Esta es la historia de Juan Manuel, un hombre que descubre que la vida sexual de sus vecinas es sumamente activa y disfruta viéndolas mientras ellas viven excitantes momentos junto a diferentes compañeros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 9: Fiesta de cumpleaños
Si algo me había demostrado Yanela era que podía ser muy puta si ella así lo quería. Sin siquiera haberlo hablado y sin que tuviera que convencerla, me entregó su culo el cual pude abrir por primera vez en medio de un ataque de calentura total. “Claro, la pendeja tiene veinte años. No debe haber probado un montón de cosas” pensé luego de que me enviara un mensaje diciéndome que le dolía la colita después de lo que habíamos hecho. Eso me dio un morbo muy grande y a los pocos días era yo el que estaba escribiéndole para decirle que quería volver a verla. Entonces revivimos lo que había sido una seguidilla de encuentros bien calientes. Al igual que lo habíamos hecho hacia unos meses, durante Septiembre nos encontramos en varias oportunidades para coger de manera bien zarpada y tener sexo a lo bestia.
El hecho de tener un departamento vacío en frente del suyo justificaba cualquier llegada al tercer piso y nos daba la seguridad de que nadie iba a llegar en ningún momento. Antonella había delegado en mí casi todo el trabajo de ese departamento por lo que estaba seguro de que ella no iba a interferir en nuestros encuentros que eran cada vez que podíamos. Con Yanela aprovechamos esa vía libre para calentarnos a lo loco y matarnos en cada una de las habitaciones de nuestro nuevo nido de pasión.
- ¡Quiero que me acabes en la boca!- Me pidió mientras me la cogía con violencia sobre el colchón que solían dormir los huéspedes.
Y eso fue lo que hice ese miércoles a la tarde después de haberle pasado la lengua por todo el cuerpo yd e haberme la cogido como bestia. Me paré y ella se arrodilló delante de mí para recibir toda mi leche calentita sobre sus labios y su lengua. “Tragátela toda ahora” le ordené y ella obedeció cerrando la boca y sintiendo como todo ese semen espeso bajaba por su garganta. La felicité con una sonrisa en la boca y le dije que la próxima la leche iba a parar a sus tetas, las cuales miraba con ganas desde esa perspectiva.
Lo mejor de todo era que a pesar de que mis encuentros con Yanela me dejaban totalmente satisfecho, el sexo con Antonella no cesó en lo más mínimo. Mi novia seguía igual de exigente e insaciable después de nuestra experiencia con Patricio y Guillermina, lo que me llevaba a tener sexo con ella bastante seguido. En algunos días me encontraba conque después de gozar con la chica brasileña, mi novia me advertía que esa tarde iba a llegar muy caliente del trabajo, y era como si me contagiara su calentura. Entre las dos estaba disfrutando de una forma única y sin lugar a dudas no quería que eso terminara de ninguna manera.
Para colmo en Septiembre era mi cumpleaños y eso significaba que iba a recibir un regalo bien gratificante de parte de Antonella. Desde que estábamos juntos los cumpleaños solían ser días en los que el sexo reinaba en el ambiente. Desde conjuntos sexys, hasta mensajes eróticos hacían del día un fuego constante que solo se apagaba cuando terminábamos cogiendo como animales. Estaba convencido de que ese año ella iba a preparar algo muy especial dadas las circunstancias en las que nos encontrábamos.
- Este año voy a regalarte algo que te va a encantar.- Me dijo el día anterior al de mi cumpleaños mientras desayunábamos.- Más teniendo en cuenta el fracaso del año pasado.
Hacía un año habíamos tenido la recaída sexual en la que estuvimos casi un mes sin tener sexo. La noticia de la separación de sus viejos y la depresión que atravesaba Antonella durante esos meses, hicieron que mi cumpleaños fuera un día más de todos y que solo se vio modificado por un poco de sexo casual y tradicional a la noche. Es por eso que en esta oportunidad ella sentía la necesidad de resarcirse por lo sucedido y de recompensarme con un día que iba a ser más que caliente.
Ese sábado me levanté con treinta y un años y lo primero que vi fue la sonrisa de mi novia que se encontraba encima de mi cuerpo. Sus tetas flotaban sobre mi cabeza y su cuerpo se movía depsacio de un lado al otro. Me costó entender que el placer que sentía en ese momento se debía a que me había despertado con la pija adentro de su concha. “¡Hola mi amor! ¡Feliz cumpleaños!” me dijo y se terminó de sentar sobre mi cintura y apoyó sus manos sobre mi pecho para que no me moviera. Ni bien entendí lo que sucedía llevé mis manos a su cintura y me dediqué a disfrutar de ese regalito de cumpleaños.
