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Mis vecinas. Capítulo 8

Mis vecinas. Capítulo 8

Esta es la historia de Juan Manuel, un hombre que descubre que la vida sexual de sus vecinas es sumamente activa y disfruta viéndolas mientras ellas viven excitantes momentos junto a diferentes compañeros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 8: Reencuentro apasionado
   Tardamos dos días en hablar de nuevo con Guillermina y Patricio y cuando lo hicimos corroboramos que lo sucedido aquella noche, no había afectado en lo más mínimo nuestra relación. Fue Antonella la que se comunicó con Guillermina para decirle si querían juntarse el martes a la noche a cenar y ella le confirmó su asistencia. En un principio teníamos dudas de lo que podía llegar a suceder, pero decidimos dejar en claro que, a pesar de que habíamos disfrutado muchísimo de lo vivido esa noche, preferíamos que quedara como algo extraordinario y que no se convirtiera en un hecho frecuente.
   - ¡Ay chicos, pero no se hace falta que se pongan tan serios para eso! Los re entendemos.- Nos dijo Guillermina luego de que nosotros habláramos del tema.- Lo principal es el respeto.
   - En serio Juanma. Todo bien y nos quedará el recuerdo del buen momento vivido.- Agregó su novio.
   Para sorpresa tanto mía como de Anto, esa noche la relación se reestableció como lo era antes de lo sucedido. En nuestra mente seguía vivo el recuerdo de ella comiéndose toda la pija de su novio o de él levantándola en el aire para hacerla brincar sobre su cuerpo. Sin embargo eso no nos impidió seguir conversando y charlando como buenos amigo que éramos antes de eso. Además la calentura que nos habíamos agarrado al verlos coger de esa manera, provocó que Antonella y yo tuviéramos sexo bien salvaje luego de eso, por lo que estábamos agradecidos con nuestros vecinos.
   - ¡Increíble como la estampó contra la para cogérsela como bestia!- Decía de vez en cuando mi novia que seguía sorprendida del show que habíamos visto.
   Las escenas aparecían esporádicamente en mi cabeza y se dibujaban con claridad ante mis ojos. Recordaba la respiración agitada de Guillermina y las palabras firmes de Patricio mientras cogían como locos frente a nosotros. La sensación de los dedos de Antonella sobre mi verga también se hacía viva cuando recordaba como nuestro vecino le había llenado la cola de semen a su novia. Sin dudas toda la escena había sido increíble y revivirla en mi mente me calentaba a tal punto de querer llegar a mi casa para cogerme a mi novia con locura. Pero lo más curioso de todo, y que no me animaba a confesarle a Antonella, era que tenía ganas de volver a verlos teniendo sexo y de hecho quería participar en sus aventuras.

   A principios de Mayo nos enteramos la triste noticia de que la señora Fernández había sido internada por un ataque al corazón y que a las pocas horas falleció. Obviamente este hecho conmovió a todo el edificio ya que ella vivía hacía años allí y nos dejó muy tristes a Anto y a mí que la veíamos como a una abuela a la cual le habíamos tomado mucho cariño. A pesar de eso sus hijos decidieron que el departamento no era de su interés y lo pusieron en venta a los pocos días. Fue entonces cuando decidimos hacer una oferta sobre el mismo con dinero que veníamos ahorrando y poder comprar así nuestra primera casa. Antes de que comenzara el mes de Julio, ya éramos propietarios de la unidad.
   Pero en vez de mudarnos a este departamento tomamos la decisión de invertir un poco más y ambientarlo para alquilarlo de manera temporaria. Hace ya unos años que unos amigos nuestros se dedican a alquilar departamentos de forma temporaria y nos comentaron que además de poco trabajo, esto sirve para ganar bastante más que de hacer de manera permanente. En tan solo un mes de haber puesto la inversión, nos dimos cuenta que la idea había sido perfecta y cuando llegamos a Agosto, con lo que sacábamos de allí nos servía para pagar el otro alquiler y nos sobraba una buena cantidad.
   - ¡Los felicito chicos! ¡Se ve que les va re bien con el depto!- Nos dijo Guillermina cuando le contamos ese miércoles a la noche como estaba funcionando.
