No leiste la primera parte de "Chica de ciudad"? Son solo 10 capítulos y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPÍTULO 1
Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 19 años después de vivir un año en la gran ciudad desea seguir explorando la loca vida que ahora le toca llevar, llena de relaciones complicadas, deseos escondidos y fantasías por cumplir. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 1: Chica de pueblo
El sol pegaba fuerte en el patio de mi casa y el calor de verdad se hacía notar. Debía de hacer aproximadamente 35 grados y era imposible sobrevivir sin aire acondicionado o una buena pileta donde refrescarse. Por suerte en mi casa tenía de esas dos cosas. Era lo único que me gustaba de haber vuelto a mi pueblo para las vacaciones después de un excelente año viviendo en la gran ciudad. Extrañaba el ruido, el movimiento constante de gente, las calles con bares y locales abiertos, pero sobre todas las cosas extrañaba mis nuevas amistades.
Para despedir el año con los chicos decidimos juntarnos después de Navidad, el sábado 26. La reunión la hicimos en mi departamento con Guillermina, Maipi, Nicolás y Martina, una chica con la que Maipi cursaba dos materias a la cual decidió invitar y todas aceptamos sin problema. Fue la mejor despedida de año, con comida, tragos exóticos (a cargo de Martina), charlas sobre la facultad y obviamente algunas despotricadas contra el otro grupito, contra las personas que a pesar de todo habían decidido odiarnos solo porque sí.
Vanina y Laura se habían terminado convirtiendo en unas arpías para no decir algo mucho más violento (por más que se lo merezcan) y los chicos que las acompañaban eran Facundo y Lautaro, sus respectivos novios y Valentín, alguien que me había dado mucha pena perder, pero se dejó llevar por el pensamiento de los otros dos. Obviamente Facundo y yo teníamos historia y es por esa misma razón que Vanina me odiaba. “Algo de razón tiene” pensaba yo al recordar como yo me lo había encarado y le había comido la boca el día de mi cumpleaños por más que ellos ya eran novios en ese entonces. Pero el problema es que antes de que ella estuviese con él, había estado conmigo y desde mi punto de vista, era Vanina quien me había robado a mi chico. Pero la verdad es que para ese entonces ya no me importaba.
El otro chico con el que había tenido un pasado era Nicolás, pero era mucho más complicado, no porque había una tercera en discordia, sino porque Nico estaba empeñado en ser un inmaduro cuando se trataba de relaciones. Después de hacernos buenos amigos tuvimos nuestra primera vez en mi departamento y a pesar de que salimos unos pocos días, él se comportaba como un nene de cinco años a pesar de que en la cama era todo un macho. Yo, que no podía soportar ese comportamiento, le corté el rostro hasta mi cumpleaños cuando, después de besar a Facundo, tuvimos nuestra segunda vez. Pero en esa ocasión fue él quien se alejó de mí y decidió tomar algo de distancia. A pesar de todo nos seguimos llevando muy bien, pero cuando estamos los dos solos la tención se hace notar.
Pero por suerte para mi, apareció un tercer chico, Luciano el ayudante de cátedra. Un año más grande que yo y con un cuerpo que derrite y una carita hermosa, Luciano me conquistó en muy poco tiempo y después de que rindiera el último examen de su materia me invitó a tomar algo. “Ya no sos alumna mía” me dijo y yo accedí a su invitación y nos terminamos enredando en una noche muy caliente que superó todas mis expectativas. Pero lamentablemente eso fue un día antes de que me volviera al pueblo y desde ese entonces no nos volvimos a ver, a pesar de que no pase un día sin que nos mandemos mensajes, en especial mensajes muy calientes.
Sin embargo el año siguiente empezó y yo estaba atascada en mi pueblo sin saber muy bien qué hacer. Belén y Cintia, mis dos mejores amigas, parecían súper contentas de volver a su lugar natal, pero yo no podía soportarlo. A pesar de eso, nos juntábamos bastante seguido y pasábamos las tardes hablando y refrescándonos en la pileta. Nuestro tema principal de conversación eran Gabriel y Noelia. Él fue mi primera vez y salimos por un tiempo y ella había sido mi mejor amiga, pero ahora estaban de novios y nosotras no los podíamos ver. Manuel y Juan Pablo opinaban igual que nosotras y se habían alejado de su amigo porque les resultaba demasiado pegote con él. A pesar de eso, el pueblo me resultaba bastante aburrido.
