Relato lindo de otro lado
Madrugada del viernes al sábado. Introduzco la llave en la cerradura y abro la puerta de casa. No digo nada al entrar, pero tampoco evito hacer ruido, quiero que sepa que he llegado.
Me quito la ropa en el hall de entrada. Todo queda revuelto en el suelo excepto los Louboutin Crossfliketa negros que me regaló. Subo la escalera taconeando, completamente desnuda, quiero que sepa que estoy llegando. La tarde anterior le dije, en un escueto mensaje, que no saldríamos a cenar pero que me esperase despierto en casa. No le dije nada más, él no necesita explicaciones.
Desde el quicio de la puerta observo la tenue luz de la lámpara encendida en la mesita y a él tumbado en la cama, desnudo, con las manos detrás de la cabeza y una tremenda erección. Me mira y sonríe. Me pregunta si lo he pasado bien; no respondo, solamente le devuelvo una pícara sonrisa.
Me tumbo a su lado, boca abajo, mostrándole mi prominente trasero, recién usado, recién disfrutado. Mi boca se acerca a su oreja y comienzo a susurrar, a la vez que su mano derecha desaparece de su nuca y comienza un lento baile en su pene:
He llamado a mi ex, tiene nuevo deportivo y sabes como le pone presumir de sus juguete s nuevos. Me ha recogido al salir del trabajo, ese coche apesta a nuevo; él sabe que ese aroma emborracha a las mujeres, pero no a la clase de mujer que soy yo, aunque ese es nuestro secreto, cariño (sonrío y suelto aire a la vez que muerdo suavemente el lóbulo de su oreja).
Hoy no me apetecía ninguna clase de convencionalismos, así que solamente ha hecho falta una mirada y media sonrisa para que entendiera que debíamos ir directamente a su piso. Al llegar ha sido tan poco original como lo era antes: botella de champagne y luces apagadas. Pero esta vez he cambiado las reglas y he vuelto a encender la luz de la habitación. Tieneun enorme y maravilloso espejo lateral en su habitación, y no quería perder detalle de nada, para poder después explicártelo como mereces.
No paraba de buscarme la boca para besarme, el muy imbécil aún no se ha dado cuenta que ya no es a él a quien amo, pero es genial que lo siga creyendo, se entrega por completo, que es lo que importa. He accedido a besarle solamente para ponerlo aún más caliente de lo que estaba; repetía la misma cantinela de siempre: que como yo no hay ninguna, que no entiende que no tenga pareja, que cualquier hombre mataría por follarme. Él interpreta mi sonrisa de suficiencia como otra pequeña conquista, cuando la conquista es mía.
Me arranca la ropa con prisa y comienza a besar y lamer cada centímetro de mi piel, despacio va bajando hasta hundirse en mi entrepierna, succionando suave al principio e incrementando el ritmo. Pienso en ti mientras lo hace, y me excito tan de sobremanera que mis gemidos comienzan a ser pequeños grititos de placer mientras me retuerzo y tiro de su pelo. Lo que quiero es que me meta la polla hasta el fondo, y es lo que hace. Mi vagina está muy mojada y a él le encanta esa sensación. Después de unos minutos de sexo rítmico y diferentes posturas, echo el culo hacia atrás y le miro directamente a los ojos. Sabe lo que pido. Con falsa furia y dominación me agarra de las caderas y me da la vuelta, poniéndome a cuatro patas, abre mi culo y comienza a penetrarme lentamente, ya sabes que al principio me duele un poco. En unos segundos estoy sintiendo tanto placer que me la clava hasta el fondo.
