Domando a la Zorra de mi Cuñada 9
Con El Sello De Placer y Morbo…
Nuestra última tarde en el hotel se acercaba cada ves más. Una vez habiéndonos desahogado las ganas, Natalia se quedó dormida en la cama. Su descanso me permitió valorar apropiadamente lo buenísima que estaba esa mujer. Su melena morena caída sobre la almohada, dotaba a esa preciosidad de una sensualidad difícil de describir pero para colmo esos enormes pechos eran tan duros que aunque estaba acostada boca arriba, seguían como por arte de magia apuntando al techo. Bajo esos dos monumentos, un estómago liso era el anticipo de unas caderas de infarto y siguiendo el camino, su depilado pubis coronaba su belleza.
--“¡Si no fuera tan zorra…!” -Pensé al recordar que, aunque pareciera a simple vista un ángel de ojos verdes, esa mujer era una manipuladora sin escrúpulos. Cuanto más la veía y más recordaba su pasado comportamiento, menos me podía creer su supuesta transformación.
--“¡Nadie cambia así de la noche a la mañana!” -Sentencié dando por sentado de que su. --“enamoramiento”. -No era más que otra estratagema con la cual joderme y por eso, decidí que iba a hacérselas pasar putas en tiempo que siguiéramos en el hotel.
Con la tranquilidad que me dio el haber tomado esa decisión, me senté a su lado y la empecé a acariciar con el propósito de que se confiara. Tal y como había previsto, Natalia al sentir mis manos por su cuello, se despertó y mirándome con una expresión enamorada, me pidió que volviera a la cama.
--Ven… conmigo.
--Levántate, es la hora de comer. -Le dije mientras mis yemas se apoderaban de uno de sus pezones.
--Huufff, huuuussssf. -Gimió ella.
Su areola, como si tuviera frío, se contrajo dando muestra clara de su excitación y tratando de forzar su calentura para que fuese bien calentita a comer, llevé mi boca hasta su pezón.
--Ha, ha, ha, haaaaaay, Mmmmnnnnn… Ahhhh ohhh…
Natalia creyendo que quería reanudar hostilidades intentó llevarme nuevamente entre las sabanas pero dándole un suave mordisco, le reiteré que se levantara.
--Pensaba que nos quedaríamos toda la tarde en la habitación. -Me dijo con voz triste. --¿No te apetece volverme a amar?
Estuve a punto de explicarle que nosotros no habíamos hecho el amor y que simplemente habíamos follado pero comprendí que no serviría de nada. Por eso, la cogí entre mis brazos y llevándola hasta la ducha, abrí el agua fría mientras le decía.
--Tienes quince minutos para estar lista… muévete.
Tras lo cual, la dejé gritando mientras me ocupaba de revisar su equipaje. Mi idea inicial fue elegirle la ropa pero me quedé atónito al descubrir entre sus pertenencias un marco de fotos de ella conmigo. No me impactó el no reconocer cuando nos habían tomado esa instantánea, lo que realmente me puso en alerta fue el motivo por el que esa mujer la había llevado consigo en ese viaje. Por primera vez, comencé a temerme que no fuera una pose pero tras recapacitar, comprendí que esa foto era parte de un plan. Estaba convencido e incluso ella me lo había confirmado que su diseño inicial era engatusar a nuestro jefe y ahora que le había fallado, quería ejecutar su proyecto alternativo. Encabronado, guardé el marco en la maleta y decidí esperarla sin más. Natalia salió del baño todavía enfadada y sin dirigirme la palabra se puso a vestir. Aunque fui testigo de cómo esa preciosidad se vistió, tengo que reconocer que no me excitó ver como lo hacía, estaba demasiado enfadado con ella para ello. En cambio, los diez minutos que tardó en vestirse me dieron el tiempo que necesitaba para tranquilizarme y sobre todo para planear qué coño hacer. Cuando se hubo engalanado, el resultado no podía ser más satisfactorio. Aprovechando la temperatura que hacía, mi cuñada se puso un vaporoso vestido que resaltaba la perfección de sus formas.
--“Será una zorra pero está buena”. -Pensé al admirar su cuerpo tras la tela.
