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PARTE I. CAPITULO 1
Tras un primer verano con sus amigas en la costa, Cintia está segura que el segundo año será mejor, con muchas más anécdotas, diversión y sobre todo historias ardientes para contar. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 9: Despedida
Cristian me levantó amablemente con un abrazo y con un beso para decirme que se tenía que ir. Abrí los ojos luego de varios segundos y entonces recordé lo vivido. La noche de lluvia con él y Paula en el boliche. El baile sensual y provocativo que le habíamos hecho con mi amiga. Los tres caminando totalmente borrachos por la calle. Cris y Pau sentados en el sillón besándose apasionadamente. Él cogíendome a mí en cuatro dándome bien duro. Los tres totalmente desnudos envueltos en una ola de calor y lujuria. Y obviamente recordé el final, con Paula y yo recibiendo todo el semen de Cristian en nuestros cuerpos y nuestras caras para limpiarlo finalmente con la lengua. Después de eso, le devolví una sonrisa a mi amante.
Seguía lloviendo y en esa oportunidad era mucho peor que la noche anterior. Nos vestimos y luego de darnos unos besos bajamos para despedirnos. En el living estaban sentadas Lorena y Natalia y las dos me pidieron que les contara todo lo que había pasado. Sin embargo yo no daba más del cansancio por lo que les dije que después de dormir una siesta les iba a dar lujo de detalles. “Más te vale” dijo entonces Nati y señaló el sillón y la alfombra que tenían manchas que claramente eran de semen. Entre risas y bromas me terminé volviendo a mi pieza para acostarme nuevamente en la cama para quedarme dormida en cuestión de segundos.
En mi sueño volvía a estar sentada en el sillón que había utilizado hacia unas horas con Paula y Cristian, pero en esa oportunidad solo estaba yo. Parado frente a mí se encontraba Diego, mi otro gran amante de ese verano y con quien venía teniendo una aventura hacía meses. De golpe Diego se desnudaba y yo me arrastraba hasta donde él estaba para acostarlo sobre la alfombra y comenzar a besarlo de manera bien apasionada. No supe cuándo, pero de pronto me di cuenta que no estábamos en la casa, sino en la playa, acostados sobre la arena y comiéndonos a besos. Diego se acomodó entre mis piernas y cuando sentí su penetración abrí bien grande los ojos y desperté.
Si el décimo día había sido horrible, el siguiente fue peor. La tormenta aumentó y a la lluvia se le sumó una baja de temperatura importante y un viento que azotaba contra las ventanas de la casa. Las seis acordamos que ese día nos íbamos a quedar adentro, viendo la tele, descansando y poniéndonos al día con nuestras novedades. La primera en hablar fue Ingrid, quien nos aclaró gran parte de su historia con Fabián, su novia. Ya sabíamos el hecho de que a él le gustaba la idea de que ella estuviera con otro hombre en un trío que al parecer tenía poca participación de Fabián. Lo que no sabíamos (y que Ingrid nos confesó esa tarde), es que el novio de nuestra amiga le había dado luz verde a ella para estar con cualquier hombre que ella quisiera esas vacaciones, siempre y cuando después le contara todo lo que había hecho.
- ¿O sea que no estás engañando a Fabi?- Le preguntó Lorena luego de que nuestra ex compañera de secundaria ampliara su historia.
- Exactamente.- Respondió ella.- Me dio un pase libre con la idea de que yo viera si me copaba la idea. De ser así, me pidió que le cuente con quien había estado y que viera si es posible de que alguno de los chicos se sume a un trío con él.
- ¿Alguno de los chicos? ¿Estuviste con alguien más aparte de Javier?- Le pregunté yo extrañada.
Al parecer nuestra amiga había estado con un chico de Córdoba la cuarta noche, la misma que yo me perdí en el bosque con Diego. Obviamente Nati y Lore no tardaron en preguntarme a mí que pasó y yo simplemente les dije que estuve con Cristian en el living. Al principio traté de evitar mencionarles que había tenido un trío con Paula, pero cuando me acorralaron a preguntas, fue mi amiga la que terminó confesando lo que habíamos hecho esa noche. Ni bien Pau declaró haber participado del acto, las otras cuatro la miraron sorprendida y le empezaron a preguntar a ella, que sin ningún problema contó gran parte de lo que había sucedido.