Su mano comienza a incrementar el ritmo en su pene, está escuchándome pero ya no está a mi lado, ahora ya ha entrado en el trance de la otra habitación. En ese momento es cuando acerco mi pecho a su cara y rozo su mejilla, con cuidado de no tocar donde no debo y sacarlo de su fascinación. Ahora es su momento y él lo sabe: he vuelto a casa sin ducharme y quedan saldos del perfume de otro hombre en mi piel, eso le ayuda a trasladarse donde ahora mismo está, allí. Sigo susurrando la crónica, quiero que se plazca de ella:
Mientras me está follando el culo le digo "eres el regalo que quería", y eso incrementa su pasión y su furor; él cree que es un regalo, cuando el regalo es lo que estoy haciendo para ti, me gusta hablarte de ello tanto como estar follando con él, porque estoy preparando el escenario que más te gusta. Cuando ya no puedo más, comienzo a hacer círculos con mi dedo índice sobre mi clítoris, estoy muy caliente y no quiero retrasar más el clímax. A los pocos segundos me corro tan salvajemente que expulso un grito apasionado, es un orgasmo corto pero muy intenso, estás en todo momento en mi cabeza y saber que es esto lo que quieres aún me excita más de lo acostumbrado. A los pocos segundos él convulsiona en un orgasmo bastante mojado, como si hiciera tiempo que no follara, me llena el culo de leche, noto el calor de su corrida dentro de mí.
Ahora paro de hablar y solamente jadeo cerca de su oreja, está a punto de correrse. Deseo tanto su placer como lo deseo a él. Le encanta que mis pezones duros rocen su cara y sus labios mientras disfruta su momento. Su mano y su pene están desdibujados, son uno, está a punto del clímax. Bajo hasta ellos y acerco mi boca, esperando el momento. Poco antes de soltar el primer gemido, introduzco su preciosa polla en mi boca, quiero que me la folle, que me la llene de su leche. Su placer es mi placer. Si él me tocase un solo centímetro de mi piel ahora mismo sería capaz de correrme, pero solamente quiero que se corra él.
Siento su éxtasis en mi boca, sus gemidos y estremecimentos me la llenan de su vida y su orgasmo, el cual trago con gusto a la vez que sonrío y le miro a los ojos. Vuelvo a estirarme a su lado, dándole el tiempo necesario para volver a la consciencia y a nuestra habitación; en un momento me mirará, sonreirá y a mí me dará la risa tonta. Siempre me pasa.
Feliz cumpleaños, amor. Espero que te haya gustado mi regalo.
Madrugada del viernes al sábado. Introduzco la llave en la cerradura y abro la puerta de casa. No digo nada al entrar, pero tampoco evito hacer ruido, quiero que sepa que he llegado.
Me quito la ropa en el hall de entrada. Todo queda revuelto en el suelo excepto los Louboutin Crossfliketa negros que me regaló. Subo la escalera taconeando, completamente desnuda, quiero que sepa que estoy llegando. La tarde anterior le dije, en un escueto mensaje, que no saldríamos a cenar pero que me esperase despierto en casa. No le dije nada más, él no necesita explicaciones.
Desde el quicio de la puerta observo la tenue luz de la lámpara encendida en la mesita y a él tumbado en la cama, desnudo, con las manos detrás de la cabeza y una tremenda erección. Me mira y sonríe. Me pregunta si lo he pasado bien; no respondo, solamente le devuelvo una pícara sonrisa.
Me tumbo a su lado, boca abajo, mostrándole mi prominente trasero, recién usado, recién disfrutado. Mi boca se acerca a su oreja y comienzo a susurrar, a la vez que su mano derecha desaparece de su nuca y comienza un lento baile en su pene:
He llamado a mi ex, tiene nuevo deportivo y sabes como le pone presumir de sus juguete s nuevos. Me ha recogido al salir del trabajo, ese coche apesta a nuevo; él sabe que ese aroma emborracha a las mujeres, pero no a la clase de mujer que soy yo, aunque ese es nuestro secreto, cariño (sonrío y suelto aire a la vez que muerdo suavemente el lóbulo de su oreja).
Hoy no me apetecía ninguna clase de convencionalismos, así que solamente ha hecho falta una mirada y media sonrisa para que entendiera que debíamos ir directamente a su piso. Al llegar ha sido tan poco original como lo era antes: botella de champagne y luces apagadas. Pero esta vez he cambiado las reglas y he vuelto a encender la luz de la habitación. Tieneun enorme y maravilloso espejo lateral en su habitación, y no quería perder detalle de nada, para poder después explicártelo como mereces.
