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Domando a la Zorra de mi Cuñada 12

Domando a la Zorra de mi Cuñada 12
Con El Sello De Placer y Morbo…
Mi primer día de trabajo tras la vuelta de ese viaje de placer, si de placer, pero de nuevos dolores de cabeza. Cuando fui a la oficina, me devolvieron, me dijeron que me tomara la semana para descansar, pero eso no sirvió conmigo, en otra circunstancia, lo hubiera hecho, pero me sentía tan intranquilo, solo pensaba en que locura se atrevería ha hacer Natalia, que simplemente no podía, así que decidí, ir ante de la semana al trabajo. Debido al cambio horario me tomé dos días, solo dos días, no quería abusar en mi primer puesto y no podía estar mas tiempo en la casa, con mis demonios en mi cabeza, descanso un poco lo suficiente para retornar a la oficina. no tardé en arrepentirme porque al llegar hasta mi despacho, Natalia había aprovechado mi ausencia para realizar unos sutiles cambios en la disposición de los cubículos. Al ser público tanto mi ascenso como el de ella, a nadie le extrañó que eligiera el que estaba al lado del mío. Por eso en cuanto me senté en mi silla, me encontré que a través del cristal de la pantalla, la viera a ella. La muy zorra me sonrió al ver mi cara y metiéndose un bolígrafo en la boca, se puso a chuparlo como si estuviera haciendo una felación, por lo visto se le olvido el mensaje que le envié, desde ese mensaje, yo no había recibido ninguna repuesta de ella, pensaba que había cogido mínimo, pero no, no era así eso si… Reconozco que me calentó y cabreó de igual modo, por lo que bajando la persiana, evité seguir viendo esa morena tentación.
--¡Será zorra! ¡La muy puta! -Pensé. --¡No se da cuenta que estamos en el trabajo!
Su actitud afianzo mi decisión de dar por terminada nuestra relación y por eso, a través del teléfono, le pedí que viniera.
--Ven a mi presencia por favor. -Lo dije tan serio que hasta yo me asuste un poco.
Al verla acercarse contorneando sus caderas, comprendí que iba a resultar difícil convencerla pero aun así nada más sentarse, le pedí que se comportara.
--No quiero nada de esas estupideces en la oficina ¡entendido!
--No sé a qué te refieres. -Me dijo mientras cruzaba sus piernas, dejándome apreciar la perfección de sus muslos. Haciendo un esfuerzo para retirar mis ojos de sus piernas, me encaré con ella diciendo.
--Natalia, debemos ser prudentes. No te conviene que la gente sepa que además de tu cuñado, soy tu amante. Y definitivamente a mi no me conviene deja este jueguito ho te vas ha quemar.
Al ver la expresión de su cara, supe que había expresado con el culo lo que quería decir pero antes que rectificara mis palabras, mi cuñada se levantó de su asiento, diciendo.
--No te preocupes. -Rio la muy puta, como si fuera una niña pequeña. --Nadie sabrá que eres mi hombre. -¿Pues que le pasa a esta mujer?
Su súbita huida no me permitió explicarme pero al ver que sonreía mientras volvía a su cubículo, advertí que esa puta se estaba riendo de mí. Cabreado hasta las muelas, le mandé un mail con solo una palabra.
--¡Puta! -No tardé en recibir su contestación. Al leerla supe que me había ganado la tercera batalla a los minutos.
--Esto puede considerarse acoso. Eso es malo uhmmmm… Te espero en mi casa a la hora de comer. -Maldiciendo en silencio, me concentré en el día a día y cuando ya casi se me había olvidado, llegó mi secretaria diciendo.
--Jefe, Doña Natalia me ha pedido que le recuerde la cita.
Pensando que quizás en su casa, pudiera hacerla entrar en razón, decidí acudir sabiendo que era una encerrona. Mientras iba a ver a mi cuñada, me quedé pensando que solamente una vez había pisado su casa y eso que llevaba casado con su hermana 12 años. La mala relación que mantuvimos durante todo ese tiempo nos había convertido en unos extraños. Todo nuestro contacto se limitaba a breves encuentros dentro del ámbito familiar y esporádicamente en el trabajo. Pero comprendí que tras ese congreso, todo había cambiado. No solo nos habíamos acostado, debido a que Albert la había nombrado responsable para la zona de España, y yo era el encargado de toda España, ahora era mi subordinada.
--“No comprendo su fijación por mí, puede conseguir al tipo que desee” -me dije al tratar de analizar porque una mujer tan bella y soltera se había encaprichado de un hombre casado que para más problema era su cuñado.
Tras pensarlo, aterrorizado comprendí que ese era exactamente el problema, acostumbrada a conseguir que los hombres babeen por ella, había encontrado en mi rechazo un estímulo que no le daban los demás.
