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Consulta médica (Historia corta)

Consulta médica (Historia corta)

   Cuando lo vi por primera vez me sentí sumamente atraída por su belleza. Su rostro era divino, perfectamente simétrico, con una mandíbula marcada y una nariz perfecta que se colocaba entre sus ojos verdes. Tenía un problema en el hombro por lo que simplemente se desabrochó parte de la camisa y me permitió entrever sus pectorales que se veían muy bien trabajados. Sus bíceps relucían por debajo de su ropa y se hincharon cuando le dije que levantara el brazo. Pensé que iba a ser una de esas consultas que iban a quedar en el olvido donde solo me sentía levemente atraída por el paciente. Pero no.
   Thiago, un jugador de futbol de las ligas menores de 30 años me descolocó por completo de mi trabajo cuando volvió a entrar en mi consultorio a los dos meses. “Le traigo los estudios doctora” me dijo con mucho respeto y me mostró parte de los análisis que le había enviado a hacer. Su hombro no presentaba mayores problemas que una simple contractura muscular por un golpe que se había dado practicando deporte, pero a pesar de eso le sugerí que se hiciera otros estudios aprovechando que en ese momento el director técnico lo había sacado del equipo titular.
   Era la primera vez que me sentía atraída por un paciente de esa forma. Con tan solo 28 años conseguí un trabajo en uno de los hospitales de la ciudad con ayuda de un colega de mi padre. Es mucha la gente que atiendo a diario y rara vez me encuentro frente a alguien que me atraiga físicamente. No hablo de nada del otro mundo, sino de una simple atracción física o para ponerlo en otras palabras, nunca me encontré con un paciente que me gustara. Thiago fue el primero y lo sentí muy fuerte. Su sonrisa es perfecta, sus ojos son hermosos y cuando me habla me llego a perder en sus palabras. Sin dudas llegó en el momento adecuado.
   Hace dos años terminé una relación larga, que llegó a durar más de cuatro años. Desde entonces entré en una crisis amorosa que terminó llevándome a una escases sexual casi absoluta. Desde que terminé con mi ex solo tuve sexo con cuatro hombres y solo con uno de ellos en más de una oportunidad. La primera vez que Thiago entró a mi consultorio llevaba cuatro meses de abstinencia y la segunda ya había ascendido a seis meses, demasiado para mi gusto. El problema fue que cuando volvió cuatro meses más tarde, yo seguía sin poder conseguir alguien que me complaciera.
   - ¿Qué le anda pasando ahora?- Le pregunté con tono amable cuando volvió a sentarse en la silla frente al escritorio.- ¿Otra vez problemas con el hombro?
   - No, no.- Me respondió él. Su voz sonaba firme y se había dejado crecer levemente la barba, algo que resaltaba sus ojos verdes.- Esta vez es la rodilla. Estoy todo roto.- Agregó riéndose.
   Le pedí que se sentara en la camilla y aprovechando que tenía puesta una bermuda yo analicé la zona utilizando en parte mis dedos y en parte algunos instrumentos profesionales. Cuando mi mano se apoyó sobre su pierna pude notar como esta se erizaba y se contraía el músculo. “Relaje la pierna” le pedí y él enseguida me pidió disculpas pero su músculo se contrajo un poco más. Entonces le ordené que se acostara y cuando lo hizo pude notar que su rótula estaba bastante complicada.
   - Bien. Vamos a hacer varios estudios y después vemos a donde lo derivo.- Le dijo una vez que volvimos a sentarnos en el escritorio.
   - ¿Notó algo malo doctora?- Me preguntó él. Sentí un escalofrío por la espalda al oír su formalidad. Me gustaba que me tratara de esa forma.
   - Nada de qué preocuparse. Pero lo veo cuando tenga los estudios hechos.- Le dije yo sintiendo un poco de calor.
   Thiago se retiró minutos más tarde con varias órdenes para diferentes estudios y dejándome algo acalorada a pesar de que solo habíamos mantenido una conversación simple y netamente profesional. Pero yo había notado su incomodidad al apoyar mi mano en su pierna, había sentido como esta se ponía firme y como no había podido controlarlo. Entonces repasé mentalmente la consulta que no había durado más de diez minutos. Recordé como me había sonreído al entrar, como me había dicho que se sentía muy cómodo conmigo atendiéndolo, como me había preguntado sobre mi vida.
