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Cornudo

Nos habíamos conocido por un anuncio que había puesto en una revista erótica. Buscaba una chica con carácter, que tuviera a bien ponerme los cuernos, humillarme recordándomelo constantemente y obligándome incluso, a llamar a sus amantes para que vinieran a casa a hacerme cornudo. Sé que esto es fuerte, pero desde que de pequeño pasé por las manos de una criada que hubo en casa y que me adiestró en el servicio a su exclusivo placer, no he podido sustraerme a la tentación de ser un sumiso cornudo de la mujer que amo. Me gusta sufrir por la mujer a la que quiero y entregarle a ella ese sufrimiento para que goce con él, a sus anchas. Durante nuestro carteo le confesé mis fantasías, los sucesos con la criada y mi vocación por ser su cornudo sumiso. Ella me dijo que de acuerdo, que por ella no había inconveniente siempre y cuando me atuviera a una serie de normas que ella establecía. Pero antes he de decir que por las fotos que me había enviado, Concha parecía una mujer/mujer, con unas tetas rotundas, erguidas, bamboleantes, túrgidas y con un cuerpo en forma de guitarra en el que sobresalían sus duros muslazos. Era de una belleza muy especial y sobre todo, muy segura de si misma, de un fuerte carácter, y de una gran inteligencia. Sabía lo que quería, eso se le transpiraba por la piel. 

Me dijo que ella tendría libertad absolutamente para todo y que yo no tendría libertad absolutamente para nada. Ni para salir a comprar tabaco, sin su permiso. Ella no permitiría que yo mirara a una mujer por la calle, ni a que me masturbara y culminara en el orgasmo sin su permiso, mientras que ella podría follar con quien quisiera, donde quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Esas eran sus premisas básicas que debería aceptar, antes de visitarla. Y acepté, claro. 

El primer día que acudía a una cita con ella yo debería subir a su piso y llevarle un ramo de flores. Y a la hora prevista subí al tercer piso y me encontré con la puerta abierta. Entré y por el murmullo de voces que se oía supuse que se encontraba en la habitación del fondo. Entre en la habitación y me la encontré a horcajadas de un desconocido y cabalgándolo con una posesa. Me asusté y quise retroceder, pero ella me miró, se sacó la polla de su amante, la chupó, le dio un beso y le dijo a él que aguardara, que ahora regresaba y que no tardaría. Me cogió de la mano, me llevó a la cocina, se sentó sobre una silla, me dijo que me desnudara, me dobló sobre sus muslos y con una zapatilla, comenzó a azotarme el culo, mientras me decía muy enfada que no volviera jamás a interrumpirla mientras follaba con su amante. Que no se volviera a repetir, que antes de ir a casa debería llamar para que ella me diera el visto bueno sobre si podía regresar. 

Yo le juré que así sería y ella prosiguió azotándome más suave pues se había dado cuenta que mi polla dura, erecta y dura, se rozaba contra sus muslos desnudos. Entonces paró, para evitar que me corriera allí mismo y se levantó brusca, se quitó las braguitas tipo tanga que lucia, me las puso a mí y me dio su primera orden. Noté que ella llevaba un perfume que no conocía y que me gustó mucho pues al mezclarse con su piel y con su sudor olía como a hembra en celo. 

- Ve a mi habitación y pídele perdón a mi amante por haberlo interrumpido. 

Y así lo hice. Luego volví a la cocina para recibir sus nuevas instrucciones. Quería que mientras que ella follaba con su amante, le limpiara la cocina, vestido con sus bragas. Y así, lo hice mientras de vez en cuando me asomaba a la puerta para mirar a su habitación y ver como encima de su amante, se lo follaba apasionada. 

