Erik es de esos hombres que siempre estuvieron detrás de alguien, aprovechando todas las ocasiones posibles para flitear. Su objetivo siempre fui yo, su amor platónico, me cortejo durante los dos años finales de mi carrera. No era precisamente atractivo, ni tampoco era feo, simplemente no era mi tipo y nunca estuve atraída por él; aunque tampoco le cortaba las alas, siempre le dejaba migajas para que pueda comer. Salimos un par de veces, hasta me dejaba manosear de vez en cuando, pero nunca llego a nada más.
Como dicen, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, yo perdí a Erik. Quizás el hecho de tener a alguien detrás mío halagándome todos los días me subía bastante el autoestima, porque al enterarme que, después de varios meses sin saber de él, estaba en una relación con Graciela me sentí bastante mal.
Es decir, Graciela. ¿En serio? Ella era más o menos mi amiga. Nada agraciada de rostro, de actitud masculina, morena. Nada de nalgas y lo que le faltaba ahí le sobraban en sus inmensos pechos.
Ya se imaginarán lo que sentí al enterarme que se iban a casar.
Los meses llegaron volando y la envidia me consumía cada día, no podía creerlo, la muy hija de puta se robaba a uno de mis seguidores, no es que sintiera algo por él, solo que... por un demonio, era mío.
Consideré no ir. Pero terminé aceptando la invitación y fuí, vestida de la forma más esplendorosa posible. Toda la envidia que no pensé sentir se materializaba en una especie de baja venganza. Le mostraría a Erik que aún era la mujer que siempre deseó, pero en cambio, nunca iba a tener
Mi cabello pelirrojo caía en rulos en un peinado alto. Mi vestido bordó con detalles granates iban a juego con él. Mi blanca piel brillaba en el escote que dejaba ver el nacimiento de mis senos. El vestido era elegante y largo, con un corte en la pierna derecha que dejaba ver esa misma pierna desnuda y mis zapatos de tacón alto que me sumaban unos cuantos centímetros más a mi metro sesenta.
Fui sin acompañante, nadie me opacaría.
Durante toda la ceremonia y gran parte de la fiesta me fui ahogando en mi propia envidia mientras rechazaba invitaciones de baile. La muy desgraciada siempre tenía suerte, mejores ropas, mejores notas, una familia acomodada. Bastante puta, estuvo con varios hombres. Ésto era para mí una cachetada. Mi seguidor me cambio por esa.
No aguanté más, así que me levanté y fui hacia los recién casados. Los felicité falsamente y luego de una charla hipócrita terminé bailando con Erik.
Pude sentir su mano en mi cintura y sus ojos bajaban a mi escote, que caprichosamente no lo acomodé antes de bailar y dejaba ver más de lo que debía. También miraba mis piernas y aprovechaba los giros para pegarse a mí.
Cuando nos separamos me sentí mejor. Aún no estaba todo perdido.
Me reuní con Graciela en una de las mesas y charlando con otras personas pude notar que apenas bebía del champán. ¿Acaso era posible que la machona de la clase no tomase alcohol?
De pura maldad me agarré de aquella rama. La invité a hablar, hablamos y reímos mientras yo le ofrecía copas y copas de tragos y licores. Casi al final de la noche Graciela estaba ebria. En ese estado me confesó que siempre se sentía menos que mí, que me envidiaba y por eso se metió con Erik, pero al final se terminó enamorando de él. Casi me daba pena. Casi.
Me contó que irían a tal hotel, tal cuarto, lo que ella le haría y lo que harían ambos. La charla me calentó bastante, más con el alcohol que tuve que tomar a la par.
De modo que cuando el matrimonio se "escapó" yo sabía donde irían. No puedo decir lo que pensé en ese momento, pero lo que hice fue salir inmediatamente, pedí un Uber y fuí al hotel.
Quizás estaba también ebria porque mi idea era decirle a Erik unas cuantas verdades que tenía atorada en la garganta. Cuando llegué ellos ya habían entrado a la habitación.
