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Una de las chicas de la limpieza, en el supermercado...

Hola a todos, cómo están?

Siguiendo con mis vacaciones en familia, hoy me levanté bien temprano para ir hasta el supermercado y comprar un buen desayuno para todos. Ya saben, lo típico para nosotros, los argentinos. Algo para acompañar el café con leche y el mate. Unas mediaslunas o bizcochitos... eso que nos gusta a todos.

Si bien el supermercado está cerca de donde estamos alojados, decidí ir con el auto para traer también unos botellones de agua para la semana y algunas bolsas de carbón para otro típico gusto argento que es el asado 🙂

Estaba recorriendo las góndolas del super para ver qué más se me ocurría para llevar cuando escucho una voz femenina que dice:

Ella: Qué poca memoria tienen los hombres... pensar que ayer...

Cuando presté atención a la persona que lo decía, inmediatamente me puse colorado... Era ella. La mayor de las dos chicas de la limpieza que ayer habían estado en el departamento.

Yo: Uy! Disculpame! Buen día! Es que no esperaba encontrarme con nadie aquí y menos con vos! Además, con esa ropa no te reconocí.

La misma cara pícara y sonriente de ayer, sólo que vestida con una remera blanca y unos jeans que marcaban bien sus formas... Y unas sandalias que la hacían un poco más alta que ayer, que estaba con las chatitas que usan para limpiar los departamentos...

Ella: Es que hoy estoy de franco. Me toca trabajar los fines de semana, pero los martes son míos. Y de mi familia. Los dejé a todos durmiendo y me vine a hacer unas compras. Y vos?

Yo: Yo igual! Vine a buscar el desayuno para todos. Qué bueno encontrarte! Y qué bueno lo de ayer 🙂

Ella: Acordate que lo podemos repetir en cualquier momento... No te cobramos mucho, no? Podés reincidir!

En ese momento, la tentación fue tan grande e instantánea que me escuché decir:

Yo: Ahora es un gran momento para reincidir! Qué te parece?

Ella: Pero ahora está tu familia en el departamento....

Yo: Bueno, pero está el auto... la naturaleza... y casi toda la gente durmiendo...

Ella: Ok, pero como ayer, ok?

Yo: Vamos...


Pagamos la cuenta, nos subimos al auto y empecé a manejar. Mientras comenzamos a andar siguió la charla, cada vez mas sensual, y ella empezó a pasar su mano por mi pierna y metiéndola por debajo del short... Frené un momento para terminar de abrir y bajar mi short y dejar mi verga libre para que ella comenzara a hacer su magia... Y volví a arrancar el auto...

Ella: Epa! Pero qué rápido! Siempre listo vos!

Yo: Es que esta situación, más tus caricias, me encendieron enseguida...

Mientras yo seguía manejando, a muy baja velocidad, se inclinó sobre mí y me empezó a chupar la pija. Muy suavemente. Muy despacio. Apenas humedeciendo con la lengua la punta de mi verga. Metiendo poco a poco mi cabecita en su boca húmeda y caliente. Soltando su aliento en cada movimiento de su respiración. Ese aliento tibio y frio a la vez que me llegaba hasta los huevos...

Me metí por un caminito angosto rodeado de árboles hasta un lugar que supuse seguro, fuera de la vista de las personas. Detuve el auto y la dejé seguir con su tarea, la cual ejecutaba maravillosamente.

Cuando sentí que estaba por venirme, la hice parar y la invité a que nos pasáramos al asiento de atrás para estar más cómodos. Eso me permitió dos cosas:

1. Ganar tiempo para no acabar tan rápido y tener que dejarla ir!
2. Ver como, a través de su remera, se le marcaban unos pezones duros y desafiantes, signo inconfundible de su calentura...


Yo: Me tenés al palo... pero mirá cómo estás vos? Segura que no me vas a dejar hacer nada?

Ella: No... ya te dije que sólo me coje mi marido... De vez en cuando, pero sólo él.

Yo: Ok, y si no querés que te coja... no te gustaría que te devuelva la chupada que me estás haciendo? Si nos acomodamos podemos hacer un rico 69...

Dudó un momento... Creo que fue más la actuación de la duda que la duda en sí... pero finalmente aceptó. Nos pasamos al asiento de atrás y en menos de 30 segundos estaba desnuda.

Qué mujer espléndida! Qué buena se la veía por todos lados... Su pubis completamente depilado. Sus labios gruesos. Sus tetas, preciosas! Creo que ayer no les había prestado la suficiente atención... y su mirada pícara...

Nos dimos un beso e inmediatamente comencé a besarle el cuello y bajar por sus tetas. Los pezones estaban que explotaban de duros y calientes. Me entretuve con ellos acariciando, chupando, mordiendo. Mientras ella acariciaba suavemente mis huevos y me hacía una paja.

No llevaba ni cinco minutos de estar chupando sus tetas cuando la siento ponerse tensa... estaba a punto de tener su primer orgasmo conmigo. Y tan sólo con acariciarle las tetas... La sentí venirse y apoyé un dedo en su conchita depilada y de gruesos labios para sentir su humedad. Con mi dedo empapado empecé a acariciar su clítoris y a meter ese mismo dedo en su interior mientras seguía chupando sus pezones.

Ya cerca del segundo orgasmo, me hizo acomodarme en el asiento para cumplir mi promesa de 69.

Esta vez no me chupaba la pija. La devoraba. La escupía... la llenaba de saliva. Pasaba su lengua de abajo hacia arriba y es la tragaba entera hasta tocar con sus labios mi pubis y volvía a comenzar, mientras con sus manos no dejaba de acariciar mis huevos acercando sus dedos cada vez más a mi culo.

Obviamente que yo tampoco perdí el tiempo y, además de disfrutar de esta soberbia mamada, también me dediqué a darle placer. Primero pasando mi lengua por la parte externa de su vagina, acariciando y lamiendo su ingle... yendo y viniendo en ese breve espacio entre su concha y su ano... y mientras tanto con mi dedo pulgar acariciando su clítoris.

Primero lentamente pero luego fue aumentando el ritmo de mi chupada... metiéndole lengua tanto dentro de su concha como de su culo. Chupando cada gota de sus jugos. Rodeando, chupando, tocando y estirando su clítoris con mis labios y con mi lengua.


Yo ya no aguantaba más, mis huevos a punto de explotar cuando la siento nuevamente ponerse tensa. Era el momento. Aguanté un poco más y estallamos los dos en un orgasmo enorme. No se cómo hacía esta hembra para gemir y chupar en simultáneo, pero les puedo asegurar que no dejó una gota de leche derramada en el piso ni en el asiento del auto. Al mismo tiempo que vaciaba mis huevos en su boca, ella dejó sus jugos en la mía.

Yo no quería que se bajara de mi cara. Esa concha jugosa y ese culo, que definitivamente tenía sus buenas batallas, eran el mejor paisaje para mis ojos en esa mañana.

Finalmente nos acomodamos, nos dimos un largo y húmedo beso, intercambiando los sabores de ambos en esas lenguas cruzadas y nos vestimos para volver cada uno a su casa.


La llevé nuevamente hasta la puerta del supermercado en donde nos despedimos con una promesa y un pedido.

La promesa de no volver a pasar por delante de ella sin saludarla.
El pedido que, la próxima vez me dejara meterle pija a ese ano y esa concha deliciosa.

Prometió pensarlo.

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