   Fue en ese momento que caí en la cuenta que Thiago había estado coqueteando conmigo todo el rato. El problema era que yo me sentía tan extraña en esa situación que había estado esquivando sus comentarios constantemente. Pero era entendible que él, con su confianza, intentara seducir a su joven médica de 28 años con un lindo cuerpo, unos ojos y pelo negro y una sonrisa remarcada por una pintura de labios roja. Estaba convencida que él sentía la misma atracción por mí que yo en ese momento y en la próxima consulta iba a aprovechar para ahondar en ese tema.

   - Vengo para atrás. Me duele mucho más y el otro día no pude practicar.- Me dijo Thiago un mes y medio más tarde.- Para colmo volví a joderme el hombro hace unas semanas cuando salté a cabecear.- Continuó. Los meses de abstinencia habían pasado a ser casi once. Demasiado.
   - Vaya a la camilla y lo reviso.- Le dije yo ya que en esa oportunidad se había puesto un jean.
   Él se sentó y le dije que íbamos a empezar a revisarlo por el hombro. En esa oportunidad Thiago no tenía puesta una camisa, sino una remera, por lo que se la tuvo que sacar por completo dejándome algo congelada al ver su hermoso cuerpo. Sus brazos eran enormes, marcados y con terminaciones nerviosas que se veían a la altura de sus muñecas. Sus abdominales resaltaban parejas y de forma excelente en el centro de su panza, mientras que sobre esta sus pectorales seguían igual de firmes que la vez anterior. Sus hombros cerraban un cuerpo perfecto que parecía esculpido por los mismísimos dioses.
   - ¿Mucho trabajo de gimnasio?- Le pregunté y enseguida me sentí una estúpida.
   - Jajaja bastante.- Me respondió él riéndose.
   Para disimular mi cara de vergüenza me coloqué detrás de él y empecé a tocarle el hombro para ver cómo estaba. Se lo notaba tieso y eso significaba una enorme contractura, pero no noté nada más grabe. A pesar de eso le pedí que estirara el brazo, lo tomé a la altura de su bíceps y lo tiré para atrás empujando su espalda hacia adelante. Cuando solté su brazo él cayó levemente hacia atrás y se apoyó en mi pecho por tan solo dos segundos, pero fueron dos segundos que se hicieron muy largos. “Disculpe doctora” me dijo él y yo le dije que no había problema. Le comenté que no notaba nada malo en su hombro y que lo mejor sería hacer nuevos estudios
   Después de eso le pedí que se acostara en la camilla y que se levantara el pantalón para poder ver la rodilla. El problema fue que Thiago tenía puesto un jean bastante ajustado en esa situación y no pudo hacerlo. Luego de darse cuenta de que no se lo podía levantar, decidió directamente sacárselo sin darme tiempo a reaccionar. Me quedé inmóvil por unos segundos y cuando me di cuenta, él ya se encontraba acostado boca arriba en la cama simplemente con su slip blanco. Debajo de este se notaba un bulto que a pesar de mirar solo por un segundo, llamó mi atención.
   - ¿Doctora?- Me preguntó él.
   Entonces reaccioné y rodeé la camilla para colocarme del otro lado y analizar el estado de su rodilla. Él de golpe cerró los ojos y pude ver una leve sonrisa en su rostro al mismo tiempo que mis dedos tocaban su piel. Rápidamente le preguntó como venía el equipo de futbol en el que él jugaba y enseguida me respondió que muy bien y que hacía varias fechas que ganaban. “Deben estar festejando mucho” le dije yo mientras con mis manos subí un poco por encima de su rodilla para ver si su pierna también presentaba algún signo de contractura. Thiago entonces me respondió que solían festejar bastante pero que él estaba solo en la ciudad, puesto que su familia se encontraba en un pueblo más al norte.
   - Bueno, alguna novia tal vez…- Dije yo lanzándole una indirecta.
   - No tengo.- Me respondió el enseguida.
   Seguí subiendo mi mano por su pierna y el silencio volvió a reinar en el consultorio. De fondo se escuchaban las voces de otros pacientes y doctores que provenían de la sala de espera que estaba al otro lado de la puerta. Mis dedos ya no hacían nada relacionado a la medicina, simplemente masajeaban su muslo y subían muy lentamente por su pierna. “Eso ayuda mucho doctora” me dijo él y su sonrisa se hizo más clara. Fue entonces cuando me animé a mirar directo a su entrepierna y la sorpresa fue instantánea. Su slip había crecido monumentalmente y se notaba a la perfección la forma de su pija, la cual apuntaba en dirección a la pierna que yo estaba masajeando. Estaba a centímetros de mi mano. Me sentí tentada.
