A. era amigo de la pareja. Si hasta fue uno de los candidatos a testigo de casamiento. Era muy amigo de los dos, más mío que de ella, pero antes de casarme con R. me enteré que le había tirado los perros a mi novia. Tardé mucho tiempo en confesarle a R. que no me había molestado que A. le tirara los perros. Es más, cuando lo hice, le confesé que lejos de molestarme, me había gustado. Sería orgullo, sería que saber que mi amigo deseaba a mi mujer, no era más que vanagloriarme, de pavonearme.
Una vez le insinué a R. si A. no era de su agrado, y ella no me dijo que no. Y puso esa cara de puta que tanto me gusta. Entonces me decidí: le dije que lo metamos en la cama. Y ella no dudó. Es más, fue idea de ella cogerme y sacarnos fotos, para mandárselas a él.
Fueron semanas, meses. Provocándolo, esperando el momento de llevarlo a casa, y cumplir lo que era mi fantasía, y la de la putita de mi mujer.
La provocación llegó al punto de que ya no le mandábamos fotos juntos. Le sacaba fotos a mi mujer de modos atrevidos, su escote, su culo en pompa. Hasta una serie muy zarpada donde la até a la cama en cruz, y le saqué una foto con la cola de R. muy roja de chirlos. Después le pedí a ella que se las mandara.
A. mientras tanto, enloquecía, pero es un caballero. Nunca se sobrepasó con ella, y esperaba su momento, y su momento llegó el sábado, que teníamos juntada con amigos y sin parejas.
En medio del asado, recibí un mensaje de R. preguntándome si hoy era el día. Y yo, después de hablar con A. le dije que sí. A partir de ese momento, la muy perra no dejó de mandar fotos sugerentes, diciéndonos a él y a mí, por separado, que nos estaba esperando, que no tomáramos demasiado, que nos estaba esperando. Hasta que armó un grupo donde solo estábamos nosotros tres. Y empezó a desnudarse, y a mostrar y a generar toda la expectativa que ya teníamos, y que, sin dudas, ella también tenía.
Cuando a eso de las dos de la mañana recibimos un video de ella masturbándose como loca, decidimos disculparnos e irnos del lugar.
Cuando llegamos, R. estaba dormida. Eran las tres de la mañana, y A. me miró casi con desesperación. Yo lo tranquilicé con la mirada, y puse café a hacer. Serví tres tacitas, y fui a despertar a la bella durmiente.
Tomamos el café muy rápidamente y le empecé a sacar la ropa mientras me besaba. El chabon estaba re nervioso al principio. Miraba nomás, como esperando la orden, como esperando que le den permiso.
Y luego ella se le acercó y el metió un pezón en su boca. Se quedó un rato largo en sus tetas. Mientras chupaba, besaba, mordía, murmuraba diciéndole que sus tetas siempre lo podían. Ya es hora de decirlo: P. tiene tetas poderosas. De esas que aparecen en medio de una paja, y te hacen desearla.
En el momento en que los cafés habían sido bebidos, P. estaba en tanga, yo totalmente desnudo y M. totalmente vestido, la agarré de la muñeca y la llevé a la habitación. Con la mirada le dije a M. que nos siguiera.
Apenas entramos al cuarto, R. le zampó un beso en la boca a A. y empezó a sacarle toda la ropa. Nos ordenó, porque eso fue una orden, que nos acostemos en la cama, y se puso a chuparnos la pija.
Yo estaba a palo. A mí las tetas de R. no me pueden. Me puede su boca. No hay nada que me guste más que me chupe la pija. La de A. estaba blandita, pero el trabajo de R. hizo lo suyo. Entró en su boca como una babosa, y salió lustrosa, enhiesta. Lista para hacer su trabajo.
Y mientras me la chupaba a mí, él se tocaba. Y los tres intercambiamos miradas cómplices.
Hasta que la recosté y empecé a chuparle la concha, invitando a A. a que mirara. R. contuvo sus gemidos, y, no es por agrandarme, como se donde están los lugares donde hay que acariciar con la lengua, ella tuvo su primer orgasmo de la noche. En realidad, el segundo, porque el primero lo había tenido sola, y nos había mandado el video. Pero este no fue escandaloso, fue silencioso, como un suspiro.
