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Segunda vuelta con Jorge.

Ya relaté mi primera infidelidad, mitad por despecho con mi marido, Carlos, y mitad por calentura por Jorge.
Fue, inicialmente conflictiva, para mí pero concluyó grata, ardiente, altamente satisfactoria para los dos.
Yo quedé más que complacida, diría que hechizada. Entré en la casa-bulín (que Jorge había conseguido prestada) como adúltera y salí amante.

Como tal, tan sólo tres días después, nos encontramos con Jorge en un hotel transitorio. En una hermosa suite de lujo, con cama roja, sábanas y fundas de seda roja, muchos almohadones rosados, amplios espejos en las paredes y cortina roja de estilo oriental. Cuarto de baño, espacioso, con jacuzzi.
Nuestro primer enredo íntimo, comparado con el segundo (y los siguientes) podría rotularse como casto. En el debut, al fin y al cabo, nos ajustamos a lo habitual, a lo que se considera una cópula sexual, entre hombre y mujer, conforme a las costumbres. Y, quizás por mi empacho de la primera vez, fue la única de la ocasión.
En el hotel, nos besamos, acariciamos y toqueteamos como deseábamos, un buen rato hasta que él:
-A ver , Inés, mostrame que traés hoy para mí-
Me separé y le di la espalda. Fui quitándome el vestidito, bien despacio, para que apreciase lo que le iba dejando ver. Una vez que me deshice de la prenda bajé el tronco y la cabeza hacia delante hasta tocar el piso con las manos, empinando mi culo hacia él. Dio por terminada mi exhibición, me levantó, fui a parar sobre la cama y me “arrancó” zapatos, medias, bombacha y corpiño y se entregó a besarme en la boca y a lamerme, chuparme y morderme toda, tetas, abdomen, concha, muslos como poseído.
Me provocó contorsiones, gemidos y gritos de calentura:
- Huuummmmmmm!!.... miiiii Diossss!! ...¡siiiiiiii….. seguiiii!!! - era lo que salía de mi boca.
Me encimó
Me susurró cosas bonitas, me besó con pasión, me penetró, me cogió, me hizo suya, me hizo perder el juicio, me dijo que hubiese querido hacerme un hijo, y pasar, el resto de su vida, conmigo.
Nuestros orgasmos fueron grandes en exceso, desmedidos, fuera de lo común.
Descansamos, lado a lado, intercambiando caricias y halagos.

Él sacia mi apetito y mi pasión, con un placer que sólo mi marido supera, por el plus del amor que nos tenemos.
Pero, Carlos, me dejó sola y estoy embroncada con él.
Lo aparto de mi mente y me monto encima de Jorge, que ya tiene “resucitado” su miembro viril. Me lo clavo y cabalgo, ardiente, llena de pasión, de forma pausada que, enseguida, se vuelve precipitada.
Cuando alcanzo el orgasmo, en mi cuerpo, se desata una explosión de sensaciones y emociones. Y pronto mi hombre también acaba, eyacula dentro de mí, como en las dos cogidas precedentes (la inaugural y la primera de esa tarde). “No hay riesgos”, pienso, gracias a que estamos sanos y al anticonceptivo que tomo regularmente.
Me tiro a su lado, con la cabeza en la almohada de seda roja, mi mente fantasea, imagina vivamente delicias, placeres intensos, en esa maravillosa cama roja, con mi amante.
Gastamos unos minutos acariciándonos y besándonos.
Jorge va al cuarto de baño y regresa envuelto con un toallón a la cintura. Se para a la altura de mi cabeza apoyada en la almohada y suelta la toalla.
Tengo, frente a mis ojos, su barrote, en todo su esplendor. Es un miembro de 18 a 19 cm, grueso, tosco, tenso, torcido y con el prepucio ligeramente corrido, un pequeño corte en el glande lo divide en dos mitades. Con un gesto lento Jorge retrotrae la piel, liberando el glande por completo, lo veo por primera vez, me parece grande e hinchado
-La acabo de enjabonar y enjuagar,…. Está limpita…. Vos ya sabés que hacer..-
Había tocado, varias veces, el glande de Carlos solo con los labios cerrados, besándolo púdicamente durante unos segundos, pero nunca le había mamado la verga. Me parecía una perversión.
No atiné a hacer nada.
Jorge sí. Se subió a horcajadas sobre mí, colocó su miembro en el canal entre mis tetas y me lo refregó, unos instantes, con el glande, luego se adelantó para presentarlo sobre mis labios. Me resistí, porfió hasta que entreabrí la boca: por vez primera tenía una verga en la boca. Seguí con la cabeza quieta, más que yo lamerle y chuparle la verga, él me cogió la boca. (por suerte, con precaución para no llegar a mi garganta, con su largo genital) No me disgustó y comencé a contribuir apretando los labios, a presionar con la lengua y a palpar las bolas.
Mi inquietud, zozobra, por la eyaculación en mi boca, fue en vano, transcurridas unas incalculables veces de entra y sale, Jorge, sacó la verga de mi boca, se reubicó, me penetró en la concha y me cogió en pose misionero, lo suficiente para que yo disfrutase de un nuevo orgasmo. El suyo fue eyaculando en mis tetas y cara y, con el barrote aun semi-tieso, me refregó con el glande la cara, como si su semen fuese una crema facial.
No hubo tiempo para más, nos higienizamos y salimos. Previamente, programamos el encuentro siguiente.

Del mismo tenor fueron las tres citas posteriores, en el mismo hotel, al rojo en cama roja, con gran exaltación y placer y con escasas variantes: un sexo anal mechado (no era virgen de atrás, pero mi marido le había dado poco uso) a polvos en pose misionero, conmigo en cuatro, cabalgatas, sexo oral de él a mí. No faltó, en ningún caso, una mamada de verga mía (quedé prendada de la chupada, lamida y manoseo de los genitales masculinos)

Esa nueva afición me pondría en aprietos, al regreso de mi marido Carlos.

2 comentarios - Segunda vuelta con Jorge.

mdqpablo
muy buen relato . nace una amante . o una buena alumna .los tres .salen beneficiados
Pervberto
El siempre ascendente camino del aprendizaje lujurioso.