Hace unos días puse una nota acá en P!
Como ya tuve, gracias a mi trabajo de masajista, muy lindas experiencias con mujeres que sus maridos trajeron para que les de un muy caliente masaje sensual y ellos ver como gozaban sus mujercitas en mis manos, les propongo algo:
A las primeras 3 parejas que arreglen conmigo para uno de estos masajes, este sera TOTALMENTE GRATIS.
La cosa es asi: es un masaje sensual donde ellas gozaran mucho. Respetando el gusto de cada pareja, llegando a tener sexo si asi lo desean. Y la participacion de el se pacta de acuerdo a sus gustos.
Estoy en Zona Norte del G.B.A.
Como les dije, las 3 primeras parejas que concuerden un turno sera totalmente gratis.
Muchos me contactaron y estamos charlando pero con una pareja concretamos: Ana y Raúl. Me dieron autorización para poner sus nombres de pila pero no su Nick de P!. Una vez comentaron sus gustos con los cuernos y se les fué de las manos la cantidad de propuestas, asi que prefieren hacerlo buscando ellos.
Mi propuesta les pareció divertida y se animaron a venir.
Organicé todo en el gabinete para estar tranquilo, música, aromas, velas, la camilla y un lugar cómodo para que el marido pueda observarnos y deleitarse con el pequeño show. Llegaron. Ella no era muy alta, cuerpo normal. Alrededor de 40 años, un lindo par de tetas que se dejaban apreciar debajo de una camisa algo ajustada. Su marido era bastante mayor que ella, más de 50 años, pelo canoso, flaco. Me saludaron ambos con un beso y pasaron, no pude evitar (nunca puedo) mirar su culo mientras pasaba, y ese pantalón de jean contenía un hermoso culo, grande y redondo.
Pasaron al gabinete y charlamos de banalidades, le mostré el lugar que había preparado para él y le dije a ella donde podía poner su ropa, y como acomodarse en la camilla, que se desvistiera y me esperara. Me retiré unos instantes para que se ponga cómoda tranquila.
Normalmente dejo dos sabanas en la camilla, una para que se acueste sobre ella y otra para que se tape, pero este era un masaje especial, donde no necesitaba taparse, donde debía dejarme todo su cuerpo al descubierto para que yo pudiera despertar cada fibra de su piel.
Volví y ella ya estaba desnuda pero sentada en la camilla charlando con su marido, si hasta me pareció que habían estado besándose… mejor, la tendría más caliente.
Se puso boca abajo en la camilla y entonces pude apreciar su hermoso culo que aunque tenía un poco de celulitis era bello, grande, deseable.
Comencé con un buen masaje relajante para su espalda, el marido miraba con cara de satisfacción, yo lo miraba buscando su complicidad, cosa que haría varias veces, como buscando su visto bueno ante cada paso que iba a dar.
Después de relajar bien la parte alta de su espalda bajé hasta su cintura, ella me agradeció que le relajara esa zona que tenía dolorida, sumado a la excitación que le daba cuando mis manos se acercaban a su hermosa cola.
No tardé en posar mis manos en ese lugar deseado desde que la vi entrar, una hermosa cola rosada, con la firmeza justa de una mujer que había vivido…. Ella agradecía cada caricia con un leve suspiro y el marido comenzaba a gozar de lo que veía, note su erección y al poco comenzó a tocarse tímidamente por sobre el pantalón.
Esa cola me excitaba y mucho y no tardé en estar al palo yo también. Mi pantalón de masajista no podía ocultar mi excitación pero tampoco me interesaba ocultarla.
Centré el masaje en los glúteos, no era todavía el momento de ir más profundo, solo me acerque un poco a su agujerito y ella endureció la cola y la paró un poco, preparándose para gozar, pero aun debía esperar.
Fui para sus piernas, un suave y firme masaje en los pies… eso sí que relaja!!
Después, subí lentamente por las piernas, acercándome al lugar que centrarán todas mis caricias… pero no era el tiempo todavía… ella suspiraba, estaba gozando el masaje… él no podía ver bien mis maniobras porque yo le daba la espalda, pero elegí hacerlo así con la primera pierna, para que después pueda ser espectador de lujo de todo lo que vendrá.
Cuando cambié de pierna volví a repetir el masaje, ahora en el otro pie, y luego a subir por la pierna, la reacción de ella y sus suspiros excitaban al marido que ahora podía ver bien todas mis maniobras.
