Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 9: Show
Gabriel fue el primero de tres tríos que tuvimos y sin dudas fue el mejor. El siguiente fue con Tobías, una especie amigo mío de toda la vida que con el correr de los años nos habíamos distanciado y luego de un reencuentro acelerado, expresó sus intenciones de estar conmigo y aprovechamos para proponerle la idea. A pesar de prometer muchas cosas, Tobías terminó siendo un gran charlatán que a la hora de la acción se volvió bastante tímido y poco complaciente. Sin embargo nos divertimos mucho con Francisco ya que él solía proponer posiciones bastante atrevidas que nos llevaron a experimentar un poco.
El tercero fue con Andrés, un treintañero que conocimos luego de crearnos un perfil de Tinder. Él parecía ser bastante tímido y callado pero cuando fuimos a los bifes terminó siendo muy zarpado y atrevido. Con él probamos una doble penetración que duró unos pocos minutos pero que se sintió muy estimulante. Andrés demostró ser mucho mejor que Tobías y estar a la altura de Gabriel, con bastante energía y una gran carga de semen que descargó sobre mi cuerpo en dos oportunidades.
El trío con otra mujer volvió a aparecer gracias a Tinder de la mano de Sofía, una chica de 25 años bastante atrevida que llegó a proponerle a mi novio de estar los dos solos en un principio y que yo me sumara solo si él quería. Obviamente él le dijo que quería que yo participe, pero ella trató todo el tiempo de acaparar la atención y la verdad que para mí fue bastante frustrante a pesar de que Francisco la pasó excelente. Es por eso que decidimos dejar los tríos de lado por un momento.
A eso le siguieron varios meses de sexo bastante caliente y apasionado. Decidimos juntar todas las experiencias que habíamos realizado durante nuestros años de noviazgo y las fuimos mezclando en distintas sesiones de sexo que terminaron en noches de muchísimo placer. Nos disfrazábamos y actuábamos escenas que terminaban con juguetes y sexo anal. Pero lo que más nos calentaba era salir a la calle a provocarnos frente a las miradas de las demás personas. Al final terminamos agarrando un nuevo morbo que era bastante jugado, que era tocarnos y calentarnos en lugares públicos.
Solíamos ir a bares a cenar o a tomar algo después de comer y terminábamos besándonos de manera alevosa y acariciándonos alrededor de gente que de a poco se daba vuelta para mirar lo que sucedía. A medida que pasaban las semanas nos dimos cuenta que nos poníamos más y más atrevidos frente al público y que de hecho eso nos calentaba muchísimo. En Julio una noche fría y algo lluviosa, terminamos comiendo en una mesa que estaba en la esquina de un bar y aprovechamos para ponernos bastante calentones. Nos dejamos llevar por las luces tenues del lugar y por la calentura que teníamos en ese momento y yo acerqué mi silla hasta quedar casi al lado de Francisco y le metí la mano adentro del pantalón. Empecé a pajearlo y se le puso tan dura que sentí que quería montármelo en ese momento.
De golpe nos dimos cuenta que una pareja de unos 20 años nos observaba desde una mesa más allá y lo hacían sin ningún disimulo. La chica parecía algo horrorizada, pero su novio estaba fascinado con como yo tocaba a Francisco por debajo de la ropa. Ella giró la cabeza pero él seguía observando y yo lo miré fijo a los ojos y sonreí para que él me devolviera la sonrisa. Su novia se percató de eso y lo obligó a mirar hacia otro lado durante el resto de la cena a pesar de que él cada dos por tres levantaba la vista.
Nosotros seguimos jugando hasta que en un momento notamos que otra pareja, esta vez más adulta, nos empezó a mirar y nos señalaron frente a un mozo que se acercó a nosotros para pedir que nos calmáramos. Nos levantamos y nos fuimos y cuando pasamos por al lado de los chicos yo le toqué el hombro al pibe que se quedó helado con mi toque. Cuando salimos del bar escuchamos los gritos de su novia que lo retaba por haberme estado viendo toda la noche. Minutos más tarde estábamos desnudos con Francisco cogiendo de manera muy fogosa.
- Quiero que alguien nos vea.- Le dije de golpe a Francisco.
Él me giró su cabeza para mirarme sorprendido. Estábamos mirando una película en el sillón por lo que mi frase no tenía sentido, pero yo me había quedado pensando en eso. Yo me había quedado pensando en la cara de baboso de ese chico al verme meter la mano en el pantalón de mi novio y como eso me había calentado. Lo pensé durante varios días y entendí que desde aquella vez que habíamos estado en el medio de la plaza entre los arbustos, la sensación de que te descubran me calentaba muchísimo. Pero ahora no quería tener esa sensación, directamente quería que me vean, quería volver al bar y cogerme a mi novio frente a los ojos deseosos de ese pendejo calentón.