La hermana de mi mujer se percató de mi mirada y sonriendo me dijo que estaba lista por lo que sin explicarle donde íbamos, la saqué del hotel. Con la cámara de fotos colgada en mi cuello, la llevé hasta el coche que había alquilado y ya en él, me dirigí hacía una playa alejada.
--No traigo traje de baño. -Dijo cuándo se dio cuenta a dónde íbamos.
--No te va a hacer falta. -Respondí. Debió de comprender que tenía planeado porque poniendo una expresión pícara, me soltó.
--Eres muy malo.
Al mirarla de reojo, observé que sus pezones se le habían erizado. Su reacción, no por ser predecible, me dejó de sorprender porque sabiendo la facilidad que esa tipa tenía para calentarse que, solo con la perspectiva de ser fotografiada por mí, se pusiera verraca era algo al menos novedoso. Intentando confirmar esa faceta, le dije.
--Voy a hacerte un Libro Erótico.
Natalia se quedó callada al oír mis intenciones pero lejos de enfadarse con la idea, saber que le tomaría fotos de carácter porno, le hizo suspirar y tras unos minutos donde debió estar valorándolo, me preguntó.
--¿Por qué?
--¿Por qué? ¡¿Que?!
--Porque ahora con eso del Libro Erótico.
Sin ocultar mis razones le expliqué que con ese reportaje, sería incapaz de traicionarme porque de hacerlo, le arruinaría la vida. Si creía que se iba a enfadar, me equivoqué porque nada mas revelárselo, me dijo.
--Nunca podría traicionarte pero si así te quedas más tranquilo, ¡Lo haré!
--Si así me quedare algo tranquilo, no confió en ti, muchos años molestándome y humillándome y sacándome de quicio, definitivamente no confío en ti. -Note que mis palabras le dolían. --Dudo que llegue algún dia en que confía en ti, no lo se, espero qué si, pero no lo se.
Que hubiese aceptado a la primera darme las herramientas con las que tenerla controlada, me hizo dudar de si había juzgado bien sus motivos temiéndome que su entrega fuera real tal y como ella sostenía. Al llegar a la playa, su actitud solo incrementó mi zozobra porque bajando del coche, me soltó.
--¡¿Qué quieres que haga?! -Me dijo muy alegre.
La naturalidad con la que me lo preguntó, me indujo a buscar en esa playa algo que la hiciera reconsiderar su decisión. Al ver cerca de unas rocas a una negra tomando el sol, decidí llevarla hasta allá.
--“En cuanto vea que la voy a exhibir ante una desconocida se va a negar”. -Me dije dirigiéndome hasta ese lugar.
De camino, Natalia en vez de estar preocupada parecía feliz porque me soltó que esperaba que después de la sesión de fotos, volviéramos a la habitación.
--Luego de la sección de fotos. -Dijo ella con la cara roja. --Volveremos a el hotel verdad…
--Solo concéntrate en obedecer. -Le dije autoritariamente.
Al irnos acercando a donde estaba esa mujer, me quedé pálido al observar que la dama en cuestión era una culturista y que en vez de un cuerpo femenino, bajo ese bikini se escondían un cuerpo tonificado, era una mujer fácil de 1.90, moreno oscuro diría yo, con el pelo rizado largo, enormes ojos café oscuros, labios carnoso, fácil sus medias seria. 96-60-110, era una caballota la mujer. La mujer al escucharnos llegar, dio muestras de que la estábamos incomodando al dirigirme una dura mirada tras lo cual se giró para no vernos. Decidido a que esa hembra fuera parte de la prueba, puse el trípode con la cámara a escasos tres metros de ella y una vez con todo preparado, miré a mi cuñada y le pedí que empezara a posar. Haciendo caso omiso a que hubiera alguien observando, Natalia se comportó como una modelo profesional, meneando su melena y poniendo poses a cada cual más sensual. Cómo ya os he explicado varias veces, la hermana de mi mujer es un espectáculo. Sus ojos verdes le confieren a su cara una picardía mezclada con ternura que hace que su presencia no resulte indiferente a nadie y si a eso le unimos unos pechos enormes y un cuerpo de antología, dan como resultado que mi queridísima cuñada resulte irresistible. No llevaba ni diez fotos cuando comprendí que me estaba empezando a calentar pero recordando mi plan, tuve que aguantarme las ganas de saltar sobre ella y con voz profesional le dije que dejara caer un tirante. Natalia no solo me obedeció sino que adelantándose a mi siguiente orden, metió una mano por su escote y se pellizcó un pezón mientras se mordía sensualmente los labios. La escena estaba subiendo de temperatura cuando de reojo, observé que habíamos conseguido captar la atención de la afroamericana. Con sus músculos en tensión, no perdía ojo de lo que estábamos haciendo.