Inmediatamente, y para que la cosa no se enfríe, le puse mi pija en la boca y lo invité a A. a sumarse. Al principio solo se animaba a acariciarle el cuerpo, hasta que empezó a animarse, y se la empezó a chupar. R. empezó a murmurar que le gustaba, que no parara, que lo estaba haciendo distinto, que nunca había sentido eso con la lengua, y casi acabó en su boca, gimiendo como una loca, así que hice lo que se hacer: le puse las patitas al hombro y empecé a bombearla, y no tardó ni dos minutos en acabar, mucho más fuerte, mucho más electrizante.
Apenas si le dejamos tiempo para recobrar el aliento, la agarré de la cintura, y la puse encima de mí. Ella me cabalgó como ella sola sabe, moviéndose frenética. A mi no me importaba gemir delante de mi amigo. A él no le importaba decir que A. lo volvía loco, que qué pedazo de mujer, mientras seguía masturbándose para ella.
Ya todo el control estaba en manos de mi mujercita, que sin avisar, se desmontó de mi pija, se puso en cuatro patas, y le ordenó a A., porque eso fue una orden, que le prestara un poco su miembro para saborearlo, mientras yo le daba por atrás, sin respiro, porque me había dejado a mil.
Sin avisar, porque a esta altura R. estaba sacada de hembra, chorreando, se dio vuelta y no hizo falta que le ordenara a A. que le diera él. Apenas si recostó la cabeza y le dejó el culo parado para sentirlo adentro suyo.
Yo empecé a disfrutar del show. Un movimiento para dejar espacio, y empecé a disfrutar del espectáculo que, en definitiva, la putita de mi mujer me estaba dando a mí.
Le exigió que no parara, y él, entre murmullos, le dijo que si seguía así iba a acabar rápido. Y la respuesta fue casi un grito
-seeee, dame duro, puto, dame que voy a acabar otra veeeez….
Pero M. duró apenas unas embestidas más, y acabó, y se derrumbó en la cama. Acabó ruidosamente y se relajó. Entonces, ella que estaba hambrienta de ese tercer orgasmo, se sentó arriba mío, de espaldas a A. y se puso en ese modo perra, ese modo saca leche, apretándome la pija con sus contracciones vaginales, y le metí mano en el culo. Ella, además de moverse, empezó a frotarse el clítoris, y empezó a sentir ese orgasmo. Lo empecé a notar en su cuerpo, y entonces me moví debajo de ella sin asco, porque quería que con su orgasmo, se llevara el mío también.
No fue parejo. Ella tuvo tres orgasmos –y una paja previa-. Nosotros apenas uno cada uno. Pero todo tiene su revancha. Esas fueron las últimas palabras que le dijimos a A. cuando lo despedimos.
Una vez le insinué a R. si A. no era de su agrado, y ella no me dijo que no. Y puso esa cara de puta que tanto me gusta. Entonces me decidí: le dije que lo metamos en la cama. Y ella no dudó. Es más, fue idea de ella cogerme y sacarnos fotos, para mandárselas a él.
Fueron semanas, meses. Provocándolo, esperando el momento de llevarlo a casa, y cumplir lo que era mi fantasía, y la de la putita de mi mujer.
La provocación llegó al punto de que ya no le mandábamos fotos juntos. Le sacaba fotos a mi mujer de modos atrevidos, su escote, su culo en pompa. Hasta una serie muy zarpada donde la até a la cama en cruz, y le saqué una foto con la cola de R. muy roja de chirlos. Después le pedí a ella que se las mandara.
A. mientras tanto, enloquecía, pero es un caballero. Nunca se sobrepasó con ella, y esperaba su momento, y su momento llegó el sábado, que teníamos juntada con amigos y sin parejas.
En medio del asado, recibí un mensaje de R. preguntándome si hoy era el día. Y yo, después de hablar con A. le dije que sí. A partir de ese momento, la muy perra no dejó de mandar fotos sugerentes, diciéndonos a él y a mí, por separado, que nos estaba esperando, que no tomáramos demasiado, que nos estaba esperando. Hasta que armó un grupo donde solo estábamos nosotros tres. Y empezó a desnudarse, y a mostrar y a generar toda la expectativa que ya teníamos, y que, sin dudas, ella también tenía.
Cuando a eso de las dos de la mañana recibimos un video de ella masturbándose como loca, decidimos disculparnos e irnos del lugar.
Cuando llegamos, R. estaba dormida. Eran las tres de la mañana, y A. me miró casi con desesperación. Yo lo tranquilicé con la mirada, y puse café a hacer. Serví tres tacitas, y fui a despertar a la bella durmiente.
Tomamos el café muy rápidamente y le empecé a sacar la ropa mientras me besaba. El chabon estaba re nervioso al principio. Miraba nomás, como esperando la orden, como esperando que le den permiso.
