Cuando Eli lo vió se puso toda roja, menos mal que su cita estaba detrás de ella y no pudo verle la cara.
<Maldita mierda. Es él. De todos los lugares él tenía que trabajar aquí y yo tenía que venir a parar en frente>
Si tan mala suerte era imposible de tener el destino de Elizabeth lo desconocía. Después de meses por fin salía en una cita con un amigo bastante atractivo, hasta se había puesto su mejor lencería por sí, a causa de ella, se daba el tan ansiado encuentro sexual. De seguro ella lo haría posible si no se daban las circunstancias. Pero después de cenar irían al cine, charlando y riéndose con su compañero en la fila para comprar los boletos Eli no se fijó en que el cajero que les atendió era nada más y nada menos que él.
- Aquí tienen sus boletos.. - les dijo él mientras les tendía las entradas con una sonrisa que era mucho más burlona que amable, antes de que pudiera hablar de más Eli lo interrumpió.
- Gracias - Le había pasado la primera sorpresa y el color de sus blancas mejillas había retornado de aquél rojo vergüenza. Se dió la vuelta para hablar con su cita y le dijo - Emm cariño, ¿me haces el favor de tirar ésto a la basura?
Le tendió una servilleta y el apuesto galán se dirigió al basurero ubicado a un extremo de la sala. Apenas dió unos pasos Eli giró rápidamente para enfrentarse a él. Obviamente él la había reconocido.
Eli no recordaba cuánto tiempo había pasado desde aquella vez. En una apuesta que había perdido Elizabeth y ese hombre, que ahora trabajaba como cajero del cine, habían tenido sexo. Elizabeth sentía que no únicamente había perdido la apuesta, si no toda su dignidad en aquel tejado.
- ¡¿Tú qué haces aquí?! - Eli lo apuntó con un dedo acusador.
- Trabajo aquí mi bella dama - le respondió mostrándole el uniforme.
- No soy tuya infeliz - ambos hablaban en tono bajo entre las personas que estaban allí, Eli miró a los costados sin bajar el dedo - ni se te ocurra hablar de lo que pasó.
- ¿Yo? ¿Cómo crees que yo sea capaz de...
- No me tomes por tonta, lo ví en tus ojos. Ni se te ocurra hablar imbécil.
La sonrisa no se borró de los labios de él. La miró por un segundo.
- Imbécil será la cara que ponga tu novio cuando se entere de que su novia apuesta el culo.
Elizabeth abrió muy grande sus ojos. Fue un golpe directo. Bajó el dedo y se acomodó el abrigo. De nuevo la vergüenza emergía en sus mejillas. Él había hablado muy fuerte pero parecía que nadie se había percatado de lo que dijo. Miró detrás suyo, su cita había cumplido sus deseos y volvía junto a ella. Se estaba tardando, tenía que hacer algo.
- Mira, escucha - Eli carraspeó y se aclaró la garganta - Es mi primera cita y en serio no lo quiero arruinar. No hables, no digas nada. Tú y yo no nos conocemos...
Entonces fue él quién la interrumpió.
- Dame solo una razón válida por la que no tenga que hablar.
- Te dejaré cogerme ahora si lo haces.
Él arqueó una ceja. Eso no se lo esperaba.
- ¿Y qué pasa con tu novio?
- Le digo que voy al baño y que me espere dentro de la sala.
- Piensas rápido. Ok. Acepto.
Su compañero regresó a su lado y la tomó de la cintura. Elizabeth mintió acerca de que la factura estaba mal y que por eso se quedó allí. Ambos fueron de la mano pero antes de entrar Elizabeth mintió nuevamente y lo hizo tan bien que su atractiva cita no pensó ni por asomo que su bella acompañante no iría al baño como le había dicho.
Elizabeth esperó en el pasillo y cuando pensaba en que todo fue una equivocación él apareció como sellando las escapatorias.
- Por aquí.
Él la guió por el pasillo y se detuvo frente a una puerta semi oculta en la pared. Entraron rápidamente y Eli comprobó que era una especie de pequeño depósito, lleno de servilletas y cajas.
- Apúrate. No puedo tardar - le dijo a él mientras ella se quitaba el abrigo. Tenía un suéter y un jeans, afuera hacia mucho frío.
Él se desprendió el pantalón y se sacó el pene. Estaba semi flácido y se lo fue masturbando mientras Elizabeth empezó a desprenderse el jeans.
