Después de muchos años, todavía recuerdo que a la sucesión, perfecta, deliciosa, de transgresiones con Máximo, la pareja de mi cuñada (publiqué un post sobre eso) le siguió otra “mini serie” caliente con, Mariano, un ex novio con el que nos reencontramos, de modo fortuito en una oficina pública.
Él me prodigó profusas atenciones y elogios, hablados. Yo, in mente, lo vi atractivo, un buen bocado para probar, en síntesis.
Antes de separarnos expresó, clara y determinadamente, que quería volver a verme. No me negué, tampoco acepté:
-¡Acá no hay solteros!- respondí
-No es condición necesaria para…. tomar un café y recordar-
-Dejámelo pensar-
Intercambiamos números de celulares.
Esperé, el siguiente viaje de trabajo que mi marido, Carlos, y me comuniqué con Mariano diciéndole que aceptaba tomar un café con él.
-¿Te sigue gustando el buen vino?- me preguntó
Le respondí que sí, me seguía gustando
-Entonces, si te parece, vino en lugar de café: tengo dos reservas para una cata de vinos Premium. Una era para mi esposa, pero está engripada y con fiebre ¿Te va ir conmigo?- me propuso
Llegué a la hora indicada. Me estaba esperando.
Disfruté de vinos exclusivos, de Mendoza, Salta y Patagonia, combinados con bocadillos de comidas regionales e… insinuaciones, al principio, propuestas directas después, de Mariano.
Antes de terminar la cata, transcurridas casi dos horas, me propuso ir a un lugar más discreto. Estaba algo achispada por los sorbos de vino, casi inconscientemente me encontré en un cuarto de hotel transitorio.
Durante nuestro noviazgo, nunca fuimos más allá de besos y franela, pero esa tarde-noche la cosa fue muy diferente.
Me abrazó, besó y mientras susurraba que me había extrañado mucho, me sacó la pollera, se quitó el pantalón y la camisa, me tomó de las manos, se sentó en la cama y me sentó, a horcajadas sobre él. Entre besos, lengüetazos y caricias indecorosas, sentí, en mi pubis, el bulto crecido dentro de su slip elástico. No demoré en “desmontar” de las piernas de Mariano, arrodillarme en la cama, bajar su slip elástico lo suficiente para que asomase su verga, erguida, rodeada, en la base, de largo y tupido vello púbico. La agarré, lamí toda a lo largo, me la metí en la boca y la chupé, como si fuese la última verga sobre la tierra.
Paré antes de que acabara, no sabía cuál era su resto, y quería sentirla adentro. Él interpretó que era su turno de tomar las riendas, se incorporó, me sacó el top, me acostó boca arriba, se deshizo de mi bombacha y su slip, metió cabeza entre mis piernas y se entregó, de lleno, a lamerme, chuparme y “dedearme” la concha mojada, provocándome gemidos, suspiros, gritos y…. el primer orgasmo con él.
Cuando me “cubrió” y me ensartó la verga, estaba loca de calentura.
Me cogió muy fuerte, disfruté como una perra en celo y me llenó de esperma. Seguimos abrazados besándonos mucho.
Se disculpó:
- Perdoname, Inesita, no puedo quedarme más tiempo hoy, mi esposa, engripada, me espera,…. La seguimos otro día-
Dio por descontado que tendríamos otros encuentros. Nos higienizamos, vestimos y luego me llevó a casa.
Acostada en la cama, pensé en lo sucedido.
Recordé que su slip elástico tenía, bordada la sigla RMX en letras rojas mayúsculas. Imaginé que era la abreviación de ReMiX que en inglés significa re-mezclar. Llegué a la conclusión de que había sido muy sabroso y que lo iba a volver a hacer a REMEZCLARME con Mariano, sin miedo y sin culpa, después de todo la vida es corta y hay que aprovecharla. Al día siguiente estaba caliente recordando la tarde/noche anterior. Me masturbé hasta acabar.
Mi esposo regresó y la misma noche de su llegada cogimos mucho, pero no le dije nada, de Mariano. Oídos que no escuchan ni ojos no ven, …….
La semana siguiente mi ex novio me llamo y convidó a irnos a un hotel.
Como Carlos, mi marido, estaba en la ciudad, trabajando y regresaba a casa a la noche, nos encontramos a la tarde y, sin las dos horas de cata de vinos de nuestra primera vez, dedicamos a fajarnos las tres horas del turno.
