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Hay que saber frenar a tiempo PT2

La verdad que la pendeja me voló la cabeza, digo pendeja porque ella 23 y yo 37… hay una diferencia importante…
Esa combinación de chica dulce, con perra en celo y morbosa empedernida, me quemaba los sesos.
Nos hablábamos durante el día, como si fuéramos novios adolescentes, mensajitos de buenos días, besitos de buenas noches y cosas así, como enamorados. Y a veces por la madrugada, los chats se ponían más hot. Fotos desnuda, o tocándose. Audios con voz bien de putita, pidiéndome que la coja fuerte.
Uno de esos días, me confesó qué quiso decir con eso de que disfrute de su regalo. Quería que me haga la paja con su tanga, que me la enrosque alrededor de la verga y me pajee. Y que después, acabe tirando la leche en la tanga. Y además de todo eso, que lo filme y se lo mande….. Una pervertida terrible la guacha….
Por supuesto que lo hice, a lo que me respondió con un video suyo en el baño, pajeandose semi arrodillada en el piso, acabando y enchastrando todo con su squirting. Me dieron ganas de clavarme la segunda paja en menos de media hora.

Por distintos motivos, no nos pudimos encontrar por un tiempo. Yo no tenía disponible todos los fines de semana, y ella tampoco. Ella muchas veces tenía eventos donde trabajaba de promotora, o tenía que estudiar para exámenes en la facultad, y cuando ella podía, era yo el que estaba ocupado, o trabajo o alguna reunión de amigos tipo cumpleaños o algo así.
Habrán pasado unos 4 meses desde esa vez que la conocí, hasta que pudimos arreglar para vernos un fin de semana. Aproveché ese tiempo para hacerme de algunos implementos y técnicas de dominación, para cuando llegue el día de un nuevo encuentro.
Compré algunas sogas de seda, algunos vibradores y/o consoladores de distintos tamaños, unas pinzas para pezones que estaban unidas por una cadenita, un antifaz totalmente ciego, como esos que se usan para dormir, velas aromáticas y algunas cositas más.

