Esta es la historia de Camila, un chica muy santa que a los 19 años se pone de novia con un chico más grande y empieza a experimentar con su vida sexual descubriendo muchísimas cosas que ni se imaginaba que le iban a dar tanto placer. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
CAPITULO 1
Capítulo 2: Una buena chica
¿Cómo parar cuando ya empezaste? ¿O cómo seguir cuando no sabés que hacer? Así era mi relación con Francisco después de que él me diera placer oral con su boca mágica. Por su parte él quería seguir haciéndolo y continuar cambiando nuestra pobre rutina en la cama, parecía muy emocionado de que yo me hubiese animado a eso que ahora no podía parar. En cambio yo no sabía qué hacer, no tenía idea como seguir mi relación con él ya que la vergüenza se apoderaba de mí cada vez que se acercaba a mi cintura. Parecía como que esa noche de Noviembre se hubiese convertido en algo genial pero tabú a la vez, hablar de lo ocurrido era algo impensado para mí.
No fue hasta la noche de Navidad que la situación no se volvió a repetir. Después de brindar con mi familia y de intercambiar los regalos, Fran me pasó a buscar y fuimos a la casa de un amigo de él que había decidido armar una fiesta. Tras tomar algunas cervezas y algún que otro trago, él se puso bastante mimoso y toquetón al punto de que le tuve que pedir que se calmara para no hacerme pasar vergüenza. Fue entonces cuando Francisco me tomó de la mano y me subió al auto de manera casi brusca y me llevó hasta su casa para cogerme de una manera asombrosa, dándome así el mejor sexo que había tenido hasta el momento. Pero la mejor parte fue sin dudas cuando él se colocó entre mis piernas y volvió a lamerme la conchita con tantas ganas, que me encendió completamente y me permitió llegar nuevamente al orgasmo, algo que no había conseguido desde aquella otra vez.
Me di cuenta que la lección que había aprendido era muy valiosa y que tenía que permitir que su boca fuese protagonista más seguido, y así iba a serlo. Sin embargo me di cuenta de que estaba entre la espada y la pared cuando descubrí que si él lo hacía, yo también iba a tener que hacerlo en algún momento. ¿Pero cómo? Yo no tenía ni idea como darle placer oral a un hombre, nunca lo había hecho y nunca me lo había imaginado haciéndolo. Me parecía algo asqueroso, desagradable y completamente impensado para mí, aunque sabía que él se lo estaba esperando.
- Estoy segura que él está esperando el momento en el que yo lo haga, pero no quiero. Me da asco.- Le dije a Ailín, una de mis mejores amigas de la facultad y quien era la más “sarpada” del grupo de las chicas.
Era la primera vez que hablaba de sexo con ella de esa manera. Solíamos juntarnos a hablar entre todas las chicas y el tema era bastante recurrente, sin embargo nunca yo había dado una opinión muy seria y mucho menos había confesado algo sobre mí. Sin embargo supe que tenía que recurrir a ella cuando la presión de lo que pasaba por mi mente se empezó a hacer cada vez más grande. Sabía que en algún momento iba a tener que devolverle el favor a mi novio, pero no podía siquiera imaginarme estar en una situación como esa. ¡No tenía idea que hacer!
Ailín me recomendó de entrada calmarme, lo cual no fue muy efectivo puesto que yo estaba muy nerviosa. Lo siguiente que me recomendó es que viera algún video en internet para saber cómo hacerlo. “Yo tampoco nací sabiendo chupar una pija boluda, pero con el tiempo fui aprendiendo y ahora sé cómo hacerlo. Creeme boluda, no es tan difícil” me dijo después de que yo le explicara que mi mayor miedo era no poder darle placer a mi propio novio. El último consejo que me dio era que me animara yo también a tomar algunas copas de más, después de todo la tensión que tenía era porque no podía parar de pensar en eso, pero que el alcohol iba a ayudar a calmarme.