--¡Súbete la falda! -dije todavía manteniendo una frialdad que no sentía.
La zorra de mi cuñada sin quitar su mano de su pecho, llevó la otra a su entrepierna y dando ostensibles gemidos, fue levantando el vuelo de su vestido mientras ponía cara de puta.
--Mmnnn, Mmnnn, haaaa, huufff….
--“¡Cómo me pone!”. -No pude dejar de aceptar al ver la sexualidad que desprendía por todos sus poros y añadiendo otro motivo para picar aún más la curiosidad de la negra, le pedí que se quitara las bragas.
Dotando a sus movimientos de una lentitud exasperante, Natalia me obedeció mientras yo inmortalizaba la secuencia con mi cámara. Lo creáis o no, esa mujer llevó sus manos hasta su tanga y con una sensualidad sin límites, fue bajándola por sus piernas mientras me miraba fijamente.
--“¡Dios!, ¡Qué buena está!”. -Exclamé mentalmente al observar que una vez se había despojado de su ropa interior.
Se apoyaba en la roca y arremangándose el vestido, iba descubriendo centímetro a centímetro la perfección de sus muslos. La enorme mujer que hasta entonces se había mantenido en un discreto segundo plano, no pudo evitar acercarse a mí y observar de más cerca a mi cuñada. Sonreí al percatarme de la mirada de deseo de la negra y buscando incrementar su morbo, cuando Natalia ya tenía su sexo al descubierto, le pedí que se masturbara. ¡SI! pensé en algún momento que se iba a sentir incomodada, no pude estar más errado porque con un brillo no disimulado en sus ojos, separó con sus dedos los pliegues de su vulva y cogiendo el botón que escondían, se puso a acariciarlo.
--¡Oh! Mmmn, Mmnn, Mmmnnnn… ¡My Dios! Haaaaaay. -Susurró la desconocida al advertir que mi cuñada se toqueteaba el clítoris mientras yo seguía tomando fotos.
Los pezones de la negra se le marcaron bajo el bikini mientras su dueña era incapaz de retirar su mirada de ese coño jugoso de Natalia. La confirmación de que esa gigantesca mujer se estaba viendo excitada por la escena vino cuando la vi cerrar sus piernas en un intento de contener su calentura. Ya convencido de que esa mole iba a ser coparticipe de la sesión de fotos, pedí a mi cuñada que le mostrara el culo. Natalia viendo mis intenciones, se dio la vuelta y usando sus manos, separó sus nalgas para que pudiera tomar una fotografía de su ano. Acercándome a ella, tomé varios primeros planos, descubriendo que para entonces la humedad ya encharcaba su sexo.
--¡Eres una putita exhibicionista! -Le dije dando un azote en su trasero.
Mi caricia hizo que con más interés se abriera los dos cachetes y que sin habérselo exigido se introdujera un dedo en su esfínter mientras miraba de soslayo a la negraza. La desconocida al ver a mi cuñada masturbándose por ambos orificios, pegó otro suspiro totalmente excitada.
--Haaaa, haaaaaaaaa, Haaaaaaaaay… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ahhhhhhhh hufffffffff Mmmmnn. -Al percibir que estaba deseando participar, le solté.
--¿Mira lo puta que eres? ¡No tienes remedio!
Sin llegarse a creer su suerte, la mulata se acercó, me preguntó en que quería que me ayudara.
--¿Te apetece participar? -Contesté y viendo que aceptaba, le pedí que terminara de desnudarla.