   - ¿Ahora lo tienen alquilado?- Preguntó Patricio.
   - Sí. Mañana se va una pareja que es de Mendoza.- Le contestó Anto.- Juanma les tiene que abrir al medio día.
   Al día siguiente bajé a eso de las doce para despedirme de la gente y cuando subí a ordenar un poco el departamento me pasó algo que no me había pasado en todo ese tiempo. Antes de que pudiera entrar al departamento, se abrió la puerta de en frente y salió Yanela al palier. Ella sonrió al verme y me vino a abrazar para saludarme como dos grandes amigos que se reencuentran después de años sin verse. Hacía meses que no nos encontrábamos y habíamos dejado de tener sexo luego de que las complicaciones hicieran que verse, fuera casi imposible. Además yo seguía convencido de que ella había encontrado un nuevo amante que se la cogía como a ella tanto le gustaba.
   - ¡Qué lindo verte después de tanto tiempo!- Me dijo luego de abrazarme y me preguntó qué estaba haciendo.
   Le conté de la inversión que habíamos hecho y de como venía funcionando de maravilla desde entonces. Entonces Yanela me pidió de pasar a ver como habíamos dejado el departamento y yo no encontré una excusa para decirle que no, por lo que entramos los dos. Ella enseguida se recostó sobre el sillón que había en el living y diciendo que era muy cómodo me felicitó por lo que habíamos hecho. “Una vez entré acá cuando vivía la señora. Había mucho olor a encierro. Ahora quedó re lindo” dijo observando con sus ojos cada detalle. Fue en ese momento cuando tuve un impulso de tirarme sobre su cuerpo y hacerle el amor con locura hasta dejarla extasiada de placer, pero las ganas se me borraron en un segundo cuando sonó mi celular y vi que era un llamado de Antonella.
   - Te dejo para que ordenes.- Me dijo Yanela sonriendo y se fue luego de que cortara el teléfono.- Con suerte ahora nos vamos a poder ver más seguido.
   Y como si todo fuese obra del destino, las palabras que salieron de su boca se hicieron realidad casi al instante pues en esos días nos cruzábamos todo el tiempo. Cada vez que yo bajaba al tercero para recibir a algún pasajero o para ordenar, ella aparecía en el palier o por el ascensor y nos quedamos conversando unos segundos. Volver a verla con muchísima frecuencia revivió los increíbles polvos que nos habíamos echado a principio de año y las ganas de cogérmela nuevamente se fueron incrementando. Para finales de ese mes, nos habíamos cruzado al menos todos los días y en algunas oportunidades me parecía que era a propósito.
   - ¿Vos esperás que yo venga para salir de tu casa verdad?- Le pregunté ese lunes a la tarde que bajé para ordenar un poco pues ese mismo día llegaba gente de Uruguay.
   - Puede ser…- Me respondió ella con sonrisa pícara.- Te ayudo a entrar las cosas.- Me dijo al ver que tenía sábanas y toallas que estaban a punto de caerse de mis manos.
   Yanela entró al departamento y cerró la puerta detrás de sí. Apoyamos las cosas sobre la mesa y a pesar de que le agradecí en forma de despedida, ella volvió a sentarse en el sillón como si estuviera en su propia casa. Yo la miré algo sorprendido pero agarré las toallas y las llevé al baño evitando cualquier comentario de ella. Pero cuando salí me encontré con que Yanela no solo seguía recostada sobre el sillón, sino que se había sacado el jean y la remera y se encontraba en ropa interior. Su cuerpo hermoso y moreno me tentó nuevamente y su mirada seductora me dieron ganas de abalanzarme sobre ella para hacerla mía una vez más.
   - ¿Vos me estás jodiendo?- Le pregunté riéndome.- Tengo que ordenar que viene gente.
   - Entonces dejá de dar vueltas y venía.- Me dijo ella subiendo la apuesta.
   - Yanela, lo nuestro ya quedó atrás.- Le dije tratando de ser fuerte, por más que me costaba horrores.
   - Yo te sigo deseando como el primer día.- Me confesó y mi fortaleza se cayó como una pared que se derrumba ladrillo por ladrillo.
