Hoy quiero contarles un momento en particular donde se mezclaron cuernos y culpa de que me guste tanto la pija...
Todo sucedió una tarde en mi estudio jurídico. Me tocaba atender nuevamente a mi cliente más caliente. Un hermoso negro senegales que conocí hace un tiempo y que tengo como cliente.
Prometo que en unos días contaré como lo conocí.
Volviendo al tema que nos ocupa, decía que me tocaba atender a este querido cliente.
Sería el último de una lista de distintas personas que vendrían a visitarme.
La última vez que vi a mi amigo senegales hace dos meses atrás, y hoy nos volveríamos a ver.
Sabía que podía pasar algo, por eso lo cite como último cliente y sabía también que podía no venir, como la última vez..
Hasta ahí, no sentía ningún atisbo de culpa.
Paso la tarde, se me hizo eterna, pero por fin le tocaba el turno, y al ratito estaba tocando el timbre del estudio.
Luego de los saludos de rigor y de comentarles todas las novedades judiciales que tenia para el, me encontré, no se como, de rodilla frente a el, sacando la tremenda verga, dura, enorme, de su pantalón.
LA extrañaba. Me quedé mirándola un ratito y enseguida, la puse en mi boca. La culpa seguía sin aparecer.
La chupe con pasión, era una barra de chocolate que no podía parar de comer.
LA disfrute por un rato largo usando manos y boca, haciendo uso de todas las técnicas que podía.. Esa barra cada vez crecía más en mi boca.
De repente, sentí sus manos que apretaba mi cabeza con fuerza y escuché un largo gemidos, acompañado de un gran chorro de leche espesa que lleno mi boca y me obligó a tragarla.
Cuando pude darme cuenta de lo lindo que todo eso era, me encontré arriba del escritorio desnuda de la cintura para abajo, con las piernas abiertas y recibiendo la mejor chupada de concha que recibí en mi vida. Su lengua y sus dedos me estremecían hasta el desmayos, mis gemidos salían automáticamente y al cabo de unos cuantos minutos explote temble grite gemi y tuve los mejores cuatro orgasmos seguidos... Cuando me pude reponer, tampoco sentí culpa.
Luego, beso mediante termine dentro del baño del estudio, con las manos en la pared y con tremenda verga dentro de mi concha.
Su pedazo de carne apenas cubierta de un forro, era muy exitante de ver, pero más era sentirlo.
Fue un Coro de gemidos, jadeos y gritos. Fueron como quince minutos de bomberos y de movimientos de mi piernas y culo que terminaron en un polvo hermoso, caliente pasional. Me calentó mucho ver la cantidad de leche que había quedado en el preservativos...
Fueron diez minutos de descanso. Donde tampoco sentí culpa.
Creí que ya estaba todo hecho por esta tarde, pero parece que me había equivocado.
En el mientras tanto recibí un mensaje de mi esposo, diciendo que se había retrasado un poco, pero que pasaría a buscarme.
Ahí me empezó a agarrar la culpa.
Quise despedir a mi amigo, y antes de darle un beso note que otra vez esa barra de carne, estaba erecta nuevamente.
No podía no mimarla sin tentarme y ya era tiempo peligroso para continuar. Pero... El desgraciado quería un polvo más y me pedía el culo.
Lejos de la culpa accedí y por los próximos diez minutos, se dedico a romperme el orto literalmente.
Paso que no había forro y el lechazo, que fue hirviente, espeso y abundante termino todo dentro de mi cola.
Luego de eso si se fue. Y yo quedé con el culo ardiente y abierto, pero no puedo mentir, totalmente feliz y satisfecha.
Nuevamente sonó mi wsp, y era mi marido que llegaba para llevarme a casa.
Ahí la culpa fue tremenda, me había comprado un rico vino y quería coger el culo...
El mundo se me venía a bajo.
Con toda la culpa del mundo pude evadirme de su petición sin que se enoje. En el auto, como recompensa se la chupe y lo vacíe en mi boca, mientras la otra leche salía de mi cola..
Llegué a casa me bañe y terminé llena de culpa y con una bolsa con hielo en mi cola, porque no dejaba de arderme.
