Otra de mi raíd primaveral, por algo no publiqué varios días, en vez de las manos en el teclado las tenía ocupadas en otra cosa. En mujeres sexys y fuertonas. Un sábado fui a lo de Yvette, una señora de unos 60 muy pero muy linda, madre de Debbie, una amiga de tiempo atrás a quien le tenía ganas, a ella y a Yvette. Después de tiempo sin verla, resolví ir a visitarla y como siempre, muy bien vestido de campera de cuero, zapatos y perfumadísimo, llevé fiambre para cenar sandwiches con la mujer y su hija, si estaba.
Llegué, Yvette me recibió contenta de verme, me tomó la bolsa con el fiambre, me acompañó al comedor mientras me charlaba animada y ahí me encontré con Debbie, su hija de unos 23 años, muy linda y que esa noche decidió salir con su novio más tarde. Yvette preparó todo y con ella y Debbie comimos nomás sandwichitos. La señora, rubia, fina, muy elegante, maquillada, me atendía bárbaro, le pedí que me pusiera mucha mayonesa en los sandwiches como acostumbro para después rendir bien si pinta algo. Luego cafecito, unos alfajores que les traje a ambas y Debbie se despidió de mí porque el novio la vino a buscar, prometiéndome que otro día charlábamos y cenábamos juntos ahí en su casa, como solíamos hacer años atrás.
Y bueno, me quedé solito con Yvette, que me preguntó de mi vida y yo de la suya, pero nada de preguntas fuertes, no en ese momento al menos, igual siempre tengo algo preparado. Vimos un rato de tele, me puso unos discos de música clásica y me charló del tema, yo contento de la atención pero medio me empezaba a embolar fácil y me estaba por ir a casa, incluso bostezaba con la boca muy abierta. Dulce, Yvette me ofreció entonces quedarme a dormir que había un cuarto de invitados. Acepté chocho, no tenía que volver retarde y encima, acostarme donde lo hacen estas mujeres que me calientan, sabés qué pajota me iba a hacer.
Pero tuve que cambiar de planes, afortunadamente. Tras señalarme mi pieza y la cama donde iba a dormir, Yvette me dio un beso suave, cariñoso que me calentó mal, se despidió de mí y se metió en su cuarto. Mirá si yo me iba a dormir así como así. Nada de eso, disimuladito el boludo la seguí sigiloso a ver qué hacía, y la vi entrando a su cuarto a cambiarse, y extrañamente, no cerró la puerta, con lo que del pasillito podía verla sacándose la ropa y poniéndose el camisón o prenda parecida.
Y no dudé. Yvette sola, calentadora,gaucha, los sandwichitos, su cuerpo perfecto, su cuarto. Me agarró la locura, me metí en la pieza y justo la agarré en corpiño y bombacha a punto de ponerse el camisón. Yvette me pidió que saliera, lo lógico, pero le dije que quería preguntarle algo. Ya en camisón, me dijo medio de mala onda qué quería que se estaba cambiando. Me tiré a la pileta, la agarré suave y le pedí un beso en la mejilla, y ella lo permitió. Entonces ahí sí, la sujeté, la abracé, primero suave, luego más apretado, empecé a juguetear con ella, Yvette quiso zafarse intuyendo lo que se venía pero yo seguí tratando de que no se diera cuenta. Al final, rocé tanto su cuerpo, su finísimo camisón y su ropa interior, y encima su aroma a cremita de la cara, que la aplasté contra la pared, la manoseé toda, le levanté el camisón, la estrujé contra un placard, Yvette sorprendida no pudo hacer nada, loco le vi la bombacha, se la bajé hasta sus tobillos, meabrí mi pantalón liviano y pelé mi pene hecho un salchichón y sin dejar de manosearla, se la metí por su cola con locura. Se me hacía realidad mi sueño, darle a esa cola y ese cuerpo con el que hizo sus tres hijos, entre ellos Debbie. Le di duro, adelante y atrás, Yvette gimió loca de placer y como vi que gustó, se la saqué un toque, se la volví a meter y luego sí le di hasta eyacular tremendo semen en su cola.
Contrariamente a lo pensado, Yvette me elogió por mi pene, me dijo que necesitaba hacer el amor porque se había separado de su marido, que encima le pegaba. Así que nomás me dio otro, y ahí sí me di otro gusto: darle a Yvette como su marido, desnuda, en su cama y por la vagina. Me agarró la furia cuando gaucha, Yvette se quitó el camisón, el corpiño, lo revoleó al suelo, me quitó todo, me amasijó el pene y cuando estuve listo, Yvette se sacó provocativa su fina bombacha, la revoleó al suelo y se acostó en la cama con las piernas bien abiertas.
Me acordé de nuevo de cómo la habrá cogido su marido para dejarla embarazada de Debbie, me le subí encima, la manoseé toda, la penetré primero suave sintiendo el placer de acceder a su vagina, y después con furia la terminé de mandar hasta el fondo y le di durísimo, no me importaba si acababa muy rápido, y en diez minutos me vine loco y eyaculé con violencia y locura semen a borbotones en la vagina de Yvette, que luego tragó lo que quedaba. Chocha de la cogida, la rubia señora me besó, mimó y me ofreció dormir, pero con ella en su cama. Ahí sí dormimos, y a la mañana, Yvette, un solcito, me trajo el desayuno a la cama, café con leche, tostadas, queso y mermelada. Copadísimo, cena, alojamiento, media pensión y desayuno. Y con mucha leche, no sólo la de la heladera.