   - Me volvés loco pendeja.- Le dije parándome en frente suyo e inclinando mi cuerpo para besarla.
   La chica brasileña enseguida me agarró del cuello y me tiró sobre su cuerpo, cayendo así los dos sobre el sillón. Después de varios meses volvimos a besarnos de una manera bien apasionante y en ese instante sentí como una sensación de calor iba desde mi cabeza hasta mis pies. De manera acelerada me fui desvistiendo, sacándome la remera y el pantalón mientras que nos besábamos y nos manoseábamos con locura. Su cuerpo estaba caliente y eso me excitaba muchísimo y el recuerdo de su piel tostada hacía que se me vinieran a la cabeza mil cosas para hacerle sobre ese sillón.
   Casi como obligándola, fui guiando su cabeza hasta mi cintura y ella sola me bajó el bóxer para empezar a chuparme al pija. En ese momento confirmó mi teoría de que había estado cogiéndose a otro pibe durante ese tiempo, pues su técnica había mejorado muchísimo y lo hacía de una manera increíble. Sus labios recorrían todo mi tronco mientras que usaba su lengua para dibujar diferentes figuras en mi piel y lamer mi cabeza. La escupía, me pajeaba y se la volví a meter en la boca disfrutándola como nunca antes lo había hecho. Yanela dejó bien en claro que era una fanática de mi verga.
   Mi calentura fue tal que no me pude aguantar las ganas de cogerla. Al igual que la primera vez que lo hicimos, en esa oportunidad yo actué con brusquedad y de manera atolondrada pues quería meterle la pija cuanto antes. Ella se recostó en el sillón y yo me acomodé encima suyo para clavársela en la conchita empapada y ponerla a gritar en cuestión de segundos. La muy putita enseguida empezó a gemir sobre mi oído, poniendo aún más loco de lo que estaba y haciendo que mi cuerpo se moviera descontroladamente encima del de ella.
   - Date vuelta.- Le dije al oído dándole una orden.
   Ella enseguida obedeció y se colocó en cuatro sobre el sillón. Yo me agaché detrás de su hermoso cuerpo y admiré su cola bien parada y firme deleitándome con ella. Le pegué un hermoso chirlo y abrí sus piernas para meter mi boca y empezar a lamerle la conchita a toda velocidad. “¡Mmm delicia!” dijo ella y su tonito caribeño me puso como loco. Entonces me arriesgué a subir un poco por su cuerpo y mi boca llegó a su culito. Al principio le besé las nalgas mientras que con mis dedos seguía jugueteando sobre su concha empapada, pero no me llegué a aguantar y mi lengua sola se dirigió a su agujerito precioso. A medida que me fui moviendo encima de ella, Yanela sacudía su cuerpo y gemía excitada, haciéndome saber que le encantaba lo que estaba haciendo.
   Me arrodillé nuevamente detrás de ella y mi verga entró automáticamente en su cuerpo, penetrando su concha mojada una vez más. Una de mis manos fue a su espalda e hizo presión sobre ella mientras que la otra se posó en sus nalgas. Poco a poco el dedo gordo fue bajando hasta su culito que estaba lleno de saliva y comenzó a hacer presión sobre este mientras que mi verga entraba y salía a toda velocidad de su concha. Ella no paraba de gritar de manera exagerada mientras que yo gozaba de volver a cogérmela de esa manera.
   - Te voy a romper el culito ahora. ¿Sabés? Te lo voy a dejar bien abierto.- Le dije advirtiéndole de lo que se venía.
   Ella no me dijo nada y se dedicó a seguir gimiendo mientras que mi verga taladraba su conchita completamente mojada. Entonces me detuve y me agarré la verga para colocarla en la puerta de su cola. Dejé que un hilo de saliva cayera sobre la cabeza y lentamente empecé a hacer presión para que entrara. Yanela arqueó su espalda y yo volví a hacer presión sobre esta hacia abajo y así su culito empezó a ceder. Poco a poco fue entrando y entre muecas y quejidos de dolor, su cuerpo se fue abriendo hasta que mi verga la penetró por completo.