Golpeé la puerta y fue él quién abrió.
- ¿Eli? - me preguntó confuso - ¿Que haces aquí?
No pude responder porque se escuchó un sonido en la habitación. Él entró y yo lo seguí. Graciela estaba tirada en el piso, aún con el vestido de novia puesto. Erik la levantó y yo terminé ayudándolo y la pusimos en la cama, estaba tan borracha que se quedó dormida.
¡Lo había logrado! Había arruinado la noche de bodas de la muy maldita. Mi venganza estaba completa, ¿O no?
Erik me hablaba de lo ebria que se puso su reciente esposa, me preguntó de nuevo que hacía allí. Yo no respondí, al menos no verbalmente, lo que hice fue bajarme el vestido y dejar mis pechos al aire.
Erik me vió con los ojos salidos. Apenas pudo preguntar algo más porque lo siguiente que pasó fue que me lancé sobre él.
Lo besé profundamente. Él, protestó, al principio, luego aflojó y mi lengua entró en su boca. Nos besamos allí mismo, en la cama, sobre su esposa dormida.
Los besos subieron de tono, me tomó de los pechos y bajó hasta ellos para chuparlos. Mientras, me desprendía el corset. No tardé en quitarme el vestido y quedarme con mi pequeño hilo dental y mis preciosos zapatos.
Él también se desnudó y una polla erecta hizo aparición. Normal de tamaño aunque un poco más largo de lo común. Lo tomé con ambas manos y bajé hasta él. Sin demora lo metí en la boca y le hice una garganta profunda.
El me tomó de la nuca y movía la cadera para que su verga entrase completa. Me dieron arcadas pero me las aguanté y seguí metiéndolo. Tenía que hacerlo mejor que Graciela y por los gemidos de Erik supe que así lo hacía.
Me follaba la boca mientras yo intentaba abrirla y no asfixiarme. Su verga era lo suficientemente larga como para tocar el final de mi boca y resbalar hacia mi garganta.
Saqué la polla y empecé a lamerle los testículos. Estaba tan excitada que olvidé a Graciela por completo. Me separé de él y la miré. Aún estaba dormida, con el vestido de novia.
La maldad volvió a aflorar en mí. La tomé, desprendí su vestido y empecé a desnudarla.
-¿Pero qué haces?
-Cállate, te daré la mejor noche de tu vida.
Él obedeció. Desnudé a Graciela completamente. Sus enormes senos eran desproporcionales, gigantescos caían a los costados. Con las manos los agarré y empecé a chuparlos mientras Erik, incrédulo, empezó a masturbarse.
Los chupé y los mordí, ya después Erik le diría que él fue el que le dejó las marcas, hasta que quedaron bien rojos. Subí y abrí su boca, de tanta calentura también la bese. O más bien, la lamí. Metí mi lengua en su boca y la moví dentro. Erik se acercó a nosotras y puso su verga entre nuestras bocas. Así que el tonto disfrutaba con todo eso, me lo imagino, su nueva esposa y su amiga frente a él.
Chupé su pene un par de veces y luego se la metí a Graciela. Ella seguía inconsciente pero de todas formas Erik se esforzó en meterle por completo la verga.
Después de aquello, me levanté y volví a sentarme, pero "montada" sobre Graciela, al revés. Es decir, me senté sobre su rostro y empecé a moverme, pasando mi vulva por su cara.
Erik, atónito, me miraba con la boca abierta. Yo aparté mi diminuta tanga e hice que los labios,la nariz y el rostro entero de Graciela recorriese toda mi vagina, entre mis labios interiores. Erik reaccionó y parándose delante mío me ofreció, nuevamente, sus testículos. No podía negarme, me estaba masturbando con la cara de su esposa, así que se los chupé por un buen rato.
-Erik - dije - está noche, a la primera mujer que follarás estando casado no será a tu esposa, me cojeras a mí.