   Elevé un poco más mis dedos y uno de ellos hizo contacto con la costura del slip. Thiago no dijo nada, se quedó en silencio sobre la cama, con los ojos cerrados y con la sonrisa perfecta en el rostro. Quise besarlo, pero sentí que agarrarlo de sorpresa iba a cortar el clima. En su lugar decidí hacer algo mucho más arriesgado pero que sabía que iba a dar resultado, al fin y al cabo hacía ya unos minutos que le estaba masajeando la pierna cuando su problema era en la rodilla. De golpe, llevé mi mano hasta su slip y la fui subiendo despacio por encima del bulto que se formaba debajo de este.
   Los dos permanecimos en un silencio absoluto. Yo comencé a masajear su pija por encima de su slip mientras que seguía moviendo la otra mano encima de su muslo. Thiago no decía nada, permanecía en silencio recostado en la camilla, con los ojos cerrados, la sonrisa intacta en su rostro y sus brazos extendidos en paralelo a su cuerpo. Sentí su pija bien dura latir debajo de la única prenda que le quedaba, me vi tentada por ella. Recorrí con la palma de mi mano todo su tronco, desde la cabeza hasta la base y volví a buscar la punta. Así una y otra vez.
   La dejé en libertad. Su enorme y gruesa pija quedó al descubierto y rápidamente la tomé con la mano y empecé a pajearlo. Lo hacía bien suave, moviendo despacio mi mano hacia arriba y hacia abajo, viendo como su cabeza aparecía por debajo del prepucio cada vez que mi mano llegaba lo más abajo posible. Estaba totalmente dura y esa sensación de tenerla en mi mano me llenó por completo. Hacía casi un año que no tenía sexo y me moría de ganas de volverme loca de placer con él.
   - Déjeme ver si esto lo ayuda un poco.- Le dije.
   Incliné levemente mi cuerpo hacia adelante a tal punto que mis tetas quedaron apoyadas sobre su pierna y abrí bien grande la boca para comerme su enorme verga. Volví a notar la hermosa sensación de chupar una pija y sin dudas fue sumamente placentero. Al igual que lo hice con mi mano, mis labios subían y bajaban por su cuerpo de manera muy lenta, disfrutando cada centímetro de su pija y saboreándola por completo. La lamí despacito para luego volver a metérmela en la boca y seguir chupándola con muchas ganas.
   - ¡Ay doctora! ¡Cómo me gusta!- Me dijo él y eso me motivó aún más.
   La verga de Thiago era tan grande y gruesa que no me entraba toda en la boca. A pesar de eso yo acercaba mis labios todo lo que podía hasta su cintura a tal punto de sentirme atragantada por toda su carne. Él levantó levemente su mano y la llevó primero hasta mi nuca y luego la fue bajando por todo mi cuerpo hasta llegar a la parte baja de mi espalda. Cuando me di cuenta que su intención era seguir acariciándome pero no podía porque yo estaba muy lejos, acerqué mi cuerpo a la camilla y su mano llegó hasta mi cola y la sujetó con fuerza.
   En ese momento todo dejó de importarme y la lujuria se apoderó de mi por completo. Me levanté y luego de limpiarme la saliva con la mano empecé a desvestirme. Mientras me iba desabrochando la bata él aprovechó para sacarse el slip y quedarse completamente desnudo en la camilla. Yo me saqué el pantalón y la remera que tenía puesta a una velocidad impresionante y en el momento en el que me desabrochaba el corpiño él intentó levantarse. Entonces lo empujé rápidamente para que volviera a recostarse y le dije que él era el paciente y que debía permanecer acostado.
   Me subí a la camilla desde arriba quedando acostado sobre él pero a la inversa. Coloqué mis rodillas entre su cabeza y bajé mi cintura repentinamente para que mi concha quedara sobre su cara. Por otra parte tomé nuevamente su pija con mi mano y me la metí una vez más en la boca para seguir disfrutando de ella. Al mismo tiempo que mis labios saboreaban de la verga bien dura de Thiago, él lamía mi conchita de lado a lado haciéndome temblar. Ya casi me había olvidado lo hermoso que era hacer un 69, lo mucho que se disfrutaba dándose placer oral mutuamente. Mi cuerpo se mojó tan rápidamente que pensé que iba a empapar a mi paciente.