Arreglamos para que yo vaya para el pueblo de ella, ya que me resultaba más fácil a mi moverme que a ella. Además, siempre es preferible jugar de visitante en estos casos….
Llamé al hotel de aquella vez y reservé una habitación para el fin de semana completo.
A ella le dije que llegaba el sábado a la mañana, pero el viernes a la noche ya estaba instalado en la habitación, lo que usé para acomodarme yo, y acomodar todas las cosas que llevé para el encuentro con Mora.
En el camino al hotel se me ocurrió algo más. Paré en una farmacia y compré un par de guantes de látex. Cuando llegué al hotel, rellené uno de los guantes con agua, y lo puse en el minibar de la habitación a congelarse.
El sábado a la mañana le escribí a Mora para avisarle que había llegado. Me dijo si quería salir de pic nic con ella por el pueblo, así que me pasó la dirección de su casa para que la pase a buscar alrededor del mediodía.
Cuando llegué a la puerta de la casa, le mandé un mensaje. En tres minutos salió con una canasta de picnic, y una heladerita. Bajé del auto para abrir el baúl y guardar las cosas. Sólo nos saludamos con un beso en el cachete. Estaba vestida con un shorcito de jean que le quedaba grande, una musculosa blanca básica, y una gorrita blanca con brillitos. Tenía puestas unas ojotas. La verdad que el día estaba hermoso, sol, pero sin calor. Yo estaba con una bermuda y remera, y unas zapatillas bajitas tipo alpargatas.
Me guió hasta un recreo tipo camping municipal, pagamos la entrada y el estacionamiento, y buscamos un lugar para dejar el auto a la sombra de los árboles del lugar. Bajamos las cosas y nos acomodamos en una mesita con sillas que encontramos libres rápidamente, ya que no había mucha gente en el lugar. Ahí, nos convertimos en noviecitos… volvieron los besitos dulces, las caricias, el prepararnos los sanguchitos uno al otro, o hasta darnos de comer en la boca, y reirnos si se nos caía algo al morder…. Unos bobos totales parecíamos.
Charlamos de la vida, de que hicimos todo el tiempo que no nos vimos. Ninguno habló de sus aventuras en ese intervalo. A ciencia cierta, no supe si ella había estado con alguien más o no, pero tampoco me preocupaba, ella es libre y yo también, de hecho, yo estuve con una compañera de salsa en un par de ocasiones.
Después de comer y tomar un par de cervecitas, buscamos un lugarcito con sombra debajo de un árbol, y tiramos una lonita en el piso, nos sentamos abrazaditos como unos colegiales, y haciéndonos mimitos nos terminamos acostando en el suelo, abrazados. Casi nos quedamos dormidos, si no fuera porque el sol giró y ya nos empezaba a pegar, habríamos dormido una linda siesta. Buscamos otro lugar, pero esta vez con sol. Tiramos la lona en el piso, y ella se quitó la musculosa. Tenía puesta una bikini con tiritas, y se puso a tomar sol. Con sus lentes oscuros era toda una diva. Yo hice lo mismo, me saqué la remera, me puse los lentes y me recosté al lado de ella. Varias veces me giré a mirarla, y tuve que ponerme de espaldas para ocultar la erección que tuve al verla y pensar en todo lo que pasó, e imaginarme lo que vendría.
Hablamos un poco de lo que haríamos a la noche.
Ella me comentó que tenía ganas de salir a tomar algo a un bar que conocía, donde pasan música y se puede bailar, y que después haríamos lo que yo quisiera. “Ya lo creo que va a ser así” dije para mis adentros, y otra vez se me paró la pija.
Tipo seis de la tarde juntamos las cosas y volvimos para su casa. Me pidió que la deje en la esquina…. Me pareció una actitud muy adolescente y tierna, como un “no querer que me vean llegar con alguien”
Quedamos que tipo nueve o nueve y media pasaría a buscarla de nuevo por esa esquina, para salir, así que llegué al hotel y me tiré en la cama. Puse la tele, estaban dando un partido del ascenso, así que me quedé dormido con el partido de fondo. Tipo ocho me desperté. Me fui a bañar, me afeité no solo la cara, y me vestí. Elegí nuevamente un pantalón y una camisa, con un par de zapatos negros. Me perfumé bien, y salí.
Nueve y media estaba en la esquina de la casa. Le mandé un mensaje, y me puse a esperarla. Mi corazón latía bastante rápido, y al verla venir, se aceleró más aún.
Apareció por la esquina, con una minifalda blanca pegadísima al cuerpo, un topcito amarillo muuuy escotado, que además dejaba al aire el ombligo, unos tacos aguja muy altos, y un saquito porque estaba fresca la noche. El maquillaje completaba la obra maestra. Labios rojos color fuego, y ojos perfectamente delineados como gato (en el buen sentido). Me bajé del auto para abrirle la puerta como todo un caballero. El perfume que traía se podía sentir a unos 20 metros. La rodeé con un brazo para besarla y de la mano la ayudé a subir al auto. Al entrar y pasar primero una pierna y luego la otra, pude ver su entrepierna y una bombachita blanca se asomó.
Cerré la puerta y me subí yo al auto para arrancar. Me llevó hasta el bar. La ayudé a bajar del auto. Los tacos eran tan altos y finitos que me daba miedo que se pudiera caer y lastimar desde tan arriba. Con tacos y todo, seguía siendo más baja que yo. A decir verdad, es bastante menudita de cuerpo, y yo al lado de ella soy el doble, por suerte y por esfuerzo tengo un físico bastante bien formado.
Me dió la impresión que era un bar que ella frecuentaba bastante. Saludó a casi todos, el seguridad de la puerta, las meseras, el barman, y hasta se acercaron varias chicas a saludarla, que calculo serían amigas de ella.
Pedimos algo de tomar, y unas papas para acompañar. La música del lugar estaba bastante fuerte, por lo que se complicaba hablar, pero casi que con las miradas nos bastaba. Al segundo trago empezó a bailotear con una de sus amiguitas. Verla moverse era muy llamativo. Si bien no se movía demasiado, no tenía un baile de esos de chica centroamericana, la cadencia con la que movía las caderas era formidable. Se puso a bailar una bachata con su amiga, y el verla entrecruzar las piernas con ella fue algo hermoso. Al siguiente tema me vino a buscar a mi. Empezamos a movernos también al ritmo de la música. Que gran cosa la bachata! Me refegaba la pierna en el bulto, y yo mi pierna en su entrepierna. El siguiente tema fue un reggeaton, y se dió vuelta para refregame la cola. Yo aproveché y le apoyé todo el bulto ya a medio despertar, contra la mini blanca esa que me volvía loco. Los temas fueron pasando y pasando, había perdido la noción del tiempo ya, cuando me pidió de ir a la mesa a tomar algo. Al llegar, noté que las piernas no me daban más, estaba cansado de bailar. Claro, ella con unos cuantos años menos que yo, me sacaba ventaja, y al terminar otro trago quiso bailar de nuevo. No me iba a quedar atrás. En medio de la pista, al dar una voltereta en un tema de salsa que estaban pasando en ese momento, se me cuelga del cuello y me empieza besar. Sentí su aliento a alcohol, pero yo no podría quejarme, había bebido un poco también. La noté muy caliente, sus besos eran totalmente apasionados, de boca abierta y lengua juguetona. Mis manos la pegaban a mi cuerpo para no soltarla, y empezaron a recorrer su espalda hasta llegar a su cola. La telita de la mini era la única separación entre mis manos y su piel. Sus brazos rodeaban mi cuello, mis manos apretaban sus caderas contra mi pelvis, haciendo que mi pija masajee su pancita desnuda. Quería que ese momento no termine nunca, estaba muy excitado.
Volvimos a la mesa y pedimos un champagne. En la mesa seguimos basándonos y toqueteándonos. Le ofrecí irnos, y aceptó en seguida.
Subir al auto para ella fue todo un tema, estaba bastante mareada por el alcohol, sumado a su vestuario un poco incómodo para moverse libremente, por lo que la tuve que ayudar. En camino hacia el hotel, fue todo el trayecto con la ventanilla baja, para que el fresco de la noche despeje un poco su cabeza. Fuimos en silencio, tranquilos, escuchando música suave.
Al llegar al hotel, la ayudé a bajar del auto, ya estaba un poco mejor. Se colgó de mi y me besó nuevamente.
Pedí la llave y subimos a la habitación. Al entrar, cerré la puerta y la tomé de un brazo, la hice girar bruscamente hacia mí, y la besé. La arrinconé contra la pared. Ella me besaba llevada por la calentura del momento.
Ahí mismo, contra la pared, la mantuve inmóvil, ahora sabría quién manda….
Su respiración comenzó a agitarse. La di vuelta, y su cara quedó apoyada en la pared. Le sostuve los brazos, la apoyé desde atrás y le bese cuello y oreja. Sus gemidos aparecieron. Soltando uno de los brazos, la rodeé con el mío a la altura de la cintura, para pegarla fuertemente a mí. Mordí su oreja, ella gritó del gusto. Mi otra mano soltó su brazo restante, y le dió una fuerte palmada en la cola. Ella lo disfrutó y empujó con sus manos la pared, para pegarse más a mí.