- ¿Por qué no ayudas con ésto nena?
- No, no lo haré. Me vas a coger y eso es todo.
- ¿También por detrás como aquella vez? - él la tomó de una de las nalgas y la atrajo hacia él. La apretó contra su cuerpo y metió los dedos entre sus nalgas.
- Si lo intentas, gritaré - Eli lo miró desafiante a los ojos. Alcanzaba apenas el metro sesenta y ella sabía que más que miedo causaba ternura, pero de todas formas se plantó en frente de él.
- Ok mi bella dama, entonces solo te cogeré - él siguió manoseándola, ella se había bajado el jeans constrastando con su osada actitud. La mano de él recorría sus nalgas, cuando se topó con la diminuta tanga que se había puesto - oooh que tenemos aquí, ¿Estás preparada para tu novio? - él rió - pero ahora seré yo quién primero te use.
Elizabeth decidió no responder. Giró y le dió la espalda apoyándose contra la pared. Se había había bajado el jeans hasta las rodillas e intentó bajarse la tanga pero él la detuvo.
- No no no preciosa, déjatela.
Él se escupió en la mano y con ella se lubricó la verga. Tomó a Elizabeth de la cintura y la intentó penetrar.
- ¡Au! ¡Ay! - se quejaba Eli mientras el pene entraba en su no tan mojada vagina. Él volvió a escupir en su mano y lo llevó a vulva de Eli, pasó sus dedos por sus labios e inmediatamente después la penetró con más fuerza. Esta vez el pene entró dentro de ella.
Al instante empezó a meterlo y sacarlo. Le verga era de buen tamaño y Eli no tardó en estar gimiendo y mordiéndose el labio. La cogida subió de ritmo, sus nalgas temblaban cada vez que la cintura de él chocaba contra ella y la penetraba tan duro y profundo que Elizabeth no tenía de otra que pararse de puntitas en un esfuerzo por aguantar. Todo era tan frenético y apurado, Elizabeth ya estaba muy excitada por toda la situación.
Él la agarró del cabello sin dejar de follarla.
- Ahora si eres mía.
- Termina... mmmm.. Ya... - pudo decir Elizabeth entre gemidos.
- Eso voy a hacer ¿Pero dónde? Si largo en tu concha tu novio va a tragar mi leche cuando te haga un oral después.
En eso tenía razón <demonios, tendré que ir a lavarme antes de acostarme. ¿Pero y si no puedo?>
- O podemos... - continúo hablando él. La seguía cogiendo con ganas, Eli poco podía hacer. Con una mano la tenía sujeta del pelo y con la otra abría una de sus nalgas. De repente movió la mano y con el dedo pulgar la penetró por el ano.
- ¡Aaaaaa! - gritó dando un respingo. Él la penetraba con fuerza y Eli sentía la verga tan dentro de ella que el placer el impedía moverse - No, no! Por ahí no no acabarás ahí!
- Entonces dónde Reina, decídete o acabaré aquí mismo - Como para dar énfasis metió más el dedo en su culo.
Elizabeth apenas podía pensar. La estaban follando contra la pared, parada, sujeta del pelo y para colmo tenía un dedo gordo en el culo, con riesgo a ser reemplazado por la verga que recorría su vagina. <No lo puedo permitir>
Y no lo permitió, dijo lo único que podía salvarla. Dependiendo de la ocasión, algo más valioso que acabar dentro de su culito.
- Avísame... en mi boca... Acaba en mi boca.
La idea pareció agradarle a él pues la follo incluso más rápido, hasta sacó su dedo de ella para poder agarrarla de la cintura, aunque no la soltó del cabello. Unos instantes después sacó su verga y Eli entendió que el momento había llegado.
Él no la saltó y ella se agachó como pudo en el piso. Ambos se quedaron ahí sin moverse.
- Anda, chupadlo.
- No. ¿Estás loco? Después tendré que besarlo y ya me será difícil quitar el sabor y el olor a tu semen.
Aquello provocó la risa de él.
- Tienes razón. Lo haces más difícil, al menos ayúdame.
- Déjame hacerlo.
Y Eli lo hizo. Tomó con su mano izquierda los testículos y los masajeó mientras con la mano derecha empezó a masturbar a aquél sujeto. Él la sujetó de la cabeza con ambas manos y Elizabeth hizo todo el trabajo arrodillada con la verga a centímetros de su rostro.
