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Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 6

Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 6

Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 6: Policías y ladrones
   Tan solo una semana después de mi cumpleaños ya habíamos probado todas las nuevas adquisiciones. Al día siguiente nos despertamos y antes de ir a trabajar y a la facultad tuvimos un rapidito donde incluimos el otro consolador de color azul. Esa noche volví a su casa y mientras él se bañaba preparé un ambiente más de relax y le di un masaje con uno de los aceites. Al día siguiente decidimos probar el anillo vibrador, algo que me volvió loca a mí y a él. El fin de semana nos pusimos un poco más salvajes y él me ató con la soga a la cama y después volvió a usar el vibrador y el plug anal, pero esta vez se dio el lujo de cogerme por ambos lados. Nos volvimos locos de placer.
   Durante las siguientes dos semanas fuimos probando distintas combinaciones, con la idea de innovar un poco y ver que encontrábamos para divertirnos. A su vez seguíamos con la idea de llevar el sexo a otros lados que no sean la cama y Francisco me terminó esposando en la ducha, atando mis manos al caño que colgaba de la pared. En otra ocasión me llevé el anillo vibrador en mi cartera y se lo puse de prepo cuando volvíamos de tomar algo en un bar. Comencé a chupársela y él se puso tan caliente que casi chocamos y tuvo que frenar de golpe para acabar porque no pudo aguantársela. Sin duda los juguetes habían sido una incorporación increíble.
   Estábamos en una etapa de expansión sexual que nos había transformado completamente. Vivíamos los dos calientes y nos la pasábamos excitando al otro todo el tiempo a tan punto que decidimos mudarnos juntos. El nuevo departamento (bastante similar al que vivía él antes) nos calentó aún más y en tan solo un fin de semana nos encargamos de coger por toda la casa. Natalia, la nueva vecina nuestra, se moría de la risa cuando se cruzaba con nosotros ya que nos escuchaba coger constantemente. Parecía como que no podíamos pasar más de varias horas sin tener sexo, pero no sexo tradicional y simple, sino cosas improvisadas, delirantes e innovando siempre.
   Fue así que se me ocurrió una idea que hasta el momento nadie me había dicho pero de la cual ya había escuchado. El problema era que no sabía exactamente a donde ir para implementarla por lo que tuve que recurrir a mi amiga más zarpada. El día del cumpleaños de Leticia me encontré con ella para tomar algo y después de darle su regalo le pregunté si ella alguna vez había hecho lo que yo quería hacer con mi novio. Para mi sorpresa a ella nunca se le había ocurrido.
   - Pensá que nunca tuve una relación que durara más de 5 meses boluda.- Me dijo ella y entonces me di cuenta de que era lógico su respuesta.- Igualmente te digo donde podés conseguir eso. Conozco lugares que venden.
   Fue así que encontré la solución a mi problema y después de dos días de juntar valor, terminé yendo al local donde venían lo que necesitaba para sorprender a Francisco. Parecía increíble, pero era yo la que había tenido la nueva idea, algo impensado un año atrás. Es que en realidad estaba muy cambiada, ya no era una niña tímida y puritana sino una yegua salvaje y excitada que amaba coger con su novio. Me pasaba el día entero pensando que podía hacer para calentarlo y cuando lo tenía en frente mío, no me podía contener y me lo cogía de manera muy violenta (o mejor dicho, él me cogía a mí).
   El último sábado de julio decidí sorprenderlo con mi nueva adquisición. Cuando él llegó a casa se encontró con una cena bastante sencilla pero con la promesa de que apenas termináramos de comer iba a haber una buena noche de sexo. Me preguntó en más de una ocasión cual era la sorpresa, sin embargo yo no le dije nada. “Ya te vas a dar cuenta” le respondía yo cada vez que él me preguntaba qué era lo que tenía pensado. Ni bien terminamos de cenar, él fue a lavar los platos mientras que yo fui a la pieza y me preparaba para la gran noche.