El sexo mañanero con Antonella había sido una sorpresa increíble, pero no pude evitar sorprenderme cuando ella me confesó que ese no era mi regalo especial, que mi regalo iba a llegar esa noche. Obviamente lo primero que imaginé fue una nueva sesión de sexo bien caliente y que podía terminar con ella regalándome su colita, algo que hacía tiempo no pasaba. Pero mi novia se encargó de hacerme saber que la sorpresa que me iba a dar no estaba entre alguna de las cosas que me podía imaginar.
Algunas pistas me fueron llegando durante ese día. La primera fue una imagen de ella en ropa interior bien sexy en el baño de su trabajo con una leyenda que me encantó. “Tengo muchas ganas de que me beses todo el cuerpo” decía el mensaje y solo pensar eso hizo que la pija se me pusiera dura. Unas horas más tarde recibí un nuevo mensaje de Anto que decía que más vale que me preparara para largar mucha lechita, porque ese día estaba sedienta. Sin dudas mi novia sabía cómo calentarme de manera única.
Otra que me escribió ese día para desearme feliz cumpleaños fue Yanela y lo hizo a través de Instagram. Primero me envió una fotito suya totalmente desnuda en la cama y luego un audio en el que me relataba todas las cosas que quería que le hiciera. Su acento brasilero me comía la cabeza y la voz de putita que ponía era la frutilla del postre. “Y tengo muchas ganas de que me vuelvas a coger la colita como la otra ves y que me acabes por todo el cuerpo” terminaba su mensaje de casi dos minutos que iba creando imágenes bien calientes en mi cabeza.
Cuando llegué esa tarde a mi casa, mi novia me recibió con un conjuntito negro muy sexy en la pieza. Obviamente mi intención fue ir a buscarla para hacerle de todo, pero ella me frenó de golpe y me dijo que me quedara donde estaba porque esa no era la sorpresa. Yo me fui del otro lado de la cama y me empecé a cambiar mientras ella se miraba en el espejo de la pared. “¿Te gusta cómo me queda esta cola less?” me preguntó y obviamente le dije que sí. Ella se paró bien cerca del espejo y con sus manos recorrió todo su cuerpo dejándome helado y a punto de babear.
- Mirá gordi, dos Antonellas tenés para deleitarte.- Dijo y observé tanto su cuerpo como el reflejo de este en el espejo.- ¿Te gustaría que hubiera dos Antonellas para vos solito?- Me preguntó después.
- Si con una me vuelvo loco, imagínate con dos amor.- Le dije sonriendo.
- Puede que esta noche tengas una sorpresita entonces.- Dijo ella y salió de la pieza sin decir nada más.
Costó unos segundos que ese comentario llegara a mi cerebro y que este lo procesara, pero cuando lo entendí supe de que se trataba. “¿Invitaste a alguien para que se sume esta noche?” le pregunté a ella sin poder creer de lo que se había animado. En varias oportunidades habíamos hablado la idea de hacer un trío pero a Antonella le daba muchas dudas y sobre todo celos. Su mayor excusa era que no quería verme a mí con otra mujer, que se iba a sentir incómoda. Pero cuando le hice esa pregunta ella me respondió alzando los hombros y poniendo cara de cómplice.
- Ya te enterarás de que se trata. No seas impaciente.- Me dijo y confirmó mis sospechas.
Además de eso, Anto me preparó otra sorpresa menor para ese día. Invitó a cenar a algunos amigos, algo no muy elaborado pero hizo que de golpe la casa se llenara de personas. Algunos amigos míos de la facultad y del trabajo estaban con sus parejas y obviamente Patricio y Guillermina llegaron con un regalo y unas botellas de vino. Me llamó la atención ver a dos amigas de mi novia que habían ido, pues no encajaban con el perfil. Era una fiesta más bien íntima y sencilla, algo tranquilo y de gente cercana, por lo que ellas dos estando ahí a pesar de que tenía excelente relación con ellas, no tenía sentido. Entonces pasó por mi cabeza el hecho de que la chica que iba sumarse al trío debía de estar en esa habitación.
