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Me hice coger por la pareja de mi cuñada.

Estaba convencidísima, después de mi “almuerzo”, con la verga de mi amigo Alfredo como postre (Subí un relato de eso), que me iba a comportar, hasta por lo menos su siguiente viaje a mi ciudad.
Pero, como consciente o inconscientemente, estoy siempre a la espera del hombre (y su miembro), capaz de regalarme el polvo por antonomasia, o sea el que entre todos los ya disfrutados y por disfrutar sea, incomparable, el más delicioso, volví a las andadas.
Un día fuimos a cenar a la casa la hermana de mi marido Carlos.
Mónica nos presentó su nueva pareja, Máximo, un muchacho sumamente atractivo, fascinante. Durante la picada previa y a la cena propiamente dicha, con frecuencia, buscaba su mirada, me perdía en sus ojos oscuros y penetrantes y sentía vibraciones en todo el cuerpo. Noté que él me miraba en modo extraño, sonreía y me lanzaba ojeadas lánguidas.
El café y las copitas, las tomamos en el living, hablando de banalidades. De pronto Mónica, pidió disculpas y se llevó a Carlos a otra habitación para tratar algo personal. Quedamos solos con Máximo, sentados frente a frente él en el sofá, yo en uno de los sillones.
Sin soltar palabra, estiró un brazo y me puso una mano en la rodilla y yo sentí un escalofrío cruzar mi espalda
-Tu toque me dio una descarga- le dije sonriendo.
Me esperaba una disculpa, en cambio él sonrió malicioso y murmuró que el mismo efecto le producía yo, toda vez que cruzábamos las miradas.
Había una palpable atracción sexual en el aire. Volvió a estirar el brazo para acariciarme la pierna, mi entrepiernas reaccionó: me estaba mojando. Con el brazo tieso e inclinando el dorso, alargó la mano y llegó al centro de mi placer, acariciándolo algunos segundos.
Nos separamos, precipitadamente, y simulamos seguir hablando como si nada hubiese sucedido, al escuchar que Mónica y Carlos, regresaban.
La noche terminó y nos saludamos “civilizadamente”.
Pasaron un par de semanas durante las cuales quedé perpleja y conmocionada. Mi pensamiento recurrente era revolcarme en la cama y tener sexo con Máximo toda una noche.
Volvimos a vernos, en una fiesta de casamiento de un importante empresario, pariente de Carlos y Mónica.
Yo buscaba a Máximo con la mirada y veía que él me observaba, con intención solapada, de cerca y de lejos. Era un poco ver quién de los dos provocaba más.
Había muchos invitados, confusión y desorden, en el baile después de la cena.
Decidí salir al jardín anexo al salón de fiesta, necesitaba apartar mi mente, por lo menos un rato, del juego de seducción. No había casi nadie. No pasaron ni dos minutos y sentí dos manos en mi cintura, tirarme hacia atrás.
Pensé que era Carlos, pero era Máximo que, me susurró al oído de hacer silencio, luego me llevó de la mano a un sector oscuro del jardín, me apoyó con la espalda contra el tronco de un árbol e inició a besarme con vehemencia, su lengua se metía en mi boca con prepotencia, mientras sus manos, tanto o más insolentes que su lengua, no dejaban de manosearme concha, culo y tetas. Una de estas, la sacó al aire libre, apartando corpiño y blusa, sus labios y lengua pasaron a besar, chupar y lamer, teta y pezón. Yo, no sabía cómo contener los gemidos.
-Si me dejo llevar, me agacho, te bajo la bombacha y te chupo toda,…. concha y cola,….. ¿te imaginás lo que seguiría?... quedo en deuda con vos…..- susurró.
Mientras volvíamos al salón, me dijo que entrase yo primero, que luego, buscaría la manera de pasarme su número de celular, para arreglar un encuentro a solas.
Así fue y el día siguiente le envié un whatsapp con texto neutro “… para que tengas mi número.. “ que, obviamente, era una confirmación de que estaba dispuesta a tener sexo con él.
Tres días después, pude liberarme por unas horas de mis cuatro afectos (Carlos y nuestros 3 hijitos) y coordinar con Máximo.
Con blusa, pollera, lencería sexi, maquillaje adecuado, perfume, pulseras y bolso fui al lugar de reunión, el estacionamiento de un centro comercial no muy lejos de mi casa. Él ya había llegado. Salió del auto y cuando me vio, por la expresión de su rostro, entendí que lo había impresionado, incluso más de lo que había imaginado. Sin decir nada, me besó allí apoyada la espalda en la carrocería del auto. Lo dejé hacer sin preocuparme del hecho de que estábamos cerca de mi casa, que alguien que me conocía pudiera vernos. Mientras me besaba apasionadamente como si fuéramos adolescentes, sentí que “su deseo” por mí estaba creciendo y presionaba contra mi pubis. Estaba muy envanecida, engreída a morir por ser tan deseada. Nunca había sentido tanta emoción al ser deseada así. Subimos a su auto y salimos a la calle.