La única atracción que podía llegar a interesarme era Ezequiel. Él era un chico con el que yo estuve antes de estar con Gabriel, pero nunca llegamos a concretar nada sexual. Después, cuando apareció Gabi, yo me alejé de él y ellos comenzaron una enemistad casi de golpe que sigue vigente hasta el día de hoy. A su vez, el año pasado yo estuve después de mucho tiempo con Eze y fue algo bastante caliente sobre el capot de su auto, por lo que tenía pensado repetirlo, pero Ezequiel se había tomado unas vacaciones bastante largas con su familia primero y sus amigos después y no iba a volver hasta la segunda quincena de Enero. Por lo que ni siquiera tenía con quien tener sexo para divertirme. Pero la sorpresa llegó el viernes 15.
Juan Pablo, que estaba en algo con Belén desde hacía un buen rato, nos invitó a su casa a hacer una buena previa y después salir a bailar. Nosotras, que no perdíamos oportunidad para divertirnos, decidimos aceptar y fuimos con la idea de pasar una buena noche. Lo que nunca me esperaba es lo que pasó cerca de las 6 de la mañana, cuando el sol empezaba a pegar.
Después de una previa estupenda, con muchísimo alcohol y muchísimas críticas a Gabriel y Noelia que no paraban de chapar, fuimos al boliche con la idea de romper la noche. Ahí adentro nos encontramos con un amigo de Cintia que estaba trabajando en la barra y de contrabando nos regaló muchísimos tragos, por lo que nuestro nivel de alcoholemia cuando empezó a amanecer ya era elevado. A la salida del boliche yo no entendía nada y cuando me tiré sobre los brazos de Manuel lo último que me esperaba era que él me besara. Me quedé perpleja unos segundos y después reaccioné.
- ¿Qué haces?- Le pregunté totalmente borracha.
- ¿Yo? Si vos me besaste.- Me dijo él de golpe.
- ¡Nada que ver!- Le respondí yo caminando en zigzag y él me abrazó rápido para no caerme al piso y cuando lo hiso nuestros labios se volvieron a juntar.
Los chicos caminaban varios metros adelante nuestro y ninguno se había percatado que dos de sus amigos se estaban besando de golpe cuando nunca antes lo habían hecho. Belén y Juan Pablo estaban muy acaramelados, Gabriel y Noelia caminaban lo más rápido posible en dirección al auto y Cintia seguía mirando al piso tratando de no perder el equilibrio de lo borracha que estaba. Entonces se me vino a la mente una idea que no podía salir mal.
- La llevamos primero a Cintia a la casa y cuando la dejamos nos vamos al medio del campo y lo hacemos adentro de tu auto.- Le dije con una sonrisa y lo volví a besar.
Él me devolvió el beso y después me preguntó qué tan en pedo estaba y cuando le dije que no me importaba que quería hacerlo con él de todas formas, Manuel comenzó a caminar y se subió a su auto con la idea de no perder ni un segundo. La dejamos a Cintia en la casa por más que eso implicaba desviarnos unas cuadras y después comenzamos a salir del pueblo por una calle que iba a unos campos y paró el auto en medio de la ruta de tierra listo para la acción.
Todo pasó tan de golpe que ni siquiera me acuerdo que fue primero. No recuerdo si él me besó a mi o yo a él, no recuerdo si él propuso inclinar mi asiento o si yo lo hice y tampoco recuerdo en qué momento comenzamos a sacarnos la ropa, lo único que recuerdo es que de la nada me encontraba arrodillada en el espacio que hay entre el tablero y el asiento del acompañante y que tenía la pija de Manuel bien dura en la boca.