Te gusta, putita?
Grrrr - fue todo lo que dijo, interpreté que sí.

Le di dos palmadas igual de fuertes, y la giré sobre su eje. Prácticamente, le arranqué el topcito que llevaba puesto. Su pechos quedaron totalmente desnudos ante mis ojos. Pellizqué uno de sus pezones y además del dolor, le dió placer. Junté su pelo con mis manos detrás de su cabeza, y con cierta violencia la hice arrodillarse frente a mi.

A ver perrita, pelame la pija….

Mirándome a los ojos, con carita de perro mojado, despacito bajó el cierre del pantalón, metió su mano por la bragueta, buscó la pija dentro del boxer y con la ayuda de la otra mano, la sacó afuera.

Muy bien, así me gusta. Ahora, abrí la boca que te la vas a comer

Abrió la boca como le pedí, siempre con su vista clavada en la mía. Yo apunté mi verga a su boca, y se la mandé hasta el fondo. Ella inspiró hondo, al tiempo que con mis manos empujé su cabeza para que se la coma entera. No pudo. Sus arcadas comenzaron antes. Con movimientos rápidos entre mis manos y mi pelvis, le empecé a coger literalmente la boca. Su garganta hacía ruidos extraños para mi, por lo que bajé un poco el ritmo. Ella aprovechó para respirar. Salió de esa posición de dominada completa, y se levantó. Me desprendió la camisa y me la sacó. Me besó el pecho y me mordisqueó una tetilla, causándome un poquito de dolor. No lo iba a permitir. Le pegué una cachetada que ella disfrutó al máximo. Realmente le encantaba que traten mal en la intimidad.

Acá el que manda soy yo, entendiste?
Si
Si, que?
Si señor!
Así me gusta!