Cuando terminó con él, se despidió con un beso y me llamó a su habitación. Estaba sentada en la cama, con sus grandes y voluptuosas tetas apuntándome. Me arrodille entre sus muslos y escuché muy atento lo que me tenía que decir. Y esto era que a partir de aquel momento sería su cornudo sumiso, que no tendría ningún derecho sobre ella y que tendría que aceptar gustoso todo su poder sobre mí. Yo asentía con la cabeza. Ella siempre follaría con sus amantes en mi cama, para que luego, cuando yo me acostara para dormir, pasara la noche oliendo y sintiendo sobre mi piel los efluvios de su excitación de hembra en celo, satisfechos por un verdadero macho. Siempre que fuera a follar con su macho me lo anunciaría previamente con el perfume especial que ella usaba, precisamente el que yo le había ya olido antes, con objeto de que estuviera preparado. No utilizaría ningún otro perfume ni ninguna otra colonia, solo ese. 

- Cuando me huelas el perfume sabrás que vas a ser cornudo, otra vez" me advertía. 

Ella me marcaría a fuego en el culo "soy el cornudo de Concha", con objeto de que si alguna vez íbamos a una playa nudista todos pudieran conocer mi realidad. Sus amigas sabrían que yo era un cornudo sumiso y ella podría decírselo además a todo el que quisiera. Yo no podría mirar a otra mujer por la calle y de ocurrir tal cosa, ella me podría azotar el culo hasta que se sintiera calmada, porque según decía yo era suyo y ninguna otra mujer podría aparecer en mi vida, ni cruzarse conmigo por la calle. De ser así, me tendría que apartar para dejarla pasar por lo menos a dos metros de distancia de mí. En esto insistió mucho ya que decía que era muy celosa. Ella follaría con algún vecino del edificio para que todos supieran en el vecindario que era un cornudo. Igual obraría con algún compañero del trabajo, y con el mismo propósito. Con el fin de envilecerme y destruir mi autoestima, tendría que llevar siempre bajo el pantalón las braguitas que ella se quietara cada día. Y además tendría que depilarme los sobacos, las piernas, el pecho y mi polla, con el fin de sentirme más femenino, menos hombre, y que cuando todos los días procediera a depilarme, reconociera constantemente lo lógico y consecuente de que ella se ligara y follara a un verdadero macho. 

- Machos que no gastan bragas ni se depilan como tú" me concretó. 


Me anunció también que llevaría un cinturón de castidad del que solo ella tendría la llave, y con el que permanecería puesto todo el día, excepto en los días de los cuernos en los que me libraría de él para que pudiera acariciarme, pero sin llegar al orgasmo sin su permiso. Las noches que no estuviera con su amante, debería dormir abrazado a ella para besarla con el cariño y la ternura de un novio, mimándola, acariciándola con suavidad, diciéndole cosas bonitas, tratándola con mimos, y lamiéndole todo el cuerpo con delicadeza, antes de pasar a su culo y a su coño. 

- Tú me tratarás con el cariño de un novio enamorado y mi amante con la fuerza y pasión de un verdadero macho. 


También me advirtió de que jamás podría tocarle las tetas, ni con mi boca ni con mis manos pues para mí eran una zona prohibida. Ella andaría siempre por casa con las tetas descubiertas para recordarme constantemente lo que me estaba prohibido, lo que acariciaban sus amantes con frenesí y que a mí me estaba vetado pues había optado por ser su cornudo sumiso. Así es que como la vería todos los días por casa con las tetas al aire, para que tuviera constantemente consciencia de que era un cornudo, que había una parte de ella que me estaba vetada y de que esa parte, sus hermosas tetas, estaban a la libre disposición de sus amantes que podrían por el contrario magrearlas, sobarlas, lamerlas y chuparlas a su santa voluntad. 

- De hecho, me dejaré magrear las tetas en los autobuses públicos" me advirtió-, para que te quede constancia de que lo que a ti te está prohibido, para todos los demás hombres es de uso público. 

Decía que si por alguna circunstancia no podía resistirme a besarlas y chuparlas, antes de darme el permiso tendría que haberse corrido su amante sobre ellas con el fin de que mamara esa leche de sus tetas. 