Continuara…
Con El Sello De Placer y Morbo…
Nuestra última tarde en el hotel se acercaba cada ves más. Una vez habiéndonos desahogado las ganas, Natalia se quedó dormida en la cama. Su descanso me permitió valorar apropiadamente lo buenísima que estaba esa mujer. Su melena morena caída sobre la almohada, dotaba a esa preciosidad de una sensualidad difícil de describir pero para colmo esos enormes pechos eran tan duros que aunque estaba acostada boca arriba, seguían como por arte de magia apuntando al techo. Bajo esos dos monumentos, un estómago liso era el anticipo de unas caderas de infarto y siguiendo el camino, su depilado pubis coronaba su belleza.
--“¡Si no fuera tan zorra…!” -Pensé al recordar que, aunque pareciera a simple vista un ángel de ojos verdes, esa mujer era una manipuladora sin escrúpulos. Cuanto más la veía y más recordaba su pasado comportamiento, menos me podía creer su supuesta transformación.
--“¡Nadie cambia así de la noche a la mañana!” -Sentencié dando por sentado de que su. --“enamoramiento”. -No era más que otra estratagema con la cual joderme y por eso, decidí que iba a hacérselas pasar putas en tiempo que siguiéramos en el hotel.
Con la tranquilidad que me dio el haber tomado esa decisión, me senté a su lado y la empecé a acariciar con el propósito de que se confiara. Tal y como había previsto, Natalia al sentir mis manos por su cuello, se despertó y mirándome con una expresión enamorada, me pidió que volviera a la cama.
--Ven… conmigo.
--Levántate, es la hora de comer. -Le dije mientras mis yemas se apoderaban de uno de sus pezones.
--Huufff, huuuussssf. -Gimió ella.
Su areola, como si tuviera frío, se contrajo dando muestra clara de su excitación y tratando de forzar su calentura para que fuese bien calentita a comer, llevé mi boca hasta su pezón.
--Ha, ha, ha, haaaaaay, Mmmmnnnnn… Ahhhh ohhh…
Natalia creyendo que quería reanudar hostilidades intentó llevarme nuevamente entre las sabanas pero dándole un suave mordisco, le reiteré que se levantara.
--Pensaba que nos quedaríamos toda la tarde en la habitación. -Me dijo con voz triste. --¿No te apetece volverme a amar?
Estuve a punto de explicarle que nosotros no habíamos hecho el amor y que simplemente habíamos follado pero comprendí que no serviría de nada. Por eso, la cogí entre mis brazos y llevándola hasta la ducha, abrí el agua fría mientras le decía.
--Tienes quince minutos para estar lista… muévete.
Tras lo cual, la dejé gritando mientras me ocupaba de revisar su equipaje. Mi idea inicial fue elegirle la ropa pero me quedé atónito al descubrir entre sus pertenencias un marco de fotos de ella conmigo. No me impactó el no reconocer cuando nos habían tomado esa instantánea, lo que realmente me puso en alerta fue el motivo por el que esa mujer la había llevado consigo en ese viaje. Por primera vez, comencé a temerme que no fuera una pose pero tras recapacitar, comprendí que esa foto era parte de un plan. Estaba convencido e incluso ella me lo había confirmado que su diseño inicial era engatusar a nuestro jefe y ahora que le había fallado, quería ejecutar su proyecto alternativo. Encabronado, guardé el marco en la maleta y decidí esperarla sin más. Natalia salió del baño todavía enfadada y sin dirigirme la palabra se puso a vestir. Aunque fui testigo de cómo esa preciosidad se vistió, tengo que reconocer que no me excitó ver como lo hacía, estaba demasiado enfadado con ella para ello. En cambio, los diez minutos que tardó en vestirse me dieron el tiempo que necesitaba para tranquilizarme y sobre todo para planear qué coño hacer. Cuando se hubo engalanado, el resultado no podía ser más satisfactorio. Aprovechando la temperatura que hacía, mi cuñada se puso un vaporoso vestido que resaltaba la perfección de sus formas.
--“Será una zorra pero está buena”. -Pensé al admirar su cuerpo tras la tela.