Se la chupaba con muchas ganas, hacía varias semanas que no tenía sexo y estaba muy necesitada de ello. Es por eso que le mamaba la verga como loca, con un acelere total y el alcohol me volvía más sexual que nunca. Él se relajaba sobre el asiento que estaba inclinado casi a 90 grados y disfrutaba de cómo una de sus amigas borrachas le hacía un hermoso pete. Mis manos se movían por toda su pija que a pesar de no ser muy grande (de unos 15 centímetros), se alzaba bien recta por sobre su cuerpo. Mi boca entraba y salía de la escena, con chupadas cortas y más largas y pasándole la lengua por todo el tronco y obviamente los huevitos que se veían muy tentadores.
Pero mi calentura fue mucho más allá y me levanté como pude y rápidamente me senté sobre su cintura sintiendo como esa verga bien tiesa se metía adentro de mi conchita que estaba totalmente mojada. Manuel fue directo a mis tetas con sus manos, que colgaban a la altura de su cara y mientras mi cuerpo se movía, él las manoseaba fascinado de tenerlas frente a su cara. Me era muy difícil maniobrar en esa posición y mucho más teniendo en cuenta lo borracha que estaba, pero lo hacía con todas las intenciones de disfrutarlo.
Entonces giré mi cuerpo en el aire, dándole la espalda a él y con ayuda de su mano volví a sentarme sobre su cintura y una vez más mi conchita sintió el calor de su pija. Me agarré del respaldar del otro asiento y del cinturón de seguridad y comencé a moverme, ahora sí, con mucha más facilidad. Manuel apoyó sus manos en mi espalda y ayudaba a mis movimientos, que iban de un lado para el otro y de arriba hacia abajo sintiendo como su verga entraba y salía de mi cuerpo a toda velocidad. Comencé a gritar sin importar, después de todo estábamos a varios kilómetros de cualquier persona y lo hacía de manera muy exagerada.
- ¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Como me gusta!- Aullaba con toda mi garganta al mismo tiempo que me movía frenéticamente sobre su cuerpo.
Él seguía sin poder creer lo que estaba viviendo y se dejaba llevar por mi calentura que dominaba la situación. Pero la posición exigía mucho esfuerzo y yo estaba cansada y borracha, así que corté por lo sano y abriendo la puerta salí del auto y le dije que saliera él también. Acomodando rápidamente el asiento del acompañante, abrí la puerta trasera y me acomodé en cuatro sobre los asientos y Manuel no me dio tiempo a decir nada que me penetró bien a fondo y un nuevo grito salió de mi boca.
Me empezó a coger con toda su furia, a toda velocidad, totalmente sacado. Sus manos sujetaban mi cintura para que no saliera despedida para el otro lado del auto y su cintura golpeaba contra mi cola haciendo un ruido muy fuerte. Mis gritos revotaban en el interior del auto y su respiración agitada ahogaba el ruido de los pájaros que cantaban. Su pija entraba y salía de mi cola a toda velocidad y me ponía a gemir como una perra en celo. Manuel estaba muy zarpado.
De golpe sacó su pija de mi conchita y segundos después sentí como su semen calentito caía de su verga hasta mi cola que había quedado toda roja del golpe de su cuerpo. Una cantidad muy abundante de lechita bien espesa cayó sobre mi piel y fue desparramándose hasta mi conchita y después mis piernas. Sin poder reaccionar me quedé quiera por unos segundos y después me desplomé sobre el asiento mientras que él se alejaba unos pasos del auto y respiraba profundamente.
Mi cuerpo seguía alterado y excitado de lo que acababa de pasar, había sido todo muy de golpe y mi mente no había llegado a procesar el momento. El calor que sentía era una mezcla de las altas temperaturas de verano, con la excitación que sentía gracias al sexo. Seguía recostada en el asiento trasero del auto sin siquiera poder pensar en lo que acababa de vivir. Manuel, uno de mis amigos de la secundaria, alguien porque nunca sentí ningún tipo de atracción, alguien con quien nunca me imaginé tener una noche así. Sin duda el año había arrancado de una manera totalmente distinta a la que yo me esperaba, pero no podía negar que me estaba gustando.
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