Martes once de la noche y comenzaba la última función en el cine de Aquaman en 4D, la verdad no había mucha gente dentro de la sala así que nos sentamos en la última fila solos.
Comenzó una experiencia maravillosa, de movimientos, olores, viento y lluvia que acompañaban la película perfectamente.
Yo siempre tuve la fantasía de tener sexo en un cine y vi esa oportunidad como la mejor, así que comencé a tocar su pierna y en el momento en el que me miró lo besé, sin aviso previo, yo quería ser lo más claro que se pueda pero sin tener que emitir palabra.
Nos besamos, entrelazando nuestras lenguas con mucha intensidad.
Me paré y con cara de pícaro le guiñé el ojo y ahí me arrodillé frente a él en la alfombra de la sala, le desprendí el jean y se lo bajé.
El sorprendido mira para todos lados con miedo de que alguien nos vea, pero la idea de ser descubiertos a mi me provocaba más ganas de hacerlo.
Comencé a realizarle sexo oral de manera lenta y pausada, para evitar movimientos bruscos y ruidos alertantes, su miembro estaba firme como un roble, se sentía lindo y muy venoso.
Ese hombre se escurría por la butaca de placer.
Por fin perdió el control y el miedo al entorno, me sentó, quito mi ropa y comenzó a besar mi pene con desesperadas ganas, me besó fuertemente y se sentó en mi falda, acomodando con su mano mi pene de tal forma en la que pudiese entrar en su ano de forma letal.
Suspiraba de placer y cabalgaba sobre mi de manera alocada.
Mientras subía y bajaba haciendo que mi pene entre y salga de su recto estremecido realizaba por momentos pequeños movimientos de cadera, meneándose suavemente y haciendo que sintiera las paredes de su piel deliciosamente.
Él se masturbaba ferozmente, me apretaba las piernas con una fuerza descomunal expresando el placer que no podía gritar a los cuatro vientos.
Quiso darse la vuelta y esta vez estábamos cara a cara, colocó mi pene dentro de su cuerpo nuevamente, entró de un solo movimiento, realizaba pequeños saltos manteniendo la discreción que me encantaban, besaba mi cuello y arañaba mi espalda fuertemente, coloqué una cantidad considerada de saliva en mis manos y comencé a masturbarlo para que lo sienta más rico, mordía mis labios con unas ganas indescriptibles.
La silla vibraba, y de repente una sutil lluvia mojaba nuestros cuerpos provocándonos un hermoso escalofrío a ambos.
Mi cuerpo se tensó, y eso hizo que su ano se contrajera generando una presión en mi pené que no pude evitar acabarme, el expreso que le encantaba sentir mi esperma tibio correr dentro de su cuerpo.
Seguí masturbándolo y realizando fricción en su glande, cuando al oído me dijo que se acabaría dejando caer su semen en mi torso, no podría explicar esa maravilla, parecía un volcán en erupción encima de mi cuerpo y no pude evitar lamerlo, con las mismas ganas con las que lamo un cucurucho helado en verano.
Amé su semen, se sentía suave y su sabor era intenso pero con pequeños matices que tornaban a dulce, saboree y trague cada puta gota, como se debe claro!.
Lo que más me apasionó fue que su miembro no se bajó, seguía firme y tieso como un hierro y mi ano palpitaba de las ganas por sentirlo dentro, fue ahí que me dijo que me tire en la alfombra y él con su cuerpo encima del mío, levantó mis piernas y penetro mi ano con un movimiento fuerte y firme, sentí un poco de dolor pero sus movimientos hicieron que lo olvidara por completo en un instante.
Ese hombre se movía rápidamente y con golpes bruscos, sentíamos los aromas del cine y eso generaba un toque especial.
Mientras él me cogía como nunca antes yo frotaba mi pene de arriba hacia abajo duplicando el placer.
Cambiamos de posición, en sentido contrario él besaba mi ano y yo besaba su miembro, me daba cortos pero fuertes mordiscos en las nalgas y esa mezcla se sentía deliciosa.
Se dió la vuelta y comenzó a besarme mientras yo lo penetraba, con sus movimientos bruscos podía sentir claramente cómo su abdomen chocaba con mis testículos y cómo los suyos se estrellaban contra mis glúteos.
Me volvía completamente loco saber que ese hombre estaba cumpliendo mi fantasía, superando altamente mis expectativas.
No pasaron diez minutos cuando pude sentir mi pene en su interior contrayéndose sin poder evitar mi eyaculación, comencé a masturbarlo con más fuerza y velocidad, besándolo desenfrenadamente y llegó el momento, volvió a acabar, esta vez con menos intensidad pero igual de rico.
Me beso y sonreímos, en la alfombra nos vestimos y en silencio nos sentamos.
Con naturalidad procedimos a finalizar la película cómo los demás espectadores.
Nos tomamos de la mano y disfrutamos de los dulces que olvidamos por completo al momento de la acción.
Culminó la película y salimos, devolvimos los lentes dando las gracias a los funcionarios por la excelente experiencia sensorial que pudimos disfrutar en la sala 4D.
0 comentarios - Ellos lo dieron todo😈