Desconocida del 314 me acompañó y le di

Ahora vuelvo a ser hombre puro, sin pintura de labios, aunque cómo me gusta si alguna lectora me presta un lápiz labial.

Pero vamos a otra locura mía, esta vez con pantalones y calzoncillo. Una mañana de comienzos de año, antes de irme a Mar del Plata, tuve que levantarme temprano para un análisis en Olivos. Tomé el 314, largo viaje hasta la avenida Maipú y tras hacer mi chequeo, sangre, orina, hasta si se me paraba, me subí rápido al 314 para volver a casa, comer e irme a dormir, imaginen, temprano, ayunas, calor, viajazo, mujeres con cartera fina y perfume. Justamente ésta no era la cosa que más me jodía, pero contribuía a mi estrés. Pero igual, de tanto rodaje, empecé a cabecear en el largo y tedioso viaje y casi me quedo dormido. Y quién me despertó…

Justo antes de cruzar el puente de la Panamericana, una gorda pituca de las que quiero partir se sentó brutamente al lado mío, casi hunde el asiento, y ocupó un cachito del mío, con lo que me despertó de golpe. Encima fina, blusa, pollera, perfume al carajo, cartera de la concha. Y para más, tuvo la idea de pintarse ahí. Y atrevidonga, la señora me tocó el brazo viéndome dormido y me cargaba: "¿Eh, te estás durmiendo la siestita?", preguntó con voz chillona bien conventillera, que todo el 314 se enterara. Le dije que me levanté temprano con una voz que parecía más bien cogida de pernoctar en telo, mirá. La tipa me preguntó dónde bajaba, y de tan dormido, casi pelotudo que estaba, aprovechó y me ofreció a acompañarme a mi departamento apenas llegara a Villa Adelina, cerca de mi Carapachay. Y eso que de Avenida de Mayo son unas cuadras, pero gustoso acepté, claro, a las señoras se les dice siempre sí.

Pero ésta obvio no sólo quería un tipo de compañía, sino algo más. Me llevó caminando a Carapa, le dije mi dire, me llevó a casa y la invité a subir, tentadísimo de darle, pituca, gorda, recién maquillada. Y sí chicas, apenas entramos la intenté besar en la boca y para mi sorpresa, la mujer me dejó. Apenas sentí esos labios gordos y esa pintura roja brillosa ni dudé, la agarré, abracé, ella a mí, nos empezamos a manosear, ella locca me acarició la pija, y para qué. Apenas se me puso dura la pelé, la mujer dejó la cartera, se bajó solita tranqui la pollera y la bombacha, arremetí con furia, la aplasté contra una pared y tras obligarla a abrirse, le metí gordo salchichón que la hizo gemir y reír a carcajadas. Le di, di y di, y eyaculé con dureza semen a torrentes en su concha que ella mojó de su flujeada. Pero yo quise más, quería como soñé partirla. La llevé loco agarrándola del brazo con brutalidad, la arrojé en la cama, la tipa se terminó de excitar, me pidió que le arrancara la blusa y el corpiño, le volé todo a la re mierda y tras zambullírmele, la penetré con pijotaza gruesota y durota, reventé, cogí, violé, violoneé y eyaculé terrible semen en su vagina, mientras ella acababa de lo lindo a puro gemido y resoplada. Y antes de que dijera hasta luego, se la puse en la boca, le di semen, la mujer tragó y lamió mi pene y yo, a pedido, saboreé su vagina empapada. Después sí me calmé, nos besamos y dimos los celulares, a ver cuándo salimos, cenamos, ella se pone cuero y me la empomo bien. Vieron chicas, hay que levantarse tempranito. Siempre alguna señora hay para darte leche para desayunar. Y gratis.