Terminada la parte relajante del masaje me dedique a lo más excitante. Mis caricias suaves recorrieron su espalda, su cola, sus piernas y volvía a empezar, cada vuelta más suave, más sensual, más lento…. Cuando pasaba por su cola ella la paraba pidiendo que termine con esa dulce tortura pero yo no tenía ningún apuro…
Mis dedos apenas rozando su piel lograban el objetivo de encenderla, hacerla gozar, desear más….
Miré al marido y le hice entender que comenzaba lo más excitante… mis manos entraban entre sus muslos y al llegar a su entre pierna subían a su cola sin tocar su conchita…. Todavía no.
Con las manos de canto y juntas, bien aceitadas, deslizándolas por su raya, rozando su agujero, sacándole los más profundos suspiros…. El marido había sacado su pija y ya estaba pajeándose lentamente.
Ella había parado el culo dejándome toda su conchita a mi disposición pero yo estaba dispuesto a hacerla sufrir un poco más. Pasaba mis dedos índice y mayor, bien aceitados por los bordes y después seguía por su cola, pasaba por su agujerito y jugaba en redondo por el borde… ella deliraba de placer.
A la tercera vez que pasé por su culo comencé a girar mi dedo y lentamente se lo fui metiendo. Esa cola estaba acostumbrada a recibir visitas, mi dedo entró fácil y yo fui moviéndolo suavemente, haciéndola gozar. Solo un dedo y no muy profundo… para que goce, la idea no era solo hacerla gozar un poco.
Tener esa cola hermosa para mí me producía una gran excitación. Mi pija estaba muy dura. Muy loco tener esa cola para mí, una mujer casada y su marido ahí, mirando y disfrutándolo.
Jugué un buen rato con su cola y decidí que ya era tiempo de ir por más, le pedí que se ponga boca arriba, abrí un poco sus piernas su concha estaba muy mojada y todavía ni la había tocado. Sobre ella un triangulito de pelos prolijamente cortados le daban un buen marco.
Sus tetas eran medianas y bien formadas, sus pezones no muy grandes, oscuros, muy duros. Ella respiraba entrecortada.
Comencé con un suave masaje en su panza, agrande los círculos hasta rozar su vello púbico, Luego fui hasta la cabecera, aflojé tensiones en su cuello, sus sienes, sus hombros, baje a sus pechos, los amasé, apreté sus pezones, jugué con ellos… se volvió loca.
Luego volví a su pubis, jugué con mis dedos entre su vello, y comencé a masajear su conchita.
Recorrí los bordes de arriba a abajo… ella gemía fuerte, de a poco dejé caer mis dedos dentro de sus labios, los moví, se fueron mojando bien con sus abundantes jugos, luego fui de a poco buscando su clítoris.
Este estaba rojo e hinchado, al tocarlo ella pareció recibir un impulso eléctrico en todo el cuerpo, eso es efecto del masaje recibido preparando su piel para esto, luego, un leve masaje, una apretadita y la explosión de placer y lujuria invadiéndola entre espasmos. Ese profundo orgasmo fue el inicio de su placer, el primero de muchos en esa tarde y una muestra para su marido de lo mucho que iba a hacer gozar a su mujercita.
Cuando se calmó un poco volví al ataque tomé sus labios entre mis dedos y les brindé un suave masaje, luego seguí con una mano mientras que con la otra introducía el dedo mayor, un poquito curvado para rozar bien las paredes internas de su vagina.
Muy lentamente fui rozando el interior de su vagina, el punto G y todos los demás puntos fueron estimulados y con la otra mano seguía entre sus labios y su clítoris.
Ella se agarraba a la camilla y arqueaba la espalda, gemía, me pedía que la haga estallar, le gritaba al marido que viera lo que yo la hacía gozar….una hermosa locura!
Volvió a acabar y ahí aflojé un poquito y fui a jugar con sus tetas, las lamí, las chupé, las mordisqueé por un buen rato, sin dejar de apretarlas con mis manos, bajé con mi lengua hasta su ombligo y jugué un rato ahí también. Luego ya fui directo a su concha y volvió a jadear… lamí su clítoris, sus labios, tomé su néctar, mucho, como a mí me gusta.
No tardó mucho en volver a acabar, esta vez a los gritos y pidiéndome que la coja…. Mi calentura era similar a la de ella, y ente su pedido no tardé mucho en desvestirme y colocarme un preservativo.