- En el bar, la otra noche, me calenté muchísimo al ver que ese pibe nos miraba.- Le expliqué a Francisco.- Y me di cuenta de que en ese momento solo quería cogerte ahí mismo y que él nos viera. Quiero eso, quiero que alguien nos observe coger y disfrutar.
Él estaba dispuesto a todo y no tuvo problema en que pongamos en práctica mi nueva fantasía. El problema fue encontrar a alguien que hiciera de público mientras nosotros nos divertíamos frente a sus ojos. Empecé a buscar espectadores por Tinder, pero cuando les comentaba la idea a los hombres con los que hablaba después de calentarlos un ratito, todos la rechazaban o terminaban proponiendo un trío. Pero nosotros no queríamos un trío, queríamos que nos vieran gozar, queríamos ser observados. Durante todo Julio y Agosto nos la pasamos buscando a alguien, pero siempre obteníamos la misma respuesta: “Mejor hagamos un trío”. Pensamos en hablar con Natalia, pero ella ya nos había visto desnudos y había participado de nuestros encuentros, por lo que eso no nos excitaba.
La respuesta llegó el día que no la estábamos buscando. Para el cumpleaños número 29 de Francisco nos juntamos en casa con varios de sus amigos. Ese viernes fue bastante complicado para los dos y yo no tuve tiempo de darle mi segundo regalo, una buena dosis de sexo. Es por eso que cuando empezaron a llegar sus amigos, los dos estábamos sumamente calientes de todas las insinuaciones que le había hecho durante el día.
Las horas empezaron a pasar y yo no paraba de lanzarle miradas provocadoras. Aproveché cuando él fue hasta la cocina a buscar algo de tomar y ahí lo arrinconé contra la mesada y le toqué el bulto que enseguida se puso duro. Sin embargo Francisco volvió al comedor y se sentó con sus amigos mientras yo conversaba con Natalia. Nuestras miradas comenzaron a cruzarse más directamente y pude ver en sus ojos el deseo de querer agarrarme frente a todos y cogerme desaforadamente.
Con el correr de las horas algunos de sus amigos se fueron yendo y al final solo quedaron Ezequiel, Lucas y Juan Manuel, sus mejores amigos de la universidad y el grupo con el que Francisco tenía más relación. Él estaba sentado en el sillón principal mientras que Juan Manuel estaba en el de al lado. Ezequiel seguía en la silla al lado de la mesa y Lucas me ayudaba a mí a levantar un poco las cosas. Cuando terminamos volvimos y yo me acosté en el sillón con mi novio y Lucas se acomodó en una silla del otro lado de la mesa.
- ¡Como te ayuda tu novia!- Le dijo Ezequiel a su mejor amigo.
- Y no sabés lo bien que me coge.- Le respondió Francisco.
Yo le pegué un correctivo en la pierna pero sabía que esos chistes eran frecuentes entre ellos, al fin y al cabo eran amigos desde hacía años. Mi mano quedó apoyada en la pierna de mi novio y empecé a hacerle mimos mientras me relajaba. Él también comenzó a acariciarme por la espalda y su mano fue bajando con delicadeza hasta quedarse posada en el espacio de piel que quedaba entre mi pantalón y mi remera que acababa de levantarse. Mi cabeza apuntaba hacia donde estaba Lucas en una esquina de la mesa y observé que este miraba como los dedos de mi novio se introducían por el costado de mi cintura adentro de mi pantalón. Sin dudas se sentía incómodo por cómo nos acariciábamos, pero no podía dejar de observar. Yo seguí moviendo mi mano por la pierna de Francisco acercándome cada vez más hasta su entre pierna. Los ojos de Lucas cambiaron y fueron de la mano de mi novio hasta la mía y seguían cada movimiento que daba.
Giré la cabeza y mientras escuchaba que Francisco conversaba con Juan Manuel, observé como Ezequiel también empezaba a mirarnos. Los dedos de mi novio desaparecieron por debajo de mi pantalón a la altura de mis caderas y cuando fueron bajando hacia mi cola yo giré levemente el cuerpo para que Lucas y Ezequiel pudieran apreciar como Francisco me acariciaba los cachetes. Los dos espectadores observaban sin disimulo alguno el show y cuando mis ojos se cruzaron con los de ellos, les esbocé una sonrisa orgásmica dándoles a entender que me gustaba que me observen.
Sin darse cuenta mi novio sacó su mano y la subió por todo el costado de mi cuerpo hasta quedar debajo de mi pecho y detenerse ahí. Entonces yo apoyé mi mano encima de la suya y la subí hasta que esta quedó encima de mi teta y a pesar de que él sabía que sus amigos estaban en frente nuestro, él la apretó con firmeza. Lucas se movió en la silla y tras respirar hondo se acomodó e intentó desviar la mirada pero no por mucho tiempo. Ezequiel, por su parte, mantenía los ojos firmes en mi cuerpo deseando que el espectáculo continuara y se pusiera mejor. En ese momento volví a sujetar la mano de mi novio y la llevé hasta mi cintura para hacerla subir nuevamente pero esta vez por debajo de la ropa.
