Continuamos con esta saga, si te perdiste los capitulos anteriores buscalos acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3529400/Amores-y-desamores-en-el-Buenos-Aires-colonial-Cap-1.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3533384/Amores-y-desamores-en-el-Buenos-Aires-colonial-Cap-2.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3536443/Amores-y-desamores-en-el-Buenos-Aires-colonial-Cap-3.html
- ¿Ustedes se dan cuenta que hubiese pasado si en vez de escucharlos yo los escuchaba el capataz? Los increpó María.
Ambos negros callaron, cabizbajos, desnudos, sentados en el camastro de Teresa. Sabían muy bien lo que les hubiese esperado.
Mauro no podía disimular su dura verga, Teresa hervía de calentura desde que bañó a su ama, María había despertado muy caliente por sus eróticos sueños, tanto que no tuvo reparos de hablarlo con sus esclavos.
- Tuve un sueño -les dijo- en donde ustedes compartían conmigo lo que saben sobre el placer. Desperté muy perturbada, fue un sueño muy real.
Mauro le dijo:
-Ama, usted está comenzando a dejarse atrapar por el placer, ya nada será lo mismo para usted...
- Pero yo todabía no se bien que es - dijo Maria- lo siento, pero no se que es... ¿Es una magía? ... ¿ustedes me embrujaron?
- No ama no.... no es magia ni embrujo... está en la naturaleza, en todo...cuando uno la conoce todo cambia y no la suelta mas.
Maria los llevó hacia su habitación, se sentó en la cama y les dijo:
- Entonces quiero saber, quiero conocer... vengan, enséñenme.
Bajó los breteles de su fino camisón y lo dejó caer hasta la cintura, sus blancos pechos quedaron al descubierto, sus muy duros pezones daban cuenta del estado de excitación de la joven.
María se paró y dejó caer la prenda al piso, se recostó en la cama totalmente desnuda y quedó a merced de sus esclavos.
Con muy suaves caricias y toques, ambos negros, uno de cada lado, comenzaron a incentivar a su ama.
Ninguno tocaba sus zonas mas erogenas, no era la idea, lo que buscaban era que el placer recorriera su cuerpo, era erotizar cada centímetro de su piel, que todo su cuerpo se volviera erógeno.
Despues si, un roce en un pezón por parte de Teresa y una caricia en el clítoris por parte de Mauro hicieron que Maria estalle de locura en un profundo orgasmo.
De ahi en mas la cosa se desató. No tardó mucho María en tener la venosa pija de Mauro en su boca, como en su sueño, y también como en el sueño no tardó Teresa en lamer la concha de su ama con desesperación.
Quizo María saber que se siente al chupar una concha y lo supo gracias a Teresa. Y Mauro no tardó en taladrar a las dos jovenes con su dura verga, regalandole una buena porción de leche a cada muchacha.
Los tres jovenes quedaron descansando un rato hasta que los sacó de su letargo la voz del capataz.
-Patrona ¿le pasó algo?
Maria, blanca del susto le dijo:
- No, tranquilo Ibañez, solo tuve una pesadilla y se ve que grité, la desperté asustada a Teresa que vino a socorrerme pero no pasó nada. Gracias.
- Bueno patrona, me alegro que no fuera nada, recuerde que cualquier cosa estoy para servirla.
Ibañez se retiró y María les dijo a los negros.
- El perro de mi esposo me puso a este para que me vigile! Tendremos que ser cuidadosos...
- Mauro tomó sus ropas y huyó entre las sombras para la cuadra para no ser descubierto.
María y Teresa se quedaron hablando en voz baja, María dijo:
- Tendremos que tener mucho cuidado de ahora en más, mi marido no puede ni siquiera sospechar nada de esto porque nuestras vidas llegarían a su fin. Pero por otro lado quiero que lo que empezó hoy no termine nunca más. Tenía razón Mauro cuando dijo que cuando el placer te atrapa no te suelta nunca más, a mi me acaba de atrapar y no quiero dejar esto nunca más.
Teresa ayudó a acostar a María y se preparó para irse. Acarició su cara y su pelo y María levantó una punta de sus cobijas y le dijo:
- Ven, no te vayas todavía...
La negra apagó el candil y se metió en la cama con su ama.
Las dos jovenes se amaron esa noche con locura hasta quedar exautas. Nunca habían estado con una mujer hasta esa noche, pero las dos supieron bien que hacer para llevar el placer hasta su máxima expresión.
Cuando Maria se durmió, Teresa se retiró hacia su pequeño cuarto.
Por la Mañana Maria despertó feliz. Acarició la cama y su almohada recordando lo sucedido.
