Esta es la historia de Juan Manuel, un hombre que descubre que la vida sexual de sus vecinas es sumamente activa y disfruta viéndolas mientras ellas viven excitantes momentos junto a diferentes compañeros. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 4: Quiero ver, quiero entrar
Esa noche le mandé un mensaje por Instagram a Yanela para decirle que lo nuestro había sido algo del momento y que no podía volver a pasar. Nuevamente le pedí disculpas y le hice saber que no era mi intención tener una aventura con ella. El problema fue que la chica brasileña hizo caso omiso a mis comentarios y me envió una foto de sus tetas hermosas y abajo un comentario que decía: “Me encantaría que me las vuelvas a llenar de leche”. A pesar de lo que le había escrito, a pesar de que me sentía culpable por lo que había hecho, no pude evitar calentarme al leer esa confesión de Yanela.
Sin embargo dejé de subir a la terraza a tomar sol por miedo a encontrármela y dejé de hablarle en Instagram a pesar de que ella me seguía escribiendo cosas para calentarme. Por suerte no me la volví a cruzar en ningún momento en el palier. Cada vez que me subía al ascensor con Antonella mi corazón latía a mil por segundo cuando pasábamos por el tercer piso con miedo a que se detuviera y ella abriera la puerta. Pero la única vez que paró fue la señora Fernández la que se subió en lugar de Yanela.
Llegado Diciembre tuve el alivio de que nuestra vecina brasileña se volviera a su país natal para pasar las fiestas, algo que hizo que me relajara por un rato. A pesar de que había tenido relaciones con mi novia durante esas semanas anteriores, no fue hasta ese día que ella me escribió para decirme que volvía en febrero, que pude disfrutar del sexo con Anto. A pesar de que había disfrutado de llenarle las tetas de leche a Yanela, la culpa me comió la cabeza por varios días hasta que me terminé convenciendo de que solo había sido algo esporádico y que no iba a repetirse. Además mi novia sabía cómo darme verdadero placer oral y a pesar de que no tenía las gomas hermosas que tenía nuestra vecina, ella me volvía loco con su cuerpo.
El veinte de Diciembre Antonella cumplió veintinueve años y decidimos festejarlo con una cena romántica en un buen restaurante de la ciudad. Salimos a comer y tomamos una botella de vino para luego irnos a un bar a probar unos tragos que nos habían recomendado. Cuando volvimos a casa nos encontramos con Clara y Nicolás, su novio entrando en el edifico y Anto algo borracha les dijo que era su cumpleaños. Nuestra vecina y su novio la saludaron con un beso (Clara además le dio un abrazo) y después de eso nos despedimos cuando el ascensor llegó al séptimo piso. Entramos a casa algo mimosos y fuimos directo a la pieza para tener una buena sesión de sexo.
- Me cae re bien nuestra vecina.- Me dijo Anto mientras se sacaba los zapatos.- Aparte me parece re linda chica. El novio es medio feo para ella.
- Tiene cara de bobo.- Le dije yo riéndome y desprendiéndome del primer botón de la camisa.
- ¡NO!- Dijo de golpe Antonella y se arrastró por la cama arrodillándose en frente mío y desabrochándome ella la camisa.- Dejame a mí…
Poco a poco mi novia me fue desprendiendo de la ropa a medida que nos besábamos y rozábamos nuestros cuerpos. “Por suerte yo te tengo a vos que estás mucho más fuerte que ese pibe” me dijo después retomando la conversación mientras besaba mi cuello y acariciaba mi espalda con su mano. A medida que nos seguíamos calentando, Antonella continuó recalcando que se sentí muy contenta de que yo fuese su novio y que de seguro Clara no debía disfrutar tanto como ella. Obviamente por mi cabeza pasaba la imagen de ella cogiendo con su amigo rubio y recordar cómo había gozado esa noche me calentaba muchísimo. La mano de mi novia fue bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi pantalón y al sentir mi pija bien duro me miró y me sonrió.
- Ella no tiene la suerte de poder comerse esta pija cuando quiera.- Me dijo y bajó para deleitarse con su boca.
El domingo del cumpleaños de Anto, nos levantamos cerca de las once de la mañana y decidí darle su regalo para después proponerle una ducha refrescante juntos. Obviamente no pudimos controlar nuestros impulsos y terminamos haciendo un rapidito abajo del agua fría. Cuando salimos ella se fue a cambiar y yo me fui al comedor a preparar el desayuno y cuando me acerqué por la ventana pude ver en el piso de abajo a Nicolás recostado en el sillón como si estuviera mirando la televisión. Las palabras que mi novia me había dicho la noche anterior resonaban en mi cabeza y me imaginaba que ese pibe debía de tener una pija muy chica. “Seguro que se coge al rubio por que la tiene más grande” pensé y el morbo de saber que en ese sillón su novia había estado con otro pibe, me calentó muchísimo.