-¿Adónde vamos?-
-Reservé en un hotel, cerca de aquí, ¡Alto minón voy a comerme!- respondió
En el ascensor, para subir a la habitación del hotel, nos besamos salvajemente. Metía sus manos en todas partes, hasta que sentí sus dedos sobre la concha, por encima de la bombacha. Creo que ya goteaba. Le agarré el bulto, estaba ansiosa de sacarla, agarrarla y probarla.
En la habitación, con las bocas encoladas y las lenguas entrelazadas, nos desvestimos. Mi ropa y lencería súper sexy que me había puesto para la ocasión, Máximo las tiró sobre un silloncito. Nos separamos un instante. El lápiz labial que me había vuelto a poner tan meticulosamente en los labios, un rato antes en el auto, estaba en su boca. Esa boca roja me excitaba, era sensual, tenía hambre de mí. Lo desvestí con frenesí, sus prendas quedaron encima de las mías.
Desnudo era incluso mejor que vestido, tenía un físico atlético, hombros anchos, vientre plano, pero sobre todo tenía una de las vergas más gruesas que había visto en mi vida; No es que haya visto muchas, pero, antes de ese día, me había dado algunas satisfacciones. No era tan larga, más bien rechoncha. Me hipnotizó ese gran pedazo de carne dura, lo manoteé y lo sostuve en mi mano, lo solté de mala gana, él se acostó y me lo ofreció, erguido, como torre.
Comienzo lamiéndolo, a mi mano en la base le cuesta rodearlo por completo, para meter el glande en boca, tengo que abrirla toda. Me embelesa, me excita chupar esa hermosa verga, pero al rato la suelto, me pongo encima de él, en cuclillas sobre su cara y le ofrezco mi depilación fresca de 3 días antes. Acabo casi enseguida ¡sabe cómo usar la lengua! Durante los espasmos del orgasmo, siento que lo quiero adentro, me reubico, siempre a horcajadas, agarro la verga, tiesa, palpitante, gruesa, con la mano y la guío hacia la concha húmeda de mis humores y su saliva y me la meto. Él tiene una expresión de alguien que está jugando con su juguete favorito. Le pregunto:
-¿Te gusta?-
-¡Me gusta…. me gustás desde el primer momento que te vi!!!!-
Yo era consciente que le caía bien, pero a las mujeres siempre nos encanta escucharlo.
Empiezo a moverme sobre él, lo disfruto, la sensación de placer al sentir que me llena, que su vergota se desliza entre las paredes de mi concha mojada, es indescriptible, me vuelve loca. Tiemblo sacudida por el orgasmo.
El aprovecha mi quedo, me acuesta, me monta, me penetra, me coge más y más fuerte, siento los golpes de su pelvis contra la mía. Acabo nuevamente en voz alta, gimiendo, suspirando.
Se toma un momento de respiro, jadeante, detiene el entre y sale.
Intercambiamos una mirada, la suya más hambrienta que la mía, ¡yo ya había tenido dos orgasmos! Reanuda el mete y saca con fuerza impetuosa, ardiente, lleno de pasión, hasta que acaba soltando tanto esperma que siento que me llena la concha. Antes de eyacular completamente, me provoca el tercer orgasmo de la tarde.
Siento que lo vacié del todo. Quedamos, acostados boca arriba cabeza a cabeza, respirando, ambos, anhelosamente por efecto del ejercicio impetuoso.
Los olores de nuestro “raid erótico” saturan el aire de la habitación, me gusta ese olor. Realmente me siento ….puta.
-¡Me volvés loco!.... ¡Sos increíblemente, sensual!.... ¡Una diosa cogiendo!... ¿Ya te lo habían dicho?-
No, no me lo habían dicho de ese modo, me encantó escucharlo. No se lo dije.
-Vos también me das vuelta la cabeza…. Me cogiste como un toro alzado… parecía que no cogías desde hace años- respondí.
-No cogíamos, dirás…. vos no estuviste para nada modosa – me corrigió
El resto del turno continuó con una merienda frugal llevada a la habitación consumida desnudos en la cama, mechada con besos, juegos, abrazos y caricias, con reanudación de la juerga sexual, aunque de un modo menos salvaje.
De regreso al auto, una llamada telefónica de mi esposo (que quería saber dónde estaba porque teníamos el compromiso de cenar con amigos) me distrajo del éxtasis de esa tarde, que, después de muchos años, todavía recuerdo cómo el momento inicial de una sucesión, perfecta, deliciosa, de transgresiones con Máximo, la pareja de mi cuñada.


3 comentarios - Me hice coger por la pareja de mi cuñada.

Pervberto
Dulce fruta prohibida en la pletórica narración.
mdqpablo
exelente arracion . muy buen relato una transgresora de lujo .saludos desde mardel mdqpabloysra . te invitamos a pasar por nuestros post . feliz año
leloir2010
Resultaste todo una putita, no perdonaste a la pareja de tu cuñada. Van puntitos