Yo lo cabalgué mientras él me amasaba tetas y nalgas. Mariano me cogió en pose misionero, cucharita y en cuatro patas. En esta pose también me culeó. Me eyaculó en ambos orificios
Gocé como loca y, como se me hizo tarde, volví sin ducharme, con cola y concha encharcadas.
Cuando entré mi marido ya estaba en casa y, vaya a saber porque tan excitado que quiso coger antes de cenar. Le dije que quería tomar, antes, un baño, pero él se negó y me arrastró a la cama matrimonial.
Me sentí inquieta pues, con certeza, aún tenía semen de Mariano en la concha y el culo.
Y no le había mencionado nada sobre mi escapada sexual.
Me desnudó y se desnudó, me besó y pasó la mano por mi entrepiernas y percibió que estaba toda mojada:
-¡Epaaa, que caliente que estás!- murmuró
-¡siii, que querés si metes mano de este modo!- mentí
Pobre, no se le ocurrió que eso que palpó era semen de otro macho. Me acostó y me “empaló” con mucha facilidad pues la “leche” de Mariano era como crema. Me cogió brioso, acabó y mezcló su leche con la del otro.
Me gustó eso del “batido” de espermas
Salí varias veces más con mi exnovio. Si al regreso, mi marido no estaba en casa, lo esperaba sin higienizarme la vagina. En algunas de esas ocasiones él quiso cogerme y pensó que estaba mojada por la calentura por él.
Cada vez que eso ocurría, me sentía más puta y satisfecha.
La única cosa que no dejé que sucediese es que Carlos, chupase el semen de Mariano. Me pareció demasiado.
El sexo oral con mi marido, sólo los días de dedicación sexual exclusiva con él.
Habíamos acordado que, no habría más tapujos entre nosotros: cualquier episodio extramatrimonial, lo hablaríamos sinceramente los dos, antes o después de que ocurriera.
No cumplí con lo pactado: Carlos no se enteró de Mariano.
Me gustó fantasear con el papel de re-puta y con marido cornudo que lo ignora.
Eso supuse hasta que una noche, al finalizar la cogida previa a la cena, en lugar de acostarse a mi lado se arrodilló y, verga en mano y actitud de revisarla:
-¡Oiaa!... ¿Qué paso?-
-¿Qué pasó que?-
-Esta tarde saliste y, mirala… está como nueva, reluciente y sin rastrito de leche ajena-
No me quedó otra que contarle.
La única consecuencia, después de cena, me cogió con toda la "polenta"
Él me prodigó profusas atenciones y elogios, hablados. Yo, in mente, lo vi atractivo, un buen bocado para probar, en síntesis.
Antes de separarnos expresó, clara y determinadamente, que quería volver a verme. No me negué, tampoco acepté:
-¡Acá no hay solteros!- respondí
-No es condición necesaria para…. tomar un café y recordar-
-Dejámelo pensar-
Intercambiamos números de celulares.
Esperé, el siguiente viaje de trabajo que mi marido, Carlos, y me comuniqué con Mariano diciéndole que aceptaba tomar un café con él.
-¿Te sigue gustando el buen vino?- me preguntó
Le respondí que sí, me seguía gustando
-Entonces, si te parece, vino en lugar de café: tengo dos reservas para una cata de vinos Premium. Una era para mi esposa, pero está engripada y con fiebre ¿Te va ir conmigo?- me propuso
Llegué a la hora indicada. Me estaba esperando.
Disfruté de vinos exclusivos, de Mendoza, Salta y Patagonia, combinados con bocadillos de comidas regionales e… insinuaciones, al principio, propuestas directas después, de Mariano.
Antes de terminar la cata, transcurridas casi dos horas, me propuso ir a un lugar más discreto. Estaba algo achispada por los sorbos de vino, casi inconscientemente me encontré en un cuarto de hotel transitorio.
Durante nuestro noviazgo, nunca fuimos más allá de besos y franela, pero esa tarde-noche la cosa fue muy diferente.
Me abrazó, besó y mientras susurraba que me había extrañado mucho, me sacó la pollera, se quitó el pantalón y la camisa, me tomó de las manos, se sentó en la cama y me sentó, a horcajadas sobre él. Entre besos, lengüetazos y caricias indecorosas, sentí, en mi pubis, el bulto crecido dentro de su slip elástico. No demoré en “desmontar” de las piernas de Mariano, arrodillarme en la cama, bajar su slip elástico lo suficiente para que asomase su verga, erguida, rodeada, en la base, de largo y tupido vello púbico. La agarré, lamí toda a lo largo, me la metí en la boca y la chupé, como si fuese la última verga sobre la tierra.
