Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 10: La última lección
Luego de haberles dado un show a tres de los mejores amigos de mi novio, parecía que habíamos llegado a lo máximo de nuestro apogeo sexual. Fue entonces cuando tuvimos dos de los mejores meses de nuestras vidas sexualmente hablando. Septiembre y Octubre de ese año se convirtieron en noches de muchísimo placer en las que cada día vivíamos una aventura nueva. Jugábamos con juguetes que comprábamos para estimularnos. Volvíamos a ponernos viejos trajes crenado historias nuevas o repitiendo algunas de nuestras favoritas. Nos tocábamos y nos besábamos todo el cuerpo provocándonos placer a tal punto de que no necesitábamos la penetración. Llamamos a viejos amantes como Natalia o Gabriel y buscamos personas nuevas para abrir nuestra relación.
Pero sin dudas los espectáculos que brindamos fueron excelentes. Al parecer Lucas, uno de los amigos de mi novio, quedó fascinado con el primer show y le comentó a Francisco que no tenía problema en presenciar otros si así lo queríamos. Fue en ahí cuando volvimos a llamarlo para recibirlo en nuestra pieza y obligarlo a que se sentara en la silla y nos mirara darnos placer con un enorme consolador que terminó en mi cola mientras mi novio me cogía por la conchita.
En otra ocasión nos atrevimos a provocar a un taxista que nos propuso dar una vuelta para que nosotros tuviéramos tiempo de hacer lo nuestro. El problema fue que nosotros estábamos tan calientes que no queríamos hacer algo cortito y él terminó frenando en una oscura calle para apreciar el espectáculo desde el espejo retrovisor. El clímax llegó cuando yo montaba a Francisco de espaldas y descubrí que además de mirar, el muy asqueroso se estaba pajeando y lo ayudé a acabar diciéndole al oído que quería ver como llenaba todo el volante de leche.
Un tercer espectáculo se dio en una noche despejada en un parque, en donde nos animamos a desnudarnos parcialmente para poder hacerlo en un banco que estaba en el centro de este. Obviamente algunas personas pasaban y miraban la situación pero ninguna se animó a quedarse observando el espectáculo. Sin embargo dos chicos no solo apreciaron la imagen de Francisco cogiéndome en cuatro sobre el banco sino que me dijeron que yo era la chica más hermosa que habían visto en sus vidas, algo que me ayudó a llegar al orgasmo minutos más tarde.
En Noviembre continuamos nuestras aventuras y luego de experimentar con un plug anal que vibraba y con una paleta corta que me dejó la cola completamente roja, nos recostamos en la cama con el pecho agitado a disfrutar de nuestros respectivos orgasmos. Fue en ese entonces cuando a Francisco le salió la sinceridad de adentro y me confesó que aún tenía una fantasía más que quería cumplir conmigo. “Creo que es la última” me dijo y dejó expectante su deseo para confesármelo segundos más tarde luego de que le rogara unos segundos.
- ¿En serio me decís?- Le pregunté yo mirándolo a los ojos.
- Sí mi amor. Pero si vos no querés…- Me respondió él sin entender si mi cara era de rechazo o de aprobación.
- Ay Francisco no seas estúpido.- Le dije yo riéndome.- ¡Me probé miles de trajes, usamos cientos de juegues, cogimos en frente de tus amigos, invité a nuestra vecina a un trío y el otro día te dejé que me acabaras en las tetas en medio de un parque! ¡¿A vos te parece que voy a tener problema en hacer eso?!
- ¡Tenés razón mi amor!- Me dijo él riéndose también.- ¡Sos única!- Agregó y me besó.
Ese fin de semana de finales de Noviembre invitamos a mi amiga Ailín y a su novio Gastón a comer a nuestra casa. La cena comenzó tranquila, conversando los cuatro de distintas cosas y divirtiéndonos un poco con algunas anécdotas de Gastón quien sin dudas era muy divertido. Para la picada abrimos algunas cervezas que por culpa del calón se terminaron casi al instante. Ya para la cena decidimos sacar dos botellas de vino que con el correr del tiempo se fueron vaciando. Luego del postre Francisco trajo una botella de champagne con la que brindamos y antes de volver a llenar las copas comenzó la conversación más interesante de la noche.
- ¿Te conté de la otra noche?- Me dijo Ailín cuando las dos entramos en la cocina para llevar los platos sucios mientras que Francisco y Gastón ordenaban la mesa.- Hice lo que me dijiste y cogimos en frente de un conocido del trabajo de Gastón. ¡Excelente!