   - ¡No entres!- Le grité al ver que abría la puerta.
   Él se quedó parado del otro y escondiéndome como pude, la abrí unos centímetros y le arrojé un bollo de ropa y le ordené que se lo pusiera. “¡Mi amor!” dijo él segundos después y entonces entendí que había descubierto lo que iba a pasar esa noche. Una vez que estuvo cambiado le dije como iba a funcionar, le expliqué rápidamente la escena, le ordené que se vaya a sentar al sillón y segundos después salí de la pieza tratando de no hacer ruido.
   - ¡Acción!- Grité y a pesar de que escuché una pequeña risita de su parte, decidí ignorarla y seguí con lo que había programado.
   Dando pequeños pasitos empecé a caminar por el corto pasillo de nuestro departamento vestida de presa. Tenía puestas unas botas de cuero que me llegaban hasta la rodilla, dos portaligas a la altura de los muslos y una pollerita muy cortita rallada de blanco y negro que dejaba ver una tanga negra bien oscura. Arriba tenía puesto un corpiño también rallado con esos colores y encima de él una mini camisa que seguía con la temática. En las muñecas me había puesto dos muñequeras de cuero negras que hacían juego con las botas.
   Cuando llegué al comedor asomé la cabeza y vi a un policía muy sexy sentado en el sillón principal. Tenía puesto unos zapatos negros, un pantalón y una camisa azul y cerraba con una corbata negra a pesar de que el botón de arriba de todo no estaba abrochado. Como accesorios tenía puesta una gorra azul con el símbolo de policía en la frente, unos lentes negros y en la mano sujetaba las esposas y una porra que sin dudas se moría de ganas por usar.
   Entonces di pie a la secuencia que habíamos planeado y empecé a “correr” en puntitas de pie por el comedor con la idea de “escaparme” de él. “¡¿Ah dónde va?! ¡Quiera ahí!” me gritó él y segundos después me sujetó por detrás. Sin poner mucha resistencia me dejé esposar por la espalda y él me llevó contra la mesa y me obligó a apoyar mi pecho sobre ella, quedando mi cola bien paradita. Francisco enseguida apoyó su bulto que se hacía notar en mi cuerpo y sin soltarme las manos se acercó a mi oído.
   - ¿Se estaba escapando, prisionera?- Me preguntó poniendo voz gruesa.
   - ¡No señor! ¡Le juro que no!- Le mentí yo.
   - ¡No me mienta!- Me interrumpió él e hizo fuerza contra la mesa.- ¡De acá no se escapa nadie!
   - Le juro que no me estaba…
   - ¡Cállese!- Me interrumpió de nuevo él.- ¿Se cree que soy estúpido? ¡Yo sé que usted quería escaparse prisionera! ¡Pero bajo mi guardia no se escapa nadie!- Y pude sentir como me apoyaba fuertemente y subía despacio su bulto por toda mi cola.- Y quien se intenta escapar… ¡Me las paga!- Gritó de golpe y me pegó bien fuerte con la porra.
   - ¡Ay!- Grité yo y él me ordenó que me callara.
   Me obligó a pararme y sin dejar de apoyarme su bulto me tomó del cuello y volvió a poner su boca al lado de mi oído. “Voy a tener que castigarla prisionera” me dijo bajando el volumen de la voz. “Voy a tener que castigarla para que aprenda” agregó después y de prepo me tiró al piso. Yo caí arrodillada y él enseguida se paró adelante mío. Me tomó bruscamente por el pelo con la mano que sujetaba la porra y con la otra se desabrochó el pantalón y se lo bajó junto con el bóxer para dejar una enorme pija y bien dura frente a mi cara.
   - ¡Chúpemela!- Me ordenó y enseguida me la metí en la boca.
   El resultado había sido tal cual me lo esperaba. Francisco había seguido al pie de la letra el “guion” que le había ordenado minutos antes y ahora se comportaba como un policía bien abusivo, que me obligaba a hacer cosas que yo como prisionera no quería. Con su mano me sujetaba bien fuete la cabeza y me la movía hacia adelante y hacia atrás cogiéndome la boca que se me llenaba con su hermosa pija que estaba completamente al palo. Yo me hacía la que me negaba, la que no quería, pero disfrutaba cada segundo del momento y la saboreaba con ganas.