La tarde se fue pasando entre anécdotas y alguna que otra vivencia del verano pasado. Cerca de las siete la tormenta parecía aminorarse y Diego aprovechó para escribirme y decirme que me extrañaba, lo cual era entendible pues hacía cuatro días que no pasaba nada entre nosotros. Empezamos a coordinar lo que seguramente iba a ser nuestro último encuentro cuando cerca de las nueve de la noche volvió a caerse el cielo y los planes que se estaban armando para salir se cancelaron enseguida. Esa noche fue la primera que las seis nos quedamos en la casa. “Las pasamos a buscar con el auto y nos quedamos toda la noche acá” me escribió Diego pero ninguna de mis amigas estaba muy convencida en hacer algo, por lo que yo me sumé al plan de ellas: comer y hacer maratón de películas.
Los mensajes con Diego y con Cristian duraron hasta altas horas de la noche, aunque las conversaciones fueron totalmente distintas. Con Cris tuvimos una charla más seria, más romántica, en la que recordamos algunas de las salidas que habíamos hecho cuando estábamos juntos en la ciudad y rememoramos más de un encuentro apasionante. Diego iba más por el lado caliente, me decía que se moría de ganas de volver a tenerme desnuda en los sillones del living del segundo piso o en el bosque y que se moría de ganas de pasarme su lengua por todos lados, algo que me excitaba muchísimo. Cuando me acosté en la cama cerca de las tres de la mañana recordé que gracias a la tormenta solo me quedaban dos noches más de vacaciones y que quería aprovecharlas al máximo.
Si bien el clima no había cambiado mucho y el viento frío seguía en la costa, las nubes de tormenta habían pasado por lo que a la noche siguiente todas queríamos salir. Paula y Clarisa organizaron una previa en nuestra casa en donde invitaron a Diego, Lorenzo, Martín y Javier. Natalia, quien tenía unas compañeras de la facultad que habían ido también a la cosa, le dijo a ellas que se acercaran esa noche a nuestra casa y terminamos organizando una previa de casi quince personas. De más está decir que Diego me buscó toda la noche, incluso me propuso que obviáramos el boliche y nos quedáramos allí, pero yo tenía ganas de salir con mis amigas.
Cristian y el resto de los chicos iban a ir a bailar a otro lado, lo que me dio la oportunidad de esa noche estar tranquila con mis amigas pero por sobre todas las cosas, de hacer con Diego lo que quería. Él siguió buscándome todo el tiempo y por algunos minutos yo lo provocaba bailando bien pegada a su cuerpo y por momentos lo ignoraba haciendo que él me siguiera como un perrito faldero. Lo tenía en la palma de mi mano y eso me encantaba. Nati se fue con sus amigas, Ingrid y Paula desaparecieron poco tiempo después, Lorena dijo algo de Gastón y salió disparando hacia la puerta, Martín y Javier se quedaron hablando con dos chicas y poco a poco se alejaron del grupo. Por último quedábamos Clarisa, Diego, Lorenzo y yo, que cerca de las cinco de la mañana decidimos irnos a la casa de los chicos para estar más tranquilos.
Clari y Lorenzo enseguida se metieron en la casa mientras que Diego y yo nos quedamos hablando un rato en la puerta. No sabía si era el momento indicado pero la conversación se dio sola y aproveché el momento para decirle que lo nuestro era algo pasajero y que esas vacaciones debían ser el final de nuestros encuentros. Al principio me pareció que Diego no tomó la noticia con tanto ánimo y pensé que la noche iba a terminar ahí, pero luego de unos segundos me dijo que él pensaba lo mismo. “Lo nuestro es netamente sexual Cin y entiendo que quieras buscar otra cosa” me dijo y una sonrisa se dibujó en su hermoso rostro.
- Pero me parece que deberíamos hacer una despedida como para no dejar todo inconcluso.- Me dijo después.