Teresa acudió a vestir a su ama. Las dos estaban felices.
-¿Que haremos con todo esto?- le dijo Maria- ¿Cómo seguiremos nuestras vidas?. No puedo sentirlos como mis esclavos despues de lo de anoche... pero ¿Cómo solucionamos esto? No puedo decirle a mi esposo dejalos libres y ya....
Pero tampoco en mi corazón puedo dejar que sigan siendo mis esclavos...
-Ama, no se preocupe por eso.... es mejor que las cosas queden como están, que nadie sospeche nada, ni el amo ni el capataz, nadie.
Usted siempre nos trató muy bien y es mejor que todo siga igual.
- Esta bien- dijo María- es mejor así. En la intimidad puedes llamarme por mi nombre y no tratarme de usted, cuando estemos con alguien, todo será igual.
- Muy bien ama...digo, María...
Las dos se acercaron y se besaron apasionadamente.
- Te deseo! Le dijo María
- Yo también te deseo, mantengamos ese deseo todo el dia y nos hará vivir felices.
Pasó el día normalmente y llegó la noche. María quería tener a los dos negros nuevamente en su cama, seguramente al otro día llegaría su esposo y esa noche podían estar tranquilos, solo debían cuidarse del capataz para que no sospechara.
Era una clara noche de luna llena, las dos jovenes idearon dejar apenas una endija abierta de los postigos de la ventana. Esa pequeña claridad, cuando sus ojos se acostumbrasen, les dejaría ver lo suficiente sin encender los candiles que los delataran la noche anterior.
Debieron aguardar un buen rato hasta que Mauro pudiese escapar sin ser visto.
No perdieron ese tiempo, comenzaron besandose, lamiendose, tocandose... cada vez mas ardientemente. Se provocaron un buen orgasmo y siguieron. Y asi Mauro las encontró mas que preparadas para lo que vendría.
Ambas lo agarraron y comenzaron a lamer todo su negro cuerpo. No tardaron en llegar a su dura verga y fue una locura de labios, lenguas y pija sin parar hasta lograr que un profundo lechazo las embriagara. Lo bebieron entre las dos con mucha dedicación y terminaron besandose y compartiendo los ultimos rastros de leche que les quedaba.
Mientras el muchacho se recuperaba, ellas siguieron besandose y lamiendose hasta terminar haciendo un 69.
Esa imagen sumado a su juventud y vigor hicieron que el muchacho se recupere rapido.
Teresa habia quedado arriba y Mauro decidió unirseles desde el culo de la negra.
Un par de lengüetazos bien llenos de saliba a ese culo carnoso y ahi nomas plantó su pija y fue entrando.
María tenía ese espectáculo a 3 cm de su cara y el resplandor de la ventana bastó para ver con detalles esa espectacular enculada.
Tanto que la hizo desear, pese a su fatidica experiencia anterior, que le entraran por el culo a ella también.
Los morenos la animaron. Asi que las chicas hicieron el 69, esta vez con Maria arriba y Mauro comenzó a lamer con mucha dedicación el rosado culo de Maria.
Poco a poco fue presentanto su dura verga en la entrada del culo mientras Teresa no dejaba de lamerle el clítoris. Con tanta excitación la verga del negro fue entrando sin problemas y por fin Maria pudo sentir placer por una buena culeada.
Teresa, excitada por la visión, alternaba su lengua entre la concha de María y la verga y los huevos de Mauro. Este no tardó en acabar y bañar profundamente las entrañas de la joven. Esto, mas la lengua de la negra, provocaron un orgasmo tan profundo y con tantos espasmos que María pensó que moriría de placer en ese instante.
Los esclavos ayudaron a calmarla con caricias, la besaron profundamente y se retiraron a descansar.
María se durmió pensando en lo que había cambiado su vida... en como el placer lo cambiaba todo...
Como pudo disfrutar con su culo lo que hace unos días había sido la peor de sus torturas... y que dificilmente pudiera gozar con su marido ni un poquito de lo que gozó con los morenos.
Arnulfo volvió y muchas cosas volvieron a la normalidad. Aún asi siempre encontraba la manera de encontrarse con sus esclavos, bien a la madrugada, cuando todos dormían.
Con Teresa era mas facil, era su esclava personal y estaban mucho juntas. Los baños se tornaban muy calientes y siempre había orgasmos en esa tina. Con Mauro eran mas esporádicos pero cada vez más intensos.
Al poco tiempo sucedió lo que debía suceder. María estaba embarazada.... pero, ¿de su marido o de Mauro?.
El nacimiento de un niño negro sería el fin de sus días. Solo le quedaba esperar de que el niño fuese blanco. Que fuese la simiente de su esposo la primera en fertilizarla...
