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Vacaciones en la playa II. Capítulo 4

Vacaciones en la playa II. Capítulo 4


No leiste "Vacaciones en la playa I"? Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PARTE I. CAPITULO 1

Tras un primer verano con sus amigas en la costa, Cintia está segura que el segundo año será mejor, con muchas más anécdotas, diversión y sobre todo historias ardientes para contar. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 4: En el bosque
   Al otro día me levanté y la cola todavía me seguía doliendo. Cuando fui al baño comprobé que la tenía un poco roja por lo que decidí bajar en short y usarlo casi toda la tarde en la playa. Por suerte el viento y las nubes que había ese día me ayudaron a disimular un poco. A pesar de eso estaba muy contenta de lo que había pasado con Álvaro y de lo que él me había hecho notar. El verano era para divertirse, las vacaciones tenían que ser para pasarla bien y eso era lo que iba a hacer. Basta de romance, basta de cosas lindas al oído y cosas tiernas, esos 10 días que quedaban tenían que ser más salvajes.
   Bajé y las chicas estaban preparando el almuerzo y hablando de Clarisa y Lorenzo que aparentemente la noche anterior habían concretado. Al parecer él la pasó a buscar por el boliche y después fueron a la playa y se quedaron ahí hasta que él se animó a besarla. Según lo que nos contó Clari todo fue bastante romántico y tranquilo, pero ella nos confirmó que se moría por acostarse con él.
   Entonces recordé algo que había visto la noche anterior cuando llegué con Álvaro a la casa. En el primer piso, con la puerta abierta de par en par, estaba Ingrid cogiendo con Javier. Giré rápido la cabeza y miré a mi amiga que estaba sentada en la mesa, con el celular en la mano y sin decir nada. Se notaba que estaba algo distinta y se notó durante todo el día lo callada que estuvo, sin embargo no me animé a decirle nada, no sabía si quería hacerlo, después de todo no tenía ganas de ponerme a deliberar sobre el noviazgo de mi amiga en ese momento.
   Después de ir a la playa por un rato y de volvernos por el viento que había, nos fuimos a bañar y nos preparamos para ir al boliche. Diego no paró de mandarme mensajes en toda la tarde, diciéndome que quería verme, que me extrañaba y que quería que vayamos a hacer previa a la casa de ellos. Sin embargo esa noche nos quedamos ahí en la casa y vinieron unos amigos y amigas de Nati. Fue una noche más tranquila, sin embargo la cantidad de alcohol que tomamos no bajo del promedio y cuando fuimos para el boliche algunas ya estábamos bastante borrachas.
   En la cola nos encontramos con Cristian, Gastón, Juan Ignacio, Santiago y Patricio que estaban esperando para entrar al mismo lugar y en ese momento volví a quedarme anonadada por la belleza de Cris. Esa noche quería volver a estar con él y se lo hice saber de entrada, dándole la mano cuando pasamos por la gente de seguridad y abrazándolo apenas entramos. Él no parecía sentirse tan cómodo con mi comportamiento, pero tampoco me decía o hacía nada, fue por eso que pensé que las cosas se iban a dar como quería.
   Nuevamente volví a equivocarme. Después de comprar algunos tragos y de bailar un rato, me tiré encima de él y lo besé. Mis labios llegaron a tocar los suyos, pero Cristian enseguida se alejó de mí y me dijo que estaba muy confundida y algo enojado se terminó yendo de donde estábamos. Miré alrededor y vi como las chicas y los chicos me miraban sin poder creer lo que acababa de pasar. En ese momento mis piernas reaccionaron más rápido que yo y empecé a caminar por el boliche sin dirección alguna. No era un lugar grande, pero como pude me alejé de los demás, no quería estar cerca de nadie. Fue ahí cuando lo vi a él.
   Diego bailaba con sus amigos a pocos metros de donde estaba yo. Empujando a un grupo de chicas y después a un pibe que se me paró adelante, llegué hasta él y lo besé. Sus amigos gritaron sorprendidos por mi repentina aparición y por como lo había encarado. Enseguida aparecieron Clarisa y Paula que habían ido a buscarme, pero al verme con los chicos se quedaron conmigo y le avisaron a Nati, Lore e Ingrid que yo estaba con ellos. Al final ellas también terminaron viniendo y nos quedamos con mis compañeros de la facultad.
   Pero a mí no me importaba lo que hacían ellas, enseguida volví a los besos con Diego y de a poco nos fuimos alejando de la ronda y nos quedamos en una pared medio oscura besándonos con ganas. Fue en ese momento cuando decidí perdonar todo lo que había pasado con él y dejándome llevar por lo que me había prometido de un verano de locuras, metí mi mano adentro de su pantalón. Él me miró sorprendido, pero la poca luz que había en el lugar hizo que nadie se diera cuenta de lo que estaba pasando, entonces decidí seguir jugando con él. Una vez que llegué a su pija, la tomé y como pude comencé a pajearlo.