<Mierda. Me tiene bien sujeta. No puedo esquivar cuando termine o voy a acabar con la ropa manchada>
Él empezó a gemir y apretó la cabeza de Eli contra su pene. Ella se resistió, pero abrió la boca. Justo en ese instante el pene explotó.
El caliente semen salió a chorros. Los primeros cayeron dentro de la boca de Elizabeth pero era tanta la cantidad que amenazó con derramarse. Eli no tuvo de otra que cerrar la boca en torno a al glande mientras él seguía eyaculando. No quería ensuciar sus ropas.
<Que demonios. Ya que>
Estirando de los testículos Eli dejó de hacer fuerza con el cuello para que él la moviera a su antojo. Por supuesto él no perdió oportunidad. La atrajo hacia él hasta que la nariz de Eli se hundió en el bajo vientre de él. La detuvo allí unos segundos y la sacó estirando de sus cabellos solo para volver a estirar de su cabeza, una y otra vez. Elizabeth se las arregló para tragar cada gota de semen sin derramar nada, tragaba hasta su propia saliva. A la tercera vez que sintió la verga en la garganta ya no había rastro de semen y él la soltó.
Elizabeth chupó un par de veces más. Lo hizo más lentamente y con más fuerza intentando sacar todo lo que hubiese quedado. La verga empezó a perder dureza y solo ahí Eli la dejó.
Se levantó y se limpió los labios. Empezó a subirse los jeans.
- Eres hermosa.
Elizabeth lo miró sin decir nada. Él ya se había puesto los pantalones y se disponía a salir, entonces recordó algo y buscó en sus bolsillos para luego tender la mano hacia ella. En la palma había unos caramelos de menta.
- Gracias... - le dijo Eli e intentó agarrarlos pero él cerró la mano.
- Y eres mía...
- Eres un tonto - le dijo Elizabeth mientras se reía - tragué tu semen, tú eres mío - le respondió.
Fue el turno de él de reír. Abrió la mano y Eli tomó los caramelos y se los comió. Él miró su reloj y le dijo.
- Apúrate - salió de la habitación y se detuvo en el umbral - y ve pensando en una excusa para tu novio por tardar quince minutos en el baño.
<Maldita mierda. Es él. De todos los lugares él tenía que trabajar aquí y yo tenía que venir a parar en frente>
Si tan mala suerte era imposible de tener el destino de Elizabeth lo desconocía. Después de meses por fin salía en una cita con un amigo bastante atractivo, hasta se había puesto su mejor lencería por sí, a causa de ella, se daba el tan ansiado encuentro sexual. De seguro ella lo haría posible si no se daban las circunstancias. Pero después de cenar irían al cine, charlando y riéndose con su compañero en la fila para comprar los boletos Eli no se fijó en que el cajero que les atendió era nada más y nada menos que él.
- Aquí tienen sus boletos.. - les dijo él mientras les tendía las entradas con una sonrisa que era mucho más burlona que amable, antes de que pudiera hablar de más Eli lo interrumpió.
- Gracias - Le había pasado la primera sorpresa y el color de sus blancas mejillas había retornado de aquél rojo vergüenza. Se dió la vuelta para hablar con su cita y le dijo - Emm cariño, ¿me haces el favor de tirar ésto a la basura?
Le tendió una servilleta y el apuesto galán se dirigió al basurero ubicado a un extremo de la sala. Apenas dió unos pasos Eli giró rápidamente para enfrentarse a él. Obviamente él la había reconocido.
Eli no recordaba cuánto tiempo había pasado desde aquella vez. En una apuesta que había perdido Elizabeth y ese hombre, que ahora trabajaba como cajero del cine, habían tenido sexo. Elizabeth sentía que no únicamente había perdido la apuesta, si no toda su dignidad en aquel tejado.
- ¡¿Tú qué haces aquí?! - Eli lo apuntó con un dedo acusador.
- Trabajo aquí mi bella dama - le respondió mostrándole el uniforme.
- No soy tuya infeliz - ambos hablaban en tono bajo entre las personas que estaban allí, Eli miró a los costados sin bajar el dedo - ni se te ocurra hablar de lo que pasó.
- ¿Yo? ¿Cómo crees que yo sea capaz de...
- No me tomes por tonta, lo ví en tus ojos. Ni se te ocurra hablar imbécil.
La sonrisa no se borró de los labios de él. La miró por un segundo.