Le esperaban 9 meses de incertidumbres.
Continuará.
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- ¿Ustedes se dan cuenta que hubiese pasado si en vez de escucharlos yo los escuchaba el capataz? Los increpó María.
Ambos negros callaron, cabizbajos, desnudos, sentados en el camastro de Teresa. Sabían muy bien lo que les hubiese esperado.
Mauro no podía disimular su dura verga, Teresa hervía de calentura desde que bañó a su ama, María había despertado muy caliente por sus eróticos sueños, tanto que no tuvo reparos de hablarlo con sus esclavos.
- Tuve un sueño -les dijo- en donde ustedes compartían conmigo lo que saben sobre el placer. Desperté muy perturbada, fue un sueño muy real.
Mauro le dijo:
-Ama, usted está comenzando a dejarse atrapar por el placer, ya nada será lo mismo para usted...
- Pero yo todabía no se bien que es - dijo Maria- lo siento, pero no se que es... ¿Es una magía? ... ¿ustedes me embrujaron?
- No ama no.... no es magia ni embrujo... está en la naturaleza, en todo...cuando uno la conoce todo cambia y no la suelta mas.
Maria los llevó hacia su habitación, se sentó en la cama y les dijo:
- Entonces quiero saber, quiero conocer... vengan, enséñenme.
Bajó los breteles de su fino camisón y lo dejó caer hasta la cintura, sus blancos pechos quedaron al descubierto, sus muy duros pezones daban cuenta del estado de excitación de la joven.
María se paró y dejó caer la prenda al piso, se recostó en la cama totalmente desnuda y quedó a merced de sus esclavos.
Con muy suaves caricias y toques, ambos negros, uno de cada lado, comenzaron a incentivar a su ama.
Ninguno tocaba sus zonas mas erogenas, no era la idea, lo que buscaban era que el placer recorriera su cuerpo, era erotizar cada centímetro de su piel, que todo su cuerpo se volviera erógeno.
Despues si, un roce en un pezón por parte de Teresa y una caricia en el clítoris por parte de Mauro hicieron que Maria estalle de locura en un profundo orgasmo.
De ahi en mas la cosa se desató. No tardó mucho María en tener la venosa pija de Mauro en su boca, como en su sueño, y también como en el sueño no tardó Teresa en lamer la concha de su ama con desesperación.
Quizo María saber que se siente al chupar una concha y lo supo gracias a Teresa. Y Mauro no tardó en taladrar a las dos jovenes con su dura verga, regalandole una buena porción de leche a cada muchacha.
Los tres jovenes quedaron descansando un rato hasta que los sacó de su letargo la voz del capataz.
-Patrona ¿le pasó algo?
Maria, blanca del susto le dijo:
- No, tranquilo Ibañez, solo tuve una pesadilla y se ve que grité, la desperté asustada a Teresa que vino a socorrerme pero no pasó nada. Gracias.
- Bueno patrona, me alegro que no fuera nada, recuerde que cualquier cosa estoy para servirla.
Ibañez se retiró y María les dijo a los negros.
- El perro de mi esposo me puso a este para que me vigile! Tendremos que ser cuidadosos...
- Mauro tomó sus ropas y huyó entre las sombras para la cuadra para no ser descubierto.
María y Teresa se quedaron hablando en voz baja, María dijo:
- Tendremos que tener mucho cuidado de ahora en más, mi marido no puede ni siquiera sospechar nada de esto porque nuestras vidas llegarían a su fin. Pero por otro lado quiero que lo que empezó hoy no termine nunca más. Tenía razón Mauro cuando dijo que cuando el placer te atrapa no te suelta nunca más, a mi me acaba de atrapar y no quiero dejar esto nunca más.
Teresa ayudó a acostar a María y se preparó para irse. Acarició su cara y su pelo y María levantó una punta de sus cobijas y le dijo:
- Ven, no te vayas todavía...
La negra apagó el candil y se metió en la cama con su ama.
Las dos jovenes se amaron esa noche con locura hasta quedar exautas. Nunca habían estado con una mujer hasta esa noche, pero las dos supieron bien que hacer para llevar el placer hasta su máxima expresión.
Cuando Maria se durmió, Teresa se retiró hacia su pequeño cuarto.
Por la Mañana Maria despertó feliz. Acarició la cama y su almohada recordando lo sucedido.
Teresa acudió a vestir a su ama. Las dos estaban felices.
-¿Que haremos con todo esto?- le dijo Maria- ¿Cómo seguiremos nuestras vidas?. No puedo sentirlos como mis esclavos despues de lo de anoche... pero ¿Cómo solucionamos esto? No puedo decirle a mi esposo dejalos libres y ya....