Ailín y yo nos habíamos convertido en grandes amigas en la facultad y esa amistad había aumentado con el tiempo hasta tal punto de ser confidentes la una de la otra. Nos contábamos muchísimas cosas y compartíamos nuestros deseos y fantasías sexuales con el fin de incentivar a la otra a hacer cosas nuevas. Fue ella la que me comentó que había sumado una chica a la relación con el fin de revivir la pasión y yo le devolví el favor diciéndole lo bien que la había pasado la noche que cogimos con Francisco en frente de sus amigos Lucas, Juan Manuel y Ezequiel.
- El flaco no dijo nada, miró todo desde la silla y al final nos felicitó por lo que habíamos hecho.- Me terminó de contar Ailín luego de hacerme un resumen de lo que había pasado.
- ¡Qué bueno! ¡Viste que lo ibas a disfrutar!- Le respondí yo.
- ¡Para!... ¿Vos…?- Dijo ella pero se quedó callada y miró al costado para comprobar que nuestros novios seguían en el comedor.- ¿Ustedes no nos habrán invitado para que los veamos?
- De hecho no.- Le dije yo riéndome. Pero no podía mentirle a mi amiga.- En realidad con Francisco teníamos pensado otra cosa. Pero, la verdad… Ahora tengo dudas si es lo que deberíamos hacer.
- ¿Qué cosa habían pensado?- Me preguntó ella intrigada.
- Y… La idea era poder pasar la noche los cuatro juntos. Poder gozar con la pareja del otro mientras vemos a nuestra respectiva pareja disfrutar en frente de nosotros.- Le confesé yo.- Pero capaz que ustedes no están interesados.
- ¿En serio me lo decís?- Me preguntó ella sonriendo.
- Sí.- Le dije yo levantando los hombros.
- Vení. Seguime el juego.- Me dijo ella agarrándome de la mano y llevándome de nuevo al comedor.- Esto los va a volver locos a los dos.
Entramos a la habitación donde estaban Gastón y Francisco y Ailín les ordenó que se sentaran en dos sillas que puso bien en frente del sillón. Me paró a mí frente a ella y luego de que nuestros novios se acomodaran sin entender, me besó. Fue directo, sencillo, simple, pero efectivo. Luego de darme un beso por unos segundos se alejó de mí y miró a los chicos que tenían los ojos completamente abiertos. Entonces esperó a que yo reaccionara y cuando lo hice me acerqué a mi amiga y la besé, esta vez haciéndolo de manera mucho más apasionada, colocando mis manos sobre su cuello y pegando mi cuerpo al suyo.
- ¡Apa! ¡Que linda sorpresa!- Dijo Gastón mientras mi boca se abría y la lengua de Ailín entraba para jugar con la mía.
Ella me abrazó a la altura de la cintura y nos seguimos besando mientras que ellos miraban sin poder dar mucho crédito a sus ojos. Una de las manos de Ailín bajó hasta mi cola y la sujetó con fuerza mientras que yo me animé a bajar una de las mías hasta su pecho y agarrarle una de sus enormes tetas. A pesar de la sorpresa inicial, conseguí relajarme y dejarme llevar por la impulsividad de mi amiga, que sin dudas estaba dispuesta a todo.
Nos recostamos en el sillón, ese mismo sillón que había sido escenario de otro show increíble y continuamos calentándonos y subiéndole la temperatura a nuestros novios. Entre besos y toqueteo, ellos miraban y se iban poniendo cómodos ya que a pesar de que nosotras jugábamos solas, sabían que en cualquier momento los íbamos a invitar. Ailín abrió mis piernas con sus manos pasó sus dedos por mis muslos hasta llegar a mi cintura causándome una ola de calor que invadió todo mi cuerpo. Nuestros labios seguían encontrándose en besos cada vez más húmedos y sus manos no paraban de tocarme.
Me sacó la remera y siguió bajando con sus labios hasta mis hombros y entonces observé por primera vez a nuestros novios. Gastón observaba sonriente la situación, se notaba que disfrutaba a pleno de lo que estaba sucediendo y que le excitaba mucho vernos así. Francisco estaba más bien serio, pero admiraba cada detalle de lo que sucedía y sabía que en el fondo estaba prendido fuego. La boca de mi amiga llegó hasta mis tetas y desprendiéndome del corpiño las empezó a lamer.
- ¿Te gustan amor? ¿Te gustan estas tetitas?- Le preguntó a su novio luego de pasarles la lengua y él enseguida le dijo que sí.- Son más chiquitas que las mías, pero muy lindas.- Agregó después sacándose la remera para volver a pasar su lengua por mis pezones.
- Muy lindas.- Acotó Gastón que se sentía como en su salsa.
- ¿Y a vos? ¿Te gustan mis tetitas?- Le preguntó entonces Ailín a mi novio y se desprendió del corpiño.
