momento de la mañana fui al baño a orinar, y me inundó el recuerdo de la polla de mi hijo en mi mano, y mi mano instintivamente bajo hacia mi coño y empecé a masturbarme hasta terminar corriéndome a chorros.
Aquel día ignoré por completo a mi hijo.
Esa misma noche yo todavía seguía muy caliente, y mientras mi marido dormía me levanté, quería ver a Pedro antes de masturbarme, tal vez para alimentar aún más mi fantasia.
Pedro dormía profundamente en su cama, era tan hermoso y yo debería haber salido de la habitación pero no lo hice. Me acerqué a él, necesitaba volver a sentir su polla. Empecé a acariciar su cuerpo, el se estremecía ero no se despertaba. No fue hasta que toqué su polla que se despertó sobresaltado. Le calmé diciendole: ‘’Soy mamá cariño, tranquilo’’.
Sin decir nada más le quite los pantalones, su polla se puso dura al instante, ‘’no hagas ruido cariño, quiero chupartela’’
Empecé a chupar su polla, me sentía en el mismismo cielo, me gustaba tanto que empecé a hacerlo cada vez más rápido y profundo, a los minutos Pedro me dijo:’’mamá creo que voy a correrme’’
Quería tragármelo todo pero salió tantta leche que no pude retenerla toda en mi boca.
Su cara era de placer total, y mi cara con su leche en mi boca también. Tragué y le dije: ‘’no le cuentes a nadie nada de esto, será nuestro pequeño secreto’’.
Soy Carolina de nuevo, anteriormente conté cómo de la noche a la mañana y sin yo quererlo, mi hijo y yo empezamos una relación que va mucho más allá de una típica relación madre e hijo.
Todo comenzó cuando me di cuenta de que mi hijo fantaseaba conmigo y se masturbaba, y cuando me dejé llevar por la lujuria y le masturbé.
Llevaba ya tres semanas cada noche masturbando y chupándosela a mi hijo, cada vez me enganchaba más a esa droga que era el miembro erecto de mi hijo. Cada noche cuando mi hijo se corría yo iba al baño y me masturbaba pensando en lo que acababa de hacer, y cada vez que me corría no podía dejar de sentirme sucia, y la peor persona, pero cada noche volvía a entrar a la habitación de mi hijo para seguir alimentando su fantasía y también mi lujuria.
Sin embargó tras esas tres semanas sucedió algo que yo no esperaba y que podría ocasionar problemas.
Una madrugada mientras estaba en la habitación de mi hijo y mi lengua recorría de arriba abajo su miembro sentí como con su mano apretó uno de mis pechos. Aunque yo llevaba un camisón pude sentir como mi hijo apretaba mi pecho, y me di cuenta que en esas tres semanas mi hijo no me había tocado así…en realidad nunca me había tocado de una manera tan sensual. Se recreaba con cada caricia que me daba, con cada apretón, podía ver su cara de placer, y era distinta a la que le salía cuando yo se la chupaba, esta vez estaba disfrutando de mi mamada y de tocarme. Y aunque hasta ese momento, para mi esas noches eran solo un juego sexual…se convirtió en algo más serio…me atraía mi hijo y no solo la situación.
Paré, el darme cuenta de que esto se salía de control, de que mi hijo me atraía y yo atraía a mi hijo, tuve que parar.
—¿Qué pasa mamá…te has enfadado?
—Me has tocado una teta— no sabía que decir— nunca lo habías hecho.
—Lo siento mamá…¿está mal?
Me levanté de la cama —mañana hablamos cariño, descansa.
Tenía que pensar en lo que había pasado, sé que solo me había tocado un pecho, pero aún así la forma en que lo hizo y su cara me decían que no me veía como su madre, me veía como una mujer. Y yo a el como un hombre.
Con todos los pensamientos que estaba teniendo en mi cabeza no podía acostarme al lado de mi marido, me avergonzaba. Así que bajé al salón, me serví una copa y me senté en el sofá a pensar. Sé que parece ridículo, ya le hacía sexo oral a mi hijo, pero si permitiera que me tocara él, que me diera placer, significaría que le aceptaba como hombre. Y no sabía si estaba realmente preparada para eso, tampoco sabía si seriamos capaces de parar antes de que fuera demasiado lejos, aunque ya lo fuera y sobre todo, ¿sería capaz de guardar nuestro secreto?
Sumida en mis pensamientos me asustó la presencia de Pedro, estaba parado en la puerta del salón —¿estás bien mamá? — preguntó algo preocupado. —¿He hecho algo malo?
—No cariño, no has hecho nada malo. Ven, siéntate a mi lado, vamos a hablar.
Se sentó a mi lado. No sabía como empezar esa conversación. No creía que ninguna madre se hubiera enfrentado a esta situación. Finalmente, me atreví a comenzar, le expliqué mis sentimientos hacía él. Y acerca de la línea que estábamos a punto de cruzar. Le expliqué lo grave que era esta situación, lo que pasaría si alguien llegara a enterarse, y le dije que si tenia dudas era el momento de decirlas, y nunca más hablaríamos ni haríamos referencia a lo ocurrido entre nosotros. Que lo amaba, que era lo más importante para mi, y si esto paraba no pasaba nada por que siempre iba a estar a su lado. Mi hijo me miró a los ojos, mi corazón se detuvo y dijo:—Te quiero mamá y no quiero parar nunca— nos fundimos en un abrazo madre e hijo pero también de amantes. Cuando nos separamos y nos miramos yo ya no veía sólo a mi hijo, veía a mi amante.