Me alejé y me senté en el sillón. Ella ahí paradita, no entendía qué pasaba.

Ahora te vas a dar vuelta, y te vas a sacar la pollerita. Me entendiste?
Si señor!

Se dió vuelta suavemente, bajó despacito el cierre de la pollera que estaba en la parte de baja de su espalda, y apareció la bombachita blanca que había visto en el auto. Metió sus pulgares entre su piel y la pollera, y despacito empezó a bajarla. Se trabó un poco a la altura de la mitad de su cola, y era lógico, la cola era mucho más ancha que su cintura. Cuando pasó la parte más difícil, siguió bajándola sin doblar las rodillas, con las piernas totalmente extendidas. Llegó hasta el piso, y pude ver aparecer la parte de la cola less que estaba perdida entre sus nalgas. Muy lentamente, levantó de a uno sus pies para terminar de quitarse la pollerita.

Muy bien! Ahora te vas a dar vuelta, y gateando vas a venir hasta acá.

Verla gatear me hacía latir la poronga.

Ahora me vas a chupar la pija un ratito.

Suavemente empezó un pete increíble. Usaba las dos manos, se pasaba la pija por la cara, se la comía de arriba a abajo, me chupaba la cabeza, se la tragaba entera, la sacaba y me chupaba los huevos. Una cosa de locos. Tuve que frenarla un par de veces para no acabar ahí mismo.
Sin que se de cuenta, saqué del bolsito que tenía al lado del sofá estretégicamente guardado, el antifaz ciego, ese que usan algunos para dormir, y se lo coloqué. Le tapé los ojos para que no viera nada, y le ordené que siga chupando la pija.
Era precioso verla así de entregada, tenerla a mi disposición para hacerle lo que quisiera. Y eso era precisamente lo que iba a venir.

Bueno, basta, soltame la pija. Ahora así como estás, vas a ir gateando de nuevo hasta la cama, vas a subirte a la cama, y te vas a poner en cuatro patas.
Si señor!

Había entendido perfectamente el jueguito. La vi gatear hacia la cama, su cola se robaba toda mi atención. La guacha sabía cómo hacerlo para calentarme aún más.
Una vez subida a la cama, se puso en cuatro patas, con las piernas abiertas.

Así está bien señor? - Me dijo intentando verme por encima del hombro derecho
Si si, está perfecto.

Me acerqué despacito por detrás. Rodeé la cama, y tomé una soga que estaba escondida detrás de las almohadas, y que previamente había atado a las patas de la cama, ya que se trataba de un sommier sin respaldo. Junté sus manos y las até las dos juntas con la soga, quedando con cierta libertad de movimientos, pero amarrada a la cama.
Creo que ella no entendía nada de lo que estaba pasando, pero me pareció que le excitaba esa incertidumbre, porque su respiración se agitaba.
Me paré a los pies de la cama, y teniendo toda su cola a mi disposición, suavemente le quité la bombachita. Esa bombachita era una colaless blanca lisa, de una tela extra suave, muy cavada, que daba por un lado un aire a perra total, y por otro, a niña virgen.
La terminé de sacar pasándola por sus zapatos, los que dejé puesto porque los tacos altos me daban cierto morbo.
Su concha apareció brillante ante mí, debido a los flujos que emanaba por la creciente excitación.
Con mis manos, manoseé su cola, le di un par de nalgadas, y la abrí bien para enterrar mi cara en su zanja. Eso provocó unos gemidos apagados en ella. Besé su agujerito, bajé un poco más, y besé su conchita. Con mi lengua, la penetré apenas, y seguí bajando para jugar con su clítoris. Con mi nariz, le acariciaba el esfínter. Ella respiraba mas fuerte y se empezaba a mover haciendo pequeños círculos con las caderas. Su placer iba en aumento.
Salí, y la hice dar vuelta, acostándose sobre su espalda, quedó atada de las manos por encima de su cabeza.
Le abrí las piernas y le comí ferozmente la concha, por unos breves instantes.
Me alejé y fui hasta el mini bar. Busqué el guante de látex que había llenado con agua y puesto a congelar. Rompí uno de los dedos del guante de hielo que se había formado, le quité el látex, y con ese dedo de hielo, le acaricié el clítoris. Cerró las piernas automáticamente. El frío del hielo la había causado una especie de escalofrío en todo el cuerpo, pero le volví a abrir las piernas y continué masajeando con el dedo de hielo su clítoris, este se puso extremadamente duro. Saqué el hielo y puse mi boca. Ahora el calor de mis besos lo ablandaban, y cuando estuvo lo suficientemente caliente de nuevo, volví a pasar el hielo por ahí, contrayéndose nuevamente, y ella retorciéndose de placer. Así hice un par de veces, frío calor, calor frío.
Con lo que quedaba del guante congelado mientras tanto, quité el resto del látex y con los dedos de hielo que quedaban en esa mano, penetré su conchita. Su cuerpo se contrajo por completo. Se retorció por toda la cama. No pudo zafarse de la atadura de sus manos, ni del antifaz que cubría sus ojos.
La penetré un par de veces con los dedos de hielo, y otras veces con mis dedos. A todo esto, seguí chupándole el clítoris con mi boca, jugando con mi lengua.
Sentí que su orgasmo se acercaba, por lo que continué con mi tarea. En poco tiempo más acabó. Su concha se contraía y dilataba con alta frecuencia. Su abdómen me mostraba lo rápido que respiraba acompañando su acabada. Por más que lo intentó, no pudo soltarse las manos.
Y se relajó. Su orgasmo se acabó. Los dedos de hielo que tenía dentro suyo, ya no existían, se habían derretido completamente. Sus piernas aún temblaban.
Yo me sentí satisfecho por su placer. Pero esto no terminaba acá.