   - ¡Levántese prisionera!- Me ordenó él y enseguida lo hice.- ¡Siempre me la quise coger! ¡Siempre me pareció muy puta!- Me dijo mientras me tomaba del cuello y pasaba su porra entre mis piernas.
   Bruscamente volvió a recostarme contra la mesa y me pegó dos veces con el bastón dejándome la cola en llamas. Después lo depositó sobre la mesa y se arrodilló detrás de mí para correrme la tanga hacia un costado y comenzar a chuparme la conchita. Pasaba su lengua bien rápido hacia arriba y hacia abajo, lamiendo tanto mi clítoris como mi culito. Yo ya no podía decir que no me gustaba, ya no podía disimularlo y comencé a gemir a medida que él empezó a jugar con sus dedos.
   - ¡Que puta que es prisionera!- Me dijo él y me pegó un chirlo bien fuerte en la cola.
   Entonces se paró y sin previo aviso me penetró provocándome un grito que me obligó a callar sujetándome nuevamente del cuello. “¡Le dije que guardara silencio, carajo!” gritó él y verlo tan compenetrado en el personaje me excitó aún más. “Si oficial” le respondí yo haciéndome la que sufría por más que me costaba disimular el placer. Él volvió a poner sus manos en mis muñecas sujetando mis brazos y me empezó a coger lo más rápido que pude.
   A pesar de me pedía que me callara, me era imposible cerrar la boca. Estaba tan excitada que mis gemidos salían uno atrás del otro y en su afán por hacerme callar, me empezó a pegar con la porra por todo el cuerpo. No lo hacía de manera violenta, no era su intención lastimarme, pero con el fin de seguir metido en el personaje me “pegaba” y me decía que me callara. Era sin dudas un excelente actor que había superado todas mis expectativas.
   Después me dio vuelta y me llevó de prepo al sillón. Tras obligarme a chupársela unos minutos más me recostó sobre el mismo y después se tiró encima de mí y me penetró una vez más con violencia. “¡Cállese!” me gritó nuevamente al ver que mis gemidos volvían a aparecer. Pero yo estaba muy excitada, su pija entrando y saliendo de mi concha a toda velocidad me volvía loca, me encantaba. Estaba toda mojada y no podía aguantar mucho más. “¡Sí! ¡Sí!” le empecé a gritar y a pedir más y por más que él quería seguir con el personaje no se pudo contener y me continuó cogiendo hasta hacerme acabar con un grito muy fuerte.
   - ¡Arrodíllese!- Me aulló un minuto más tarde después de darme tiempo a disfrutar de mi orgasmo.
   Entonces se empezó a pajear frente a mi cuerpo y me obligó a sacar pecho para terminar llenándome las tetas de leche. “¡Ahora vuelve a su celda! Y si se intenta escapar una vez más, me la voy a coger más fuerte.” Me dijo y dio por finalizado el acto. Yo, complacida totalmente me cambie y me fui a la cama para poder relajarme un poco tras tremenda secuencia de sexo. Esa noche aprendí que un poco de imaginación puede ser muy excitante.


SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
LA ZORRA (FANTASÍA)
LA CASA DE LAS BRUJAS. CAPÍTULO 1
UNA NOCHE PARA EL RECUERDO (HISTORIA CORTA + FOTOS)

5 comentarios - Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 6

mdqpablo +1
exelente y muy cierto .poniendole onda e imaginación se logran grandes cosas. te invitamos a pasar por nuestros post . hay una de diablita que es mortal .
HistoriasDe
Muchas gracias por comentar!
Voy a pasar por sus post!
Necrosfire +1
excelentes historias mi novia y yo los estamos leyendo sigan asi!
HistoriasDe
Me alegro que les guste y la disfruten juntos!
inksane +1
Excelente relato, como siempre!
HistoriasDe
Muchas gracias!!
Pervberto +1
Prisionera y guardia cautivos del placer. Una bella y caliente narración.
HistoriasDe +1
Muchas graicas!!