Cuando su amante la fuera a follar, yo me estiraría sobre la cama, y ella se pondría a cuatro patas sobre mí, ofreciéndole a él el culo para que pudiera así follarla a lo perro. Entonces me pintaría sobre la frente la palabra "cornudo" para que ella pudiera leerla y excitarse mientras gozaba con la penetración por detrás. Así además, según me aclaró, nuestras caras estarían enfrentadas y mientras follaba con su amante, podría decirme lo cornudo que era, lo mucho que gozaba con esa enorme polla y lo feliz que la hacía su amante. Y además, podría ver sus tetas bamboleándose al compas de las embestidas de su macho, y seguir el ritmo de su gozada, oír claramente sus gritos de placer y ver en su cara reflejada el momento en el que se corría. 

- Y cuando me corra te besaré en la boca para que sientas muy cerquita mis suspiros de placer y paladees mi saliva al gozar con un verdadero macho. 

Yo le dije que sí a todo, asentí a cabezazos pues estaba deseando ser cuanto antes su cornudo sumiso. Y le dije que mi sumisión a ella era una demostración que yo quería hacerle de mi amor, de lo mucho que la amaba, pues quería verla gozar plenamente y ofrecerle mi humillación como cornudo, como una señal de mi entrega total y absoluta a ella. Ella me contestó que me entendía y que a mí también me amaba, pero que sabía diferenciar perfectamente sin ningún trauma el amor del sexo. Ella no me hubiera admitido nunca a su lado de no haberme entregado así a ella. De hecho era soltera y jamás se había casado porque siempre había buscado a un hombre que se entregara totalmente a ella, sin condiciones, sin límites, sin freno. Y que así fuera feliz. 

EL PUTO CORNUDO SUMISO MIRÓN 
El relato que les voy a contar es como yo solito, poco a poco, me convertí en un cornudo sumiso. Me casé hace 8 años con Mónica, mujer guapísima que ya había tenido relaciones con otros hombres anteriormente. Al principio de salir con ella, los celos me hacían pasarlo muy mal y no soportaba que se hubiera acostado con otros hombres. Poco a poco fui superándolo y aprendí a vivir con ello. Ya casados, nuestra relación era perfecta y en materia sexual, poco a poco empezamos a ver películas porno, leer revistas y fantasear. Las fantasías eran de lo mas variadas, ella se acostaba con mujeres, lo hacíamos al aire libre, etc. Pero lo que empezó a obsesionarme, fueron los relatos y películas de infidelidades.

