Hola chicos, ¿Cómo están? Espero que bien. Hoy les traigo un relato de mi imaginación.
Carolina era ya una mujer de unos 35 años, ama de casa y trabajadora impecable, a la par que linda.
Ya había criado a sus hijos, que ahora estaban estudiando fuera del país.
Y se encontraba un poco triste. La casa era muy silenciosa desde que los chicos no estaban. Su marido Paul, no le daba mucha contención, si no, que todo lo contrario lo sentía cada vez más frío.
Ya no era aquel chico candente que la había enamorado, que tenía esa mirada pervertida, que le quería hacer el amor a todas horas y desvestirla cada que tenía la oportunidad.
Ahora parecía un robot que deambulaba por la casa. Ya no le demostraba interés, ni casi la veía apenas. En las noches era como si una barrera invisible los separaba. Aún cuando ella cubriera su cuerpo en camisones pequeños y transparentes. La única respuesta que obtenía era un "ahora no querida, estoy cansado del trabajo"
Y así unas cuántas veces más, hasta que no lo intentó más. La idea de que su marido ya no la amara pasaba por su cabeza. Y la tristeza la inundaba.
Una mañana temprano, despertaba sola para variar, parecía que Paul se había tomado el hábito de irse aun más temprano para no hablarle. Paso su mano por el lugar frío y vacío de su marido, preguntándose en que momento paso eso. ¿Cuándo perdió al hombre fogoso que se arriesgaba a llegar tarde, con tal de darle un buen revolcón?
Se levanto de la cama y de pie al espejo se miró por un rato. Ella de tez blanca cabellos oscuros, piernas bien formadas, un busto modesto de 90, con unos pezones grandes, unas caderas anchas que marcaban más su cintura. Sacando las marcas y la ligera flacidez de su panza, que le habían quedado tras ser madre, ella se encontraba atractiva.
No entendía que sucedía, sus manos empezaron a acariciarce, imaginado que eran las manos de Paul.
Se sorprendió a sí misma de que estaba haciéndolo y que se excitaba con ello.
Pronto una de sus manos bajo a su entre pierna, mientras apretaba uno de sus senos. El mirarse al espejo mientras lo hacía la animaba a seguir. No tardó en mojarse, se sentía muy bien, siguió así por un rato, hasta que no aguantó y se tiró en la cama, en el lado donde dormía su marido, sintiendo su olor, ese olor de hombre que extrañaba. Cada vez moviendo más rápido su mano, comenzó a meterse dos dedos, luego los sacó y los chupo, imaginado que era el pene de Paul, que deseaba chuparlo, con tantas ganas, cada vez estaba más metida en su fantasía, dándose vuelta poniéndose en cuatro, metiéndose sus dedos, escuchando los sonidos de sus propios fluidos y viendo de reojo su reflejo en el espejo.
Sus gemidos iban en aumento, sus movimientos eran más rítmicos y comenzaba a sentir como llegaba. Si al fin sentía ese rico orgasmos que hacía muchos meses no tenía.
La descarga fue maravillosa, su respiración empezó a calmarse y se quedo unos minutos tendida sin fuerza en la cama, disfrutando de la sensación. Pero con una pequeña punzada de dolor, por estar sola.
La mañana trascurio sin complicaciones, sacó las sábanas a lavar, por miedo a que notará los actos pervertidos que pasaron en ellas.
Pronto todo estaba en marcha, era muy fácil acomodar todo una vez que la rutina estaba establecida.
Ese día se sentía un poco más sensual, en una remera turquesa apretada y con un cuello bote, que dejaban sus hombros al descubierto, junto con una falda negra arriba de la rodilla, que le marcaba su trasero, se maquillo con tonos que resaltan sus ojos azules y unos aros plateados que le enmarcaban la cara.
Pronto tomó su cartera y estaba lista para ir al trabajo. El transporte público para variar estaba lleno y tuvo que viajar se pie.