No paraba de buscarme la boca para besarme, el muy imbécil aún no se ha dado cuenta que ya no es a él a quien amo, pero es genial que lo siga creyendo, se entrega por completo, que es lo que importa. He accedido a besarle solamente para ponerlo aún más caliente de lo que estaba; repetía la misma cantinela de siempre: que como yo no hay ninguna, que no entiende que no tenga pareja, que cualquier hombre mataría por follarme. Él interpreta mi sonrisa de suficiencia como otra pequeña conquista, cuando la conquista es mía.
Me arranca la ropa con prisa y comienza a besar y lamer cada centímetro de mi piel, despacio va bajando hasta hundirse en mi entrepierna, succionando suave al principio e incrementando el ritmo. Pienso en ti mientras lo hace, y me excito tan de sobremanera que mis gemidos comienzan a ser pequeños grititos de placer mientras me retuerzo y tiro de su pelo. Lo que quiero es que me meta la polla hasta el fondo, y es lo que hace. Mi vagina está muy mojada y a él le encanta esa sensación. Después de unos minutos de sexo rítmico y diferentes posturas, echo el culo hacia atrás y le miro directamente a los ojos. Sabe lo que pido. Con falsa furia y dominación me agarra de las caderas y me da la vuelta, poniéndome a cuatro patas, abre mi culo y comienza a penetrarme lentamente, ya sabes que al principio me duele un poco. En unos segundos estoy sintiendo tanto placer que me la clava hasta el fondo.
Su mano comienza a incrementar el ritmo en su pene, está escuchándome pero ya no está a mi lado, ahora ya ha entrado en el trance de la otra habitación. En ese momento es cuando acerco mi pecho a su cara y rozo su mejilla, con cuidado de no tocar donde no debo y sacarlo de su fascinación. Ahora es su momento y él lo sabe: he vuelto a casa sin ducharme y quedan saldos del perfume de otro hombre en mi piel, eso le ayuda a trasladarse donde ahora mismo está, allí. Sigo susurrando la crónica, quiero que se plazca de ella:
Mientras me está follando el culo le digo "eres el regalo que quería", y eso incrementa su pasión y su furor; él cree que es un regalo, cuando el regalo es lo que estoy haciendo para ti, me gusta hablarte de ello tanto como estar follando con él, porque estoy preparando el escenario que más te gusta. Cuando ya no puedo más, comienzo a hacer círculos con mi dedo índice sobre mi clítoris, estoy muy caliente y no quiero retrasar más el clímax. A los pocos segundos me corro tan salvajemente que expulso un grito apasionado, es un orgasmo corto pero muy intenso, estás en todo momento en mi cabeza y saber que es esto lo que quieres aún me excita más de lo acostumbrado. A los pocos segundos él convulsiona en un orgasmo bastante mojado, como si hiciera tiempo que no follara, me llena el culo de leche, noto el calor de su corrida dentro de mí.
Ahora paro de hablar y solamente jadeo cerca de su oreja, está a punto de correrse. Deseo tanto su placer como lo deseo a él. Le encanta que mis pezones duros rocen su cara y sus labios mientras disfruta su momento. Su mano y su pene están desdibujados, son uno, está a punto del clímax. Bajo hasta ellos y acerco mi boca, esperando el momento. Poco antes de soltar el primer gemido, introduzco su preciosa polla en mi boca, quiero que me la folle, que me la llene de su leche. Su placer es mi placer. Si él me tocase un solo centímetro de mi piel ahora mismo sería capaz de correrme, pero solamente quiero que se corra él.
Siento su éxtasis en mi boca, sus gemidos y estremecimentos me la llenan de su vida y su orgasmo, el cual trago con gusto a la vez que sonrío y le miro a los ojos. Vuelvo a estirarme a su lado, dándole el tiempo necesario para volver a la consciencia y a nuestra habitación; en un momento me mirará, sonreirá y a mí me dará la risa tonta. Siempre me pasa.
Feliz cumpleaños, amor. Espero que te haya gustado mi regalo.
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