Pero tampoco en mi corazón puedo dejar que sigan siendo mis esclavos...
-Ama, no se preocupe por eso.... es mejor que las cosas queden como están, que nadie sospeche nada, ni el amo ni el capataz, nadie.
Usted siempre nos trató muy bien y es mejor que todo siga igual.
- Esta bien- dijo María- es mejor así. En la intimidad puedes llamarme por mi nombre y no tratarme de usted, cuando estemos con alguien, todo será igual.
- Muy bien ama...digo, María...
Las dos se acercaron y se besaron apasionadamente.
- Te deseo! Le dijo María
- Yo también te deseo, mantengamos ese deseo todo el dia y nos hará vivir felices.
Pasó el día normalmente y llegó la noche. María quería tener a los dos negros nuevamente en su cama, seguramente al otro día llegaría su esposo y esa noche podían estar tranquilos, solo debían cuidarse del capataz para que no sospechara.
Era una clara noche de luna llena, las dos jovenes idearon dejar apenas una endija abierta de los postigos de la ventana. Esa pequeña claridad, cuando sus ojos se acostumbrasen, les dejaría ver lo suficiente sin encender los candiles que los delataran la noche anterior.
Debieron aguardar un buen rato hasta que Mauro pudiese escapar sin ser visto.
No perdieron ese tiempo, comenzaron besandose, lamiendose, tocandose... cada vez mas ardientemente. Se provocaron un buen orgasmo y siguieron. Y asi Mauro las encontró mas que preparadas para lo que vendría.
Ambas lo agarraron y comenzaron a lamer todo su negro cuerpo. No tardaron en llegar a su dura verga y fue una locura de labios, lenguas y pija sin parar hasta lograr que un profundo lechazo las embriagara. Lo bebieron entre las dos con mucha dedicación y terminaron besandose y compartiendo los ultimos rastros de leche que les quedaba.
Mientras el muchacho se recuperaba, ellas siguieron besandose y lamiendose hasta terminar haciendo un 69.
Esa imagen sumado a su juventud y vigor hicieron que el muchacho se recupere rapido.
Teresa habia quedado arriba y Mauro decidió unirseles desde el culo de la negra.
Un par de lengüetazos bien llenos de saliba a ese culo carnoso y ahi nomas plantó su pija y fue entrando.
María tenía ese espectáculo a 3 cm de su cara y el resplandor de la ventana bastó para ver con detalles esa espectacular enculada.
Tanto que la hizo desear, pese a su fatidica experiencia anterior, que le entraran por el culo a ella también.
Los morenos la animaron. Asi que las chicas hicieron el 69, esta vez con Maria arriba y Mauro comenzó a lamer con mucha dedicación el rosado culo de Maria.
Poco a poco fue presentanto su dura verga en la entrada del culo mientras Teresa no dejaba de lamerle el clítoris. Con tanta excitación la verga del negro fue entrando sin problemas y por fin Maria pudo sentir placer por una buena culeada.
Teresa, excitada por la visión, alternaba su lengua entre la concha de María y la verga y los huevos de Mauro. Este no tardó en acabar y bañar profundamente las entrañas de la joven. Esto, mas la lengua de la negra, provocaron un orgasmo tan profundo y con tantos espasmos que María pensó que moriría de placer en ese instante.
Los esclavos ayudaron a calmarla con caricias, la besaron profundamente y se retiraron a descansar.
María se durmió pensando en lo que había cambiado su vida... en como el placer lo cambiaba todo...
Como pudo disfrutar con su culo lo que hace unos días había sido la peor de sus torturas... y que dificilmente pudiera gozar con su marido ni un poquito de lo que gozó con los morenos.
Arnulfo volvió y muchas cosas volvieron a la normalidad. Aún asi siempre encontraba la manera de encontrarse con sus esclavos, bien a la madrugada, cuando todos dormían.
Con Teresa era mas facil, era su esclava personal y estaban mucho juntas. Los baños se tornaban muy calientes y siempre había orgasmos en esa tina. Con Mauro eran mas esporádicos pero cada vez más intensos.
Al poco tiempo sucedió lo que debía suceder. María estaba embarazada.... pero, ¿de su marido o de Mauro?.
El nacimiento de un niño negro sería el fin de sus días. Solo le quedaba esperar de que el niño fuese blanco. Que fuese la simiente de su esposo la primera en fertilizarla...
Le esperaban 9 meses de incertidumbres.
Continuará.
4 comentarios - Amores y desamores en el Buenos Aires colonial. Cap. 4