Paré antes de que acabara, no sabía cuál era su resto, y quería sentirla adentro. Él interpretó que era su turno de tomar las riendas, se incorporó, me sacó el top, me acostó boca arriba, se deshizo de mi bombacha y su slip, metió cabeza entre mis piernas y se entregó, de lleno, a lamerme, chuparme y “dedearme” la concha mojada, provocándome gemidos, suspiros, gritos y…. el primer orgasmo con él.
Cuando me “cubrió” y me ensartó la verga, estaba loca de calentura.
Me cogió muy fuerte, disfruté como una perra en celo y me llenó de esperma. Seguimos abrazados besándonos mucho.
Se disculpó:
- Perdoname, Inesita, no puedo quedarme más tiempo hoy, mi esposa, engripada, me espera,…. La seguimos otro día-
Dio por descontado que tendríamos otros encuentros. Nos higienizamos, vestimos y luego me llevó a casa.
Acostada en la cama, pensé en lo sucedido.
Recordé que su slip elástico tenía, bordada la sigla RMX en letras rojas mayúsculas. Imaginé que era la abreviación de ReMiX que en inglés significa re-mezclar. Llegué a la conclusión de que había sido muy sabroso y que lo iba a volver a hacer a REMEZCLARME con Mariano, sin miedo y sin culpa, después de todo la vida es corta y hay que aprovecharla. Al día siguiente estaba caliente recordando la tarde/noche anterior. Me masturbé hasta acabar.
Mi esposo regresó y la misma noche de su llegada cogimos mucho, pero no le dije nada, de Mariano. Oídos que no escuchan ni ojos no ven, …….
La semana siguiente mi ex novio me llamo y convidó a irnos a un hotel.
Como Carlos, mi marido, estaba en la ciudad, trabajando y regresaba a casa a la noche, nos encontramos a la tarde y, sin las dos horas de cata de vinos de nuestra primera vez, dedicamos a fajarnos las tres horas del turno.
Yo lo cabalgué mientras él me amasaba tetas y nalgas. Mariano me cogió en pose misionero, cucharita y en cuatro patas. En esta pose también me culeó. Me eyaculó en ambos orificios
Gocé como loca y, como se me hizo tarde, volví sin ducharme, con cola y concha encharcadas.
Cuando entré mi marido ya estaba en casa y, vaya a saber porque tan excitado que quiso coger antes de cenar. Le dije que quería tomar, antes, un baño, pero él se negó y me arrastró a la cama matrimonial.
Me sentí inquieta pues, con certeza, aún tenía semen de Mariano en la concha y el culo.
Y no le había mencionado nada sobre mi escapada sexual.
Me desnudó y se desnudó, me besó y pasó la mano por mi entrepiernas y percibió que estaba toda mojada:
-¡Epaaa, que caliente que estás!- murmuró
-¡siii, que querés si metes mano de este modo!- mentí
Pobre, no se le ocurrió que eso que palpó era semen de otro macho. Me acostó y me “empaló” con mucha facilidad pues la “leche” de Mariano era como crema. Me cogió brioso, acabó y mezcló su leche con la del otro.
Me gustó eso del “batido” de espermas
Salí varias veces más con mi exnovio. Si al regreso, mi marido no estaba en casa, lo esperaba sin higienizarme la vagina. En algunas de esas ocasiones él quiso cogerme y pensó que estaba mojada por la calentura por él.
Cada vez que eso ocurría, me sentía más puta y satisfecha.
La única cosa que no dejé que sucediese es que Carlos, chupase el semen de Mariano. Me pareció demasiado.
El sexo oral con mi marido, sólo los días de dedicación sexual exclusiva con él.
Habíamos acordado que, no habría más tapujos entre nosotros: cualquier episodio extramatrimonial, lo hablaríamos sinceramente los dos, antes o después de que ocurriera.
No cumplí con lo pactado: Carlos no se enteró de Mariano.
Me gustó fantasear con el papel de re-puta y con marido cornudo que lo ignora.
Eso supuse hasta que una noche, al finalizar la cogida previa a la cena, en lugar de acostarse a mi lado se arrodilló y, verga en mano y actitud de revisarla:
-¡Oiaa!... ¿Qué paso?-
-¿Qué pasó que?-
-Esta tarde saliste y, mirala… está como nueva, reluciente y sin rastrito de leche ajena-
No me quedó otra que contarle.
La única consecuencia, después de cena, me cogió con toda la "polenta"
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