Continúo con el relato:
Al oír sus palabras, me paralicé por un segundo, mirándola fijamente
–¿Qué? -me dijo, mirándome- ¿tiene algo de malo? Quiero que seas mi primer hombre en todo.
Tragué saliva, pues decir "me vas a abrir el culo" no es algo para decir en la primera cita, o la primera vez que se tiene sexo, ¿o sí? Como sea, si ella lo desea, lo tendrá
Así que recuperamos fuerzas unos instantes, aunque sentíamos que en nuestro olor corporal era demasiado notable el sexo, así que le dije:
–¿Y si nos damos una ducha juntos? Es la mejor idea, reconócelo -la miré titubear, pero aceptó y, frente a mí, empezó a desvestirse.
Yo no llevaba en sí nada de ropa, acababa de salir de ducharme cuando ella llegó, pero una segunda ducha nunca hace daño, olíamos a sexo y sudor, así que la tomé de la mano y me la llevé a la ducha, abrí la llave y dejé que el agua cayera sobre nuestros cuerpos, mojándonos y limpiando todo.
–Se siente bien -dijo ella, mientras tomaba el jabón y lo paseaba de arriba abajo en mi pecho, ella me miraba.
–Lo sé -le respondí mientras tomaba el jabón de sus manos y hacía que ella se diera la vuelta- las manos en la pared -dije en su oído, sorprendentemente obedeció sin chistar, así que hice un poco de espuma con el jabón y masajeé su espalda, con suavidad, usando las yemas de los dedos.
–Tienes muy buenas manos -me dijo Diana.
–Gracias, sabes que es por mi trabajo -le respondí, trabajar en un sauna tiene sus ventajas.
–Bueno, qué tal si llevas tus manos a otro lugar -dijo con una sonrisa pícara en sus labios, sé lo que quiere, pero ella quiere que le perfore su hoyito, y le cumpliré el deseo.
Así que llevé mis manos directamente a sus nalgas, masajeando profundamente, Diana tenía un culo increíble, durito y firme. Así que, humedeciendo mi meñique con algo de saliva, lo fui hundiendo lentamente en su esfínter, la sentí retorcerse, pero rápidamente la calmé:
–Tranquila, relájate.
Me hizo caso, y con un respiro me permitió continuar. No faltó demasiado rato para que el meñique fuese reemplazado por otro dedo, y luego otro más, y otro más.
Ya al tener tres de mis dedos dentro del culo, la pude oír mientras los leves quejidos de dolor se convertían en gemidos de placer
–¿Lista? -dije en su oído, y al verla asentir con la cabeza... bueno, fue su firma con este diablo.
Así que metí la cabeza de mi pene en su recién estimulado culito, se sentía tan estrecho, húmedo y caliente, aunque lo que más me sorprendió fue el tremendo grito que dio Diana, no sé si de dolor o de placer, pero me tomó de la cintura y me instó a moverme.
Ella aún tenía las manos en la pared de la ducha, lo que me ponía las cosas un tanto más fáciles, pues pude rodear su cadera con mis manos y empezar a dirigir nuestros movimientos, eran sensaciones increíbles, realmente Diana tiene mucho potencial, ¿podría amar a una mujer así? La respuesta es: oh, claro que sí.
–Sí, así papi, cógeme así de rico -me dijo, lo que me inspiró a moverme aún más rápido.
No sé cuánto tiempo habremos estado follando, sólo sé que las piernas me temblaban y mis dedos también, por no dejar de manosear su vagina y sus senos. Así que moviéndome lo más rápido que pude, ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Sentí que mi pene explotaba dentro de ella, hasta dejar un explosivo reguero blanco en su culo, algo que a ella le encantó
Así que cuando salimos del baño, finalmente nos vestimos, nos acostamos en la cama y nos dispusimos a dormir, yo pensando en todo lo que podría suceder al lado de Diana, creí que finalmente todo estaba en su lugar, ¿lo estaba? Claro que no...
Apenas ella se durmió, sentí la puerta de la calle, así que, con los más rápido que pude me vestí, salí a la calle y el cerebro me dejó de procesar...
La mujer que estaba afuera, tenía un gran parecido con Diana, ¿adivinaron? Sí, cabello y ojos negros como la noche, figura llamativa pero desapercibida, y una mirada que te helaba la sangre: Rosa, hermana mayor de Diana, había venido a buscar a su hermana.