No es que se negó. De inmediato me ubiqué de cuatro, con el rostro de Graciela entre mis piernas y Erik se bajó de la cama y fue a pararse detrás mío. Separé mis nalgas y el también las hizo a un lado, igual que al hilo de la tanga. Colocó su verga entre mis labios vaginales, muy cerca de la nariz de su esposa y empujó.
La penetración no fue difícil y en el primer empujón lo sentí muy adentro.
Me tomó de la cintura con ambas manos y empezó su frenético movimiento. Gemí con una perra mientras Erik me follaba sobre su esposa. La situación me excitó tanto que sentí un orgasmo en ese mismo instante, sintiendo la cara de ella rozándome el clítoris.
Me cogió unos minutos más hasta que empezó a decirme que no aguantaba y que se iba a correr.
-Házlo - dije entre gemidos - ahí mismo, sobre tu mujer.
Ni bien terminé de decirlo el cabrón se corrió. Eyaculó dentro de mi vagina, sentí su líquido caliente dentro mío. Con unos cuantos espasmos lo dejó adentro, para luego salir.
Me quedé ahí mismo por un tiempo hasta que sentí lo que quería sentir. El semen saliendo de mí, se derramó desde mí vagina hasta el rostro de Graciela. Me moví lentamente y restregué mi conchita llena de semen de su marido por toda su cara.
Cuando terminé de hacerlo me levanté. Aún llevaba mis zapatos y fuí hacia Erik. En el momento en que abría la boca para decir algo su rostro cambió a una expresión de terror, Graciela se movía, iba a despertar.
No recuerdo cómo logré tomar mi vestido y correr, borracha, follada y con tacones hacía el baño que estaba cerca. Todo antes de que Graciela despertase.
Por toda la suerte del mundo estaba aún ebria, así que sólo se tocó el rostro y sintió el semen, y se tragó la mentira que el hábil Erik inventó en ese instante. Según él, ella estaba ebria y se durmió, mientras él, todo fogoso la desnudó, la besó, la mordió, la folló y acabó en su rostro.
Bueno, admito que fue un gran escape y Graciela no lo puso en duda. Incluso fue más allá al llorar y pedirle perdón por estar así y arruinar la noche.
- Pero sé como compensarte amor - dijo hilando las palabras.
Ella, agarró la verga de Erik flácida y empezó a mamárselo hasta que después de mucho intentar logró que se pusiera un poco dura. Después, se colocó de cuatro como la zorrita que era y le ofreció el culo.
- Por detrás amor, es mi regalo de noche de bodas - logró decir mientras eructaba.
No hace falta decir que Erik no desaprovechó la ocasión. La agarró igual que a mí y la penetró por el culo.
La follaba tan fuerte que Graciela gritaba y pedía que baje el ritmo, pero Erik seguía con lo suyo. Me pregunté si pensaba en mí y agradecí no ser yo la que recibía aquel suplicio.
- ¿Qué opinas de Elizabeth? - le preguntó Erik a su esposa mientras le penetraba.
- ¿Eli? ¡Ay! Amor me estás rompiendo - dejó de hablar y mordió sus sábanas. Se recompuso al rato - ella es... Hermosa.. yo siempre.. au!... Yo siempre la envidiaba pero ella.. ay! Erik! Basta!- Erik la follaba más y más rápido, el depravado le preguntaba sobre mí mientras se la cogía - Elizabeth es una buena persona, me equivoqué con ella - dijo finalmente Graciela.
Eso me tomó desprevenida. Me había comportado como toda una estúpida con alguien que jamás había hecho algo contra mí. Al final creo que la zorra fuí yo. Ella había hablado bien de mí con su esposo e incluso me lo había dicho a mí.
En medio de mi revelación Erik se detuvo diciendo que ya había terminado. Dejó a Graciela acostada, quien volvió a dormirse de inmediato. Se levantó y fue al baño.
Yo estaba desnuda todavía. Él entró, cerró la puerta y me tomó del cabello por detrás de la cabeza, con fuerza jaló de mí hacía abajo.