   Me levanté de golpe y me bajé de la camilla y le ordené que se bajara él también. Thiago obedecía cada uno de mis comandos y el rol de doctora y paciente comenzaba a gustarme. Recosté mi cuerpo sobre la camilla mientras que mis pies quedaron apoyados sobre el piso y él se colocó detrás de mí. Inclinó su cuerpo sobre el mío y sentí sus labios recorrer toda mi espalda hasta llegar a mi cola. La mordió suavemente, pero me agarró de sorpresa y me provocó un salto y un pequeño gritito que ahogué con una mano, después de todo no podían escucharnos. Apoyó la punta de su pija sobre mi conchita y comenzó a hacer presión hasta que sentí como esta entró por completo en mi cuerpo.
   Abrí la boca bien grande pero ahogué el grito por completo. En su lugar me aferré con fuerza a la funda de tela de la camilla que empezó a salirse de lugar. Thiago apoyó sus manos sobre mi cintura y empezó a cogerme con fuerza, dando golpes duros contra mi cuerpo y llenándome con su pija. Su cintura golpeaba contra mi cola una y otra vez, marcando un ritmo lento pero constante que me dejaba inmóvil, presa de su cuerpo. La temperatura en el consultorio comenzó a subir muy repentinamente y nuestros cuerpos a transpirar.
   - ¡Que hermosa puta resultó ser doctora!- Me dijo Thiago acercándose a mi oído casi en un susurro.
   No me pude aguantar y tuve que lanzar un gemido que provocó que me llevara la mano a la boca. Él se quedó inmóvil por un segundo pues sabíamos que desde afuera debía de haberse escuchado, sin embargo el ruido de otros pacientes y el de un colega diciendo un nombre en voz alta nos dio luz verde para seguir disfrutando. Él se movía muy bien, sabiendo marcar un ritmo no muy rápido pero que me volvía loca de placer. Mi cuerpo se retorcía sobre la camilla a medida que él se movía y con cada golpe que daba sentía nuevamente la necesidad de gritar, pero me la aguantaba como podía.
   La camilla empezó a ceder y se movió unos centímetros cuando Thiago aceleró el ritmo de su cuerpo. Nuevamente se quedó inmóvil por unos segundos pero a esas alturas a mí ya no me importaba nada más que sentir su cuerpo adentro del mío. “¡Seguí! ¡Seguí!” le pedí yo casi suplicándole que me cogiera y las palabras lo motivaron enseguida puesto que volvió a moverse con pasión, dándome bien duro y chocando todo su cuerpo contra mi cola. La camilla se volvió a mover una y otra vez hasta desviarse de su lugar y a pesar de que las patas rechinaban cada vez que lo hacía a mí no me importaba, solo quería que él siguiera cogiéndome.
   - ¡Pará!- Le dije de golpe al ver que la camilla no paraba de sonar.
   Entonces me puse de pie y tomándolo de la mano lo llevé hasta el escritorio y corrí las cosas lo más rápido que pude. Me subí a él y me acomodé boca arriba contra el borde del mismo quedando frente a su hermoso y tallado cuerpo. Me costaba mucho creer que eso estaba sucediendo, parecía todo un sueño. Pero el placer era tan real, sus suspiros resonaban en mi mente y el calor de mi cuerpo era abrazador, estaba sucediendo. Thiago me agarró de las piernas y volví a sentir su pija dura entrando en mi cuerpo y volví a llevarme la mano a la boca para no gritar.
   Cuando me empezó a coger ya no lo hizo lentamente, sino que su cintura comenzó a moverse de manera muy acelerada hacia adelante y hacia atrás, metiendo y sacándome su verga de mi conchita que palpitaba del calor. En esa pose podía ver su cuerpo, podía apreciar sus pectorales perfectamente marcados y sus brazos fuertes sujetándome de mis muslos. Podía apreciar su rostro perfecto y sus gestos que indicaban que a pesar del dolor por el cual había ido a la consulta, ahora solo sentía satisfacción de lo que sucedía.
   - ¿Le gusta doctora? ¿Le gusta cómo me la cojo?- Me preguntó una vez más en un susurro.