- ¿Por qué te pensás que estoy acá?- Le pregunté yo riendo y entramos a la casa.
Sin embargo algo nos dejó inmóviles ni bien atravesamos la puerta. Nos volvimos a encontrar con una imagen muy similar a la que habíamos visto la cuarta noche de nuestras vacaciones, pero en esta oportunidad en el comedor de la casa de los chicos. En cuatro, sobre el sillón que estaba apoyado contra la pared, se encontraba mi amiga, totalmente desnuda, con los ojos cerrados, la boca entreabierta y gimiendo de placer. Detrás de ella y agachado con la cara entre los cachetes de Clarisa, estaba Lorenzo quien al parecer la complacía de manera oral.
Diego reaccionó más rápido que yo, me tomó de la mano y comenzó a caminar en dirección a la habitación lo más alejado del sillón que pudo. Pero cuando Clarisa se dio cuenta que estábamos ahí nos pidió que no nos fuéramos. “No… quédense…” nos dijo entre gemidos y después Lorenzo se paró para pedirnos si por favor podíamos quedarnos a ver el show. Nos miramos con Diego sin saber muy bien que hacer y nos fuimos moviendo despacio hasta pararnos contra la pared que estaba en frente del sillón, uno al lado del otro.
Como si nada hubiese pasado, Lorenzo y Clarisa siguieron con lo suyo. Ella permaneció en cuatro sobre el sillón y él detrás suyo, acariciándole el cuerpo y jugando con sus dedos sobre la conchita de mi amiga. Clari volvió a gemir, de manera muy intensa y haciéndonos ver que le encantaba como su amante jugaba con ella. Lorenzo miró a su amigo, quien fascinado observaba la situación. Luego volvió su mirada a la chica que tenía en frente suyo y poco a poco fue metiéndole la pija en la concha.
Lo hizo de manera lenta, despacio, sabiendo disfrutar cada momento hasta que su cuerpo hizo contacto con la cola de mi amiga. Luego llevó sus manos a la cintura de Clarisa y la sujetó con fuerza para empezar a mover su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, cogiéndosela de manera muy intensa. Sus movimientos seguían siendo lentos, como si no quisiera apurar el momento y eso le encantaba a Clari que gemía profundamente con cada penetración. Diego y yo observábamos la situación inmóviles, pero fascinados por lo que nuestros ojos observaban.
Poco a poco se fue poniendo todo mucho más caliente. Lorenzo comenzó a acelerar sus movimientos y cuando lo hizo los gemidos de Clarisa se convirtieron en gritos bien claros que indicaban lo bien que la estaba pasando. Las manos de mi amiga se agarraron con fuerza al sillón, mientras que la pija de él entraba y salía a toda velocidad. En ese momento Diego fue apoyando su mano en la parte baja de mi cintura y soltándose un poco me llevó a pararme frente a él, hasta que mi espalda se poyó sobre su pecho y su cabeza se reposó en mi hombro.
El espectáculo siguió subiéndonos de temperatura. Lorenzo comenzó a hablar, a decirle a Clarisa que lo calentaba muchísimo y que se moría de ganas de hacerla acabar. Ella seguía gritando y gimiendo como loca con cada movimiento que él daba. Nosotros comenzamos a relajarnos y a disfrutar de lo que veíamos y las manos de Diego se fueron poniendo algo traviesas, subiendo primero hasta mis tetas y bajando luego hasta mi short.
Los chicos cambiaron de posición, para volver a sentarse de la misma forma en la que los habíamos encontrado anteriormente. Lorenzo se sentó de frente a nosotros y ella se acomodó encima suyo para cabalgarlo y saltar sobre su cuerpo. Él enseguida llevó sus manos a la cola de Clari y la sujetó con fuerza para luego pegarle un chirlo que resonó sobre toda la habitación. “¿Qué me decís Dieguito? ¿Te gusta la cola de mi chica?” le preguntó entonces Lorenzo a su amigo haciendo la primera interacción entre ellos y nosotros. “¡Está increíble!” le respondió él y yo giré para ver su cara de baboso.