Yo caí de rodillas ante él en el piso del baño y él se sujetó la polla con la otra mano.
- Manos a la espalda zorra - me dijo con la mirada muy seria, no pude negarme y obedecí - Mi esposa te considera su amiga y vos la fallaste.
¿Yo fallé? ¿El cabrón me había follado a placer y era mi culpa? Aunque, quizás lo último sea verdad.
- Ahora no dirás nada de lo que pasó hoy a nadie - me dijo a modo de amenaza, mientras acercaba su verga a mi rostro - O yo comienzo a hablar de lo buscona que fuiste, ¿Entendido?
- Ok - respondí, quizá tuviese razón, yo creé las situaciones y forcé los eventos.
- Ahora abrí tu boca y sentí el sabor del culo de mi esposa, por qué ahí siempre estarás, detrás de ella.
Eso fue un golpe, al corazón. Yo abrí la boca y él me lo metió lentamente, pero sin detenerse, me dió dos arcadas antes de sentir el glande en mi garganta. Lo dejó allí unos segundos y entonces empezó a mover mi cabeza mientras yo se la chupaba. Pude sentir el sabor de su pene, mezclado con el acre sabor del culo de Graciela. La humillada era yo al final de la historia.
Seguí chupándolo cuando comprendí que no había terminado, su pene aún estaba erecto. No había acabado como le había dicho a Graciela. No sentí el sabor del semen, solo su sabor y el de ella.
Cuando lo comprendí, él, como para corroborarlo se sacó el pene de mi boca y empezó a masturbarse sobre mi rostro. No tardó en terminar eyaculó en mi cara. El primer chorro de semen se me metió en los ojos y el segundo, con un rápido movimiento terminó en mi boca. Metió su pene mientras me sujetaba la cabeza y lo empujó en mi garganta. Fue tanta la sorpresa que lo único que pude hacer su tragarlo todo.
Cuando salió del baño quedé ahí mismo, arrodillada en el piso. Con los ojos irritados y sus sabores en mi boca, con mi tanga puesta y zapatos en los pies.
Debería salir más seguido con Graciela. Quizás la llámase la semana siguiente.
Como dicen, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, yo perdí a Erik. Quizás el hecho de tener a alguien detrás mío halagándome todos los días me subía bastante el autoestima, porque al enterarme que, después de varios meses sin saber de él, estaba en una relación con Graciela me sentí bastante mal.
Es decir, Graciela. ¿En serio? Ella era más o menos mi amiga. Nada agraciada de rostro, de actitud masculina, morena. Nada de nalgas y lo que le faltaba ahí le sobraban en sus inmensos pechos.
Ya se imaginarán lo que sentí al enterarme que se iban a casar.
Los meses llegaron volando y la envidia me consumía cada día, no podía creerlo, la muy hija de puta se robaba a uno de mis seguidores, no es que sintiera algo por él, solo que... por un demonio, era mío.
Consideré no ir. Pero terminé aceptando la invitación y fuí, vestida de la forma más esplendorosa posible. Toda la envidia que no pensé sentir se materializaba en una especie de baja venganza. Le mostraría a Erik que aún era la mujer que siempre deseó, pero en cambio, nunca iba a tener
Mi cabello pelirrojo caía en rulos en un peinado alto. Mi vestido bordó con detalles granates iban a juego con él. Mi blanca piel brillaba en el escote que dejaba ver el nacimiento de mis senos. El vestido era elegante y largo, con un corte en la pierna derecha que dejaba ver esa misma pierna desnuda y mis zapatos de tacón alto que me sumaban unos cuantos centímetros más a mi metro sesenta.
Fui sin acompañante, nadie me opacaría.
Durante toda la ceremonia y gran parte de la fiesta me fui ahogando en mi propia envidia mientras rechazaba invitaciones de baile. La muy desgraciada siempre tenía suerte, mejores ropas, mejores notas, una familia acomodada. Bastante puta, estuvo con varios hombres. Ésto era para mí una cachetada. Mi seguidor me cambio por esa.