Tome sus piernas y la acerqué hacia mi, las levante sobre mis hombros y así, parado dentre ella, metí mi verga de lleno en su concha. Comencé a cogerla con fuerza, a ello me llevó la locura del encuentro. Ella miraba a su marido y le decía que viera como yo la hacía gozar. Yo le daba mientras chupaba sus hermosas tetas, por mi cabeza pasaban muchas cosas… pero bueno, estaba para gozar en ese momento y lo estaba haciendo!!!
Después me corrí y la hice bajar a ella, la puse de pie, en frente a él para que la vea a la cara, con los codos apoyados en la camilla y la cola parada y me paré atrás para penetrarle así la conchita.
Su marido podía ver la cara de putita que ponía mientras yo la cogía, y mientras lo veíamos a él pajeándose.
-Mira como me está dando…. Así te gusta?....mira cómo te hace cornudo!!!!...ahhhh….como lo siento adentro….ahora soy su puta y no la tuya……
Pero yo quería algo más y saqué la pija de su concha y le apoyé la cabeza en la entrada de su culo.
-Por el culo cuidado! – Dijo ella.
Pero, como ya les había dicho, había comprobado que ese culito estaba muy usado….
Le puse al marido cara de determinación y empujé, no le costó mucho entrar a mi pija, con lo cual corroboraba mi teoría.
Comencé a gozarme ese culo hermoso que deseé desde el momento que lo vi y estaba en la gloria. Ella seguía gimiendo y mientras yo la culeaba se pajeaba.
Ella se dio cuenta que su marido estaba por acabar y le dijo que quería su leche y también la mía.
La solté y fue entre las piernas de su marido y se tomó hasta la última gota de su leche y luego agarró mi pija y me la chupó hasta obtener también mi néctar. Ahora el de los espasmos fui yo y le llené la boca.
Tragó la leche, se puso de pie y me plantó un beso, sus labios sabían a lujuria.
Nos vestimos y me agradecieron por todo.
Me quedé pensando en las cosas de la vida, me gustaba haber ayudado en sus fantasías. No los juzgaba, quien soy yo para eso, nadie puede juzgar a una pareja que en pos de disfrutar incluye a un tercero, somos todos mayores, libres y deseosos de gozar.
Amo mi bendito trabajo.
Al día siguiente un saludo por el chat y un agradecimiento por parte de ellos sumado a pedirme que les cuente el encuentro, me regocijó aún más.
Como ya tuve, gracias a mi trabajo de masajista, muy lindas experiencias con mujeres que sus maridos trajeron para que les de un muy caliente masaje sensual y ellos ver como gozaban sus mujercitas en mis manos, les propongo algo:
A las primeras 3 parejas que arreglen conmigo para uno de estos masajes, este sera TOTALMENTE GRATIS.
La cosa es asi: es un masaje sensual donde ellas gozaran mucho. Respetando el gusto de cada pareja, llegando a tener sexo si asi lo desean. Y la participacion de el se pacta de acuerdo a sus gustos.
Estoy en Zona Norte del G.B.A.
Como les dije, las 3 primeras parejas que concuerden un turno sera totalmente gratis.
Muchos me contactaron y estamos charlando pero con una pareja concretamos: Ana y Raúl. Me dieron autorización para poner sus nombres de pila pero no su Nick de P!. Una vez comentaron sus gustos con los cuernos y se les fué de las manos la cantidad de propuestas, asi que prefieren hacerlo buscando ellos.
Mi propuesta les pareció divertida y se animaron a venir.
Organicé todo en el gabinete para estar tranquilo, música, aromas, velas, la camilla y un lugar cómodo para que el marido pueda observarnos y deleitarse con el pequeño show. Llegaron. Ella no era muy alta, cuerpo normal. Alrededor de 40 años, un lindo par de tetas que se dejaban apreciar debajo de una camisa algo ajustada. Su marido era bastante mayor que ella, más de 50 años, pelo canoso, flaco. Me saludaron ambos con un beso y pasaron, no pude evitar (nunca puedo) mirar su culo mientras pasaba, y ese pantalón de jean contenía un hermoso culo, grande y redondo.
Pasaron al gabinete y charlamos de banalidades, le mostré el lugar que había preparado para él y le dije a ella donde podía poner su ropa, y como acomodarse en la camilla, que se desvistiera y me esperara. Me retiré unos instantes para que se ponga cómoda tranquila.
Normalmente dejo dos sabanas en la camilla, una para que se acueste sobre ella y otra para que se tape, pero este era un masaje especial, donde no necesitaba taparse, donde debía dejarme todo su cuerpo al descubierto para que yo pudiera despertar cada fibra de su piel.