Mis certezas se confirmaron cuando el timbre sonó una vez más y Clara, nuestra vecina del séptimo piso, entró con una sonrisa oreja a oreja y diciéndome feliz cumpleaños. ¿Podía ser que la chica le había confesado a mi novia el hecho de que yo la espiaba a ella a través de la ventana y ella convenció a Antonella de hacer un trío? No tenía el más mínimo sentido de que ella estuviese allí. El solo hecho de pensar en cogerme a mi novia y a Clara juntas hizo que mi pija latiera adentro de mi pantalón.
- Así que desde acá me espías.- Dijo Clara parándose al lado de la ventana.
- Y vos… Así que le contaste a mi novia que te gusta que te vea mientras te coges a tu amante o a tu novio.- Le dije yo sonriendo, pero ella me miró sin comprender.
- ¿De qué hablas? No le dije nada a tu novia.- Me contestó hecha e hizo caso omiso a tu comentario.- Me invitó porque la ayudé a preparar todas las cosas para tu cumpleaños sorpresa. Y yo aproveché la oportunidad para venir a verte y decirte que en los próximos días voy a dar un show que no vas a querer perderte.- Dijo y señaló con la mirada la ventana.
Pero entonces la duda volvió a comerme la cabeza. Si no se trataba de Clara, ¿Quién era la chica que Antonella había invitado a sumarse al trío? Entonces volví a pensar en sus amigas. Vanina era linda chica, no me gustaba mucho su cuerpo que era más bien rellenito y con poca forma, pero tenía lindo rostro. Pero Bárbara sin lugar a dudas era una mina que no me llamaba la atención en lo más mínimo y estaba deseando que no sea ella la tercera en cuestión. La curiosidad fue más fuerte que yo.
La respuesta llegó después de varias horas. Cerca de las dos de la mañana algunos invitados empezaron a irse y Vanina y Bárbara fueron de las primeras, por lo que mi cabeza se confundió aún más. “Debe ser Clara, que se hizo la boluda para no arruinar la sorpresa” pensé luego pero al darme cuenta que ella ya se había retirado, volví a quedarme anonadado. No fue hasta que mis últimos amigos se fueron que caí en la cuenta de quien se trataba. Cuando subí nuevamente al departamento luego de abrirle a mis últimos compañeros del trabajo, me encontré a Patricio solo en el placer que me saludó y volvió a desearme un muy feliz cumpleaños.
Entonces abrí la puerta de mi casa con una sonrisa inmensa y comencé a caminar despacio hacia la pieza siguiendo la voz de mi novia que me llamaba con dulzura. Entré y me encontré con una escena hermosa. Acostada en un lado de la cama estaba Antonella, que lucía el conjunto que me había enseñado esa tarde, con una cola less que le resaltaba la cola preciosa que tenía. Acostada al lado de ella se ubicaba Guillermina, nuestra vecina, que tenía puesto un corpiño rojo de encaje y una tanga del mismo color que se perdía entre sus nalgas.
- ¿Y mi amor? ¿Qué pensás de la sorpresa?- Me preguntó Anto sin dejar de sonreír.
- ¡Me encanta!- Le dije yo sacándome el calzado y acostándome en la cama entre ellas dos.
Mi novia automáticamente se abalanzó sobre mi cuerpo y me besó con ganas mientras que nuestra vecina apoyaba una de sus manos en mi pecho y comenzaba a desprenderme los botones de la camisa. Era un sueño hecho realidad y no podía creer lo ingenuo que había sido al no pensar en Guillermina para ese precioso regalo. Mientras que los labios húmedos de mi novia bajaban por mi cuello, las manos curiosas de la otra chica se abrían lugar entre mi ropa para tocar mi piel, en esa oportunidad sin vergüenza alguna. Esa noche las chicas me iban a demostrar que eran mucho más que amigas, me iban a dejar bien en claro que podían ser grandes amantes.
De golpe me vi envuelto en sus redes y quedé casi inmóvil. Antonella se ocupaba de mi parte superior, besándome la boca y el cuello y acariciándome el pecho, mientras que Guillermina bajaba con sus manos por todo mi cuerpo. Estas llegaron a mi pantalón y lo desabrocharon con violencia, hasta sacármelo y dejarme en bóxer. Ellas seguían con su ropa interior que a cada minuto les quedaba más sexy y dejaba que su piel rozara con la mía, aumentando así la temperatura de nuestros cuerpos. Rápidamente las chicas cambiaron de lugar y los labios de nuestra vecina hicieron contacto con los míos por primera vez, al mismo tiempo que sentía como las manos de mi novia, se desprendían de mi bóxer.
