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El nuevo macho de mi esposa: el marido de su mejor amiga

Damián, el marido de la mejor amiga de mi mujer es carpintero. Hace años que todos los arreglos u objetos en madera se los pedimos a él. Las dos parejas tenemos una relación muy cercana, ya siendo los cuatro grandes amigos. Hasta nuestros hijos son amigos entre sí también.


Él es alto, morochón, fornido. Manos curtidas, fuertes. Hace un tiempo que empecé a darme cuenta que Mariana, mi esposa, lo miraba con deseo. Pero jamás se atrevió a insinuar nada porque, si bien los cuatro tenemos mucha confianza, ellos no son tan sexualmente liberales como nosotros. No queríamos que el sexo cortara una amistad tan hermosa y de tantos años.


Pero cada vez que hacíamos el amor, lo hacíamos presente en nuestras fantasías y su deseo hacia él aumentaba día a día. Hasta que fue irresistible.


Le encargamos un repisa para la habitación de nuestros hijos y debía venir a instalarla. Teníamos todo planeado. Yo me llevé a los nenes a los de mis padres así ella podía pasar la tarde a solas con él.


Quedaba por decidir si ella lo iba a recibir solo con una tanguita y nada más; o con ropa provocativa; o simplemente vestida como todos los días y dejar que la situación se fuera dando. Elegimos esta última opción porque existía la posibilidad de que él no quisiera saber nada... 


Llegó el día. Damián entró a casa, se sorprendió de que yo no estuviera, pero sin demorarse mucho comenzó a instalar la repisa. Mariana le ofreció un vaso de agua, pero en seguida le preguntó si no prefería un fernet. Él dudó un segundo y le dijo: "Mejor fernet, si me acompañás". Ella no sabía cómo ocultar su alegría y su exitación. Fue corriendo a la cocina y volvió pronto con dos vasos de fernet. 


Él dejó a un costado las herramientas y bebió unos sorbos de fernet. Ella se apoyó en la pared, muy cerca de él y dijo "Qué calor que hace, ¿no?" y se pasó la mano por el cuello y el pecho, de manera muy sensual. Él no dejaba de mirarla mientras seguía bebiendo. "¿Juan cuándo vuelve?", preguntó. "A la hora que sea, después de que te hayas ido", contestó Mariana con tono de perra en celo. Damián entendió todo.


Apoyó el vaso de fernet sobre la repisa a medio colocar, dio dos pasos hacia adelante y ya estaba frente a Mariana. La abrazó inmediatamente y comenzaron a  besarse con desesperación. Ella, como pudo, logró apoyar su vaso también en la repisa y una vez que tuvo las manos libres, comenzó a pasearlas por todo el cuerpo de Damián. Se iban arrancando la ropa entre jadeos hasta que ella lo apartó y le dijo: "Sos el marido de mi mejor amiga". Él abrió grandes los ojos sin saber qué contestar. "Es lo que más me calienta", continuó diciendo Mariana y volvió a abrazarlo y besarlo, mientras lo iba llevando hacia nuestra cama.


Antes de entrar en nuestra habitación ya casi no tenían ropa. Ella se arrodilló rápidamente y comenzó a saborar la pija de Damián, que tenía las dos manos agarrando fuerte la cabeza de mi esposa; no tardó mucho en inmovilizarla y empezar a taladrarle la boca con su verga. Ella gemía y tosía. Se apartó, se subió a la cama y se puso en cuatro. "¿Te gusta clavar? Acá tenés", le dijo, mientras le mostraba su conchita bien abierta. Pero él, sin dudarlo, se avalanzó sobre su culo y empezó a chuparlo y a prepararlo. Ella arqueó su cuerpo y se dispuso a recibirlo. Con expertos movimientos, apoyó la cabeza de su pija en el culo de mi esposa y sin mayor resistencia, fue abriéndose paso hasta el fondo. Mariana lanzó un fuerte gemido. "Perforame toda, papito", suplicó, y empezó un mete y saca furioso. La estaba clavando, taladrando, perforando. Los gritos de ella llenaban la habitación y los gruñidos de él se iban intensificando hasta que llegaron al climax y su pija explotó en grandes chorros de leche caliente que la llenaron toda. Sacó su verga lentamente y con gran dominio dejó que todo el semen cayera y se depositara sobre su miembro. Mi esposa no dudó y rápidamente le chupó la pija hasta dejarsela limpia. 


Inmediatamente ella lo acostó boca arriba y siguió saboreando su miembro hasta que logró ponerlo duro nuevamente. Se subió arriba, en dos movimientos se clavó hasta el fondo la pija dura del marido de su amiga y, apoyando las manos en el respaldo de la cama que él nos había hecho, comenzó a cabalgarlo con furia. Entre gemidos, gritos, insultos y gruñidos, le dijo: "¿Todo hacés bien? Los muebles... Cogerme... ¡Qué rico!". "Cogerme esposas putas de maridos cornudos es lo que mejor hago", le contestó, y siguieron así, cabalgando sin parar hasta que juntos explotaron en un delicioso orgasmo, lleno de leche caliente, esta vez adentro de la conchita empapada de Mariana. 


Ella cayó rendida en su pecho transpirado y quedaron así, abrazados y exhaustos, y se durmieron. 


Casi una hora después ella se despertó sobresaltada. Miró la hora. Lo despertó a él, se vistieron y se besaron apasionadamente. "Vuelvo cuando quieras, con o sin las herramientas", dijo él. "Una sola herramienta hace falta", le dijo ella acariciándole la verga, dura nuevamente, por arriba del pantalón.


Damián se fue, Mariana me llamó y volví a casa junto con nuestros hijos. 


"¿Cómo quedó la repisa?", pregunté con picardía. "Es el mejor carpintero del mundo", me dijo ella con una sonrisa llena de satisfacción. "A la noche me contás todo", le dije. Y comenzamos a preparar la cena y demás cuestiones cotidianas. 


Desde ese día Damián estuvo en casa en muchas ocasiones, a veces con su familia, aunque la mayoría de las oportunidades solo. Pero hasta el día de hoy, la repisa, que le pedimos hacer como excusa, sigue a medio terminar, cubierta de polvo, en un rincón de nuestra casa.

7 comentarios - El nuevo macho de mi esposa: el marido de su mejor amiga

Tartanico
Que buen relato!! La verdad que es el sueño del pibe!
JuanElCuernos
Graccias!
Lucascuerno
Muy lindo relato y te lo contó con todos los detalles tu mujer van 10
JuanElCuernos
¡Gracias!
esperanzatito +1
Muy bueno ; gran detalle el de la repisa
JuanElCuernos +1
La estoy mirando en este momento
esperanzatito +1
@JuanElCuernos si . Hermosa experiencia
leloir2010
Siempre al limite de la morbosidad Exelente relato. Van puntitos
JuanElCuernos
¡Gracias!