Al oír sus palabras, me paralicé por un segundo, mirándola fijamente
–¿Qué? -me dijo, mirándome- ¿tiene algo de malo? Quiero que seas mi primer hombre en todo.
Tragué saliva, pues decir "me vas a abrir el culo" no es algo para decir en la primera cita, o la primera vez que se tiene sexo, ¿o sí? Como sea, si ella lo desea, lo tendrá
Así que recuperamos fuerzas unos instantes, aunque sentíamos que en nuestro olor corporal era demasiado notable el sexo, así que le dije:
–¿Y si nos damos una ducha juntos? Es la mejor idea, reconócelo -la miré titubear, pero aceptó y, frente a mí, empezó a desvestirse.
Yo no llevaba en sí nada de ropa, acababa de salir de ducharme cuando ella llegó, pero una segunda ducha nunca hace daño, olíamos a sexo y sudor, así que la tomé de la mano y me la llevé a la ducha, abrí la llave y dejé que el agua cayera sobre nuestros cuerpos, mojándonos y limpiando todo.
–Se siente bien -dijo ella, mientras tomaba el jabón y lo paseaba de arriba abajo en mi pecho, ella me miraba.
–Lo sé -le respondí mientras tomaba el jabón de sus manos y hacía que ella se diera la vuelta- las manos en la pared -dije en su oído, sorprendentemente obedeció sin chistar, así que hice un poco de espuma con el jabón y masajeé su espalda, con suavidad, usando las yemas de los dedos.
–Tienes muy buenas manos -me dijo Diana.
–Gracias, sabes que es por mi trabajo -le respondí, trabajar en un sauna tiene sus ventajas.
–Bueno, qué tal si llevas tus manos a otro lugar -dijo con una sonrisa pícara en sus labios, sé lo que quiere, pero ella quiere que le perfore su hoyito, y le cumpliré el deseo.
Así que llevé mis manos directamente a sus nalgas, masajeando profundamente, Diana tenía un culo increíble, durito y firme. Así que, humedeciendo mi meñique con algo de saliva, lo fui hundiendo lentamente en su esfínter, la sentí retorcerse, pero rápidamente la calmé:
–Tranquila, relájate.
Me hizo caso, y con un respiro me permitió continuar. No faltó demasiado rato para que el meñique fuese reemplazado por otro dedo, y luego otro más, y otro más.
Ya al tener tres de mis dedos dentro del culo, la pude oír mientras los leves quejidos de dolor se convertían en gemidos de placer
–¿Lista? -dije en su oído, y al verla asentir con la cabeza... bueno, fue su firma con este diablo.
Así que metí la cabeza de mi pene en su recién estimulado culito, se sentía tan estrecho, húmedo y caliente, aunque lo que más me sorprendió fue el tremendo grito que dio Diana, no sé si de dolor o de placer, pero me tomó de la cintura y me instó a moverme.
Ella aún tenía las manos en la pared de la ducha, lo que me ponía las cosas un tanto más fáciles, pues pude rodear su cadera con mis manos y empezar a dirigir nuestros movimientos, eran sensaciones increíbles, realmente Diana tiene mucho potencial, ¿podría amar a una mujer así? La respuesta es: oh, claro que sí.
–Sí, así papi, cógeme así de rico -me dijo, lo que me inspiró a moverme aún más rápido.
No sé cuánto tiempo habremos estado follando, sólo sé que las piernas me temblaban y mis dedos también, por no dejar de manosear su vagina y sus senos. Así que moviéndome lo más rápido que pude, ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Sentí que mi pene explotaba dentro de ella, hasta dejar un explosivo reguero blanco en su culo, algo que a ella le encantó
Así que cuando salimos del baño, finalmente nos vestimos, nos acostamos en la cama y nos dispusimos a dormir, yo pensando en todo lo que podría suceder al lado de Diana, creí que finalmente todo estaba en su lugar, ¿lo estaba? Claro que no...
Apenas ella se durmió, sentí la puerta de la calle, así que, con los más rápido que pude me vestí, salí a la calle y el cerebro me dejó de procesar...
La mujer que estaba afuera, tenía un gran parecido con Diana, ¿adivinaron? Sí, cabello y ojos negros como la noche, figura llamativa pero desapercibida, y una mirada que te helaba la sangre: Rosa, hermana mayor de Diana, había venido a buscar a su hermana.
0 comentarios - Las hermanas incestuosas Pt. 2