Mi amiga siguió moviéndose como loca sobre el cuerpo de nuestro compañero de la facultad, gimiendo cada vez más y temblando con cada caída. Él jugaba con el cuerpo de ella, apretándole la cola y pegándole chirlos y lamiendo sus tetas y su pecho. Diego por su parte metía su mano adentro de mi pantalón y me acariciaba por encima de la tanguita mientras que yo apoyaba mis manos sobre la suya que estaba en mis tetas. El espectáculo era sin dudas muy estimulante y excitante para los dos y yo lo sentía sobre el bulto que crecía en el pantalón de Diego y pegaba contra mi cola.
Clarisa llegó al orgasmo luego de un ataque de descontrol que la llevó a brincar sobre el cuerpo de Lorenzo como loca. Para el final ella se arrodilló delante de él, que le hizo pedirle la leche mientras se tocaba las tetas y el cuerpo. Nuestro compañero de la facultad no tardó en acabar sobre el rostro de ella, que dejó que el semen cayera por su mentón hasta su cuello y su pecho. “¿Les gustó?” nos preguntó él complacido y los dos enseguida les respondimos que sí.
- Ahora sí, si quieren pueden ir a la pieza.- Nos dijo Lorenzo recostándose nuevamente en el sillón mientras ella se limpiaba la cara.
Empujé a Diego sobre su cama y él cayó bruscamente para luego tirarme encima de su cuerpo. La ropa había volado casi de repente, la previa había sido muy corta y todo porque los dos estábamos terriblemente excitados luego de ver el show que acabábamos de ver. Me acomodé sobre el cuerpo de él y volví a besarlo sintiendo el saber de mi concha en sus labios y calentándome aún más. Pero las ganas de sentirlo adentro de mi cuerpo fueron mucho más grandes, por lo que metí mi mano entre nuestros cuerpos para colocar su pija adentro mío.
Enseguida comencé a moverme como loca sobre su cuerpo, apretándome con firmeza las tetas y tirando la cabeza hacia atrás. Diego acompañaba mis movimientos, sentado debajo de mí y sujetándome fuertemente por la cintura. Era increíble lo excitada que estaba y lo caliente que me había puesto ver a mis amigos coger en frente mío. Sentir la mano de mi amante mientras escuchaba los gemidos de Clarisa sin dudas había sido algo increíble.
- ¡Ay sí! ¡Ay sí!- Empecé a gritar desesperada.
Bajé una de mis manos hasta apoyarla en el pecho de Diego y él enseguida me sujetó con fuerza de la muñeca. Mi cintura se movía como loca sobre el cuerpo de él y podía sentir su pija prendiéndome fuego. Mis gritos eran cada vez más y más fuertes y me encantaba la idea de que Clarisa y Lorenzo estaban escuchando del otro lado de la puerta. De golpe todo mi ser empezó a temblar frenéticamente y sentí como el calor invadía mi cuerpo.
Sin dejar de moverme comencé a acabar de una manera única, mojando por completo el cuerpo de Diego y cubriéndolo con los flujos. Entonces sentí como su pija vibraba y pude ver como su cara cambiaba, para empezar a llenarme de su semen. Acabó adentro mío de una manera que hizo que la piel se me pusiera de gallina y que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Cuando terminó me recosté sobre su cuerpo, respirando agitadamente, toda transpirada, pero sumamente complacida.
Luego de varios minutos fuimos al baño a limpiarnos y descubrimos que nuestros amigos estaban teniendo un segundo round en la otra pieza, pero con la puerta cerrada. Me cambié y me despedí de Diego con un beso, sabiendo que esa iba a ser nuestra última noche juntos y había sido perfecta. Empecé a caminar hacia nuestra casa y tomé mi celular para observar la hora y algo me dejó helada. Tenía un mensaje con una confesión y una propuesta que hizo que mi mente se acelerara a mil por hora. “Sé que lo nuestro es algo de verano y por eso quiero que mañana tengamos nuestra despedida. Una bien caliente para poder volver los dos tranquilos a nuestras vidas”.
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