Notaba que cada vez que fantaseábamos con que otro hombre se acostaba con ella, me ponía a mil por hora. Cada vez era mayor mi obsesión y me encantaba que me contara como había follado con otros hombres, que sentía, que me contara hasta el mas mínimo detalle. 
Fantaseábamos continuamente con que se acostara con otros. Yo empecé a insistir en que quería verla follar con otro hombre, que me pusiera los cuernos, que se la chupara a otro hombre. Empezamos a poner nombre a nuestras fantasías y pensábamos en Alfonso, el hombre que la desvirgó y en Diego, el único hombre que se ha corrido en su boca (a mi no me deja). A mi cada vez me gustaba mas que fuera dura en sus fantasías y a ella le gustaba serlo. Me decía que nunca me permitiría que me corriera en su boca, que eso solo se lo había permitido a Diego y que es el único al que le permitiría volver a correrse en su boca. A mi me mataba de placer que fuera así de cruel. Que mi mujer me dijera que yo no podía correrme en su boca, pero que otro hombre si, es perverso y humillante, pero no se porqué razón, a mi me vuelve loco. Cada vez aumentaban mas sus humillaciones, me decía que los otros hombres con los que había follado la tenían mas grande que yo y que le habían dado mas placer, que quería volver a follar con ellos para sentir placer de verdad y que tenía ganas de que yo viera como Diego se corría en su boca, algo que yo nunca podría hacer. Cuanto mas humillantes eran sus palabras, mas intenso era mi placer. 
Un día nos planteamos en serio llevar a cabo nuestra fantasía y vimos las posibles alternativas. La que mas posibilidades tenía, era ir a un local de intercambio de parejas. Yo se que ella se moría de ganas por ponerme los cuernos y follar con otros hombres delante de mi, pero le daba un poco de miedo dar el paso. Yo le insistía continuamente en que me daba igual como y con quien, pero que quería a toda costa sentirme cornudo y verla follar con otros. Nunca se sabe si es realmente una fantasía o de verdad se desea que sea realidad. Ahora yo ya se que realmente lo deseaba. Hace cosa de un mes, Mónica me dijo que quería que hablaramos en serio, sin estar follando y sin fantasear. Le dije que de acuerdo y nos fuimos a cenar. Me preguntó si realmente creía que me gustaría verla follar con otros hombres. Le contesté que si, que lo deseaba con todas mis ganas. Ella me dijo que si daba el paso, no le podría reprochar nada, pues fui yo quien la convenció para hacerlo. Le dije que de acuerdo y que por encima de todo, estaba nuestro matrimonio, que funcionaba a las mil maravillas. 
Una vez aclarado todo, me dijo que el viernes de esa semana, la esperara en casa porque me iba a dar una sorpresa. El viernes pasé un día de excitación total y apenas podía contenerme sin masturbarme. Estuve en casa todo el día esperando que llegaran las 10 de la noche, la hora acordada. A las 10 en punto, pude oír la puerta y vi como entraba Mónica con Alfonso, el hombre que la desvirgó y Diego, el único hombre que se ha corrido en su boca. No me salían las palabras, pero enseguida vi como se presentaba la noche, pues Mónica me dijo riéndose:" por fin vas a ver como me follan dos pollas de verdad, me vas a ver disfrutar como no he disfrutado nunca y verás como si que soy capaz de tragarme el semen, el semen de otro no el tuyo claro". La humillación que sentí fue mucho mayor que otras veces, pues esta vez fue delante de sus exnovios y antes de que se la fueran a follar. No entiendo porqué pero me gustaba sentirme así de humillado, ver como mi mujer se reía de mi con sus dos exnovios preparados para follarsela delante de mi. Ellos lo único que me dijeron fue que tratara de aprender como se folla, y que no me perdiera detalle de lo que le iban a hacer a Mónica. Subimos a la habitación y Mónica me dijo sin contemplaciones, que debía hacer todo lo que me dijera sin rechistar o se iría a follar a otro sitio y no me dejaría ver como se la follaban. 