Pasamos el día en la casa de los padres de Antonella y después nos encontramos con algunas amigas de ella en un bar cerca de la costanera de la ciudad. Volvimos a casa bien tarde y ella estaba tan cansada que se fue directo a dormir. Yo, que no tenía sueño todavía, me hice algo de comer y me senté frente a la computadora a hacer algunas cosas de trabajo. Pero obviamente la curiosidad se apoderó de mí y cuando se hicieron las once de la noche apagué la luz de comedor y me asomé por la ventana para ver si del lado de en frente había alguien en el piso de abajo. Para mi sorpresa Clara estaba sentada en el sillón, bastante suelta de ropa y hablando con alguien que no podía ver desde mi perspectiva. Me quedé unos segundos mirando la escena pero al ver que no sucedía nada interesante decidí volver a las cosas de trabajo.
Pero no me pude concentrar pues en mi cabeza sabía que existía la posibilidad de que Clara y su novio comenzaran a tener sexo en cualquier momento. Por lo que decidí asomarme nuevamente por la ventana y en esa oportunidad la suerte estuvo de mi lado. Ella permanecía recostada sobre el sillón, como si estuviese viendo la televisión y sentado al lado suyo había un chido, pero no pude distinguir si se trataba de su novio o su amante. Me quedé varios segundos observando la escena y sin darme cuenta golpe un vaso que estaba sobre el escritorio y este terminó cayendo al piso y partiéndose en mil pedazos. Clara enseguida giró la cabeza al escuchar el ruido pero yo conseguí escóndeme justo a tiempo para que no me viera. Comencé a recolectar los pedazos cuando mi novia apareció, prendió la luz y me preguntó qué había pasado. “Nada amor, se me cayó un vaso. Volvé a la cama” le dije yo tratando de bajar la voz para que nuestra vecina no nos escuchara a través de la ventana.
Una vez que terminé de barrer lo mejor que pude y que Antonella se volvió al cuarto, decidí apagar la luz nuevamente y me senté sobre el escritorio. Clara y su amigo seguían sentados sobre el sillón pero ahora ella apoyaba su cabeza sobre el hombro de él y le acariciaba la pierna. “Ojalá que la película termine rápido” me dije a mi mismo y seguí trabajando un rato más en la computadora a pesar que cada dos segundos me asomaba a ver que hacía mi vecina. Cerca de las doce de la noche volví a asomarme y comprobé que Clara se había levantado y que el chico estaba mirando su celular. Seguía sin distinguir quien era y eso me daba mucha curiosidad. Mi vecina volvió al comedor unos segundos más tarde y se paró en frente del chico y este se sentó sobre el borde y al abrazó a la altura de la cintura.
Poco podía ver desde mi perspectiva pero era evidente que se estaban besando pues ella parecía inclinarse hacia adelante y él estiraba su cuerpo hacia arriba. Entonces la cosa se empezó a poner más entretenida cuando segundos más tarde ella le sacó la remera y el chico quedó en cuero. Comprobé que se trataba de Nicolás, pues no tenía el mismo físico que el otro chico. Poco a poco se fueron relajando, el volvió a sentarse contra el respaldar del sillón y ella se acomodó hasta quedar sentada encima de él. Seguía sin poder ver sus caras, pero apreciaba con claridad como él le manoseaba el culo y le acariciaba la espalda.
Entre besos y caricias comenzaron a desprenderse de la ropa. Él le sacó la remera y luego de acariciar sus tetas por encima del corpiño, se desprendió también de él. Fue entonces cuando bajó su cara hasta el pecho de Clara y pude ver la cara de Nicolás. Sacó su lengua y lamió sus tetas con ganas para luego volver a subir en busca de los labios de su novia. Entonces fue ella la que empezó a bajar por el cuerpo de su novio con sus labios, besándole los hombros y el pecho. Clara se terminó arrodillando en el sillón y le desabrochó del pantalón para después sacárselo y dejarlo en bóxer. Pero el pibe no se aguantó la calentura y se lo sacó también, quedándose completamente desnudo y con la pija al palo.
Tal como me había imaginado, su pija no era tan grande como la del rubio, pero eso poco le importó a Clara que la tomó con su mano y se dedicó a chupársela con ganas. Se notaba que le encantaba complacer a sus amantes con la boca, pues lo hacía con ganas y entusiasmo. Mientras lo pajeaba se metía la pija entre los labios, la lamía como si fuera un helado y se la escupía para llenarla de saliva. Él permanecía sentado en el sillón, con las manos a los costados y disfrutando al máximo del oral que su novia le estaba haciendo. Ella movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo, comiéndose por completo la verga de su novio y deleitándose con ella, lamiéndola como si fuese un helado y pajeándolo a toda velocidad.