   Él me seguía besando, pero a cada rato miraba alrededor a ver si alguien notaba lo que estábamos haciendo. A mí no me importaba y seguía con mi mano adentro de su bóxer tocándolo cada vez de manera más zarpada. Él no podía moverse, su cuerpo parecía inmóvil por la situación y eso a mí me encantaba. Lo único que hacía era besarme al ritmo de mi boca y de mi lengua. No sé cuánto tiempo estuvimos ahí, pero cuando debió de pasar un buen rato hasta que me propuso de irnos.
   - ¿Vamos a tu casa?- Me dijo reaccionando de golpe cuando su pija estaba totalmente dura entre mis dedos.
   - Dale.- Le dije yo y encaramos para la salida.
   Cuando pasamos por al lado de la ronda solo quedaban Martín, Javier, Ingrid y Paula y después de despedirnos de ellos salimos del boliche. Nos subimos a un taxi que había en la puerta y en el trayecto nos fuimos lanzando miradas de deseo hasta que después de varios minutos llegamos. Nos bajamos y volvimos a besarnos de manera apasionada, sabiendo que íbamos a tener una noche bien intensa como las dos primeras. Sin embargo cuando abrí la puerta, no esperaba encontrarme con tal imagen.
   Sentado en el sillón, completamente desnudo estaba Lorenzo y encima de él, cabalgándolo también desnuda, estaba Clarisa. Mi primera reacción fue de mirar hacia otro lado, me quedé inmóvil sin saber qué hacer. Diego dijo algo de que nos vayamos, sin embargo yo no me podía mover. Entonces levanté la mirada y pude ver que a pesar de que Lorenzo intentaba taparse y ocultar un poco la escena con su ropa, ella parecía no tener problema alguno con lo que estaba sucediendo. “Hola” saludó riéndose y después giró la cabeza para mirar a su amante y besarlo de una forma bien fogosa. Fue en ese momento cuando mis piernas me respondieron y tomé a Diego de la mano y apunté automáticamente hacia la escalera.
   Subimos al segundo piso riéndonos de lo que acabábamos de ver y de los gemidos de mi amiga que aun se escuchaban desde la planta baja. “Su pieza está ahí al lado” le expliqué a él que todavía tenía cara de sorprendido. No podía entender porque lo estaba haciendo en medio de la casa, pero enseguida recordé que yo también me había acostado con Diego en el living donde estábamos en ese momento y que Ingrid lo había hecho con Javier con las puertas abiertas. Algo en mi cabeza me hacía ruido.
   Salimos al balcón y miramos por encima de las pocas casas que estaban detrás de la nuestra hacia un bosquesito de pinos que había ahí. Por más irónico que suene, el ver a nuestros amigos teniendo sexo, nos había bajado la excitación a los dos y nos quedamos charlando por varios minutos acerca de distintas cosas y obviamente de lo que acabábamos de ver. ¿Qué nos pasaba que lo estábamos haciendo en un lugar donde podíamos ser descubiertas? ¿Queríamos que nos encontraran en plena acción? Vi a Diego que miraba al horizonte prestando atención a los pinos del bosque. El sol ya empezaba a aclarar la situación y la oscuridad de a poco desaparecía.
   - ¿Vamos a caminar al bosque?- Le pregunté dejándome llevar nuevamente por la chispa de locura y él aceptó mi invitación.
   Bajamos para encontrarnos con el living desierto (la ropa todavía seguía tirada y se escuchaban ruidos desde la pieza de Clari) y salimos de la casa en dirección a los árboles. Pasamos por algunas viviendas que tenían gente y por otras que parecían estar vacías y cuando nos dimos cuenta nos encontramos rodeados de árboles. Íbamos hablando de distintas cosas, sobre todo de mis amigas y de los suyos, de las relaciones que veíamos y de las que creíamos que iban a suceder. Cuando de golpe me paré en seco al comprobar que no había ni rastros de alguien cerca de nosotros y lo volví a besar.
   Diego me apoyó contra un árbol y me devolvió el beso de una manera muy apasionada y revivió de golpe toda la calentura que habíamos agarrado en el boliche. Enseguida mis manos comenzaron a bajar por su cuerpo hasta entrar nuevamente en su pantalón, pero esta vez él no se quedó inmóvil y bajó también sus manos para desabrocharlo y darme lugar para jugar con su pija. Mientras tranzábamos, yo le hacía una paja de manera muy lenta y jugaba con su verga que en cuestión de segundos se volvió a poner bien dura.
   - ¿Sabés que quiero?- Le dije besándole el cuello y después chupándole el lóbulo del oído.- Quiero que me vuelvas loca con tu lengua.