Todo sucedió una tarde en mi estudio jurídico. Me tocaba atender nuevamente a mi cliente más caliente. Un hermoso negro senegales que conocí hace un tiempo y que tengo como cliente.
Prometo que en unos días contaré como lo conocí.
Volviendo al tema que nos ocupa, decía que me tocaba atender a este querido cliente.
Sería el último de una lista de distintas personas que vendrían a visitarme.
La última vez que vi a mi amigo senegales hace dos meses atrás, y hoy nos volveríamos a ver.
Sabía que podía pasar algo, por eso lo cite como último cliente y sabía también que podía no venir, como la última vez..
Hasta ahí, no sentía ningún atisbo de culpa.
Paso la tarde, se me hizo eterna, pero por fin le tocaba el turno, y al ratito estaba tocando el timbre del estudio.
Luego de los saludos de rigor y de comentarles todas las novedades judiciales que tenia para el, me encontré, no se como, de rodilla frente a el, sacando la tremenda verga, dura, enorme, de su pantalón.
LA extrañaba. Me quedé mirándola un ratito y enseguida, la puse en mi boca. La culpa seguía sin aparecer.
La chupe con pasión, era una barra de chocolate que no podía parar de comer.
LA disfrute por un rato largo usando manos y boca, haciendo uso de todas las técnicas que podía.. Esa barra cada vez crecía más en mi boca.
De repente, sentí sus manos que apretaba mi cabeza con fuerza y escuché un largo gemidos, acompañado de un gran chorro de leche espesa que lleno mi boca y me obligó a tragarla.
Cuando pude darme cuenta de lo lindo que todo eso era, me encontré arriba del escritorio desnuda de la cintura para abajo, con las piernas abiertas y recibiendo la mejor chupada de concha que recibí en mi vida. Su lengua y sus dedos me estremecían hasta el desmayos, mis gemidos salían automáticamente y al cabo de unos cuantos minutos explote temble grite gemi y tuve los mejores cuatro orgasmos seguidos... Cuando me pude reponer, tampoco sentí culpa.
Luego, beso mediante termine dentro del baño del estudio, con las manos en la pared y con tremenda verga dentro de mi concha.
Su pedazo de carne apenas cubierta de un forro, era muy exitante de ver, pero más era sentirlo.
Fue un Coro de gemidos, jadeos y gritos. Fueron como quince minutos de bomberos y de movimientos de mi piernas y culo que terminaron en un polvo hermoso, caliente pasional. Me calentó mucho ver la cantidad de leche que había quedado en el preservativos...
Fueron diez minutos de descanso. Donde tampoco sentí culpa.
Creí que ya estaba todo hecho por esta tarde, pero parece que me había equivocado.
En el mientras tanto recibí un mensaje de mi esposo, diciendo que se había retrasado un poco, pero que pasaría a buscarme.
Ahí me empezó a agarrar la culpa.
Quise despedir a mi amigo, y antes de darle un beso note que otra vez esa barra de carne, estaba erecta nuevamente.
No podía no mimarla sin tentarme y ya era tiempo peligroso para continuar. Pero... El desgraciado quería un polvo más y me pedía el culo.
Lejos de la culpa accedí y por los próximos diez minutos, se dedico a romperme el orto literalmente.
Paso que no había forro y el lechazo, que fue hirviente, espeso y abundante termino todo dentro de mi cola.
Luego de eso si se fue. Y yo quedé con el culo ardiente y abierto, pero no puedo mentir, totalmente feliz y satisfecha.
Nuevamente sonó mi wsp, y era mi marido que llegaba para llevarme a casa.
Ahí la culpa fue tremenda, me había comprado un rico vino y quería coger el culo...
El mundo se me venía a bajo.
Con toda la culpa del mundo pude evadirme de su petición sin que se enoje. En el auto, como recompensa se la chupe y lo vacíe en mi boca, mientras la otra leche salía de mi cola..
Llegué a casa me bañe y terminé llena de culpa y con una bolsa con hielo en mi cola, porque no dejaba de arderme.
5 comentarios - Cuernos en el trabajo y culpa