La hermana de mi mujer se percató de mi mirada y sonriendo me dijo que estaba lista por lo que sin explicarle donde íbamos, la saqué del hotel. Con la cámara de fotos colgada en mi cuello, la llevé hasta el coche que había alquilado y ya en él, me dirigí hacía una playa alejada.
--No traigo traje de baño. -Dijo cuándo se dio cuenta a dónde íbamos.
--No te va a hacer falta. -Respondí. Debió de comprender que tenía planeado porque poniendo una expresión pícara, me soltó.
--Eres muy malo.
Al mirarla de reojo, observé que sus pezones se le habían erizado. Su reacción, no por ser predecible, me dejó de sorprender porque sabiendo la facilidad que esa tipa tenía para calentarse que, solo con la perspectiva de ser fotografiada por mí, se pusiera verraca era algo al menos novedoso. Intentando confirmar esa faceta, le dije.
--Voy a hacerte un Libro Erótico.
Natalia se quedó callada al oír mis intenciones pero lejos de enfadarse con la idea, saber que le tomaría fotos de carácter porno, le hizo suspirar y tras unos minutos donde debió estar valorándolo, me preguntó.
--¿Por qué?
--¿Por qué? ¡¿Que?!
--Porque ahora con eso del Libro Erótico.
Sin ocultar mis razones le expliqué que con ese reportaje, sería incapaz de traicionarme porque de hacerlo, le arruinaría la vida. Si creía que se iba a enfadar, me equivoqué porque nada mas revelárselo, me dijo.
--Nunca podría traicionarte pero si así te quedas más tranquilo, ¡Lo haré!
--Si así me quedare algo tranquilo, no confió en ti, muchos años molestándome y humillándome y sacándome de quicio, definitivamente no confío en ti. -Note que mis palabras le dolían. --Dudo que llegue algún dia en que confía en ti, no lo se, espero qué si, pero no lo se.
Que hubiese aceptado a la primera darme las herramientas con las que tenerla controlada, me hizo dudar de si había juzgado bien sus motivos temiéndome que su entrega fuera real tal y como ella sostenía. Al llegar a la playa, su actitud solo incrementó mi zozobra porque bajando del coche, me soltó.
--¡¿Qué quieres que haga?! -Me dijo muy alegre.
La naturalidad con la que me lo preguntó, me indujo a buscar en esa playa algo que la hiciera reconsiderar su decisión. Al ver cerca de unas rocas a una negra tomando el sol, decidí llevarla hasta allá.
--“En cuanto vea que la voy a exhibir ante una desconocida se va a negar”. -Me dije dirigiéndome hasta ese lugar.
De camino, Natalia en vez de estar preocupada parecía feliz porque me soltó que esperaba que después de la sesión de fotos, volviéramos a la habitación.
--Luego de la sección de fotos. -Dijo ella con la cara roja. --Volveremos a el hotel verdad…
--Solo concéntrate en obedecer. -Le dije autoritariamente.
Al irnos acercando a donde estaba esa mujer, me quedé pálido al observar que la dama en cuestión era una culturista y que en vez de un cuerpo femenino, bajo ese bikini se escondían un cuerpo tonificado, era una mujer fácil de 1.90, moreno oscuro diría yo, con el pelo rizado largo, enormes ojos café oscuros, labios carnoso, fácil sus medias seria. 96-60-110, era una caballota la mujer. La mujer al escucharnos llegar, dio muestras de que la estábamos incomodando al dirigirme una dura mirada tras lo cual se giró para no vernos. Decidido a que esa hembra fuera parte de la prueba, puse el trípode con la cámara a escasos tres metros de ella y una vez con todo preparado, miré a mi cuñada y le pedí que empezara a posar. Haciendo caso omiso a que hubiera alguien observando, Natalia se comportó como una modelo profesional, meneando su melena y poniendo poses a cada cual más sensual. Cómo ya os he explicado varias veces, la hermana de mi mujer es un espectáculo. Sus ojos verdes le confieren a su cara una picardía mezclada con ternura que hace que su presencia no resulte indiferente a nadie y si a eso le unimos unos pechos enormes y un cuerpo de antología, dan como resultado que mi queridísima cuñada resulte irresistible. No llevaba ni diez fotos cuando comprendí que me estaba empezando a calentar pero recordando mi plan, tuve que aguantarme las ganas de saltar sobre ella y con voz profesional le dije que dejara caer un tirante. Natalia no solo me obedeció sino que adelantándose a mi siguiente orden, metió una mano por su escote y se pellizcó un pezón mientras se mordía sensualmente los labios. La escena estaba subiendo de temperatura cuando de reojo, observé que habíamos conseguido captar la atención de la afroamericana. Con sus músculos en tensión, no perdía ojo de lo que estábamos haciendo.