--“¡Tiene que recapacitar! Si sigue con esa actitud, va a echar a perder mi matrimonio”, -sentencié mientras tocaba el telefonillo de su apartamento.
Natalia me abrió de inmediato. Que hubiese tardado unos escasos segundos en hacerlo, me avisó de que a esa mujer le urgía verme y por eso, bastante nervioso cogí el ascensor. Curiosamente, me recibió en bata y diciéndome que la esperara un minuto para darle tiempo a acabarse de vestir, me hizo pasar al salón para esperarla. Verme solo, me dio la ocasión de revisar su vivienda y mientras lo hacía, me sorprendió descubrir en su librería fotos mías.
--¿De qué va esta tipa? -Dije incrédulo de lo que veía.
En silencio en cuanto me percaté que había al menos media docena de instantáneas en las que yo aparecía. Podréis pensar que es normal que una mujer tenga fotos de su cuñado, lo sé. Lo que no es lógico es que aparezca solo y que por su tamaño sobresalgan sobre el resto. Revisando las mismas, me pareció todavía más increíble que fueran una colección que abarcaba años de mi vida. Alucinado, me fijé sobretodo en una de ellas. ¡Era una foto de una fiesta en la que por algún motivo, la tenía abrazada! Absorto me quedé mirando la imagen al percatarme que en la misma, Natalia me miraba con ojos de enamorada.
--¡No puede ser!... ¡tiene mas tiempo todo esto! ¡Esto tiene años!
La confirmación de que su encaprichamiento venía de lejos, me dejó hundido al comprender que no era algo pasajero. Tratando de asimilar esa noticia, involuntariamente cogí el marco de fotos y me senté en el sofá. Fue así como me encontró mi cuñada cuando entró en la habitación.
--Haaaaa… ¡Mirando una imagen de los dos!
Al darme la vuelta, a la que vi no fue a mi cuñada sino a una diosa. Envuelta en un picardías de raso negro casi transparente, llegó a mi lado contorneándose sobre unas sandalias con tacón. Aunque era consciente de su belleza, os juro que me costó respirar al observarla vestida así. El corpiño que lucía en esos momentos, maximizaba la perfección de sus senos dotándola de una sensualidad sin límites. Al ver tanto mi reacción como el hecho de que tenía en mis manos en ese marco, le hizo reír y sentándose a mi lado, me dijo con voz divertida.
--El día en que nos tomamos esa foto, fue cuando me di cuenta que estaba enamorada de ti. -Tratando de mantener la cordura, retiré la vista de su cuerpo y haciendo un esfuerzo por mantener mi excitación lejos, le contesté.
--¡Por favor! ¡No digas estupidez! -La espete. --¡Querrás decir encaprichada! ¡Eres incapaz de amar a alguien! -Mis duras palabras no consiguieron su objetivo porque lejos de enfadarse, Natalia se subió a horcajadas sobre mis piernas mientras con voz dulce me contestaba.
--Te equivocas. Si durante años te traté con desprecio, era porque sabía que no podía vivir sin ti, y ni contigo… Era una forma de evitar mostrar mis sentimientos. -Y entornando sus ojos, prosiguió diciendo mientras sus manos me empezaban a desabrochar la camisa. --¡Te amo desde entonces! No había hecho nada antes, por Irma… pero… pero ahora que sé que me deseas, no lo puedo evitar y deseo ser solamente tuya. -La cercanía de sus pechos y el roce de sus muslos contra mis piernas estuvieron a punto de hacerme ceder, pero sacando fuerzas de mi propia desesperación, le dije.
--Creo que te falta un tornillo. -Dije. --Sabes que no es posible. ¡Soy el marido de tu hermana!
--¡Lo sé y me duele! –Respondió. --Por eso quiero ayudarte. -No sabiendo por donde iba, le pedí que me explicara en que me podía auxiliar. Mi cuñada acercando su boca a mi oído, me susurró.
--A convencerla de que te comparta conmigo.
--¿Que?
--Si así todos ganamos. -Dijo ella muy tranquila, como que si lo que pidiera no fuera gran cosa.
Reconozco que debía haberme levantado e ido, pero para entonces Natalia se había apoderado de mi pene a través del pantalón y se lo había colocado de forma que podía sentir los pliegues de su sexo frotándose contra mi extensión.
--¡Estás loca! -Solté inseguro de no dejarme llevar. --¡Nunca lo aceptará! ¡No se si te abras dado cuenta, pero tu hermana, mi mujer es orgullosa como cualquier mujer! Ninguna mujer orgullosa, compartiría su hombre… -Fue entonces cuando me respondió.
