Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
Todos los sentidos
Es tan lindo, tan sexy, tan hermoso. Tiene una cara divina, con unos ojos celestes y una sonrisa hermosa. Su cuerpo es perfecto, con las abdominales muy marcadas y unos brazos musculosos que te derriten. La malla que usa es cada año más corta y este verano de sungas, fue lo mejor. Estoy completamente atrapada por su cuerpo.
Me llamo Sol, tengo 18 años y mis ojos son adictos al galán del club. Todo empezó hace dos años cuando empecé hockey y me hice muy amiga de las chicas del equipo, en especial de Estefanía. Durante el año nos fuimos llevando cada vez mejor y cuando fui a su casa por primera vez me di cuenta que de verdad quería seguir llevándome bien con esa chica. Conocí a su hermano más grande, del que me había hablado en más de una ocasión, y enseguida me encantó.
Fabián es alto, flaco, con el cuerpo perfectamente trabajado y una carita preciosa con esos ojos claros y esa boquita que te tienta besarla. Pero además es un galán, se viste excelente y es el capitán y el goleador del equipo de futbol del club. Para todas las chicas era súper conocido y era el rey del club, pero para mí era un extraño que me moría por conocer.
Cuando empecé a integrarme más con el resto de las chicas y me invitaban a salidas, nos juntábamos en el club y empecé a entender que la fascinación por Fabián no era solo de mi parte. Clara y Vanina, otras dos chicas del equipo le tenían ganas hacía años, Soledad se lo había encarado una vez en pedo y Antonella le había dicho a Estefi que iba a ser su cuñada. Pero la envidia de todas era Silvina, del equipo de vóley unas categorías más grande que nosotras, que fue su novia durante un año y se dio el lujo de cortarle por un compañero suyo de la facultad que según me decían las chicas, estaba más bueno todavía.
Dada mi amistad con Estefanía, empecé a ver más seguido a Fabián y me gustaba cada vez más. El año que terminé la secundaria y me fui a Bariloche no le di tanta bola al hockey, pero me seguía viendo con ella y con las chicas y verlo a él era una de las mejores cosas. Pero este año que empecé a ir al club nuevamente, tengo la suerte de que nuestros entrenamientos coinciden con los suyos. Definitivamente el destino quiere que yo siga viéndolo y me siga deleitando con su cuerpo.
Nunca fui la mejor en cuanto hablamos de chicos. Nunca tuve novio, nunca una relación seria y a pesar de que estuve con algunos, nunca conseguí que alguien me volviera tan loca como él. Ver su cuerpo transpirado después de cada entrenamiento, su pecho y sus abdominales bronceados en el verano y su sonrisa constante cada vez que me lo cruzo por ahí, hicieron que me fuera imposible interesarme por otra persona durante los últimos 2 años y medio.
¿Fabián sabe que existo? ¡Obvio que sabe! Me conoce por mi nombre, me saluda cada vez que me ve y grita mis goles o los de su hermana cuando yo le doy un pase. Pero no me ve con los mismos ojos que yo lo veo a él. Para Fabi yo soy la amiga de su hermanita y eso significa que soy una simple nena. Para colmo está la estigmatización que crearon las chicas de vóley, de que todas las de hockey somos unas tontitas y ellas son unas diosas sexuales. ¡Por favor! Lo que las chicas de vóley no saben es que yo sé muy bien como calentar a un chico y como darle placer.
Pero hay algo en el sexo que me llama la atención y que me vuelve loca. Cuando salí en 5to año de la secundaria con un ex-compañero, solíamos buscar poses o cosas para hacer en el sexo. Así llegué a un video que me llamó la atención, donde él le tapaba los ojos a ella y jugaba con su cuerpo, sus otros sentidos. El chico le pasaba una flor por la nariz, se ponía crema sobre el cuerpo, la tocaba en lugares sensibles y le decía cosas al oído, la excitaba aprovechando los cuatro sentidos.
Sin embargo Fabián parecía imposible y eso hacía que me gustara cada vez más y más. Lo veía casi todos los días en el club, corriendo y entrenando, hablando con sus amigos, quedándose en cuero después de correr, sonriendo al verme pasar. Me estaba volviendo loca. No fue hasta una fiesta que organizamos con las chicas, que definitivamente me di cuenta que estaba obsesionada con él.
Estefanía y Vanina pusieron la idea para juntar plata para un viaje que teníamos a Mendoza y as todas nos gustó enseguida. Hacer una fiesta, vendiendo entradas y encargándonos de la barra fue la mejor alternativa. Muchísima gente vino y cuando nos dimos cuenta estábamos vendiendo alcohol a lo loco. Obviamente el capitán y estrella del equipo de futbol no podía faltar y Fabián estaba allí, parado frente a la barra y conversando con sus amigas y algunas de las chicas del equipo.
En un momento él se aleja de los demás y yo decidí seguirlo para ver a donde iba. Entró en el cuarto donde solían guardar las cosas el equipo de futbol y me atreví a seguirlo para ver que estaba haciendo. Me sorprendí al encontrarlo prendiéndose un porro, pero ni bien me vio entrar en el cuartito, intentó disimularlo. Le dije que no había problema, que no iba a decirle a nadie y cuando me preguntó que hacía ahí le confesé que lo había seguido porque quería saber a dónde iba. Fabián estaba algo borracho, pero aún mantenía su postura y su forma de ser.