Francisco le dijo que sí pero de manera mucho más simple. Entonces ella se levantó del sillón y caminó lenta y sensualmente hasta donde estaba él y le se agachó hasta ponerle las tetas en la cara. Francisco enseguida elevó sus manos e intentó agarrarlas pero ella las corrió de lugar diciéndole que no las tocara. A pesar de eso, siguió estampándole sus enormes gomas en el rostro de mi novio mientras que yo veía la imagen completamente sorprendida. Después de eso se sentó encima de él y lo primero que Francisco hizo fue atinar a sacársela de encima. “No hay problema” le dijo en ese momento Gastón y Ailín pasó los brazos por los hombros de mi novio y lo besó.
Sentí nuevamente esa sensación hermosa que había sentido la primera vez que Natalia había tocado a mi novio y lo había usado como objeto sexual. Me calentó muchísimo ver como él se sentía asustado pero a la vez intrigado por el deseo y como Ailín lo tenía en la palma de su mano. A pesar de la aprobación de Gastón, Francisco no se animó a ponerle una mano encima a mi amiga hasta que ella lo agarró de las muñecas y llevó sus manos hasta su cola. En ese momento yo miré al novio de mi amiga y con el dedo índice le indiqué que se acercara hasta mí. Ahora me tocaba a mí divertirme con él.
Gastón estaba mucho más suelto que Francisco y se notaba. Se acomodó encima de mí y nos fuimos recostando en el sillón hasta quedar cómodamente acostados y así empezar a besarnos con locura. De golpe dejé de ver lo que sucedía entre mi amiga y mi novio y me dediqué a disfrutar de los labios de mi nuevo amante, quien sin dudas estaba completamente encendido. Sus dedos no tardaron en apoderarse de mi piel, recorriéndola de arriba abajo y sus labios me humedecieron más los míos al mismo tiempo que notaba entre sus piernas un bulto hermoso.
Fue bajando con su cuerpo hasta llegar a mi cintura. Su lengua fue tomando protagonismo a medida que pasaba por cada centímetro de mi piel, lamiendo mis pezones y mi ombligo. Me desprendió del pantalón y me dejó en ropa interior en cuestión de segundos, admirando mi delicada y diminuta tanga y sonriéndome en señal de aprobación. “¡Que linda que sos!” me dijo mientras que a menos de un metro de nosotros su novia seguía comiéndole la boca al mío. Se colocó entre mis piernas y disfruté del poder de sus labios.
Mi amiga me lo había dicho, me había contado lo que se sentía, pero era diferente vivirlo en carne propia. Gastón era excelente. Su boca, sus labios, su lengua y sus dedos se movían en una perfecta sincronía abarcando todo mi cuerpo y haciéndome vibrar. Sus labios besaban mis muslos mientras que sus dedos penetraban mi cuerpo. Su lengua subía hasta mi clítoris al mismo tiempo que sus labios rozaban los míos. Sentía su respiración caliente sobre mi piel y sus manos me sujetaban con fuerza. Yo gemía y gemía de placer, mordiéndome los labios y cerrando los ojos para disfrutar al máximo.
Cuando los abrí me sorprendí al ver que nuestras parejas también habían avanzado. Ailín se encontraba arrodillada frente a Francisco y sostenía en su mano la pija bien dura de mi novio. Se la metió en la boca y empezó a chuparla con ganas, subiendo y bajando su cabeza y lamiéndole la punta como si fuera un helado. En ese momento los ojos de mi novio se abrieron y nuestras miradas se cruzaron. Amé verlo disfrutar de esa manera, me sentí sumamente excitada y él sintió lo mismo, ya que la expresión de su rostro reflejaba puro placer.
Gastón se levantó y subió nuevamente por mi cuerpo para comerme la boca. Luego se paró al lado mío mientras yo me sacaba la tanga empapada y él se desvistió por completo para demostrarme por qué Ailín siempre lo alaba. Su pija era enorme, de unos 20 centímetros de largo y era bien gruesa. Sin dudas no pude contenerme de tomarla con mi mano y empezar a pajearlo mientras que él se terminó de sacar el bóxer y caminó hasta quedar frente a mi cuerpo. Yo permanecía acostada en el sillón por lo que él tuvo que inclinarse hacia adelante y de golpe tuve su pija adentro de mi boca.
Sin dudes tuve que abrirla bien grande para que me entrara y aun así no pude saborearla por completo. Era tan grande y estaba tan dura que no me entraba, sin embargo yo la chupaba con mucho entusiasmo al mismo tiempo que él gozaba de mi boca. Francisco y Ailín también habían cambiado de roles ya que, a pesar de que no los veía, podía escuchar los gemidos de placer que indicaban que él la estaba volviendo loca con su boquita. Mientras tanto yo seguía complaciéndome con la enorme pija de Gastón, pero no podía esperar a sentirla adentro de mi cuerpo.
