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Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 3

Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 3

Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 3: Entre las hojas
   El sexo con Francisco comenzaba a cambiar, ya no era simplemente besos, caricias y penetración sino que ahora comenzaban a sumarse otros aspectos que venían para quedarse. Sin dudas yo dejaba de ser la chica tímida y vergüenzuda que solía ser a la hora de la acción y me empezaba a dejar llevar por los instintos y por el placer. El sexo oral de a poco pasó a ser algo permanente en nuestros encuentros y cuando me di cuenta ya no me tapaba con el pelo cuando se lo practica a él, por el contrario dejaba que me mirase y se excitase con mis movimientos.
   Obviamente tardé un tiempo en acostumbrarme a eso ya que los cambios no se hacen de un día para el otro, pero cuando lo hice me di cuenta de que el sexo oral no es simplemente darle placer a la otra persona sino que también consiste en poder satisfacerse a uno mismo al ver la alegría de tu pareja cuando lo recibe. Poder sentir como el cuerpo se va poniendo cada vez más tenso, como los escalofríos recorren el cuerpo del otro y como se va encendiendo por completo con solo usar tu boca es algo que con el correr de los años gustaba cada vez más. Y a Francisco también le fascinaba.
   Pero volvamos al momento de la historia, por ahora solo había aprendido la importancia de dar y recibir sexo oral, todavía me faltaban muchas lecciones para poder llegar a conocer más sobre el sexo. Mi novio parecía encantado al ver como había influenciado él en mí y yo me enamoraba cada día más de él. Sin embargo el siguiente aprendizaje no vino de la mano de él, sino de otra persona. No sé confundan, no tuve sexo con alguien más, sino que no fue él quien me comentó el hecho de que hay otras formas de excitarse y de llegar al orgasmo que no están directamente relacionadas con lo que se hace durante el sexo.
   Una tarde de Septiembre charlando con las chicas de la facultad, comenzamos a hablar de las relaciones y obviamente eso llevó al sexo. Elisa, otra de las chicas del grupo, nos contó a Ailín, Florencia y a mí que estaba saliendo con un chico y que a él le encantaba tener sexo en lugares públicos. Para ser sinceros Elisa era la que menos problemas tenía a la hora de hacerlo, ella no era de esas que pensaba en que había que conocer a fondo a la persona para poder tener relaciones, ya que en su cabeza existía la idea de “si te gusta, cógetelo” y la aplicaba constantemente. En ese entonces se estaba viendo con un chico de nuestra edad que había conocido en un bar y que por lo que nos contaba, era muy fogoso.
   - Cogemos todo el tiempo y en todos lados.- Nos contaba mientras nosotras la escuchábamos con atención.- El otro día me pasó a buscar después del boliche para ir a un telo y como no nos aguantamos, paró el auto en el medio de la calle y lo hicimos ahí nomás. ¡Ah! Y la otra vez estábamos en su facultad, porque yo lo acompañé a que buscara una nota de un parcial y me metió en un salón vacio para cogerme arriba de un escritorio. Estuvo buenísimo.
   - ¿Pero no tienen miedo de que los agarre alguien? – Le preguntó Ailín que parecía más sorprendida de lo que yo estaba.
   - Eso es lo excitante boluda.- Le contestó Elisa.- El hecho de saber que alguien te puede ver en cualquier momento hace que todo se vuelva mejor. No me preguntes por qué, pero hacerlo en público nos encanta y te juro por lo que más quieras que siempre termino acabando. Debe ser la adrenalina.
   En ese momento Florencia le hizo uno pregunta acerca de donde había sido el lugar más raro donde habían cogido, pero no pude escuchar la respuesta ya que mi cerebro empezó a pensar. La cuestión era que en Agosto había sido el cumpleaños de Francisco y mi mejor regalo (sexualmente hablando) había sido un pete de “sorpresa” esa noche después de estar con sus amigos y pude notar un poco de desilusión en su rostro al darse cuenta de que eso era todo lo que iba a conseguir. ¡Ojo! Yo no me sentía presionada a hacer nuevas cosas para complacerlo, sino que quería hacerlo para poder ponerle más pasión a nuestra relación. Y mi amiga acababa de darme una idea que podía dar resultado.