Volví y ella ya estaba desnuda pero sentada en la camilla charlando con su marido, si hasta me pareció que habían estado besándose… mejor, la tendría más caliente.
Se puso boca abajo en la camilla y entonces pude apreciar su hermoso culo que aunque tenía un poco de celulitis era bello, grande, deseable.
Comencé con un buen masaje relajante para su espalda, el marido miraba con cara de satisfacción, yo lo miraba buscando su complicidad, cosa que haría varias veces, como buscando su visto bueno ante cada paso que iba a dar.
Después de relajar bien la parte alta de su espalda bajé hasta su cintura, ella me agradeció que le relajara esa zona que tenía dolorida, sumado a la excitación que le daba cuando mis manos se acercaban a su hermosa cola.
No tardé en posar mis manos en ese lugar deseado desde que la vi entrar, una hermosa cola rosada, con la firmeza justa de una mujer que había vivido…. Ella agradecía cada caricia con un leve suspiro y el marido comenzaba a gozar de lo que veía, note su erección y al poco comenzó a tocarse tímidamente por sobre el pantalón.
Esa cola me excitaba y mucho y no tardé en estar al palo yo también. Mi pantalón de masajista no podía ocultar mi excitación pero tampoco me interesaba ocultarla.
Centré el masaje en los glúteos, no era todavía el momento de ir más profundo, solo me acerque un poco a su agujerito y ella endureció la cola y la paró un poco, preparándose para gozar, pero aun debía esperar.
Fui para sus piernas, un suave y firme masaje en los pies… eso sí que relaja!!
Después, subí lentamente por las piernas, acercándome al lugar que centrarán todas mis caricias… pero no era el tiempo todavía… ella suspiraba, estaba gozando el masaje… él no podía ver bien mis maniobras porque yo le daba la espalda, pero elegí hacerlo así con la primera pierna, para que después pueda ser espectador de lujo de todo lo que vendrá.
Cuando cambié de pierna volví a repetir el masaje, ahora en el otro pie, y luego a subir por la pierna, la reacción de ella y sus suspiros excitaban al marido que ahora podía ver bien todas mis maniobras.
Terminada la parte relajante del masaje me dedique a lo más excitante. Mis caricias suaves recorrieron su espalda, su cola, sus piernas y volvía a empezar, cada vuelta más suave, más sensual, más lento…. Cuando pasaba por su cola ella la paraba pidiendo que termine con esa dulce tortura pero yo no tenía ningún apuro…
Mis dedos apenas rozando su piel lograban el objetivo de encenderla, hacerla gozar, desear más….
Miré al marido y le hice entender que comenzaba lo más excitante… mis manos entraban entre sus muslos y al llegar a su entre pierna subían a su cola sin tocar su conchita…. Todavía no.
Con las manos de canto y juntas, bien aceitadas, deslizándolas por su raya, rozando su agujero, sacándole los más profundos suspiros…. El marido había sacado su pija y ya estaba pajeándose lentamente.
Ella había parado el culo dejándome toda su conchita a mi disposición pero yo estaba dispuesto a hacerla sufrir un poco más. Pasaba mis dedos índice y mayor, bien aceitados por los bordes y después seguía por su cola, pasaba por su agujerito y jugaba en redondo por el borde… ella deliraba de placer.
A la tercera vez que pasé por su culo comencé a girar mi dedo y lentamente se lo fui metiendo. Esa cola estaba acostumbrada a recibir visitas, mi dedo entró fácil y yo fui moviéndolo suavemente, haciéndola gozar. Solo un dedo y no muy profundo… para que goce, la idea no era solo hacerla gozar un poco.
Tener esa cola hermosa para mí me producía una gran excitación. Mi pija estaba muy dura. Muy loco tener esa cola para mí, una mujer casada y su marido ahí, mirando y disfrutándolo.
Jugué un buen rato con su cola y decidí que ya era tiempo de ir por más, le pedí que se ponga boca arriba, abrí un poco sus piernas su concha estaba muy mojada y todavía ni la había tocado. Sobre ella un triangulito de pelos prolijamente cortados le daban un buen marco.
Sus tetas eran medianas y bien formadas, sus pezones no muy grandes, oscuros, muy duros. Ella respiraba entrecortada.
Comencé con un suave masaje en su panza, agrande los círculos hasta rozar su vello púbico, Luego fui hasta la cabecera, aflojé tensiones en su cuello, sus sienes, sus hombros, baje a sus pechos, los amasé, apreté sus pezones, jugué con ellos… se volvió loca.