Volví al bolso.

Tomé las pinzas de pezones, y las velas aromáticas. Encendí dos velas y coloqué cada una en una mesita de luz, y en unos segundos los aromas invadieron la habitación.

Mmmm que rico perfume - me dijo con los ojos tapados y aún atada
Me alegro que te guste. Quiero explotar todos tus sentidos

Acto seguido, me recosté a su lado, la besé suavemente en el cuello, luego en el pecho entre medio de las tetas, y besé y mordisqueé sus pezones suavemente.
Tomé las pinzas de pezones y coloqué la primera en uno de sus pezones. La presión sobre éste la hizo gritar, pero no se quejó, no me pidió que lo saque. La noté respirar agitada como cuando te dan un susto, y aproveché y le coloqué el otro. Otra vez pegó un salto. Estas pinzas, estaban unidas por una cadenita. La agarré de la cadenita y la levanté un poco, tirando de ambos pezones juntos. Ella se retorcía de dolor y placer al mismo tiempo. Me arrodillé a su lado, y mientras tironeaba de la cadenita, encendí otra vela. Cuando empezó a derretirse esta vela, dejé caer sobre su cuerpo, las gotas de cera caliente.

Aggggrrrhhhrrr siiiii me encanta! - me gritaba.

Le seguí tirando gotas de cera caliente en sus pechos, su panza, su cuello, y llegué hasta su pelvis. Me detuve ahí, no quería lastimarla más abajo.
Ella me hacía saber que esto la volvía loca.
Apagué la vela. Y fui al bolso de nuevo.
Traje un vibrador pequeño, finito. Lo encendi, y con este recorrí todo su cuerpo, desde su boca, hasta los pies, lo que le terminó dando cosquillas. Me acerqué a su conchita y la rodeé con el vibrador, hasta que finalmente la penetré. Al ritmo de las penetraciones, tironeaba de la cadenita que tenía apretando su pezones. El placer y el dolor volvían a conjugarse. Pude ver que las gotas de cera caliente se habían secado y endurecido.
Poco tiempo pasó hasta que tuvo su segundo orgasmo, acelerado por las penetraciones y las vibraciones que llevé hasta su clítoris.
Si bien el segundo polvo fue más tranquilo, fue más prolongado.

La dejé descansar unos minutos, pero nunca le quité ni el antifaz, ni la atadura.

Fui al minibar y me abrí una latita de bebida energética, y bebí un poco.

Me acerqué a ella y le ofrecí un poco de esta bebida también. Estaba sedienta.

Gracias señor - me agradeció como si fuera mi prisionera, y un poco lo era.