No aguanté más, así que me levanté y fui hacia los recién casados. Los felicité falsamente y luego de una charla hipócrita terminé bailando con Erik.
Pude sentir su mano en mi cintura y sus ojos bajaban a mi escote, que caprichosamente no lo acomodé antes de bailar y dejaba ver más de lo que debía. También miraba mis piernas y aprovechaba los giros para pegarse a mí.
Cuando nos separamos me sentí mejor. Aún no estaba todo perdido.
Me reuní con Graciela en una de las mesas y charlando con otras personas pude notar que apenas bebía del champán. ¿Acaso era posible que la machona de la clase no tomase alcohol?
De pura maldad me agarré de aquella rama. La invité a hablar, hablamos y reímos mientras yo le ofrecía copas y copas de tragos y licores. Casi al final de la noche Graciela estaba ebria. En ese estado me confesó que siempre se sentía menos que mí, que me envidiaba y por eso se metió con Erik, pero al final se terminó enamorando de él. Casi me daba pena. Casi.
Me contó que irían a tal hotel, tal cuarto, lo que ella le haría y lo que harían ambos. La charla me calentó bastante, más con el alcohol que tuve que tomar a la par.
De modo que cuando el matrimonio se "escapó" yo sabía donde irían. No puedo decir lo que pensé en ese momento, pero lo que hice fue salir inmediatamente, pedí un Uber y fuí al hotel.
Quizás estaba también ebria porque mi idea era decirle a Erik unas cuantas verdades que tenía atorada en la garganta. Cuando llegué ellos ya habían entrado a la habitación.
Golpeé la puerta y fue él quién abrió.
- ¿Eli? - me preguntó confuso - ¿Que haces aquí?
No pude responder porque se escuchó un sonido en la habitación. Él entró y yo lo seguí. Graciela estaba tirada en el piso, aún con el vestido de novia puesto. Erik la levantó y yo terminé ayudándolo y la pusimos en la cama, estaba tan borracha que se quedó dormida.
¡Lo había logrado! Había arruinado la noche de bodas de la muy maldita. Mi venganza estaba completa, ¿O no?
Erik me hablaba de lo ebria que se puso su reciente esposa, me preguntó de nuevo que hacía allí. Yo no respondí, al menos no verbalmente, lo que hice fue bajarme el vestido y dejar mis pechos al aire.
Erik me vió con los ojos salidos. Apenas pudo preguntar algo más porque lo siguiente que pasó fue que me lancé sobre él.
Lo besé profundamente. Él, protestó, al principio, luego aflojó y mi lengua entró en su boca. Nos besamos allí mismo, en la cama, sobre su esposa dormida.
Los besos subieron de tono, me tomó de los pechos y bajó hasta ellos para chuparlos. Mientras, me desprendía el corset. No tardé en quitarme el vestido y quedarme con mi pequeño hilo dental y mis preciosos zapatos.
Él también se desnudó y una polla erecta hizo aparición. Normal de tamaño aunque un poco más largo de lo común. Lo tomé con ambas manos y bajé hasta él. Sin demora lo metí en la boca y le hice una garganta profunda.
El me tomó de la nuca y movía la cadera para que su verga entrase completa. Me dieron arcadas pero me las aguanté y seguí metiéndolo. Tenía que hacerlo mejor que Graciela y por los gemidos de Erik supe que así lo hacía.
Me follaba la boca mientras yo intentaba abrirla y no asfixiarme. Su verga era lo suficientemente larga como para tocar el final de mi boca y resbalar hacia mi garganta.
Saqué la polla y empecé a lamerle los testículos. Estaba tan excitada que olvidé a Graciela por completo. Me separé de él y la miré. Aún estaba dormida, con el vestido de novia.
La maldad volvió a aflorar en mí. La tomé, desprendí su vestido y empecé a desnudarla.
-¿Pero qué haces?