Clara se levantó después de unos minutos y se terminó de sacar la ropa para quedarse totalmente desnuda. Nicolás hizo lo mismo y luego le dio lugar para que ella se colocara en cuatro sobre el sillón con las manos apoyadas en el respaldar del mismo. Su novio se agachó detrás de ella y pude ver por primera vez en la noche su rostro. Abrió los cachetes de la cola de Clara y metió su boca entre ellos, para comenzar a chuparle la conchita. Fue entonces cuando los gemidos de ella se empezaron a oír en el silencio de la noche.
Sin embargo Nicolás no daba más de la calentura, por lo que luego de una rápida complacida a su novia con su boca, se levantó y le ensartó la pija en la concha de manera brusca provocando en ella un quejido que mezclaba placer y dolor. La sujetó con firmeza de la cintura y se la empezó a coger a toda velocidad, haciendo que Clara empezara a gritar a los pocos segundos. “¡Ay sí! ¡Ay sí!” gemía rememorando esos hermosos alaridos que había escuchado la primera noche que la había visto con su amante. Él se movía de manera cada vez más acelerada y se la cogía como loco, algo que ella intentó frenar estirando su mano hacia atrás pero que él no llegó a entender y se la sujetó con firmeza.
Clara giró la cabeza hacia atrás y pude ver su rostro con claridad, su expresión de placer y su boca entreabierta que no paraba de lanzar gemidos. Fue entonces cuando levantó por un segundo la mirada y observó a la ventana en la que yo estaba asomado. Nuestras miradas se cruzaron por un segundo y yo me quedé helado, sin saber qué hacer. Entonces me corrí hacia un costado escondiéndome así en la pared. ¡Me había visto! ¡Se había dado cuenta de que la estaba espiando! Pero el sonido de sus gemidos continuó y pude oírlo igual de claro que antes.
Me volví a asomar por la ventana y me percaté de que seguían cogiendo en la misma posición como si nada hubiese pasado. Ella volvió a levantar la vista hacia la ventana pero en esa oportunidad no me escondí, me quedé observando como su novio se la cogía como loco y a ella pareció no molestarle en absoluto. Nuestras miradas se encontraron por varios segundos y Clara lo único que hizo fue seguir disfrutando de la pija de su novio mientras que gemía cada vez más fuerte.
Minutos después ella se recostó boca arriba a lo largo del sillón apoyando su cabeza hacia mi lado y levantando la vista para poder verme. Nicolás se recostó sobre ella y volvió a cogérsela con violencia, siempre rápido y con fuerza. Por momentos no veía la cara de ella, pues la nuca de su novio me la tapaba, pero ella no dejaba de moverse para poder comprobar que yo estaba ahí, que yo seguía observando la situación. Él se inclinó sobre el cuerpo de ella y Clara aprovechó para abrazarlo y colocar su cabeza al lado de la de su novio, así podía verme todo el tiempo. Las muecas de placer se intensificaron, comenzó a morderse los labios, a gemir mirándome a los ojos y a clavar las uñas en la espalda de su novio.
- ¡Quiero leche!- Dijo con claridad y sus palabras penetraron mi cabeza.
Entonces él se paró, se colocó al lado del sillón y se comenzó a masturbar a la altura del rostro de ella que no se levantó y se empezó a tocar el cuerpo. Nicolás se pajeaba a toda velocidad y ella apreciaba como él lo hacía mientras que a su vez dirigía su mirada a la mía. Esa escena me recordó a uno de los videos que había visto hacia un tiempo en el que Anabelle Grixx, la actriz porno, recibía todo el regalo de su compañero de la misma forma. Me calenté tanto que en tan solo unos segundos me empecé a pajear a la misma velocidad que Nicolás.
El pibe no tardó en acabar y lo hizo todo sobre el cuerpo de Clara, llenándole el pecho y gran parte de la cara de semen que ella recibió con una sonrisa. Ni bien terminó, el pibe desapareció del plano pero ella se quedó acostada y elevó su mirada para ver como yo seguía ahí. Se dio cuenta que me estaba tocando y para calentarme aún más, comenzó a esparcir el semen de su novio por todo su cuerpo, encastrándose aún más las tetas y la pancita. No me pude aguantar, no pude controlarme. La calentura de ver esa escena y de que ella me estuviese mirando fijo a los ojos me prendió tanto que terminé acabando sobre la pared a los pocos segundos.
Nos quedamos los dos quietos durante unos instantes observándonos con deseo. Entonces ella se levantó y se paró frente a la ventana para lanzarme un beso y cerrar la cortina con fuerza. Ahí fue cuando reaccioné, como pude limpié toda mi acabada de la pared, apagué la notebook y me fui a acostar, después de todo eran casi la una de la mañana. Pero no podía dejar de pensar en Clara y en cómo se había dado cuenta de que yo la estaba espiando. “Le gusta. Le encanta que la vean” pensé y los hechos me daban la razón. ¿Qué iba a pasar después de eso? Todavía no tenía ni idea. Pero que la cosa se iba a poner excitante, era seguro.
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