- Mi amor, ¿Querés que le diga a los chicos que se vayan?- Me preguntó de golpe mi novio al ver que ahora Juan Manuel también observaba la situación.
- No.- Le respondí yo con voz delicada y sin dejar de guiar su mano sobre mi pecho.
- Bueno, los dejamos solos.- Dijo entonces Lucas pero yo insistí en que no hacía falta que se fueran.
- De hecho… Quiero que se queden.- Dije y noté como mi corazón palpitaba a gran velocidad.
De golpe dejé de estar tirada en el sillón sobre el cuerpo de mi novio para acomodarme rápidamente encima de él, observándolo de frente y con una pierna a cada lado de su cuerpo, dándoles la espalda a nuestros invitados. Apoyé mis brazos sobre sus hombros para abrazarlo a la altura del cuello y lo besé muy apasionadamente. Era evidente que había agarrado a Francisco de sorpresa, sin embargo él era de adaptarse muy rápidamente a la situación y enseguida me devolvió el beso y apoyó sus manos sobre mi espalda para ir bajándolas lentamente hasta mi cola a medida que nos íbamos besando. Sus tres amigos permanecieron en silencio todo el momento que duró el beso.
Comencé a sacarme la ropa deshaciéndome primero de la remera y quedándome en corpiño. Los dedos de mi novio pasaron rápidamente por mi piel subiendo una de sus manos hasta mi nuca para besarme de manera más fogosa. Luego me ocupé de sacarle la remera a él y cuando lo hice bajé mis labios por su cuello hasta llegar a sus hombros y darle pequeños mordiscos. Despacito seguí bajando hasta que no pude avanzar más y entonces me desmonté de su cuerpo hasta quedar arrodillada en el sillón frente a él. Lucas, Ezequiel y Juan Manuel permanecían en silencio y aunque no podía verlos, estaba segura de que observaban cada detalle de lo que sucedía.
Con violencia le desabroché el pantalón al cumpleañero y se lo fui sacando mientras seguía besándole el cuerpo. Debajo del bóxer que tenía puesto se notaba claramente como su cuerpo estaba estimulado por la situación que se venía dando. Metí mi mano para encontrarme con que tenía la pija bastante dura y la saqué de lo que le quedaba de ropa para metérmela en la boca. Empecé a chupársela a gran velocidad, moviendo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo regalándole a mi novio un pete bien enérgico. Sin dudas la calentura del día me puso bastante zarpada, pues me animé a lamerle la verga en frente de sus tres mejores amigos y lo hice de una manera bastante atrevida, dejando salir de mí, una puta experta en chupar pijas.
Fue entonces cuando escuché la primera reacción de nuestro público: “Uff por favor” dijo Juan Manuel a mi izquierda. Sin soltar la verga de Francisco, levanté la cabeza y lo observé fijo a los ojos para preguntarle si le gusta lo que estaba haciendo. Él enseguida me dijo que sí y eso fue suficiente para mí que volví a girar la cabeza y continué chupándosela a mi novio hasta sentir que este la tenía completamente al palo.
Entonces me levanté y mientras él se sacaba el bóxer sin levantarse del sillón, yo me saqué el corpiño, el pantalón y la tanga que tenía puesta para quedar totalmente desnuda. Cuando me deshice de la última prenda me encargué de agachar bien mi cuerpo para que mi cola quedara en primer plano para los espectadores que sin dudas festejaron mi actitud. Luego me subí al sillón para quedar parada frente a mi novio, levanté una pierna hasta apoyarla en el respaldar del mismo y le indiqué a Francisco que podía comerme la concha.
Desde allí abajo y con mi pierna completamente levanta le fue muy fácil acceder a mi conchita ya húmeda. Envolvió sus brazos en mis muslos y acercó su cabeza para empezar a lamerme el cuerpo de la misma manera que yo se lo había lamido a él, violentamente. Sentía su lengua entrar en mi cuerpo para luego subir por mis labios y acariciar mi clítoris de manera acelerada hacia un lado y hacia el otro. Apoyé mis manos en la pared para no caerme y me dediqué a gozar del sexo oral que me practicaba mi novio, gimiendo y moviendo el cuerpo mediante espasmos de placer.