- Imbécil será la cara que ponga tu novio cuando se entere de que su novia apuesta el culo.
Elizabeth abrió muy grande sus ojos. Fue un golpe directo. Bajó el dedo y se acomodó el abrigo. De nuevo la vergüenza emergía en sus mejillas. Él había hablado muy fuerte pero parecía que nadie se había percatado de lo que dijo. Miró detrás suyo, su cita había cumplido sus deseos y volvía junto a ella. Se estaba tardando, tenía que hacer algo.
- Mira, escucha - Eli carraspeó y se aclaró la garganta - Es mi primera cita y en serio no lo quiero arruinar. No hables, no digas nada. Tú y yo no nos conocemos...
Entonces fue él quién la interrumpió.
- Dame solo una razón válida por la que no tenga que hablar.
- Te dejaré cogerme ahora si lo haces.
Él arqueó una ceja. Eso no se lo esperaba.
- ¿Y qué pasa con tu novio?
- Le digo que voy al baño y que me espere dentro de la sala.
- Piensas rápido. Ok. Acepto.
Su compañero regresó a su lado y la tomó de la cintura. Elizabeth mintió acerca de que la factura estaba mal y que por eso se quedó allí. Ambos fueron de la mano pero antes de entrar Elizabeth mintió nuevamente y lo hizo tan bien que su atractiva cita no pensó ni por asomo que su bella acompañante no iría al baño como le había dicho.
Elizabeth esperó en el pasillo y cuando pensaba en que todo fue una equivocación él apareció como sellando las escapatorias.
- Por aquí.
Él la guió por el pasillo y se detuvo frente a una puerta semi oculta en la pared. Entraron rápidamente y Eli comprobó que era una especie de pequeño depósito, lleno de servilletas y cajas.
- Apúrate. No puedo tardar - le dijo a él mientras ella se quitaba el abrigo. Tenía un suéter y un jeans, afuera hacia mucho frío.
Él se desprendió el pantalón y se sacó el pene. Estaba semi flácido y se lo fue masturbando mientras Elizabeth empezó a desprenderse el jeans.
- ¿Por qué no ayudas con ésto nena?
- No, no lo haré. Me vas a coger y eso es todo.
- ¿También por detrás como aquella vez? - él la tomó de una de las nalgas y la atrajo hacia él. La apretó contra su cuerpo y metió los dedos entre sus nalgas.
- Si lo intentas, gritaré - Eli lo miró desafiante a los ojos. Alcanzaba apenas el metro sesenta y ella sabía que más que miedo causaba ternura, pero de todas formas se plantó en frente de él.
- Ok mi bella dama, entonces solo te cogeré - él siguió manoseándola, ella se había bajado el jeans constrastando con su osada actitud. La mano de él recorría sus nalgas, cuando se topó con la diminuta tanga que se había puesto - oooh que tenemos aquí, ¿Estás preparada para tu novio? - él rió - pero ahora seré yo quién primero te use.
Elizabeth decidió no responder. Giró y le dió la espalda apoyándose contra la pared. Se había había bajado el jeans hasta las rodillas e intentó bajarse la tanga pero él la detuvo.
- No no no preciosa, déjatela.
Él se escupió en la mano y con ella se lubricó la verga. Tomó a Elizabeth de la cintura y la intentó penetrar.
- ¡Au! ¡Ay! - se quejaba Eli mientras el pene entraba en su no tan mojada vagina. Él volvió a escupir en su mano y lo llevó a vulva de Eli, pasó sus dedos por sus labios e inmediatamente después la penetró con más fuerza. Esta vez el pene entró dentro de ella.
Al instante empezó a meterlo y sacarlo. Le verga era de buen tamaño y Eli no tardó en estar gimiendo y mordiéndose el labio. La cogida subió de ritmo, sus nalgas temblaban cada vez que la cintura de él chocaba contra ella y la penetraba tan duro y profundo que Elizabeth no tenía de otra que pararse de puntitas en un esfuerzo por aguantar. Todo era tan frenético y apurado, Elizabeth ya estaba muy excitada por toda la situación.
Él la agarró del cabello sin dejar de follarla.
- Ahora si eres mía.
- Termina... mmmm.. Ya... - pudo decir Elizabeth entre gemidos.
- Eso voy a hacer ¿Pero dónde? Si largo en tu concha tu novio va a tragar mi leche cuando te haga un oral después.