--Ja, ja, jaaa… ¡Tú déjamelo a mí! Mi hermana me quiere y cuando sepa que no soy feliz, que no soy para nada feliz sin tenerte a mi lado, no le quedará más remedio que pedirme que me meta en vuestra cama. -Yo la escuchaba y no podía creer eso, era imposible, conocía a Irma, ella era muy celosa, yo le había puesto los cuernos, pero con cuidado, y jamás abusaba de eso.
--¡¿Me estás diciendo que le vas a reconocer que nos hemos acostado?! - pregunté con pavor.
--¡Que! ¡Noooo! ¡Jamás! Si lo hiciera, no solo te echaría de casa sino que no me volvería a hablar. -Al escucharla, me tranquilicé un poco, porque al menos mi matrimonio no corría peligro de inmediato. Tratando de averiguar que se proponía hacer, insistí en que me lo explicara.
--Ese en mi problema. -Contestó muerta de risa. --Usaré psicología femenina pero ahora, ¡Ámame! ¡Vamos ven! ¡Follame que ando deseándolo desde que baje del avión!
Mas excitado que convencido, dejé a mis hormonas actuar y por encima del picardías, acaricié sus pechos, descubriendo que los senos de mi cuñada esperaban con los pezones duros mis toqueteos. Cuando tratando de mantener la calma, me apoderé de uno de ellos y dulcemente lo pellizqué, Natalia me regaló un suspiro que me hablaba de la altísima temperatura que había alcanzado su cuerpo.
--Haaaaaaa. Haaaa. Siii papi haaa Siiii rico haaaaaaaaaa…
Esos gemidos consiguieron romper con las ataduras de mi moral y sin poderlo evitar, la levanté del sofá y le bajé las bragas, descubriendo ese depilado y cuidado sexo que tan bien conocía. Su sola visión hizo que casi me corriera de placer, mi cuñada no solo estaba buena y era una estupenda mamadora sino que de su coño desprendía un aroma afrodisíaco que invitaba a comérselo. Ya dominado por la lujuria, la alcé entre mis brazos y la llevé hasta su cuarto. Nada más entrar, Natalia me empezó a besar con pasión sin darme tiempo a quitarme los pantalones.
--Fóllame. -Rogó descompuesta. --¡Ya no aguanto! ¡Follame ya quiero ser tuya ora ves, por favor ya cógeme! -De pie y soportándola entre mis brazos, me quité los pantalones, para acto seguido y de un solo golpe, penetrarla contra la pared.
--¡¡¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay Diossssssssss!!!
Chilló al sentirse invadida y forzada por mi miembro, pero en vez de intentarse zafar del castigo, se apoyó en mis hombros para profundizar su herida. La cabeza de mi pene chocó contra la pared de su vagina.
--¡Nooooo!, hoooo, hoooooooo… ¡No seas asiiii! ¡¡No seas bruto!!
Dándome cuenta de que me había pasado, esperé a que se relajara antes de iniciar un galope desenfrenado pero ella me gritó.
--¡Vamos dame de todo! ¡Hazlo! ¡Cógeme duro! ¡No aguanto más! ¡Cógeme duro papi! ¡Hazlo yaaaaa! ¡No me tenga piedad!
Sus gemidos y aullidos se sucedían al mismo tiempo que mis penetraciones y en pocos segundos un cálido flujo recorrió mis piernas, mientras su dueña se arqueaba en mis brazos con los ojos en blanco, mezcla de placer y de dolor.
--Uffff, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, haa, ha, ¡duro! hooooo, Mmmmnnnnn, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, ha, ha, ha, ha, ¡dame duro papiiiiii! haaaaaaaaaa… ha, ha, haaaaaa, Mmnnn, Mmnnnnn… ¡Siii Diosito haaaaay! ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa. -Manteniéndola en esa posición, disfruté de un orgasmo tras otro, mientras mi cuerpo se preparaba concienzudamente para sembrar su vientre con mi semilla. --Haaaaaaaaay, ha, ha, ha, ha, ha, haaaa, hussssffff, uffffff, haaaaaa, ha, haa, ha, Mmmmnnnnn, ha, haaaaaaa, ha, ha, Haaaaaaaaaaaa… Mmnmnnn, ha, haaaaaaa, ha, ha, ha, haaaaaaaaaa…
No sabia si lo que ella quería se daría, es decir, convencer a mi mujer, de compartirme a mi para las dos, eso era algo en verdad muy excitante, tener a las dos hermanas, eso me prendía mucho, me dejaba alucinado la sola idea, pero me costaba creerlo, pero claro, en ese momento solo quería disfrutar mi cuñadita.
Continuara…

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