Vampiria pt.I (relato +Gifs) [Noiriak]

Cierta noche me dispuse a salir con un amigo que conocí en la Universidad, íbamos a ir a un bar gótico que frecuentaba hacía varios años y curiosamente en esa ocasión mi compañero tuvo que cancelarme por cuestiones personales. Yo estaba muy emocionado por regresar a ese sitio ya que tenía mucho tiempo que no visitaba, así que decidí ir aunque fuera solo. El lugar era como lo recordaba aunque no reconocí a nadie de la gente que frecuentaba el lugar a excepción de una mesera que aun trabajaba en el sitio a la cual solamente saludé y con la que tuve una pequeña charla superficial ya que no tuve mucha relación con ella en su momento.
Lo realmente curioso comenzó después de la media noche. El bar apagaba sus luces y comenzaban las luminarias a parpadear dándole un ambiente de discoteca para bailar esos ritmos electrónicos obscuros que tanto me gustaban. Con algunas cervezas encima me la estaba pasando muy bien recordando mis viejos tiempos mirando a la gente bailar y divertirse; fue en ese momento en el cual me percaté de un grupo enmascarado que estaba reunido en una mesa al fondo del bar, le pregunte a la mesera que sabía sobre ellos y me dijo que frecuentaban el lugar constantemente pero era todo lo que me podía decir ya que eran muy discretos. Curiosamente había solo dos hombres y un gran harem de mujeres de muy buen ver. Mirando a las mujeres que habían en aquella mesa me di cuenta que había una que no me quitaba la mirada de encima, sus ojos penetrantes se clavaban en los míos cada que cruzábamos miradas, tanto que no podía mantener contacto visual más de unos segundos.
La noche continuaba y comencé a fantasear en acercarme a hablar con ella para llevármela a una habitación y follarmela hasta terminar agotado, pero soy tan tímido que no me atrevía ni a levantarme a ir al baño (porque la entrada estaba muy cerca de la mesa donde ella estaba) hasta que dio la hora de retirarme y no podía hacerlo sin ir a orinar. Caminé todo el recorrido incomodado por la mirada de esta mujer y cuando pasé cerca de ella lo único que hice fue sonreír por los nervios, entre al baño, hice lo que tenía que hacer, lave mis manos y mi rostro; cuando me disponía a salir volví a ponerme las gafas… para mi sorpresa estaba ella ahí parada como si llevara un tiempo observándome; me quedé frio, no sé si me paralizo el susto de que ella estuviera ahí mirándome con sus densos ojos fijos vestida en un ajustado corsé y medias de red o si fue todo lo que me pasó por la mente por aquella situación. Ella caminó hacia mí haciendo sonar fuertemente sus tacones y a la vez que con una mano movió mi cabeza hacia un lado, con la otra, tomo mi mano llevándola por debajo de su corta falda.



Me beso el cuello con sus labios carnosos pintados de negro y yo toque su vulva por encima de su delgada lencería de encaje que estaba que chorreaba de humedad, al tiro sentí mi miembro comenzaba a inflamarse mientras ella mordía y succionaba sutilmente mi cuello; moví un poco mis dedos y sin esfuerzo encontré su duro clítoris que sin más presioné en un movimiento circular… No di más de tres vueltas cuando sentí que se desprendió de mi cuello y soltó un leve gemido ahogado, apretó sus tetas contra mi pecho lo que hizo que pudiera apreciar sus grandes areolas escapar del ajustado corsé al tiempo que sentí su mano en el caliente bulto que crecía cada vez más dentro de mi pantalón, acercó sus labios a mis oídos e introdujo su mojada lengua un instante antes de decir unas pocas palabras.



“Debo irme por ahora, te visitaré si me permites entrar”, sin saber a qué se refería y en el calor de la situación solo le respondí que sí, me beso los labios y se alejó de mi antes de que pudiera reaccionar; justo cuando estaba por salir del baño le pregunte desesperadamente su nombre a lo que me respondió “Julieta” con fuego en la mirada y una gran sonrisa que desnudo un par de colmillos que hasta el momento había pasado desapercibido como si antes no hubieran estado ahí, salió y se azoto la puerta detrás de ella, me mire la mano con la que había tocado el cielo, mis dedos poseían un acuoso reflejo, los acerque a mi rostro, inhalé fuertemente la deliciosa fragancia que emanaba de ellos y no pude evitar probar la esencia con mi lengua… mi boca se inundó de un sabor tan delicioso que gemí incontrolablemente y sentí como si expulsara un chorro caliente por mi uretra que hizo me contorsionara en un violento espasmo seguido de unos cuantos más leves… “Mierda, me corrí” pensé, me metí rápidamente al cubículo del inodoro para limpiar el desastre pero curiosamente no había rastros de semen… a excepción de una cantidad mínima de fluido preeyaculatorio… “mínima” en comparación al gran placer que había sentido hacia unos instantes pero suficiente como para humedecer por completo la bandana que siempre cargo conmigo. Una vez que me sentí cómodo, aunque aún húmedo, salí del baño, en la mesa ya no había nadie a excepción de la mesera que conocía y que estaba recogiendo las copas y las botellas de vino que dejaron los enmascarados clientes. Me acerque a despedirme de ella, le dije que me retiraba y que seguramente regresaría pronto y me acerque para despedirme con un beso en la mejilla, al tiempo que yo hablaba ella me miraba distinto que antes, al acercarme para despedirme acerco su cuerpo tanto que sentí su entrepierna tibia tallarse levemente en mi muslo y cuando le di el beso de despedida me beso en la comisura de la boca… Al voltear a ver la mesa nuevamente note unas cuantas monedas con extraños símbolos sobre la mesa que rápidamente levanto al ver que las observaba, me sonrío y se retiró no sin antes mandar un beso al aire hacia donde yo estaba, lo cual me hizo mucha gracia. Me fui del lugar sin ganas de irme.