En eso tenía razón <demonios, tendré que ir a lavarme antes de acostarme. ¿Pero y si no puedo?>
- O podemos... - continúo hablando él. La seguía cogiendo con ganas, Eli poco podía hacer. Con una mano la tenía sujeta del pelo y con la otra abría una de sus nalgas. De repente movió la mano y con el dedo pulgar la penetró por el ano.
- ¡Aaaaaa! - gritó dando un respingo. Él la penetraba con fuerza y Eli sentía la verga tan dentro de ella que el placer el impedía moverse - No, no! Por ahí no no acabarás ahí!
- Entonces dónde Reina, decídete o acabaré aquí mismo - Como para dar énfasis metió más el dedo en su culo.
Elizabeth apenas podía pensar. La estaban follando contra la pared, parada, sujeta del pelo y para colmo tenía un dedo gordo en el culo, con riesgo a ser reemplazado por la verga que recorría su vagina. <No lo puedo permitir>
Y no lo permitió, dijo lo único que podía salvarla. Dependiendo de la ocasión, algo más valioso que acabar dentro de su culito.
- Avísame... en mi boca... Acaba en mi boca.
La idea pareció agradarle a él pues la follo incluso más rápido, hasta sacó su dedo de ella para poder agarrarla de la cintura, aunque no la soltó del cabello. Unos instantes después sacó su verga y Eli entendió que el momento había llegado.
Él no la saltó y ella se agachó como pudo en el piso. Ambos se quedaron ahí sin moverse.
- Anda, chupadlo.
- No. ¿Estás loco? Después tendré que besarlo y ya me será difícil quitar el sabor y el olor a tu semen.
Aquello provocó la risa de él.
- Tienes razón. Lo haces más difícil, al menos ayúdame.
- Déjame hacerlo.
Y Eli lo hizo. Tomó con su mano izquierda los testículos y los masajeó mientras con la mano derecha empezó a masturbar a aquél sujeto. Él la sujetó de la cabeza con ambas manos y Elizabeth hizo todo el trabajo arrodillada con la verga a centímetros de su rostro.
<Mierda. Me tiene bien sujeta. No puedo esquivar cuando termine o voy a acabar con la ropa manchada>
Él empezó a gemir y apretó la cabeza de Eli contra su pene. Ella se resistió, pero abrió la boca. Justo en ese instante el pene explotó.
El caliente semen salió a chorros. Los primeros cayeron dentro de la boca de Elizabeth pero era tanta la cantidad que amenazó con derramarse. Eli no tuvo de otra que cerrar la boca en torno a al glande mientras él seguía eyaculando. No quería ensuciar sus ropas.
<Que demonios. Ya que>
Estirando de los testículos Eli dejó de hacer fuerza con el cuello para que él la moviera a su antojo. Por supuesto él no perdió oportunidad. La atrajo hacia él hasta que la nariz de Eli se hundió en el bajo vientre de él. La detuvo allí unos segundos y la sacó estirando de sus cabellos solo para volver a estirar de su cabeza, una y otra vez. Elizabeth se las arregló para tragar cada gota de semen sin derramar nada, tragaba hasta su propia saliva. A la tercera vez que sintió la verga en la garganta ya no había rastro de semen y él la soltó.
Elizabeth chupó un par de veces más. Lo hizo más lentamente y con más fuerza intentando sacar todo lo que hubiese quedado. La verga empezó a perder dureza y solo ahí Eli la dejó.
Se levantó y se limpió los labios. Empezó a subirse los jeans.
- Eres hermosa.
Elizabeth lo miró sin decir nada. Él ya se había puesto los pantalones y se disponía a salir, entonces recordó algo y buscó en sus bolsillos para luego tender la mano hacia ella. En la palma había unos caramelos de menta.
- Gracias... - le dijo Eli e intentó agarrarlos pero él cerró la mano.
- Y eres mía...
- Eres un tonto - le dijo Elizabeth mientras se reía - tragué tu semen, tú eres mío - le respondió.
Fue el turno de él de reír. Abrió la mano y Eli tomó los caramelos y se los comió. Él miró su reloj y le dijo.
- Apúrate - salió de la habitación y se detuvo en el umbral - y ve pensando en una excusa para tu novio por tardar quince minutos en el baño.
3 comentarios - #33 Apúrate (Antes de que mi novio se entere)
Eres muy mala!!!! Me pones malísimo!!😍😘