--¡Súbete la falda! -dije todavía manteniendo una frialdad que no sentía.
La zorra de mi cuñada sin quitar su mano de su pecho, llevó la otra a su entrepierna y dando ostensibles gemidos, fue levantando el vuelo de su vestido mientras ponía cara de puta.
--Mmnnn, Mmnnn, haaaa, huufff….
--“¡Cómo me pone!”. -No pude dejar de aceptar al ver la sexualidad que desprendía por todos sus poros y añadiendo otro motivo para picar aún más la curiosidad de la negra, le pedí que se quitara las bragas.
Dotando a sus movimientos de una lentitud exasperante, Natalia me obedeció mientras yo inmortalizaba la secuencia con mi cámara. Lo creáis o no, esa mujer llevó sus manos hasta su tanga y con una sensualidad sin límites, fue bajándola por sus piernas mientras me miraba fijamente.
--“¡Dios!, ¡Qué buena está!”. -Exclamé mentalmente al observar que una vez se había despojado de su ropa interior.
Se apoyaba en la roca y arremangándose el vestido, iba descubriendo centímetro a centímetro la perfección de sus muslos. La enorme mujer que hasta entonces se había mantenido en un discreto segundo plano, no pudo evitar acercarse a mí y observar de más cerca a mi cuñada. Sonreí al percatarme de la mirada de deseo de la negra y buscando incrementar su morbo, cuando Natalia ya tenía su sexo al descubierto, le pedí que se masturbara. ¡SI! pensé en algún momento que se iba a sentir incomodada, no pude estar más errado porque con un brillo no disimulado en sus ojos, separó con sus dedos los pliegues de su vulva y cogiendo el botón que escondían, se puso a acariciarlo.
--¡Oh! Mmmn, Mmnn, Mmmnnnn… ¡My Dios! Haaaaaay. -Susurró la desconocida al advertir que mi cuñada se toqueteaba el clítoris mientras yo seguía tomando fotos.
Los pezones de la negra se le marcaron bajo el bikini mientras su dueña era incapaz de retirar su mirada de ese coño jugoso de Natalia. La confirmación de que esa gigantesca mujer se estaba viendo excitada por la escena vino cuando la vi cerrar sus piernas en un intento de contener su calentura. Ya convencido de que esa mole iba a ser coparticipe de la sesión de fotos, pedí a mi cuñada que le mostrara el culo. Natalia viendo mis intenciones, se dio la vuelta y usando sus manos, separó sus nalgas para que pudiera tomar una fotografía de su ano. Acercándome a ella, tomé varios primeros planos, descubriendo que para entonces la humedad ya encharcaba su sexo.
--¡Eres una putita exhibicionista! -Le dije dando un azote en su trasero.
Mi caricia hizo que con más interés se abriera los dos cachetes y que sin habérselo exigido se introdujera un dedo en su esfínter mientras miraba de soslayo a la negraza. La desconocida al ver a mi cuñada masturbándose por ambos orificios, pegó otro suspiro totalmente excitada.
--Haaaa, haaaaaaaaa, Haaaaaaaaay… ha, ha, ha, ha, ha, ha, ahhhhhhhh hufffffffff Mmmmnn. -Al percibir que estaba deseando participar, le solté.
--¿Mira lo puta que eres? ¡No tienes remedio!
Sin llegarse a creer su suerte, la mulata se acercó, me preguntó en que quería que me ayudara.
--¿Te apetece participar? -Contesté y viendo que aceptaba, le pedí que terminara de desnudarla.
Continuara…
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