La boca cálida de Antonella pasó rozando por entre mis piernas y cuando llegó a mi cintura, noté como el calor de apoderaba de mí. Mientras que Guillermina me hacía prisionero de sus besos y sus caricias por mis hombros y mi pecho, su amiga se dedicaba a tocar suavemente con sus labios mis partes. Sentía como la pija se me iba poniendo cada vez más y más dura a medida que pasaban los segundos y de golpe noté como este se posaba sobre el rostro de mi novia. Ella sacó la lengua y la lamió desde abajo hacia arriba y luego comenzó la magia.
Era evidente que Anto no quería mostrar debilidad frente a su compañera por lo que en ese momento dio lo mejor de sí. Su boca, llena de saliva, comenzó a bajar lentamente por mi verga bien dura hasta llegar hasta el fondo y luego subió nuevamente. Repitió ese movimiento un par de veces más pero cada vez haciéndolo más rápido, comiéndosela toda y llevando sus labios delicadamente hasta la punta. Sus manos se posaban con firmeza sobre mis muslos, haciendo presión sobre estos y dejando bien en claro que esa noche, ellas dos mandaban en esa habitación.
Guillermina mientras tanto me volvía loco con su cuerpo. Se había desprendido del corpiño y rozaba sus tetas sobre mi pecho mientras me besaba apasionadamente. Su boca también fue buscando lugares nuevos para explorar y así mismo lo hicieron sus lolas, que acariciaban mi piel a cada rato. Poco a poco las fue subiendo hasta mi cara y cuando se posaron sobre mí, estiré la lengua para lamerlas y poder disfrutar de esos pezones bien duritos. Ella comenzó a suspirar cuando yo hice esto y sentí como su respiración profunda sonaba sobre mi cabeza.
- Vení Guille.- Dijo de pronto mi novia.- Vení a disfrutar de esta hermosa pija.
Fue entonces cuando nuestra vecina siguió el mismo recorrido que antes había hecho mi novia y fue bajando con su boca por todo mi cuerpo hasta posarse al lado de ella sobre mis piernas. Las dos se besaron frente a mis ojos y en ese momento vie el gesto que hizo que mi cabeza explotara de calentura. Antonella le ofreció a Guillermina mi pija como un regalo, como si le diera luz verde a su amiga para que jugara conmigo. Entonces ella bajó su boca y sus labios hicieron contacto con mi verga que no daba más de lo dura que estaba.
Entre las dos comenzaron a chupármela y sentí como el placer se apoderaba de mi cuerpo. Cerré los ojos y dejé que ellas hicieran su trabajo, sin preocuparme por quien era la que me la comía en cada momento, perdiéndome en un mar de lujuria y satisfacción. Primero una, después la otra, se iban intercalando para chuparme la verga y dejarme toda empapada de saliva. A veces una jugaba con mi cabeza mientras que la otra se divertía con mi tronco y mis huevos y luego volvían a jugar solas. Sentía las tetas de las dos reposadas en mis piernas y sus pezones duritos eran tan cálidos sobre mi piel. Era el juego perfecto, la combinación de dos mujeres hermosas y que sin dudas sabían cómo hacer gozar a un hombre.
Antonella fue la primera en levantarse y se acomodó sobre mi cintura mientras que su amiga le daba espacio. Se sentó despacio sobre mi verga y lentamente empezó a cogerme como ella sola sabía hacerlo. Su cuerpo se movía hacia adelante y hacia atrás mientras que sus tetas bailaban por encima de mí. Sus manos reposaban en mi pecho haciendo una leve presión y las mías buscaron automáticamente su cintura. Pero entonces Guillermina apareció en la escena y lo que era una pose que solíamos hacer con frecuencia y que siempre resultaba igual, cambió por completo.
Nuestra vecina se acostó al lado mío y una de mis manos de golpe buscó su conchita. Ella abrió sus piernas y dejó que mis dedos empezaran a jugar sobre la humedad de su cuerpo, rozándole el clítoris y abriendo sus labios que se encontraban empapados. Ella mientras tanto besaba mi pecho y con una de sus manos jugaba con los dos, subiéndola por el cuerpo de Antonella y luego bajándola hasta el mío. Mi novia seguía moviéndose despreocupada, gozando de mi verga bien dura adentro de su cuerpo y gimiendo cada vez más y más.