Esa noche llegue a casa cansado fui directamente a la habitación me cambie la ropa interior y me recosté en la cama pensando en lo que había pasado hasta que sin darme cuenta me quedé dormido… a eso de las 6 de la mañana desperté abruptamente de un sueño increíble.
Me encontraba desnudo en una habitación obscura a la luz de decenas de velas, no obstante no podía ver otra cosa que la negrura del cuarto. Tenía una gran erección, sentía la polla dura como nunca, las venas marcadas se veían palpitantes, cerré los ojos un instante y sentí una fría brisa recorrer desde mis testículos, por mi pene hasta llegar a mi glande que pronto se transformó en la más cálida humedad que había sentido hasta entonces, no abrí los ojos hasta cuando sentí unos ligeros rasguños en mi pene y al voltear ella estaba allí, Julieta con su máscara y sus blancos colmillos estaba lamiendo y chupando mi venosa verga erecta, cuando dije su nombre me miro a los ojos fijamente y sin retirarlos ni un instante de los míos subió lamiendo mi ingle recorriendo mi abdomen hasta llegar a mis pezones y se montó sobre mí. Pude ver su esbelto cuerpo, sus hermosas tetas resaltaban de su pecho en el que se le marcaban las costillas, su abdomen bien delineado hasta el vientre era un espectáculo y justo cuando mi mirada iba llegando a su monte de venus mi miembro inflamado interrumpía el panorama. Sin decirle nada empezó a frotar su sexo sobre el mío, mostrando de a poco la vulva mojada que había tocado horas antes, apreté sus pechos con una mano y le metí mi pulgar a la boca para sentir sus colmillos con la otra; ella se alzó un poco con sus manos abrió su vulva, con mi dedo mojado con su saliva talle el clítoris que había quedado expuesto y volví a escuchar esa melodía, esos gemidos que habían taladrado mi cabeza cuando la toque por primera vez. Pronto solté su pecho y tome mi dura verga que estaba caliente como nunca para dirigirla a su vagina de donde escurría el delirante líquido. Apenas al acercar mi polla en el apretado agujero sentí un ardor tremendo en el glande cual si me estuviera acercando a una flama, al tiro me detuve por esa ardiente sensación sin embargo, de golpe, ella dejo caer su cadera sobre mi ingle y yo grite extasiado por la abrasadora sensación al penetrar vertiginosamente el horno que tenía por vagina. Su sexo ardía y yo gemía, ella se movía y yo me retorcía, ella cabalgaba y yo cual potro la sacudía.



No sé cuánto habrá durado ya que yo sentía el semen acumularse en mis entrañas y la sensación de eyacular estuvo presente desde el momento de la penetración, estaba teniendo un orgasmo extendido que progresivamente iba aumentando de intensidad y sentía que mi verga podía explotar en cualquier momento. Sentía como ella se mojaba y escurrían sus fluidos sobre mi cuerpo, una y otra vez cada vez más frecuentemente calientes chorros brotaban de su vulva enardecida. Así llego el momento en el que casi desfallezco y ya no pude mover un musculo, ella se levantó rápidamente y de un hábil salto acomodo su frente en mi abdomen, alzo mis piernas a sus hombros y con sus largas y afiladas uñas negras me tomo de los glúteos y los abrió. Yo sintiendo las ocho primeras punzadas entre mis nalgas y temeroso de la siguiente que estaba previendo quise moverme sin poder hacerlo, sin embargo asombrosamente no sentí nada más que un placer sin igual dentro de mi ano mientras introducía a fondo su exquisito y hábil dedo, casi gruñendo y mostrando los dientes jaló mi pene con la lengua para introducirlo a su boca y comenzó a mamarlo y succionarlo fuertemente, desde mi glande bajaba hasta la base y volvía a regresar, sentía como mi verga follaba su garganta violentamente además que ella movía con maestría el dedo que había introducido estimulando rincones a los cuales yo apenas me había acercado un par de veces en la vida.



Los espasmos y el placer que había sentido en ese baño eran un simple cosquilleo comparado a lo que ahí sentí, una extraña sensación de temor al no poder controlar mi cuerpo y que se moviera solo me invadió un segundo pero pronto fue opacada por el extremo placer que sentía en mis genitales, mi mente se perdió entre la obscuridad del cuarto y la flama de una vela y una sensación que solo puedo describir como una corriente eléctrica que entraba desde mi ano atravesaba cada musculo de mi pene y brotaba por mi uretra, era como si un relámpago me arrancara la vida. Extrañamente justo en el momento de eyacular escuche, más que en mis oídos, dentro de mi cabeza a la voz de Julieta diciendo la frase “Dale duro tigre”.



Desperté muy temprano por la mañana, aún estaba obscuro el cielo, no podía moverme… Estaba agotado y el cuerpo me dolía, sentía mi ropa y la cama mojadas. Tremendo sueño húmedo había tenido esa noche, pronto me quedé dormido de nuevo, hasta que la alarma de mi despertador sonó.