   Sin embargo la idea no era tan fácil de aplicar como a mí me parecía. De golpe resultaba ser que a donde fuese que estuviésemos con Fran, estaba lleno de gente y era imposible excitarnos. Un día pensé en llevarlo al baño de un bar en donde estábamos comiendo, pero la cantidad de gente que había era demasiada y no me animé a hacerlo. Otra vez intenté calentarlo en el auto mientras manejaba, el problema fue que cada persona que veía en la calle me daba la impresión de que nos estaba mirando. En otra ocasión quise se me cruzó la idea de hacerle un pete en un probador de un local de ropa, sin embargo la vergüenza se apoderó de mi y terminé rechazando esa alternativa. ¿Lo curioso? Tarde o temprano iba a termina haciendo esas tres cosas.
   Así llegó Noviembre y en mi cerebro la opción de hacerlo en un lugar público comenzó a desaparecer hasta que me indigné y decidí dejar de intentarlo. La relación con Francisco no iba mal, pero yo tenía la idea de que él se estaba aburriendo de hacer siempre las mismas cosas a la hora del sexo. Fue por eso que le ofrecí de tomarnos un fin de semana de descanso de la gran ciudad y le propuse de viajar a su ciudad natal a pasar unos días con su familia con la idea de que viera que nuestra relación era más que solo coger. Él ya sabía eso y de hecho meses más tarde me confesó de que el sexo no era la principal razón por la que estaba conmigo, pero para ese entonces la idea me pareció excelente. Además ese fin de semana coincidía con la fiesta de las colectividades que se celebraba ahí, por lo que podía ser una salida distinta y divertida para los dos.
   Allí nos reencontramos con algunos amigos de él, así como también con su familia y otras personas a las que conocí por primera vez. Fran estaba encantado de presentarme a todo el mundo como su novia y su cara se iluminaba cada vez que una señora del barrio me decía lo linda que era. Ese sábado después de un almuerzo con todos sus tíos y primos y de una siesta para recuperarse de todo lo que comimos, salimos de su casa para ir al parque principal donde se celebraba la fiesta.
   Llegamos y nos encontramos con algunos de sus ex compañeros de la secundaria, con quienes seguía en contacto a pesar de no vivir más en la misma ciudad. Luego comimos algo a pesar de seguir llenos del almuerzo y vimos algunos grupos de danza a pesar de que a ninguno de los dos nos emocionaba eso. Por último comenzamos a caminar por el parque alejándonos un poco del bullicio y de la gente y cuando nos dimos cuenta ya estábamos bastante lejos de todo eso. Mientras lo hacíamos fuimos hablando de nuestra relación y sin dar muchas vueltas le pregunté si le gustaba el sexo conmigo. Él enseguida respondió que sí, pero su respuesta fue tan corta que yo al instante supuse que algo fallaba. Por más que él insistió con que se sentía muy complacido conmigo, yo seguía preguntándole si me decía la verdad y si no pensaba que algo faltaba.
   - Cami te estoy diciendo la posta. Yo se que vos sos muy tímida pero me doy cuenta que de a poco te vas abriendo conmigo y eso me encanta. Estoy seguro que vamos a ir encontrando cosas nuevas con el correr del tiempo.- Me dijo y a pesar de sus palabras yo no me tranquilicé.
   Pero en ese momento caí en la cuenta de que era yo la que estaba preocupada por eso. ¿De verdad sentía yo que el sexo se estaba haciendo monótono y repetitivo? ¿Si era así, por qué no hacía nada yo para cambiarlo? Rápidamente lo miré a él que estaba parado frente a mí con sus ojos clavados en los míos. Giré la cabeza a la derecha y comprobé que la fiesta había quedado muy lejos y después giré hacia la izquierda y vi un grupito de chicos algo alejados. Lo tomé de la mano y lo llevé hasta un cantero que estaba a pocos metros de nosotros y sin decir nada lo besé.
   Él me devolvió el beso pensando que se trataba de una simple demostración de afecto, pero cuando me aferré a él y comencé a meter mi lengua en su boca, Francisco se dio cuenta de que eso era algo más que un simple beso. “¿Querés que vayamos a mi casa?” me preguntó y yo enseguida le respondí que no porque ahí estaba su familia y no íbamos a poder hacerlo. Su mirada de sorpresa fue muy grande pero desapareció enseguida cuando volví a besarlo y a levantarle la remera.
   - Vamos a tener que tener cuidado de que esos chicos no se den cuenta de que estamos acá.- Le dije mientras le sacaba la ropa y me ponía bien atrás de una planta para que nadie pudiera vernos.
   Él me sonrió de una manera en la que pocas veces lo había hecho anteriormente, como si estuviese contento de lo que estaba pasando y excitado por lo que iba a suceder. De golpe me di cuenta lo caliente que estaba y supe que tenía que calentarlo a él para que las cosas pudieran darse. “Vos vigilá que nadie nos vea” le dije sin poder creer que estaba dándole ordenes a mi novio a la hora del sexo y enseguida me arrodillé frente a él. Le bajé el cierre del pantalón y enseguida metí mi mano adentro de su bóxer para tomar su pija blanda y dejarla al descubierto.