-Cállate, te daré la mejor noche de tu vida.
Él obedeció. Desnudé a Graciela completamente. Sus enormes senos eran desproporcionales, gigantescos caían a los costados. Con las manos los agarré y empecé a chuparlos mientras Erik, incrédulo, empezó a masturbarse.
Los chupé y los mordí, ya después Erik le diría que él fue el que le dejó las marcas, hasta que quedaron bien rojos. Subí y abrí su boca, de tanta calentura también la bese. O más bien, la lamí. Metí mi lengua en su boca y la moví dentro. Erik se acercó a nosotras y puso su verga entre nuestras bocas. Así que el tonto disfrutaba con todo eso, me lo imagino, su nueva esposa y su amiga frente a él.
Chupé su pene un par de veces y luego se la metí a Graciela. Ella seguía inconsciente pero de todas formas Erik se esforzó en meterle por completo la verga.
Después de aquello, me levanté y volví a sentarme, pero "montada" sobre Graciela, al revés. Es decir, me senté sobre su rostro y empecé a moverme, pasando mi vulva por su cara.
Erik, atónito, me miraba con la boca abierta. Yo aparté mi diminuta tanga e hice que los labios,la nariz y el rostro entero de Graciela recorriese toda mi vagina, entre mis labios interiores. Erik reaccionó y parándose delante mío me ofreció, nuevamente, sus testículos. No podía negarme, me estaba masturbando con la cara de su esposa, así que se los chupé por un buen rato.
-Erik - dije - está noche, a la primera mujer que follarás estando casado no será a tu esposa, me cojeras a mí.
No es que se negó. De inmediato me ubiqué de cuatro, con el rostro de Graciela entre mis piernas y Erik se bajó de la cama y fue a pararse detrás mío. Separé mis nalgas y el también las hizo a un lado, igual que al hilo de la tanga. Colocó su verga entre mis labios vaginales, muy cerca de la nariz de su esposa y empujó.
La penetración no fue difícil y en el primer empujón lo sentí muy adentro.
Me tomó de la cintura con ambas manos y empezó su frenético movimiento. Gemí con una perra mientras Erik me follaba sobre su esposa. La situación me excitó tanto que sentí un orgasmo en ese mismo instante, sintiendo la cara de ella rozándome el clítoris.
Me cogió unos minutos más hasta que empezó a decirme que no aguantaba y que se iba a correr.
-Házlo - dije entre gemidos - ahí mismo, sobre tu mujer.
Ni bien terminé de decirlo el cabrón se corrió. Eyaculó dentro de mi vagina, sentí su líquido caliente dentro mío. Con unos cuantos espasmos lo dejó adentro, para luego salir.
Me quedé ahí mismo por un tiempo hasta que sentí lo que quería sentir. El semen saliendo de mí, se derramó desde mí vagina hasta el rostro de Graciela. Me moví lentamente y restregué mi conchita llena de semen de su marido por toda su cara.
Cuando terminé de hacerlo me levanté. Aún llevaba mis zapatos y fuí hacia Erik. En el momento en que abría la boca para decir algo su rostro cambió a una expresión de terror, Graciela se movía, iba a despertar.
No recuerdo cómo logré tomar mi vestido y correr, borracha, follada y con tacones hacía el baño que estaba cerca. Todo antes de que Graciela despertase.
Por toda la suerte del mundo estaba aún ebria, así que sólo se tocó el rostro y sintió el semen, y se tragó la mentira que el hábil Erik inventó en ese instante. Según él, ella estaba ebria y se durmió, mientras él, todo fogoso la desnudó, la besó, la mordió, la folló y acabó en su rostro.
Bueno, admito que fue un gran escape y Graciela no lo puso en duda. Incluso fue más allá al llorar y pedirle perdón por estar así y arruinar la noche.
- Pero sé como compensarte amor - dijo hilando las palabras.