Llegué, Yvette me recibió contenta de verme, me tomó la bolsa con el fiambre, me acompañó al comedor mientras me charlaba animada y ahí me encontré con Debbie, su hija de unos 23 años, muy linda y que esa noche decidió salir con su novio más tarde. Yvette preparó todo y con ella y Debbie comimos nomás sandwichitos. La señora, rubia, fina, muy elegante, maquillada, me atendía bárbaro, le pedí que me pusiera mucha mayonesa en los sandwiches como acostumbro para después rendir bien si pinta algo. Luego cafecito, unos alfajores que les traje a ambas y Debbie se despidió de mí porque el novio la vino a buscar, prometiéndome que otro día charlábamos y cenábamos juntos ahí en su casa, como solíamos hacer años atrás.
Y bueno, me quedé solito con Yvette, que me preguntó de mi vida y yo de la suya, pero nada de preguntas fuertes, no en ese momento al menos, igual siempre tengo algo preparado. Vimos un rato de tele, me puso unos discos de música clásica y me charló del tema, yo contento de la atención pero medio me empezaba a embolar fácil y me estaba por ir a casa, incluso bostezaba con la boca muy abierta. Dulce, Yvette me ofreció entonces quedarme a dormir que había un cuarto de invitados. Acepté chocho, no tenía que volver retarde y encima, acostarme donde lo hacen estas mujeres que me calientan, sabés qué pajota me iba a hacer.
Pero tuve que cambiar de planes, afortunadamente. Tras señalarme mi pieza y la cama donde iba a dormir, Yvette me dio un beso suave, cariñoso que me calentó mal, se despidió de mí y se metió en su cuarto. Mirá si yo me iba a dormir así como así. Nada de eso, disimuladito el boludo la seguí sigiloso a ver qué hacía, y la vi entrando a su cuarto a cambiarse, y extrañamente, no cerró la puerta, con lo que del pasillito podía verla sacándose la ropa y poniéndose el camisón o prenda parecida.
Y no dudé. Yvette sola, calentadora,gaucha, los sandwichitos, su cuerpo perfecto, su cuarto. Me agarró la locura, me metí en la pieza y justo la agarré en corpiño y bombacha a punto de ponerse el camisón. Yvette me pidió que saliera, lo lógico, pero le dije que quería preguntarle algo. Ya en camisón, me dijo medio de mala onda qué quería que se estaba cambiando. Me tiré a la pileta, la agarré suave y le pedí un beso en la mejilla, y ella lo permitió. Entonces ahí sí, la sujeté, la abracé, primero suave, luego más apretado, empecé a juguetear con ella, Yvette quiso zafarse intuyendo lo que se venía pero yo seguí tratando de que no se diera cuenta. Al final, rocé tanto su cuerpo, su finísimo camisón y su ropa interior, y encima su aroma a cremita de la cara, que la aplasté contra la pared, la manoseé toda, le levanté el camisón, la estrujé contra un placard, Yvette sorprendida no pudo hacer nada, loco le vi la bombacha, se la bajé hasta sus tobillos, meabrí mi pantalón liviano y pelé mi pene hecho un salchichón y sin dejar de manosearla, se la metí por su cola con locura. Se me hacía realidad mi sueño, darle a esa cola y ese cuerpo con el que hizo sus tres hijos, entre ellos Debbie. Le di duro, adelante y atrás, Yvette gimió loca de placer y como vi que gustó, se la saqué un toque, se la volví a meter y luego sí le di hasta eyacular tremendo semen en su cola.
Contrariamente a lo pensado, Yvette me elogió por mi pene, me dijo que necesitaba hacer el amor porque se había separado de su marido, que encima le pegaba. Así que nomás me dio otro, y ahí sí me di otro gusto: darle a Yvette como su marido, desnuda, en su cama y por la vagina. Me agarró la furia cuando gaucha, Yvette se quitó el camisón, el corpiño, lo revoleó al suelo, me quitó todo, me amasijó el pene y cuando estuve listo, Yvette se sacó provocativa su fina bombacha, la revoleó al suelo y se acostó en la cama con las piernas bien abiertas.
Me acordé de nuevo de cómo la habrá cogido su marido para dejarla embarazada de Debbie, me le subí encima, la manoseé toda, la penetré primero suave sintiendo el placer de acceder a su vagina, y después con furia la terminé de mandar hasta el fondo y le di durísimo, no me importaba si acababa muy rápido, y en diez minutos me vine loco y eyaculé con violencia y locura semen a borbotones en la vagina de Yvette, que luego tragó lo que quedaba. Chocha de la cogida, la rubia señora me besó, mimó y me ofreció dormir, pero con ella en su cama. Ahí sí dormimos, y a la mañana, Yvette, un solcito, me trajo el desayuno a la cama, café con leche, tostadas, queso y mermelada. Copadísimo, cena, alojamiento, media pensión y desayuno. Y con mucha leche, no sólo la de la heladera.
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