   Se la empecé a chupar enseguida, en esos meses ya había perdido la vergüenza de hacerlo a pesar de que todavía no me sentía una experta en el asunto. Mientras lo pajeaba con mi mano, movía mi cabeza hacia adelante y hacia atrás haciendo que su pija entrase y saliese de mi boca bien rápido. Fran me miraba a mí unos segundos y después elevaba la mirada para comprobar que nadie anduviese cerca. Era una sensación muy distinta a la que había sentido en otras situaciones ya que el miedo a que me encontrasen semi desnuda en el parque me ponía muy nerviosa. Sin embargo me rehusaba a detenerme, me negaba a irme de ahí sin antes haber hecho el amor con mi novio.
   Me levanté después de unos minutos y lo besé de manera muy fogosa mientras que él me desabrochaba el short y me lo bajaba como podía. Nuestros ojos permanecían completamente abiertos y miraban hacia todos lados. Estábamos refugiados atrás de esas plantas ya que la oscuridad era casi completa, sin embargo el temor de ser encontrados estaba muy latente y al comprobar que los chicos que estaban allí no se iban, no podíamos dejar de mirar.
   Una vez que Francisco me sacó el short y lo dejó a un costado de su remera, se agachó y abrió mis piernas para meter su cabeza entre ellas. Empezó pasando sus labios entre los míos y segundos más tarde comencé a sentir su lengua que humedecía la zona. Él ya me había demostrado lo que podía lograr con su boca y eso me volvía loca. El movimiento contante de su lengua me calentaba muchísimo y provocaba que mi respiración se agitara, por lo que tuve que morderme los labios para no empezar a gemir. Pero de golpe vi como una pareja se acercaba hacia donde nosotros estábamos.
   - ¡Levantate!- Le grité en un suspiro y él rápidamente se paró detrás de mí y los dos nos quedamos inmóviles.
   La pareja, de unos 35 años aproximadamente, venía directo hacia nosotros y a pesar de eso nosotros no podíamos reaccionar. Nuestra suerte cambio cuando se frenaron a unos 100 metros de donde estábamos y se sentaron en un banco que miraba hacia el otro lado y entonces nos dieron la espalda. Entre risas silenciosas, Fran me abrazó a la altura de la cintura y me besó el cuello para luego decirme que me tranquilizara. Al comprobar que tanto la pareja como los chicos no parecían haberse dado cuenta de lo que estábamos haciendo, decidí seguir.
   Me di vuelta y volví a besar a mi novio. La mitad de nuestra ropa yacía en el piso y los dos estábamos totalmente calientes, por lo que la experiencia estaba dando resultado. Él siguió besando todo mi cuerpo mientras volvía a agacharse y cuando sentí nuevamente su lengua en mi conchita, me relajé por completo a pesar de ver como una familia con chicos chiquitos pasaba caminando de largo más cerca aun de lo que estaba la pareja. En ese momento solo me importaba la boca de mi novio que me estaba volviendo loca.
   Sin poder contener un gritito de placer me alejé de donde él estaba y cuando Francisco se levantó nos volvimos a besar. Él me dio vuelta y de a poco fue agachando mi cuerpo y levantando mi cola hasta poder meter su pija adentro de mi cuerpo. La sensación fue hermosa desde un principio. Se aferró fuertemente a mi cintura y me empezó a coger de una manera tan maravillosa que sentí como todo mi cuerpo se encendía y se llenaba de placer mientras que él se iba moviendo. Yo no podía ver nada, las plantas me tapaban todo lo que pasaba más allá, pero sabía que había gente del otro lado, sabía que alguien podía encontrarnos en cualquier momento.
   Esa idea hacía que el sexo se volviese cada vez más excitante. Entendí por completo lo que mi amiga nos había dicho meses atrás, era algo imposible de explicar, pero la idea de que alguien pudiese darse cuenta de lo que estábamos haciendo, me excitaba. Como pude giré la cabeza para ver a mi novio y comprobé que él sentía lo mismo que yo, ya que su cuello se estiraba por encima de las plantas para ver que estaban haciendo los chicos y luego giró en dirección hacia donde estaba la pareja. Una sonrisa se iluminó en mi rostro y nuevamente sentí una ola de placer inmensa que indicaba que todo iba muy bien.