Al cabo de unos minutos decidieron cambiar. Guillermina se sentó sobre mi cintura y comenzó a jugar con mi pija adentro suyo, mientras que mi novia se quedó arrodillada al lado de ella. Al principio permaneció observando la situación, apreciando como su vecina y amiga se cogía a su novio. Pero luego de unos segundos ella también se sumó al juego y se colocó detrás de Guillermina para empezar a besarle el cuello y a tocarle las tetas. La escena me calentaba muchísimo, me excitaba más que ninguna otra cosa y hacía que mi mente explotara. Elevé mis manos por el cuerpo de nuestra vecina hasta llegar a hacer contacto con los dedos de mi novia y de golpe los dos nos encontrábamos acariciando sus pezones al mismo tiempo que ella gemía de placer.
- Ponete en cuatro.- Le ordenó luego de varios minutos mi novia a su amiga.
Me calentaba muchísimo verla así de dominante. Se notaba que estaba muy excitada y que le gustaba ese juego de ser ella la que dirigiera la orquesta. Me ordenó a mí que comenzara a cogerme a Guillermina de la misma manera que me la cogía a ella en muchísimas ocasiones y yo me posé detrás de su cuerpo para comenzar a darle bien duro. Antonella hizo en ese momento dos cosas que me volvieron loco. Primero se arrodilló al lado mío y mientras me besaba con locura, recorría con una de sus manos mi pecho y mi panza para luego bajarla hasta la cola de nuestra vecina. Pero luego decidió que eso no era lo suficientemente placentero para ella por lo que se arrastró por el colchón hasta la otra punta y se abrió de piernas frente al rostro de Guillermina.
La imagen era lo más excitante que me había pasado en años. Dese mi punto de vista veía en primer plano el hermoso culo de nuestra vecina y su conchita empapada que recibía mi pija con violencia. A medida que subía la vista, la espalda y el pelo de Guillermina se extendían hasta llegar a su nuca que no permitía ver la entrepierna de mi novia. Pero al observar como Antonella se sujetaba las tetas con fuerza y se mordía los labios mientras tenía los ojos cerrados, me hacía saber que la lengua de su amiga se estaba moviendo como loca. Era un mar de placer, que se mezclaba con los ruidos de nuestros cuerpos chocando y con los gemidos de las dos mujeres que en ese momento llegaban a mi cabeza.
Cambiamos de posición, pero Guillermina permaneció acostada al lado de Antonella. Mientras me cogía a mi novia bien fuerte y sujetándola de la cintura, veía como nuestra vecina se tocaba todo el cuerpo, se acariciaba los pezones y se colaba los dedos a la misma velocidad que mi verga entra en la concha de su amiga. Todo era placer y escuchar los gemidos de esas dos mujeres hizo que mi cabeza estallara. Entonces mis manos apretaron con fuerza el cuerpo de mi novia y me empecé a mover a toda velocidad, haciendo que mi verga entrara y saliera con violencia del cuerpo de Antonella.
- ¡Ay sí! ¡Sí mi amor! ¡Cogeme bien duro!- Gritaba ella y su amiga nos miraba fascinados.
No pude aguantarme la calentura y entre medio de esa cogida perfecta sentí como la leche empezó a subir por mi cuerpo. Llegué a sacársela justo a tiempo para empezar a acabar sobre su cola. El primer chorro de semen salió disparado y cayó sobre una de las nalgas de mi novia y su espalda. Pero cuando Guillermina se percató de lo que estaba pasando enseguida se levantó y apoyó su cabeza encima de la cola de Antonella y el siguiente chorro fue a parar a su rostro. Esa escena fue tan caliente que el resto del semen de mi cuerpo salió disparado a toda velocidad, cayendo así sobre la cola de mi novia y en la cara de nuestra vecina.
Extasiado y totalmente satisfecho me recosté sobre la cama mientras que ellas se acomodaban, se limpiaban y seguían disfrutando de lo vivido. Mi pecho subía y bajaba a toda velocidad al mismo tiempo que mi respiración agitada se calmaba poco a poco. Guillermina fue la primera en salir de la habitación y volvió al cabo de varios minutos semi vestida y lista para irse. Antonella se ocupó de abrirle y de cerrar la casa para luego volver a la pieza y acostarme al lado mío besándome apasionadamente y acariciando mi pecho con su mano.
- ¿Y mi amor? ¿Te gustó tu regalito?- Me preguntó a pesar de que la sonrisa en mi rostro delataba la respuesta.
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