Caí sobre él segundos más tarde completamente excitada. Me senté sobre sus piernas mientras sentía como su pija me penetraba y empezamos a disfrutar. Movía mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás mientras sus manos se posaban firmemente en mi cola. Saltaba sobre sus muslos al mismo tiempo que mis brazos golpeaban sobre sus hombros y mis dedos se enredaban en los pelos de su nuca. Su pija bien dura se calvaba en mí volviéndome loca y haciéndome gritar. Pero lo que más me calentaba sin dudas era saber que detrás de mí nos observaban sus tres mejores amigos, personas a las que en ese momento ignorábamos completamente a pesar de que sabíamos que estaban ahí.
Luego Francisco me puso en cuatro sobre el sillón y él se paró dándoles la espalda a sus invitados y continuamos con el show mientras me cogía desaforadamente. Su cuerpo se movía de manera acelerada chocando contra mi cola provocando un ruido seco que debía de resonar bien claro en la mente de sus amigos. Sus manos se aferraban a mi cintura con fuerza y sentía el calor de su cuerpo golpean sobre mi cola al mismo momento que su pija entraba de lleno en mi empapada conchita. Entonces giré la cabeza sobre mi hombro derecho y luego de mirar a los ojos a Francisco, mi vista cayó sobre Lucas, quien miraba fijamente la situación. En su rostro observé la lujuria y el deseo de sumarse.
Acabé con un grito que dejé salir de mi interior para que sus amigos escucharan todo. Acabé al sentir un placer inmenso al saber que había, no una, sino tres personas observándonos y eso me excitó demasiado. Sentí como mis fluidos salían de mi cuerpo y mojaban el de mi novio que sin poder controlarse me seguía cogiendo a toda velocidad mientras que yo disfrutaba de mi orgasmo. Giré nuevamente la cabeza, pero esta vez para el otro lado y la cara de Juan Manuel volvió a estimularme y nuevamente me encontraba gritando de placer y gozando como nunca antes lo había hecho.
- ¿Querés mi leche?- Me preguntó Francisco.
- Sí, la quiero.- Le respondí yo entre gemidos.
- ¿Te la vas a tomar toda?- Me preguntó él.- ¿Te la vas a tomar toda en frente de los chicos?- Volvió a preguntar.
Nuevamente el morbo de estar siendo observada se apoderó de mí y sin poder controlarme le pedí que me cogiera más y más fuerte y él obedeció. Volví a acabar con un grito mucho más poderoso que el anterior y cuando lo hice largué de adentro mío un orgasmo aún más grande. Mi novio continuó cogiéndome mientras que yo me mordía los labios y me aferraba con fuerza al sillón sin poder creer el excelente momento que estábamos viviendo.
Me terminé arrodillando en frente suyo y él se colocó de costado para que todos sus amigos pudieran ver lo que estaba pasando. Fue en ese momento cuando vi lo que sucedía de espaldas a nosotros por primera vez. Lucas permanecía intento al fondo de la mesa, observando fijo a los ojos, con una mano apoyada sobre la mesa y la otra sobre su pierna. Ezequiel se encontraba en el medio, con las piernas entreabiertas y se manoseaba sin disimulo en lo que sin dudas era un bulto muy grande. Al otro lado, sentado en el sillón simple nos miraba Juan Manuel, quien disfrutaba del espectáculo sujetándose de ambos apoyabrazos.
Francisco comenzó a acabar y su semen salió de su pija disparado directo a mi rostro. Manchó mis cachetes, mi nariz y el resto fue a parar adentro de mi boca que mantuve abierta hasta que descargó la última gota. Cuando terminó usó su pija para empujar lo que había quedado afuera hasta mis labios y yo lo ayudé con mis dedos y con mi lengua, hasta que desapareció el último rastro de leche de mi cara. Luego me metí su verga en la boca y se la seguí chupando por unos segundos más.
El show había terminado y para mí había sido una función excelente. Me recosté apoyando mi espalda en el sillón y estirando mis piernas en el piso para darme cuenta de que estaba empapada de cómo había acabado. Francisco se puso el bóxer rápidamente mientras que sus amigos se miraban entre ellos sin dar crédito a sus ojos de lo que acababan de vivir. Yo me levanté y caminé entre ellos para luego dirigirme hacia el pasillo con el objetivo de irme a mi pieza a dormir. Fue entonces cuando escuché a Juan Manuel hablar:
- Tu novia es impresionante.- Le dijo y los otros dos rieron.
Me metí en el baño y abrí la canilla de la ducha para que el agua caliente me pegara en el cuerpo. Mientras me limpiaba la transpiración, los restos de semen de la cara y la evidencia del orgasmo de mis piernas sentí como mi novio y sus amigos volvían a conversar con palabras que no podía oír claramente. En mi cara seguía dibujada una sonrisa que reflejaba el increíble momento que acababa de vivir. Luego de tantos días de imaginar escenarios en los que la gente nos observara haciéndolo, terminamos dando un espectáculo excelente a los mejores amigos de mi novio. Esa noche aprendí que el sentirse observada es muy excitante y puede darte los mejores orgasmos de tu vida.
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