Encontrar la noche fue algo que tampoco ayudó. En enero él se fue de viaje con unos amigos a la costa y cuando volvió yo me fui a Miami con mis padres y pasamos mucho tiempo en el que no nos vimos y el reencuentro fue algo más bien sencillo y clásico. En marzo yo arranqué nuevamente la facultad y con él trabajando se nos hacía muy difícil vernos en la semana. Sin embargo los findes la pasábamos casi siempre juntos, pero parecía que mi cerebro no quería siquiera pensar en eso ya que rechazaba toda oportunidad en la que eso podía llegar a suceder.
Al fin comenzó abril y el primer fin de semana él me invitó a tomar algo a un bar muy lindo de zona norte. Era sábado y los dos estábamos muy relajados y tranquilos, el clima estaba divino y él estaba hermoso esa noche. Tenía puesta una camisita que le quedaba divina y su sonrisa se hacía más evidente con su piel que aun seguía algo bronceada. Lo miraba y me volvía loca por besarlo y por tocarlo, era una de las primeras veces que me sentía tan atraída hacia él. Encima Fran se dio cuenta de cómo me sentía y esa noche no paró de acariciarme la mano y los brazos y de lanzarme miradas seductoras que me encendían cada vez más.
El primer trago se fue y como ese solía ser mi límite él propuso de irnos a su casa, sin embargo yo le dije de tomar un segundo trago. A pesar de su sorpresa, ordenó dos copas más y nos quedamos sentados hablando hasta terminarlas. Entonces sentí como mi cuerpo se desinhibía levemente y supe que podía hacerlo. “Podría llegar a probar” pensé enseguida y como supe que no estaba del todo convencida me animé a pedir otra copa más de alcohol y la sorpresa de mi novio fue tan evidente que me preguntó si estaba bien.
- Estoy bárbara.- Le dije yo y noté en mi voz un tono de borracha.- No veo la hora de llegar a tu casa y arrancarte esa camisa.- Le dije y él abrió bien grande los ojos sin poder creer lo que acababa de decirle.
Fue la primera vez que me puse así y obviamente era para sorprenderse. Cuando salimos del bar me tiré encima de Fran y le comí la boca de un beso que enseguida se transformó en algo más. Él, apurado por aprovechar la situación, paró un taxi y en cuestión de minutos ya estábamos en su casa. Cuando abrió la puerta fue directo a la habitación y yo lo seguí casi corriendo para tirarme encima de él como si fuese mi presa. Sin dudas el alcohol estaba ayudando muchísimo en mi comportamiento que a pesar de no entender mucho de lo que sucedía, seguía sorprendiéndome.
Los besos se volvieron bien calientes en cuestión de segundos y las sorpresas para mi novio no quedaron ahí, ya que enseguida me saqué la remera que tenía y el corpiño lo acompañó casi al instante. Entonces empecé a desabrocharle la camisa y a bajar por su cuerpo besando cada parte de él, mientras que Fran me miraba sorprendido de la chica que unas copas de alcohol habían sacado de mí. Fue en el mismo momento en el que me topé con su pantalón cuando supe que tenía que darle una explicación. Sin dudas no era necesario, de hecho al día siguiente me sentí como una estúpida de hacerlo, pero en ese momento me pareció lo correcto y quedó como algo que la Camila borracha dijo:
- Vos últimamente fuiste muy bueno conmigo.- Le susurré al oído mientras refregaba mi cuerpo en el suyo.- Me diste mucho placer con esa boquita hermosa que tenés.- Seguí diciéndole y después le di un beso.- Es por eso que ahora me toca a mi ser una buena chica con vos.
La sonrisa de Francisco fue casi instantánea pero solo la vi por unos pocos segundos ya que miré hacia abajo y volví a bajar mi cuerpo hasta quedar a la altura de su cintura. Tapándome como pude con el pelo le desabroché el pantalón y se lo bajé para encontrarme con un bulto bien grande que muchas veces había sentido pero que nunca había visto tan directamente. Con un poco de vergüenza le fui bajando el bóxer hasta que me encontré frente a frente con su verga bien dura y no pude evitar tomarla con fuerza con una de mis manos. De pronto sentí que la vergüenza desaparecía de mi y que estaba dispuesta a hacer lo que fuese para hacer feliz a mi novio.