Del bolsito saqué los adminículos que todavía no había utilizado. Un consolador extra grande, y un dilatador anal del tipo plug, esos que una vez que entran, cuesta sacarlos. El consolador era claramente más grande que mi pija, aunque el primer vibrador, más chico.
La hice dar vuelta. Con el pecho apoyado en la cama, le levanté las caderas, quedando la cola mirando al techo, y con las piernas abiertas, estaba completamente entregada.
Con el vibrador chico, empecé a jugar de nuevo entre su concha y su culito. Vibrando, lo paseaba del esfínter al clítoris. Apenas pentraba su concha, ella se movía. Tomé el dilatador, el plug, y lo embebí en lubricante, lo apoyé en la entrada del culito, y mientras le masajeaba con el vibrador el clítoris, la fui penetrando despacito con el plug. Cuando pasó la parte ancha del dilatador, el culo se comió el resto de un golpe, quedando retenido ahí. Con el vibrador entonces la penetré por la concha. Sentí cómo el vibrador rozaba por todo la profundidad de su sexo, y a su vez rozaba contra el plug, por dentro, solo separado por la división interna.
Ella se retorcía de placer. Abría su cola todo lo que podía, y apretaba el vibrador con sus músculos vaginales.
Mientras ella hacía todo eso, yo tomé el consolador grande, y lo embadurné en lubricante también. Era imposible penetrar su conchita con semejante porongón de goma, si no lo lubricaba bien. Saqué el pequeño dilatador de dentro suyo.

A ver nenita… abrí bien los cantos - le dije, dándole una nalgadita en la cola.

Ella me hizo caso sin saber lo que le esperaba.
Tomé el pijón y apoyé la cabeza en la entrada de su conchita. La froté de arriba a abajo un par de veces para separar sus labios. Cuando lo logré, dirigí la punta al agujerito y despacito la fui penetrando.
Sentí cómo centímetro a centímetro iba abriendo su concha y ella centímetro a centímetro sentía como si se desgarrara por dentro. Esta vez los gritos se escucharon por todo el hotel. Si bien la poronga gigante esa le llegó al fondo de la argolla, no terminó de entrar, habrá quedado la mitad del largo afuera. El ancho era descomunal también. Sentí que junto con el dilatador anal, la estaba destrozando.
Las penetraciones no podían ser muy largas ni muy rápidas, si no más bien cortitas y lentas. Sacaba esa pijota uno o dos centímetros, y la volvía a meter, a un ritmo muy pausado. Así y todo ella se quejaba de dolor, pero me pedía que no pare.

AAAAAHHHH ME DUELE!!! ME ESTAS DESTROZANDO!! SEGUIIIIII!! ME ENCANTA!!!! AAAAAYYYYYY SIIIIIIIII

Además de esto, le pegué fuerte en la cola, dejando mis manos marcadas en sus nalgas.
Y ella lo disfrutaba.
Con el plug enterrado en el ojete de tal forma que no tenía que sostenerlo, el consolador xxl que lo movía despacito hacia adentro y hacia afuera con una mano, con la otra tomé el pequeño vibrador, lo encendí y lo apoyé sobre su clítoris. Explotó de placer. Sus gemidos eran impresionantes.
En poco tiempo noté que iba a tener otro orgasmo más. Continué en ese plan. Ella empezo a gritar, avisándome que iba a acabar. Yo, inmutable, seguí en lo mío. Cuando la vi tener espasmos, seguí y seguí. Ella estaba acabando, pero no me importó. Seguí dándole placer y ella lo sintió.

SACALA! SACALAAAAA!

Le saqué el pijón gigante, y explotó en mi cara. Otra vez, me eyaculó todo su flujo en mi cara. Era lo que yo estaba buscando.
Cayo rendida en la cama, pero se siguió retorciendo. Con el cuerpo completamente extendido sobre el colchón, no paraba de saltar del placer. Solo le quedaba el plug colocado. El vibrador y el consolador los tenía yo en la mano, pero ella seguía temblando y enchastrando las sábanas con sus líquidos. Yo caí recién en ese momento que tenía la pija dura, a punto de explotar, y todavía no me había echado ni un polvo.
La dejé descansar un poco mientras me toqueteaba la pija suavecito yo mismo. Cuando ella dejó de temblar, me acerqué y le besé la cola. Luego rodeé la cama y le saqué el antifaz.

Mirá que todavía no terminamos perrita…. Yo todavía tengo la pija dura…
Si señor, lo se, por favor, cojame! Quiero hacerlo acabar…
Ya lo creo que si
Suélteme! Y permítame darle un poco del placer que me dió usted a mí, mi amo.
Shhhh tranquila. Yo sé lo que tengo que hacer.