   La pose parecía volverse monótona, pero era la única que podíamos hacer teniendo en cuenta de que alguien tenía que vigilar lo que sucedía alrededor. Cuando me levanté para besarlo una vez más, comprobé que había un nuevo grupo de chicos sentado muy cerca de donde estaba el otro y que varias personas se encotraban un poco más allá de la pareja sentada en el banco, esperando en una parada de taxis. El riesgo se había incrementado muchísimo, así como las ganas de seguir. Entonces sin pensarlo tomé a Fran del cuello y nos fui recostando en el pasto hasta que él quedó encima de mí. A pesar de su preocupación porque alguien podía llegar a vernos, no tarde en convencerlo en que volviera a penetrarme y cuando lo hizo solo se dedicó a cogerme.
   Ahora no teníamos idea de lo que pasaba más allá de las plantas, no sabíamos si alguien se estaba acercando o si alguien caminaba hacia nosotros, solo podíamos ver lo que pasaba alrededor nuestro y eso nos comía la cabeza. Cogíamos muy apasionadamente, entrelazando nuestros cuerpos y besándonos por todas partes, pero tratando de ser lo más silenciosos posibles para que nadie nos escuchase. En su cara se notaba el temor de que alguien pudiese vernos, pero en lo más profundo de sus ojos podía ver el placer que le provocaba esa situación. Mi cara debía de expresar lo mismo.
   Luego fui yo la que tomó las riendas del asunto y acostándolo a él sobre el suelo, me senté encima de él y lo empecé a cabalgar de una manera que nunca antes lo había hecho. Estaba completamente excitada y podía sentir mi cuerpo en llamas. Sus manos se extendieron hasta mis tetas y comenzó a masajearlas mientras que mi cintura se movía hacia adelante y hacia atrás cada vez más rápido. Miré hacia el costado y encontré un espacio entre las hijas de las plantas que me permitió ver algo de lo que pasaba del otro lado. La fiesta debía de haber terminado, porque la gente pasaba una atrás de la otra por el parque en dirección a las casas que se encontraban del otro lado. Ya no eran unas pocas personas, sino que eran muchísimas las que caminaban por ahí y algunas lo hacían a pocos metros de donde estábamos. Se podían oír las risas y los comentarios que hacían.
   Miré fijo a los ojos de Francisco que denotaban terror absoluto por ser descubiertos y sentí un hermoso orgasmo invadir todo mi cuerpo. Sin dudas la excitación había sido inmensa y la adrenalina que recorría mi cuerpo me había permitido acabar de una forma increíble. A él le costó un poco más, tuvo que volver a acostarse sobre mi cuerpo y elevar mis piernas para poder acabar en un grito ahogado que me voló la cabeza. Nos quedamos quietos por unos segundos, escuchando como un grupito de chicas criticaba al ex novio de alguien y como después una señora se quejaba con su marido de los precios de la comida. Entonces nos miramos y sonreímos complacidos.
   Nos terminamos cambiando a las apuradas y como si nada salimos detrás de los arbustos y nos colamos entre la gente caminando hacia el auto con la cabeza agachada. Una vez en su casa entramos en razón de lo que habíamos hecho y nos agarró tal ataque de risa que nos pudimos parar hasta que pasaron varios minutos. Él me confesó que le había encantado mi impulso y que estaba fascinado con lo que habíamos hecho y nos prometimos volver a repetirlo. En ese momento me di cuenta de que el sexo era más que la acción en sí, me di cuenta de que el entorno afectaba mucho y que a veces había otras cosas que podían excitarnos. En ese momento aprendí que tener sexo en lugares públicos podía ser muy placentero.


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CONSULTA MÉDICA (HISTORIA CORTA)
LA TANGA VERDE (FANTASÍA)
VACACIONES EN LA PLAYA. CAPÍTULO 1

5 comentarios - Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 3

inksane +1
Excelente relato, cómo siempre! Cuáles serán las otras 7 cosas que aprendió Camí!!
HistoriasDe
Muchas gracias! Ya saldrán a la vista las otras enseñanzas
mdqpablo +1
Exelente pluma . Cuantas ave turas ,nos encant
HistoriasDe +1
Gracias! Me alegro que les guste!!
daros82 +1
me encantan estas historias que cuentan como se van pervirtiendo los personajes!
HistoriasDe
Muchas gracias! Se va a poner todo más interesante
Necrosfire +1
exelente relato el mejor espero los demas con ansias
HistoriasDe +1
Muchas gracias! Ya van a ir saliendo los demás
Pervberto +1
Un polvo aventurado, ciertamente presagio de muchos más.
HistoriasDe +1
Todo polvo aventurado tiene un sabor especial