Lentamente comencé a mover la mano hacia arriba y hacia abajo sintiendo como la piel de su cuerpo subía y bajaba por ese tronco bien firme que se erguía frente a mis ojos. El pelo se interponía en mi camino, sin embargo me permitía ver por completo lo que estaba haciendo entre sus piernas y podía sentir como él se relajaba suavemente a medida que yo seguía moviendo mi mano. Su cabeza asomaba lentamente y podía notar lo roja que se iba poniendo mientras yo seguía con mis movimientos. De pronto la vergüenza se volvió a apoderar de mí porque sabía lo que estaba a punto de hacer, sin embargo me armé de coraje, abrí la boca bien grande y me metí su pija en la boca.
Empecé moviéndome despacio hacia arriba y hacia abajo. Mis labios rozaban cada centímetro de su verga mientras que mi mano se corría hacia un costado para darle lugar a mi boca. Era una sensación rara la que tenía, como si estuviese chupando un chupetín largo y grueso, aunque sabía que en realidad no era eso lo que estaba entre mis labios. El alcohol parecía haber desaparecido de mi cabeza ya que estaba completamente consciente de lo que hacía, sin embargo seguía surgiendo efecto en mis impulsos y es por eso que me animé a usar mi lengua en el trabajo que estaba realizando.
Primero se la pasé cuando mi cabeza subía por su tronco, pero me resultó tan incómodo que al final la terminé sacando de mi boca. Entonces recordé que hacía unos segundos había pensado en un chupetín y se la terminé lamiendo como si fuese uno bien largo y duro, de abajo hacia arriba y pasando mi lengua por todos lados. Eso pareció encantarle a Francisco ya que pude sentir como su cuerpo se erizaba, asique decidí repetir el movimiento. Parecía que de a poco iba encontrando las cosas que a él le gustaban y eso me motivaba a seguir haciéndolo.
Mi pelo se había corrido un poco de lugar y pude ver su cara por unos segundos, asomándose por encima de su pecho hasta que volvió a recostarse en la almohada. Esa expresión de placer me encantó y fue la causa de que volviera a tomar su pija con mi mano y me la metiera en la boca una vez más, para seguir chupándosela de arriba hacia abajo, pero esta vez mucho más rápido y con más ganas. Mi lengua rozaba su tronco de vez en cuando y cada vez que llegaba hasta la cabeza, la lamía rápido de un costado hacia el otro y él me lo agradecía con unos excitantes suspiros que denotaban que la estaba pasando muy bien. Me encantaba poder devolverle a mi novio el favor que él me había hecho ya varias veces.
- ¡Que delicia como la chupás, mi amor!- Dijo él levantando los brazos y colocándolos detrás de su nuca, relajándose aun más.
Yo no tuve otra alternativa que seguir, parecía que Fran no estaba dispuesto a moverse hasta que su verga quedara totalmente húmeda de mi saliva que ya comenzaba a caerse de mi boca. Mis labios estaban completamente mojados y mi lengua no paraba de moverse a tal punto que sentía que lo hacía por cuenta propia. Estaba tan confiada que no quería detenerme, fue por eso que me animé a volver a lamerlo como si fuese un chupetín, pero esta vez extendí mis lamidas por los alrededores de su pija. Así fui subiendo lentamente hasta quedar acostado encima de él una vez más y así comenzó la segunda etapa de esa noche.
El sexo fue fantástico, uno de los mejores que tuve durante ese año. Francisco estaba tan agradecido con lo que yo le había hecho que se dedicó a cogerme de una manera increíble hasta conseguir que de mi cuerpo saliera un orgasmo hermoso que me dejó rendida en la cama. Tan pronto él acabó nos recostamos el uno al lado del otro y con la respiración agitada nos miramos y él volvió a decirme “gracias” por lo que yo había hecho. Entonces me di cuenta del poder que tenía yo a la hora del sexo y de que así como él era capaz de excitarme a un nivel impresionante, yo también podía hacerlo y solo necesitaba usar mis labios y mi lengua. Esa noche aprendí que mi boca puede ser muy útil a la hora del sexo.
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4 comentarios - Las 10 cosas que aprendí de sexo. Capítulo 2
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