   Entonces volví a sujetarla de la cintura y lentamente empecé a moverme mientras que ella se iba acostumbrando a esa increíble sensación. A pesar de estar a fines de Agosto y de que el frío reinaba afuera, en esa habitación el calor era insoportable y nuestros cuerpos transpiraban más a cada momento. La mano que estaba en su espalda la fui subiendo hasta su cabeza y la sujeté del pelo con fuerza al mismo tiempo que empecé a mover mi cintura a mayor velocidad. Mi verga salía y entraba en su culito ya sin dificultades y ella se dedicaba a sentir un placer increíble con cada golpe que le daba.
   Comencé a tirar de su cabeza y ella fue elevando el cuerpo hasta que su espalda quedó a centímetros de su pecho. Agaché la cabeza y busqué su cuello para besarlo con mis labios empapados en saliva y después se lo mordí sacando de ella un quejido que a mí me calentó aún más. A cada segundo me movía más y más rápido y sentía como su culito se abría por completo recibiendo mi pija de una manera perfecta. No me pude aguantar las ganas, tenía la necesidad de hacerle ese comentario y de volarme los sesos con la respuesta de ella.
   - ¿Te gusta como te cojo el culito? ¿Te gusta más que el pelotudo ese que te estuviste cogiendo estos meses?- Le pregunté.
   - ¡Si!- Me respondió ella entre gemidos y apretándose con fuerza las tetas. Yo seguía tirando de su pelo con violencia.- Pero el pelotudo nunca me cogió la colita. Esta es mi primera vez.
   Esa confesión inesperada definitivamente hizo que me explotara la cabeza. Le solté el pelo y llevé mis dos manos a su cintura mientras que ella caía rendida sobre el sillón. La empecé a coger tan duro que Yanela tuvo que morder uno de los almohadones del sillón para ahogar sus gritos. Sus uñas se clavaron contra el apoyabrazos y su cabeza se hundió debajo de su pelo mientras que mi pija entraba y salía a toda velocidad y mi cintura chocaba contra sus nalgas. Le estaba partiendo el culo y ella me lo hizo saber pues alzó la cabeza y empezó a gritar tanto que temí que los vecinos pensaran que algo malo estaba pasando.
   Sin poder aguantarme y sin controlar mis impulsos, saqué la pija de su culo justo a tiempo para acabar. Con la verga metida entre sus nalgas, la leche empezó a salir a chorros de mi cabeza y fue a parar sobre todo el cuerpo de la pendeja. Saltó tanto y con tanta fuerza que los dos primeros chorros llegaron hasta la espalda de Yanela, mientras que los restantes terminaron cayendo sobre su cintura y su cola. Yo respiraba airadamente y disfrutaba al máximo de haber estrenado ese culo precioso, mientras que ella seguía gimiendo de placer y se retorcía por todo el sillón.
   Tratándola casi como si fuera una puta, me levanté de encima de ella y le dije que se fuera porque tenía que ordenar la casa para la gente que llegaba. “¿Vamos a volver a vernos?” me preguntó con su tonada brasilera y yo le dije que me moría de ganas de volver a cogérmela de esa forma. Yanela sonrió conforme, agarró su ropa que estaba hecha un bollo y sin vestirse salió desnuda al palier para irse a su casa. Lo último que vi antes de que cerrara la puerta fue la imagen de su espalda y su cola llena de mi leche y no pude evitar sonreír al pensar que en unas horitas le iba a doler el culo de lo fuerte que se lo había cogido.


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VACACIONES EN LA PLAYA. CAPÍTULO 1
A ESCONDIDAS (FANTASÍA)
DÍA DE SPA (HISTORIA CORTA)

3 comentarios - Mis vecinas. Capítulo 8

Justtbreath +1
Me encanta. Ya entro buscando tus relatos. +10
HistoriasDe
Me alegra que te guste! Hay relatos para divertirse!
sobralargo +1
Lo mejor....amo la saga!! Que nunca acabe!!! Y...ya que tuvieron mendocinos antes...quiero alquilar ahi!! jaja!
HistoriasDe +1
Jajaja gracias! Me alegra que te guste tanto!
daros82 +1
que zorra esta brasilera, cada vez la quiero mas!!
HistoriasDe
Gracias!!