Y luego ella se le acercó y el metió un pezón en su boca. Se quedó un rato largo en sus tetas. Mientras chupaba, besaba, mordía, murmuraba diciéndole que sus tetas siempre lo podían. Ya es hora de decirlo: P. tiene tetas poderosas. De esas que aparecen en medio de una paja, y te hacen desearla.
En el momento en que los cafés habían sido bebidos, P. estaba en tanga, yo totalmente desnudo y M. totalmente vestido, la agarré de la muñeca y la llevé a la habitación. Con la mirada le dije a M. que nos siguiera.
Apenas entramos al cuarto, R. le zampó un beso en la boca a A. y empezó a sacarle toda la ropa. Nos ordenó, porque eso fue una orden, que nos acostemos en la cama, y se puso a chuparnos la pija.
Yo estaba a palo. A mí las tetas de R. no me pueden. Me puede su boca. No hay nada que me guste más que me chupe la pija. La de A. estaba blandita, pero el trabajo de R. hizo lo suyo. Entró en su boca como una babosa, y salió lustrosa, enhiesta. Lista para hacer su trabajo.
Y mientras me la chupaba a mí, él se tocaba. Y los tres intercambiamos miradas cómplices.
Hasta que la recosté y empecé a chuparle la concha, invitando a A. a que mirara. R. contuvo sus gemidos, y, no es por agrandarme, como se donde están los lugares donde hay que acariciar con la lengua, ella tuvo su primer orgasmo de la noche. En realidad, el segundo, porque el primero lo había tenido sola, y nos había mandado el video. Pero este no fue escandaloso, fue silencioso, como un suspiro.
Inmediatamente, y para que la cosa no se enfríe, le puse mi pija en la boca y lo invité a A. a sumarse. Al principio solo se animaba a acariciarle el cuerpo, hasta que empezó a animarse, y se la empezó a chupar. R. empezó a murmurar que le gustaba, que no parara, que lo estaba haciendo distinto, que nunca había sentido eso con la lengua, y casi acabó en su boca, gimiendo como una loca, así que hice lo que se hacer: le puse las patitas al hombro y empecé a bombearla, y no tardó ni dos minutos en acabar, mucho más fuerte, mucho más electrizante.
Apenas si le dejamos tiempo para recobrar el aliento, la agarré de la cintura, y la puse encima de mí. Ella me cabalgó como ella sola sabe, moviéndose frenética. A mi no me importaba gemir delante de mi amigo. A él no le importaba decir que A. lo volvía loco, que qué pedazo de mujer, mientras seguía masturbándose para ella.
Ya todo el control estaba en manos de mi mujercita, que sin avisar, se desmontó de mi pija, se puso en cuatro patas, y le ordenó a A., porque eso fue una orden, que le prestara un poco su miembro para saborearlo, mientras yo le daba por atrás, sin respiro, porque me había dejado a mil.
Sin avisar, porque a esta altura R. estaba sacada de hembra, chorreando, se dio vuelta y no hizo falta que le ordenara a A. que le diera él. Apenas si recostó la cabeza y le dejó el culo parado para sentirlo adentro suyo.
Yo empecé a disfrutar del show. Un movimiento para dejar espacio, y empecé a disfrutar del espectáculo que, en definitiva, la putita de mi mujer me estaba dando a mí.
Le exigió que no parara, y él, entre murmullos, le dijo que si seguía así iba a acabar rápido. Y la respuesta fue casi un grito
-seeee, dame duro, puto, dame que voy a acabar otra veeeez….
Pero M. duró apenas unas embestidas más, y acabó, y se derrumbó en la cama. Acabó ruidosamente y se relajó. Entonces, ella que estaba hambrienta de ese tercer orgasmo, se sentó arriba mío, de espaldas a A. y se puso en ese modo perra, ese modo saca leche, apretándome la pija con sus contracciones vaginales, y le metí mano en el culo. Ella, además de moverse, empezó a frotarse el clítoris, y empezó a sentir ese orgasmo. Lo empecé a notar en su cuerpo, y entonces me moví debajo de ella sin asco, porque quería que con su orgasmo, se llevara el mío también.
No fue parejo. Ella tuvo tres orgasmos –y una paja previa-. Nosotros apenas uno cada uno. Pero todo tiene su revancha. Esas fueron las últimas palabras que le dijimos a A. cuando lo despedimos.
6 comentarios - Trío h-m-h