La desaté. Pero la dejé recostada en en la cama. La hice levantar la cola, y ponerse en 4. Le quité despacito el plug que tenía en el culo, y la verdad es que costó un poco. Al salir, vi que realmente le había quedado dilatado. Me subí a la cama, y me coloqué detrás de ella, doblando las rodillas, apunté la punta de mi pija a la entrada de su culito, y entré fácilmente en su pequeño agujero, el dilatador había cumplido su función. La bombeé durante unos minutos. Ella estaba exhausta, solo dedicó sus fuerzas a mantenerse en cuatro. Yo la usé como si fuera una muñeca inflable, solo para darme placer.
Cuando sentí que se venía el orgasmo, le di más fuerte, aceleré a full. Ella casi se desvanecía.
La saqué, la agarré de los pelos, la hice sentarse en la cama, y yo, parado en la cama también, me pajeé en su cara hasta que le tiré toda la leche. Cayó en su cara y fue cayendo por su cuello y pechos. Ella, sin fuerzas, se dejó caer en la cama, con toda la cara y cuerpo enchastrados por mi semen.

Se quedó dormida, eran alrededor de las seis de la mañana.

Me recosté a su lado y me dormí.

A las diez de la mañana, sonó mi celular. Era un amigo.
Se despertó al mismo tiempo conmigo. Hablé con mi amigo. Ella no sabía ni dónde estaba más o menos.
La despabilé diciéndole que me tenía que ir por una emergencia en Buenos Aires. Ella no entendía nada. Me fui a duchar mientras ella terminaba de despertarse. Al salir, ella entró a bañarse, y yo pedí algo para desayunar en la habitación.
Miré la habitación. Estaba completamente dada vuelta. Las sábanas por el piso daban cuenta de la noche de lujuria y placer que habíamos vivido. Las velas a medio consumir en las mesitas de luz. Las cosas tiradas por el piso. La ropa por cualquier lado.
Cuando salió la vi vestirse y la pija se me puso como una roca. Pero me contuve.
Desayunamos casi en silencio.
Acomodé mis cosas, cargué todo en el auto y la acerqué a la casa.

En el camino charlamos un poquito.

Gracias por lo de anoche, la pasé muy bien - me dijo con una sonrisita
No me tenés que dar las gracias, yo también la pasé muy bien
La verdad que me sorprendiste totalmente. Nunca pensé que podría sentir tanto placer. No hice nunca todo eso. Sos quien más placer me dió en toda mi vida.

No supe qué contestar. Por suerte llegamos a su casa. Bajó del auto despidiéndose con un dulce beso. La vi bajar y rodear el auto. Cuando entró a su casa se giró para tirarme un besito volador.

Me fui.
Conduje hasta mi casa. No había ninguna emergencia realmente. Mi amigo me había llamado porque yo le había pedido que ese domingo me llame a las 10 de la mañana, porque tendría una noche larga y tenía que volverme a Buenos Aires. En realidad, no quería quedarme demasiado con Mora, porque no sabía cómo podría terminar todo. Tenía miedo de lastimarla realmente, si hasta había averiguado cuál es la presión máxima que soporta el cuello de un ser humano, antes de romperse. Y me di cuenta que lo que estaba viviendo era una locura, que podría terminar mal. Preferí alejarme.
Cuando ella me escribía, le contestaba, pero medio cortante. Un día, quiso venir a Buenos Aires a verme, porque me notaba frío. Por suerte había encontrado la excusa perfecta para que no venga, habían pasado un par de meses ya, y había conocido a la que hoy es mi pareja.
Se lo aclaré y quedamos bien, la verdad y el respeto ante todo, al igual que esos encuentros, donde ella me habilitaba a hacer todo lo que hice, caso contrario no lo hubiera hecho.

3 comentarios - Hay que saber frenar a tiempo PT2

Goldfinger95 +1
la mina era una enferma, y vos ibas por el mismo camino.
no es bueno estar pensando todo el tiempo en coger, te aburris y empezas a buscar cosas mas enfermas como todo lo que le llevaste
kramalo +1
muy bueno.!, lástima el final.....me parece que igual la lastimaste...
casta2014
Lastimar en que sentido? Fisicamente? Creería que no.... Afectivamente.... No lo sé....
kramalo
Afectivamente....obvio.
TheWomanOfThe +1
Wooow!! Buenísimo relato, redactas claramente todo y haces que la mente imagine detalle a detalle. Excelente historia y que buen trato le diste
casta2014
Muchas gracias!!!