Ella, agarró la verga de Erik flácida y empezó a mamárselo hasta que después de mucho intentar logró que se pusiera un poco dura. Después, se colocó de cuatro como la zorrita que era y le ofreció el culo.
- Por detrás amor, es mi regalo de noche de bodas - logró decir mientras eructaba.
No hace falta decir que Erik no desaprovechó la ocasión. La agarró igual que a mí y la penetró por el culo.
La follaba tan fuerte que Graciela gritaba y pedía que baje el ritmo, pero Erik seguía con lo suyo. Me pregunté si pensaba en mí y agradecí no ser yo la que recibía aquel suplicio.
- ¿Qué opinas de Elizabeth? - le preguntó Erik a su esposa mientras le penetraba.
- ¿Eli? ¡Ay! Amor me estás rompiendo - dejó de hablar y mordió sus sábanas. Se recompuso al rato - ella es... Hermosa.. yo siempre.. au!... Yo siempre la envidiaba pero ella.. ay! Erik! Basta!- Erik la follaba más y más rápido, el depravado le preguntaba sobre mí mientras se la cogía - Elizabeth es una buena persona, me equivoqué con ella - dijo finalmente Graciela.
Eso me tomó desprevenida. Me había comportado como toda una estúpida con alguien que jamás había hecho algo contra mí. Al final creo que la zorra fuí yo. Ella había hablado bien de mí con su esposo e incluso me lo había dicho a mí.
En medio de mi revelación Erik se detuvo diciendo que ya había terminado. Dejó a Graciela acostada, quien volvió a dormirse de inmediato. Se levantó y fue al baño.
Yo estaba desnuda todavía. Él entró, cerró la puerta y me tomó del cabello por detrás de la cabeza, con fuerza jaló de mí hacía abajo.
Yo caí de rodillas ante él en el piso del baño y él se sujetó la polla con la otra mano.
- Manos a la espalda zorra - me dijo con la mirada muy seria, no pude negarme y obedecí - Mi esposa te considera su amiga y vos la fallaste.
¿Yo fallé? ¿El cabrón me había follado a placer y era mi culpa? Aunque, quizás lo último sea verdad.
- Ahora no dirás nada de lo que pasó hoy a nadie - me dijo a modo de amenaza, mientras acercaba su verga a mi rostro - O yo comienzo a hablar de lo buscona que fuiste, ¿Entendido?
- Ok - respondí, quizá tuviese razón, yo creé las situaciones y forcé los eventos.
- Ahora abrí tu boca y sentí el sabor del culo de mi esposa, por qué ahí siempre estarás, detrás de ella.
Eso fue un golpe, al corazón. Yo abrí la boca y él me lo metió lentamente, pero sin detenerse, me dió dos arcadas antes de sentir el glande en mi garganta. Lo dejó allí unos segundos y entonces empezó a mover mi cabeza mientras yo se la chupaba. Pude sentir el sabor de su pene, mezclado con el acre sabor del culo de Graciela. La humillada era yo al final de la historia.
Seguí chupándolo cuando comprendí que no había terminado, su pene aún estaba erecto. No había acabado como le había dicho a Graciela. No sentí el sabor del semen, solo su sabor y el de ella.
Cuando lo comprendí, él, como para corroborarlo se sacó el pene de mi boca y empezó a masturbarse sobre mi rostro. No tardó en terminar eyaculó en mi cara. El primer chorro de semen se me metió en los ojos y el segundo, con un rápido movimiento terminó en mi boca. Metió su pene mientras me sujetaba la cabeza y lo empujó en mi garganta. Fue tanta la sorpresa que lo único que pude hacer su tragarlo todo.
Cuando salió del baño quedé ahí mismo, arrodillada en el piso. Con los ojos irritados y sus sabores en mi boca, con mi tanga puesta y zapatos en los pies.
Debería salir más seguido con Graciela. Quizás la llámase la semana siguiente.
4 comentarios - #19 Embriagué a mi amiga para coger con su marido (putísim
El que ahora tiene envidia de Erik soy yo...jajaja