Luego volví a su pubis, jugué con mis dedos entre su vello, y comencé a masajear su conchita.
Recorrí los bordes de arriba a abajo… ella gemía fuerte, de a poco dejé caer mis dedos dentro de sus labios, los moví, se fueron mojando bien con sus abundantes jugos, luego fui de a poco buscando su clítoris.
Este estaba rojo e hinchado, al tocarlo ella pareció recibir un impulso eléctrico en todo el cuerpo, eso es efecto del masaje recibido preparando su piel para esto, luego, un leve masaje, una apretadita y la explosión de placer y lujuria invadiéndola entre espasmos. Ese profundo orgasmo fue el inicio de su placer, el primero de muchos en esa tarde y una muestra para su marido de lo mucho que iba a hacer gozar a su mujercita.
Cuando se calmó un poco volví al ataque tomé sus labios entre mis dedos y les brindé un suave masaje, luego seguí con una mano mientras que con la otra introducía el dedo mayor, un poquito curvado para rozar bien las paredes internas de su vagina.
Muy lentamente fui rozando el interior de su vagina, el punto G y todos los demás puntos fueron estimulados y con la otra mano seguía entre sus labios y su clítoris.
Ella se agarraba a la camilla y arqueaba la espalda, gemía, me pedía que la haga estallar, le gritaba al marido que viera lo que yo la hacía gozar….una hermosa locura!
Volvió a acabar y ahí aflojé un poquito y fui a jugar con sus tetas, las lamí, las chupé, las mordisqueé por un buen rato, sin dejar de apretarlas con mis manos, bajé con mi lengua hasta su ombligo y jugué un rato ahí también. Luego ya fui directo a su concha y volvió a jadear… lamí su clítoris, sus labios, tomé su néctar, mucho, como a mí me gusta.
No tardó mucho en volver a acabar, esta vez a los gritos y pidiéndome que la coja…. Mi calentura era similar a la de ella, y ente su pedido no tardé mucho en desvestirme y colocarme un preservativo.
Tome sus piernas y la acerqué hacia mi, las levante sobre mis hombros y así, parado dentre ella, metí mi verga de lleno en su concha. Comencé a cogerla con fuerza, a ello me llevó la locura del encuentro. Ella miraba a su marido y le decía que viera como yo la hacía gozar. Yo le daba mientras chupaba sus hermosas tetas, por mi cabeza pasaban muchas cosas… pero bueno, estaba para gozar en ese momento y lo estaba haciendo!!!
Después me corrí y la hice bajar a ella, la puse de pie, en frente a él para que la vea a la cara, con los codos apoyados en la camilla y la cola parada y me paré atrás para penetrarle así la conchita.
Su marido podía ver la cara de putita que ponía mientras yo la cogía, y mientras lo veíamos a él pajeándose.
-Mira como me está dando…. Así te gusta?....mira cómo te hace cornudo!!!!...ahhhh….como lo siento adentro….ahora soy su puta y no la tuya……
Pero yo quería algo más y saqué la pija de su concha y le apoyé la cabeza en la entrada de su culo.
-Por el culo cuidado! – Dijo ella.
Pero, como ya les había dicho, había comprobado que ese culito estaba muy usado….
Le puse al marido cara de determinación y empujé, no le costó mucho entrar a mi pija, con lo cual corroboraba mi teoría.
Comencé a gozarme ese culo hermoso que deseé desde el momento que lo vi y estaba en la gloria. Ella seguía gimiendo y mientras yo la culeaba se pajeaba.
Ella se dio cuenta que su marido estaba por acabar y le dijo que quería su leche y también la mía.
La solté y fue entre las piernas de su marido y se tomó hasta la última gota de su leche y luego agarró mi pija y me la chupó hasta obtener también mi néctar. Ahora el de los espasmos fui yo y le llené la boca.
Tragó la leche, se puso de pie y me plantó un beso, sus labios sabían a lujuria.
Nos vestimos y me agradecieron por todo.
Me quedé pensando en las cosas de la vida, me gustaba haber ayudado en sus fantasías. No los juzgaba, quien soy yo para eso, nadie puede juzgar a una pareja que en pos de disfrutar incluye a un tercero, somos todos mayores, libres y deseosos de gozar.
Amo mi bendito trabajo.
Al día siguiente un saludo por el chat y un agradecimiento por parte de ellos sumado a pedirme que les cuente el encuentro, me regocijó aún más.
5 comentarios - Historias de Masajes: Masajes y cuernos P! consentidos..