   - ¡Sí!- Le respondí yo tratando de no gritar.- ¡Me encanta su pija paciente!- Agregué ya que el morbo era parte del placer.
   Thiago se siguió moviendo de manera muy acelerada y el calor de mi cuerpo aumentaba a pesar de estar apoyada en el vidrio frío del escritorio. Mi cuerpo temblaba y mis piernas vibraban sobre sus firmes manos que las sostenían por los aires. Sus ojos se cerraron y en ese momento su cuerpo aceleró la marcha y yo sentí tocar el cielo con las manos. Había esperado meses para que eso sucediera y no podía creer lo increíble que estaba siendo. Me mordí los labios y cerré los ojos al mismo tiempo que mis manos se agarraron del borde del escritorio. Lo sentía venir. Todo mi cuerpo temblaba.
   Levanté de golpe la cabeza y abrí bien grande la boca pero no emití ningún sonido. Ahogué el grito orgásmico más fuerte de mi vida y luego me desparramé sobre el escritorio mientras él observaba como mi pecho subía y bajaba por culpa de mi respiración agitada. Thiago se quedó inmóvil unos segundos y luego me preguntó si lo había disfrutado pero yo no le respondí. Apenas podía respirar. No entendía muy bien que era lo que estaba sucediendo, solo sabía que acababa de tener un orgasmo increíble. El mejor en mucho tiempo.
   - Ahora te toca a vos.- Le dije incorporándome y apoyando mi mano en su pecho.
   Sentada en el escritorio lo besé y bajé la mano de su cuerpo hasta su pija para sujetarla con fuerza. Mientras mi lengua buscaba la suya adentro de su boca, empecé a pajearlo con ganas para poder satisfacerlo como él lo había hecho conmigo. Thiago no se movía, seguía con sus manos apoyadas en mi cintura y me besaba acaloradamente disfrutando del momento. Su verga estaba tan dura que sabía que podía seguir cogiéndomelo por horas. Sin embargo el tiempo nos jugaba en contra y tuve que acelerar las cosas.
   Lo empujé de golpe y me agaché delante de su cuerpo para volver a chuparle la pija como lo había hecho al principio. Él se vio completamente sorprendido, pero se dejó llevar hasta quedar apoyado contra la pared de la cual colgaba mi título de médica. Su pija estaba empapada en mis jugos y eso me volvió loca, no recordaba haberme sentido así de excitada en años. La sentí latir y entonces la tomé con mi mano y me alejé un poco pero no tanto para poder recibir todo su regalo en mi boca.
   Thiago acabó a chorros llenándome la lengua de semen y de golpe sentí que mi cara recibía también su lechita calentita. Él gimió sin poder controlarse y a mí no me importó. Yo seguí recibiendo toda su acaba sobre mi cara y mi boca y cuando no tuve más espacio, sentí como me caían gotas por mi cuello. Tragué y volví a abrir la boca para que él me diera lo último que quedara y luego abrí los ojos para ver su expresión de satisfacción en su rostro. Esa sonrisa hermosa me observaba desde arriba y de golpe me sentí feliz.
   Me levanté y me limpié la cara y el cuerpo lo más rápido que pude. Nos cambiamos a los apurones y cuando me estaba poniendo el pantalón, él me dijo que quería volver a verme. Sin dudarlo le anoté mi número en una de las hojas de las recetas y él me prometió que me iba a escribir pero que a su vez quería volver a tenerme en ese consultorio. “Me van a echar si se enteran de esto” le dije yo con una sonrisa y él juró no decirle a nadie. Lo despedí con un beso y cambiamos la cara para abrir la puerta y que él saliera despidiéndose con un “adiós doctora” muy mal actuado. El problema fue que cuando entró el otro paciente y le dije que se acostara en la camilla, me di cuenta que esta estaba corrida de su lugar y con la sábana desacomodada. Muerta de vergüenza la acomodé y seguí trabajando completamente complacida.



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3 comentarios - Consulta médica (Historia corta)

Marc_2 +1
Si fue real la felicito por perra dra. Van 10.
HistoriasDe +1
No, no es real. Pero te agradezco el comentario!
daros82 +1
mmm nunca tuve una fantasia asi.. aunque si me he agarrado una doctora y a veces jugabamos al paciente y la doctora jeje.
HistoriasDe +1
Jajajaja pícaro