- Vos sos la más linda de las amigas de mi hermana.- Me dijo y se paró frente a mí y sentí su respiración en mi cara.- Por favor, no le digas a nadie que me viste acá con esto.- Dijo después y levantó la mano en la que tenía el porro.
- Te prometo que no le voy a decir a nadie.- Le respondí yo y sonreí.- Como si no hubiera visto nada.
Entonces Fabián me sonrió y elevó su otra mano hasta posar sus dedos sobre mis párpados y los bajó lentamente para dejarme a oscuras. Entonces su respiración se acercó más a la mía y me encajó un beso rápido, pero que llegó a dejar mis labios calientes. “Gracias” me dijo al oído y después de eso sus pasos se alejaron y escuché como la puerta del galpón se cerraba una vez que salió. Así como estaba me apoyé contra la pared y fui cayendo contra el piso hasta quedar desplomada en el vacío lugar…
Pero Fabián seguía ahí, no se había ido y antes de que pudiera hacer algo se acercó de nuevo a mí y me dijo que no abriera los ojos, que tenía una sorpresa para darme. Una vez más sus labios tocaron los míos pero en esa oportunidad lo hicieron de una manera mucha más intensa y profunda. Sentí la humedad de su boca y la respiración de su nariz en mi rostro mientras que sus manos recorrían mis brazos hasta llegar a mis manos. Entonces mis dedos sujetaron una remera del equipo que estaba a mano y a pedido de Fabián la llevaron a mi cabeza hasta que me vendé los ojos para no poder abrirlos y espiar.
De golpe perdí el control total de la situación y todo había quedado en manos del hermano de mi amiga, que seguía rozando la yema de sus dedos sobre mi piel. La ropa empezó a molestarle y de a poco me la fue sacando, hasta que quedé en ropa interior y así fue bajando con sus manos hasta llegar a la mis tobillos. Él no decía nada, pero su respiración y sus movimientos se hacían notar.
Tomó una pelota y la pasó por todo mi cuerpo provocándome una risa para luego decirme que eso no era sensual, pero que le encantaba verme reír. Luego, sacó una pluma de algún lado y acarició con ella mis piernas, las cuales se estremecieron frente al cosquilleo y me llevó a abrirlas aún más. Sus dedos también seguían recorriendo mi piel y sentía como me iba calentando con cada movimiento.
- Sentí.- Me dijo y yo respiré profundamente para captar el olor de una flor que entró por mi nariz.
Luego esa flor rozó mi frente y bajó delicadamente por mi cara y mi cuello hasta que llegó a mis hombros y se mezcló con los besos de Fabián que se sentían cada vez más húmedos. Su boca fue bajando de manera muy lenta, mientras que mis pezones se endurecían y mis piernas se abrían para darle lugar y cuando llegó a mi entrepierna sentí un aire caliente invadir mi cuerpo y supe que acababa de soplarme, algo que hizo que me retorciera de placer.
Su lengua fue el primer contacto que tuvo con mi concha y cuando lo hizo no pude evitar una risita estúpida. “Tranquila” me dijo después y mientras sus dedos seguían acariciando mi cuerpo, su boca volvía a ser la protagonista del momento, dándome besos y calentándome por completo. Se sentía sumamente placentero y mi cuerpo se relajó por completo frente a él que sin lugar a dudas sabía lo que hacía. Su lengua me encantaba, me cautivaba y me hacía prisionera de su voluntad.
Fabián se paró y luego se unos segundos me pidió que abriera la boca y entonces supe lo que iba a hacer. Se acomodó frente a mí y sentí como su pija entraba en mis labios y me abría aún más la boca para hacerse lugar. Levanté mi lengua y comencé a chupársela mientras que él movía suavemente su cintura hacia adelante y hacia atrás cogiéndome la boca. Se sentía enorme y bien dura y me moría de ganas de tenerla adentro mío.
Entonces él me dijo que me recostara sobre el piso y acostándose sobre mí, me penetró haciéndome ahogar un grito hermoso de placer. Comenzó a moverse lentamente para ir aumentando su velocidad en cuestión de segundos. Mis gemidos aparecieron enseguida y sentí como todo mi cuerpo se encendía mientras la verga de Fabián entraba y salía de mi cuerpo. Su respiración agitada entraba en mi cabeza y el calor de su cuerpo se transmitía al mío.
Me di vuelta. Me coloqué en cuatro sobre el piso helado de ese cuartito y él rápidamente me penetró arrodillándose atrás de mí. Incliné mi cuerpo hacia adelante y sentí como su verga entraba en mi conchita empapada y me volvía loca de placer. Mis gemidos se oían y hacían eco sobre las estanterías de madera y metal. Mi cabeza se aplastaba contra el piso frío. Fabián aceleraba sus movimientos y me cogía cada vez más rápido, cada vez más duro.
- ¡Ay si!- Gemí de golpe y acabé en un orgasmo que hizo que todo mi cuerpo vibrara…
Me saqué la remera de la cara y abrí los ojos para darme cuenta que me encontraba completamente sola y desnuda en el cuertito donde el equipo de futbol guardaba sus cosas. Me vestí lo más rápido que pude y secándome la humedad de mis piernas con la remera volví a salir para ir a la fiesta. Había sido todo parte de mi imaginación, había llegado a sentir todo eso gracias a mi mente, pero no había sido real. Lo único que de verdad había sucedido había sido el beso que él me había dado y el orgasmo al que yo había llegado.
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