Cosa a lo que ya estaba acostumbrada, mientras pasaban las paradas pensaba en que iba a hacer de cenar, quizás si hacía una cena romántica, conseguiría que su marido la vea a los ojos y susediara algo más en la cama.
Pero sus pensamientos son interrumpidos por una persona que le estaba dando empujoncitos por detrás de ella. En un primer momento pensó sólo fue por accidente, ya había mucha gente. Pero no se iba, esa otra persona, que notó era un hombre, empezaba a tocarla, lo hacía sutilmente, pero Carolina lo estaba notando. ! Ese hombre se estaba frotando en su culo, y estaba teniendo una erección ¡
¿Qué podía hacer? No se le ocurría nada. Aún dudaba que le pasará eso a ella.
¿Era tan atractiva para que aquel hombre joven haga eso delante de todos?
Ella no se movió ni dijo nada, lo que animo más al joven en poner un poco más de énfasis en su juego. Empezando a tocar con su mano el culo de Carolina, a la vez que su pene duro también lo hacía, ansioso por levantar su falda y penetrarla allí mismo. Pero era evidente no podía hacerlo.
Sin pensarlo casi, ella seguía sin decir nada, se estaba dejando frotar por un extraño, pero hacia tanto que no tenía ningún contacto con un hombre... que lo empezaba a disfrutar. La estaba excitado un poco, ¿Porque su marido no la frotaba asi?
Sentía la mano de aquel hombre que lentamente se escurria por su pierna, colandose por debajo de su falda...
Su menten le decía que se nueva, que saliera lo más rápido que pudiera... Pero no podía las piernas no le respondían.
Hasta que tan rápido como empezó el hombre desaparecido, el hecho no duro mucho, pero a ella le pareció que si.
Al llegar a su parada y bajar, sentía que estaba toda mojada y le palpitaba su entre pierna.
¿Podía ser que le gustó? ¿ Qué pudiera desear a ese chico que ni conocia?
Su mente estaba algo revuelta y decidió dejar el tema a un lado. "Fue sólo un incidente sin más, no tenía que darle vueltas, sólo olvidarlo"
Siguiendo su plan, fue a trabajar y no le contó nada a nadie. Aunque no pudo dejar de lado la sensación del pene erecto del chico.
Cuando salió del trabajo compro los ingredientes para la cena. También paso por una tienda de lencería y compro un porta ligas, con unas medias color bordó, una pequeña tanga que casi no iba a tapar sus labios vaginales y un corpiño que dejaba sus pezones al descubierto. Esa noche iba a tener sexo con Paul.
Llegó a su casa y luego de acomodar las cosas que compro se dispuso a hacer a comida. Todo iba bien hasta que llegó el momento donde estaba con un zuquini en la tabla listo para cortarlo... y su mente se imagino que pasaria si se penetrara con aquel gordo y largo vegetal...
La idea rondo por su cabeza pero la rechazaba. Siguió con la cena, pero el zuquini lo dejó aparte...
Acomodo la mesa, puso una botella de vino, copas, velas, revisó su maquillaje y su vestido negro apretado y corto, se había puesto la lencería y sentía como la tanga se le metía entre sus labios. Ya todo estaba listo para recibirlo y tener una noche como no tenían en mucho tiempo.
Así que espero 10 min... 20 min... 30 min... hasta que sonó su celular.
-Hola querido. ¿Ya estas en camino?
-Hola. No, nos pidieron háganos horas extras. Voy a llegar muy tarde, no me esperes despierta...
-Ah... Si entiendo, bueno cuidate...
-Si. Adiós.
La llamada finalizó y con ella la ilusión de una noche romántica. No pudo sentir otra cosa más que rechazó.
Fue hasta la mesa y se sirvió una copa de vino la tomó rápido.
Retiró la comida de la mesa, luego de guardarla. Vio que aun estaba esa verdura esperandola... y ya daba igual, así que lo tomó y se la llevo a su habitación...
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♡Espero les guste, pronto subire la segunda parte. Gracias por leer. ♡
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