Que sería su cornudo sumiso. Le dije que de acuerdo que acataría todas sus ordenes sin rechistar pero que no fuera muy dura, que no sabía si podría soportar la situación pues era nueva para mi y muy fuerte. "Te vas a enterar si voy a ser dura. ¿No querías ver como follo con otros? Pues aquí tienes lo que te mereces cornudo mirón, mira bien lo que me hacen porque hay cosas de las que solo podrás disfrutar mirando como otros me lo hacen, porque tu jamás me lo harás." La situación me estaba superando, estaba sintiendo un placer y una excitación imposible de explicar y de entender. Mónica me pidió que la desnudara para que fuera yo el que la entregara a Alfonso y Diego. La desnudé y la acerqué a ellos para que empezaran a hacer su labor. La primera sorpresa llegó cuando me dijo: " ¿no pretenderás que me follen vestidos? Desnúdales para que podamos follar a gusto. Cuando protesté me amenazó de tal manera con irse a otro lado, que no volví a protestar ninguna de sus ordenes. Desnudé a Alfonso y Diego y dejé alos tres desnudos. La siguiente sorpresa, me dejó helado, pero no me atreví a quejarme. " Chúpale la polla a Alfonso, que quiero que la tenga bien lubricada antes de follármelo. No me lo podía creer, me estaba pidiendo que le chupara la polla al tío que se iba a follar a mi mujer. La situación superaba la situación mas humillante que pudiera haber imaginado en mis fantasías, yo de rodillas, chupándole la polla al tío que había desvirgado a mi mujer, para que se la follara delante de mi en mi cama. 
Hice caso y le chupé la polla a Alfonso para dejársela humeda antes de follarse a Mónica. Alfonso también hacía comentarios que me hacían sentirme aún mas humillado. "Prepárame bien la polla, que voy a darle verdadero placer a tu mujer, para que por fin puedas ver como disfruta de verdad". Mientras tanto, Mónica empezó a chupar la polla de Diego y me vino a la mente la imagen que tantas veces me ha contado de Diego corriéndose en su boca. Ella me miraba sonriendo y en un momento dado me dijo:" Mira bien, mira como Diego se corre en la boquita de tu mujer, porque tu nunca podrás hacerlo. Si quieres ver como me sale el semen por la boca, tendrás que llamar a Diego para que se corra en la boquita de tu mujer". Me quedé mirando y Diego no tardó mucho en correrse. 
Creía que me moría, estaba siendo mucho mas fuerte de lo que podía imaginar. Ver como otro hombre se corría en la boca de mi mujer y esta me decía que yo nunca podría hacerlo, estuvo a punto de volverme loco. Ya no me podía humillar mas (eso creía yo). Me sentía la persona mas humillada del mundo, pero a la vez la mas excitada. Deseaba follarme a Mónica con toda mi alma, pero ella me lo impidió diciéndome" no, ahora quiero que me folle una polla de verdad, voy a follar con Alfonso para que veas lo que es follar de verdad, quiero que veas bien a tu mujercita follada por otro, que veas tu coñito penetrado por una polla de verdad". Alfonso la tumbó y empezó a meterle la polla. "Mira bien, mira bien este momento cornudo mirón, porque a partir de este momento ya eres un cornudo para toda tu vida, mira como le meto la polla a tu mujer, porque ya no hay vuelta atrás, este es un momento muy importante para ti, mira como penetra mi polla en el coño de tu mujer, uahhhh.. Ya, ya eres un puto cornudo, ya siempre será un puto cornudo sumiso mirón, ya no hay vuelta atrás ¿Te gusta, te gusta ver como me follo a tu mujer?" Alfonso disfrutaba humillándome mientras se follaba a Mónica. Yo mientras tanto, sentía placer y excitación por todo el cuerpo viendo la situación que yo había provocado. No paraba de mirar como Alfonso se follaba a Mónica mientras Diego le chupaba las tetas y morreaba con ella. Realmente me sentía cornudo sumiso, humillado mirón. 
Cuando vi que Alfonso llegaba al orgasmo y se iba a correr, creía que todo estaba acabando. Llegaron juntos al orgasmo y en mi vida había visto a Mónica un orgasmo como el que tuvo. De repente Mónica me dijo que le limpiara el coño de semen y deje que enseguida, que iba a por papel. " No puto cornudo sumiso, de papel nada, quiero que me limpies bien todo el coño de semen con la leguecita." Estaba tan resignado y humillado ya, que sin rechistar, le limpié el coño con la lengua. Le salía semen por todas partes, pero yo se lo limpiaba con mi lengua. ¿Hay algo mas humillante que desnudar a tu mujer para entregársela a otros 2 hombres, desnudarles, chuparle la polla a uno para que se folle a tu mujer, ver como el otro se corre en la boca de tu mujer mientras esta te dice que tu no podrás nunca hacer eso, ver como se la follan, se corren dentro de ella y tener que limpiar con la lengua el semen de otro de su coño? Yo creo que no, pero después de ver en lo que me he convertido y como se las gasta mi mujer, no se lo que me espera en el futuro. Seguimos muy bien en nuestro matrimonio, pero de momento las relaciones sexuales, se han convertido en juegos de humillación donde ella disfruta humillándome y yo disfruto siendo un puto cornudo sumiso mirón como ella me llama. 

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