Me senté rápidamente contra el borde del sillón y me recosté sobre el respaldar abriendo mis piernas. “¡Que ganas de cogerte que tengo!” dijo el novio de mi amiga y se inclinó delante de mí para penetrarme con su enorme pija. No pude aguantarme un gemido de placer inmenso al sentir como toda esa verga me abría de par en par. Gastón se empezó a mover rápidamente hacia adelante y hacia atrás y en cuestión de segundos me cogía muy aceleradamente. Mis gritos inundaron toda la habitación y se hacían oír por sobre los de mi amiga que permanecía sentada en la silla disfrutando de la lengua de mi novio.
Era increíble el placer que sentía en ese momento. No era solo la enorme pija de Gastón penetrándome una y otra vez hasta volverme loca, era mucho más que eso. Era que el novio de mi mejor amiga me estuviera cogiendo con esa energía mientras que en frente nuestro ella se estuviera sentando sobre la pija de mi novio que acababa de acomodarse en una silla. Todo era sumamente excitante y estimulante y mi cabeza solo podía pensar en disfrutar.
Mientras que yo me acomoda en cuatro sobre el sillón y Gastón se arrodillaba detrás de mí para penetrarme nuevamente, mi novio estaba sentado en una silla con Ailín saltándole encima. Sus tetas se bamboleaban frente a su rostro del mismo modo que lo había hecho al principio pero esta vez él las sujetaba con fuerza y las lamía con ganas. Ella se sujetaba del respaldar de la silla y tiraba su cuerpo hacia atrás mientras se impulsaba hacia arriba y hacia abajo con los pies para brincar y caer nuevamente sobre el cuerpo de Francisco.
Gastón me tomó con fuerza de la cintura y me empezó a coger tan deprisa que me agarró desprevenida. Yo pegué un grito que mezclaba dolor y placer y me derrumbé sobre los almohadones para morderlos con fuerza. “¡Si! ¡Así! ¿Te gusta? ¿Te gusta?” me preguntó él y yo le respondí que sí entre gritos y gemidos ahogados por los almohadones del sillón. Sus manos me sujetaban con fuerza y su pija entraba y salía de mi cuerpo con cada golpe que él daba contra mi cola. El calor invadía mi cuerpo en un perfecto orgasmo que estaba a punto de llegar.
Volví a mirar a mi novio y me sorprendió ver que él era ahora quien dominaba a mi amiga. La había obligado a ponerse en cuatro en el piso y él la cogía con violencia arrodillado detrás de ella, de la misma forma que Gastón me cogía a mí. Sus manos sujetaban con fuerza la cintura de Ailín que se arqueaba por completo. Ella lanzaba suaves gemidos de placer que de golpe invadieron mi mente. Al mismo tiempo que la verga de mi amante entraba en mi húmeda conchita, la de mi novio lo hacía sobre la de su amante. En ese instante miré a Francisco a los ojos y vi la lujuria en sus ojos y me di cuenta de lo mucho que estaba gozando en ese momento. Mi novio me devolvió la mirada y en tan solo un segundo sentí un latigazo de placer inmenso que me hizo acabar con un grito bien agudo.
Gastón y Francisco nos siguieron cogiendo hasta dejarnos locas de placer y cuando las dos no dábamos más nos acostamos en el piso boca arriba una al lado de la otra. Ellos se arrodillaron al lado nuestro y se empezaron a pajear sobre nuestros cuerpos para cubrirnos de semen. Nosotras respirábamos agitadamente y nuestras tetas subían y bajaban entre sonrisas y cosquilleos. Miré a mi amiga y observé la felicidad de poder compartir uno de sus mayores deseos conmigo y me animé a besarla una vez más. En ese instante Gastón acabó en gran parte sobre mi cuerpo cubriéndome el pecho de leche espesa y calentita. Segundos más tarde mi novio comenzó a lanzar desde su pija todo el semen que tenía acumulado y nos bañó a ambas de blanco. Nosotras sonreíamos y disfrutábamos del momento.
Los cuatro nos quedamos recostados en el piso respirando aceleradamente y disfrutando aun de nuestros respectivos orgasmos. Miré primero a quien había sido mi amante y lo noté completamente relajado apoyado contra el sillón. Luego giré mi cabeza para observar a Ailín y noté en ella la misma felicidad que yo sentía cada vez que Francisco me cogía. Por último observé a mi novio y en el vi mi complemento, mi todo y supe en ese instante que podía compartir cualquier cosa con él y que iba a ser totalmente placentera. Esa noche aprendí mi última lección. Acostada en el piso de mi casa y cubierta de semen de mis dos amantes aprendí que me encanta el sexo.
FIN
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