   Ahí estaba otra vez. La palabra lengua sonó en mi cabeza como si la hubiese pronunciado con eco y se quedo en mi mente durante unos pocos segundos hasta que Diego me sonrió y se arrodilló frente a mí. Comenzó a desabrocharme el short que tenía puesto y me lo bajó junto con la bombachita hasta sacármelo y dejarlo a un costado de donde estábamos parados. Me abrió un poco de piernas y pasó su mano suavemente por encima de mi concha que ya se encontraba empapada. Retrocedí un paso y apoyé mi espalda contra un árbol para después dejarme car suavemente para que él pudiera hacer lo suyo.
   No tardó en acercar su cabeza y sacar su lengua para pasarla como a él tanto le gusta por sobre mi conchita. Sentí el calor abrumador de su respiración chocar contra mi piel al mismo momento que sus labios rozaron los míos y me hicieron vibrar del placer. Estaba completamente entregada a Diego y sabía que su boca tenía el poder de hacerme ver las estrellas a pesar de que el sol ya había iluminado el cielo.
   - ¡Mmm sí! ¡Me encanta!- Dije en voz clara para que el pudiera oírme ya que no había nadie alrededor.
   Lo único que se escuchaba era el ruido del viento chocar contra las hojas y el de los pájaros que comenzaban a cantar. El resto de los sonidos provenían de nosotros, de su boca moviéndose descontroladamente y de su lengua absorbiendo mis jugos. Yo me aferraba con fuerza a una rama del árbol y con la otra enredaba mis dedos entre sus pelos, gozando y sintiendo la humedad de mí cuerpo caer en picada por todo mi ser. Su lengua mágica volvía a dibujar círculos por encima de su clítoris mientras que su mano subió por mi pierna, llegó hasta mi muslo y avanzó sin inconveniente.
   Cuando su dedo entró en mi cuerpo sentí que estaba a punto de llegar al clímax. La lengua de Diego se movía rápidamente de un lado a otro sobre mi clítoris mientras que su dedo entraba y salía de mi cuerpo a toda velocidad. Mis gemidos comenzaron a ser más fuertes y constantes, puesto que la excitación que tenía en ese momento era increíble. Mi mano sujetaba con fuerza la rama y la otra hizo presión sobre la cabeza de Diego cuando lo sentí venir. Mi cuerpo empezó a temblar y mis piernas vibraban descontroladamente sin poder dar crédito a lo que estaba pasando.
   Diego siguió chupándome la concha de esa manera y me llevó al orgasmo el cual expresé apretando aún con más fuerza la rama, gritando un gemido de placer puro y lanzando todo mi flujo sobre su cara. Él se alejó unos centímetros y sentí como mi cuerpo chorreaba de satisfacción y como mi corazón se aceleraba al ver esos ojos verdes que me miraban por encima de su sonrisa. Entonces caí rendida delante de él que me agarró justo a tiempo y a pesar de que su boca estaba empapada lo besé con ganas.
   - Parate.- Le dije dándole una orden y él la cumplió enseguida.
   Su pantalón seguía abierto y se notaba en su bóxer un bulto al que fui directamente. Metí mi mano y tomé su pija bien dura para metérmela en la boca y mientras lo pajeaba se la empecé a chupar. Él enseguida se recostó contra el árbol de la misma forma que yo lo había hecho y mientras mi boca recorría toda su dureza, Diego disfrutaba y gozaba tal como yo había disfrutado y gozado.
   Lo empecé a pajear bien rápido mientras sentía como por mis piernas seguía cayendo el orgasmo que él acababa de darme y fue entonces cuando levanté mi cabeza y se lo pedí. “¿Me querés dar la lechita?” le pregunté poniendo voz de trola y él respondió que sí inclinando la cabeza hacia abajo y hacia arriba. Entonces lo seguí pajeando a toda velocidad y segundos después todo su semen salió disparado y cayó sobre mi boca que se encontraba abierta frente a su cuerpo. Pero fue tan inmensa su explosión que terminó chorreando por mi boca y cayendo sobre mi cara para pintármela toda de blanco.
   Me tragué la leche que tenía en la lengua y como pude me limpié la que me había quedado en el rostro y luego de unos segundos de relax nos paramos y nos cambiamos. Ya eran las 8 de la mañana así que decidimos volver a la cabaña para descansar un poco. Llegamos y escuchamos un silencio atroz por lo que subimos despacio hasta el segundo piso y nos acostamos en la cama casi rendidos por día tan largo que acabábamos de tener. Pero cuando pensé que todo había terminado Diego metió su mano entre mis piernas y me preguntó si aún me quedaba algo de energía.
   - No tengo muchas.- Le respondí con sinceridad.- Pero tenés tu dedo encima del botón que me enciende.


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