Y sin ninguno de los dos pensarlo nos fuimos acercando hasta que nuestros labios se juntaron y nos besamos. Nuestras lenguas se buscaban, jugaban, intercambiábamos saliva, me acariciaba los pechos y yo él su cara.
Esa noche cada uno se fue dormir a su cama pensando en la nueva etapa que acababa de iniciar.
Al día siguiente yo ya había llegado de trabajar, mi hijo Pedro estaba en el instituto y mi marido no llegaría hasta las diez de la noche del trabajo. Sabiendo que estaría totalmente sola en casa decidí hacer la comida más tarde y subir a mi cuarto. Entré a mi habitación, en todo momento con mi hijo en la cabeza, me desnudé, me tumbé en la cama y con las piernas abiertas empecé a acariciarme. Empecé por mis tetas, me las tocaba y pellizcaba fantaseando con que era mi hijo, mi mano derecha fue bajando hasta mi entrepierna, empecé a acariciarme el monte de venus, fui bajando hasta mi clítoris y empecé a acariciármelo, en ese momento oí la puerta de casa abriéndose. Rápidamente me puse de pie, me puse un tanga, una bata y me la até.
Bajé al salón y me llevé una sorpresa al ver a mi hijo Pedro. Y ahí enfrente de mi hijo decidí que era el momento de darle acceso a mis pechos, me desaté la bata y la dejé caer completamente, dejando a Pedro ver el cuerpo semidesnudo de su madre. De repente me sentí avergonzada pero la mirada y la sonrisa de mi hijo hizo que mi sensación de vergüenza desapareciera y la felicidad ocupará su lugar.
Se acercó a mí y empezó a acariciar mis tetas, lo hacia con mucha delicadeza, tenía miedo a lastimarme, cerré los ojos y me preguntaba por que había esperado tres semanas para este momento. Cuando sentí los labios de mi hijo chupando mis tetas casi me desmayo de placer.
Al día siguiente el destino me preparaba otra sorpresa. Mientras estaba en el trabajo mi marido me llamó para decirme que tenía que viajar urgentemente a otra ciudad, que ese día no dormiría en casa pero que volvería al día siguiente. Inmediatamente le envíe un mensaje a mi hijo: ‘’Cariño, papá hoy no duerme en casa, yo llegaré a las 8, espérame en el salón…tengo una sorpresita para ti’’, acompañado de una foto de mi escote.
Al llegar a casa, grité en voz alta a Pedro que siguiera esperando en el salón, subí a mi habitación y me preparé para la sorpresa.
Entré al salón con un tanga blanco, medias de rejilla y tacones, sabía que le gustaría y no me equivocaba, él estaba desnudo y su polla al momento de verme su puso dura al instante.
Sin embargo, me confesó que se sentía un poco decepcionado, por que lo que deseaba era mirar mi coño, y rogándome me suplicó que me bajará el tanga. Y ¿Cómo podía resistirme?, le pedí que me lo bajara él.
Me invitó a sentarme en el sofá y me pidió que abriera mis piernas para él. Y aunque en mi mente me había estado preparando, todavía me asombraba lo erótico que era abrir las piernas delante de mi hijo.
Con mis piernas abiertas y mi coño expuesto, Pedro se acercó y empezó a introducir su lengua por mi coño, el mismo coño por el que él había salido años atrás. Sin previo aviso, empezó con su lengua a jugar con mi clítoris…mis labios…me comía el coño como todo un veterano!
Notaba lo mojaba que estaba por como sonaba mi coño a la comida de mi hijo.
Nos pusimos en la posición del 69, el arriba y yo abajo. Mientras el disfrutaba de mi coño, yo disfrutaba de su polla, entrando en mi boca, con mi lengua hacia círculos sobre su glande y el gemía, me la metía hasta el fondo, era un verdadero placer hacer una garganta profunda a mi hijo. Y demostrando nuestra química y complicidad ambos llegamos al orgasmo a la vez. La boca de mi hijo y el sofá se llenaron de mi flujo y mi boca se llenó de su semen, su leche calentita y espesa, sin pensarlo me la tragué toda.
Subimos a mi cuarto, Pedro se acostó en la cama y yo me puse de rodillas encima de su boca, dejándole comerme el coño a su placer. Volví a correrme y esta vez todo mi flujo cayó dentro de la boca de mi hijo, y mirándome a los ojos con el mayor erotismo y perversidad del mundo se lo tragó.
Me quité de encima de su boca y le besé, nuestros besos sabían a flujo y a semen. Pedro se separó, y me preguntó si podía frotar su polla con mi coño prometiendo no meterla.
Era increíble sentir la polla de mi hijo frotándose con mi coño, me sentía feliz y muy caliente, pero a la vez me sentía aterrada, todo lo que hacíamos tenia una justificación en mi mente, y además no había penetración, y en eso me excusaba para no llamar a lo nuestro incesto.
Pedro se corrió en mi barriga, se acostó a mi lado y me abrazó diciéndome que me quería.
Sin embargo, en ese momento solo una pregunta rondaba mi cabeza…
¿Hasta dónde llegaría todo esto?
No es fácil ser madre.
Continuará...
6 comentarios - No es fácil ser madre
❤️👌