You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

El último polvo...

Aunque había decidido olvidarlo, por el bien de mi familia y la suya, no podía desprenderme de Lucho todavía. El cuerpo tiene memoria y sus besos, caricias y lamidas seguían atormentámdome cada día, cada noche.
Ni el haber estado con el Gurka, ni un encuentro a las apuradas con Juan Carlos, el colectivero, pudieron hacerme olvidar de ese hombre que había tomado de rehén no solo a mi corazón, sino también a mi sexo.
Por eso, y aunque me había juramentado no caer en la típica de toda mujer abandonada, volví a mandarle mensajes, diciéndole que lo extrañaba, que necesitaba estar a su lado, que mi cama estaba fría sin él en ella. Hasta le mandaba fotos desnuda, con un pedido desesperado:
"Cogeme una vez más...".
Sí, ya sé, pero no es humillación si estás enamorada. Era como una adicta a la que le arrebatan su droga predilecta y ya no puede soportar más la abstinencia. Me urgía otra dosis de Lucho. Lo necesitaba más que a nada en ésta vida.
Sin darme por vencida, seguí escribiéndole y llamándolo, hasta que un día contestó. Estaba en la oficina, así que me encerré en el baño para poder hablar tranquila.
Al principio tuve miedo de que me reprochara haber estado con su compañero, pero ni siquiera lo mencionó. Por el contrario me habló de su hijo, el recién nacido, de los problemas de salud que tenía. Que no quiso alejarse así de repente, pero que tenía que estar al lado de su esposa en ese momento.
Le dije que lo entendía, pero que me entendiera él a mí.
-No te pido que la dejes, solo quiero estar con vos un rato, nada más que eso- traté de explicarle, y como para que no queden dudas, añadí: -Un turno en un telo, es todo lo que te pido-
Quedamos en vernos esa misma tarde. Yo le insistí, ya que después de haber hablado con él sabía que no podría mantenerme calmada.
Lo paso a buscar por el Garrahan, que es dónde está internado el bebé. Voy en auto, para evitar cualquier demora inoportuna.
Estoy casi llegando cuándo lo veo esperándome debajo del puente de la avenida Brasil, dónde quedamos, las manos en los bolsillos, la mirada atenta aunque sin poder disimular un dejo de preocupación.
Cuándo sube nos saludamos con un simple beso en la mejilla, sin evidenciar todavía el afecto que nos tenemos. Arranco y sigo por Brasil, para meterme en el albergue transitorio que está apenas cruzando Entre Ríos.
-Con lo del bebé estoy teniendo bastantes gastos...- empieza a decirme, refiriéndose obviamente a que no tenía plata para el telo.
Lo corté antes de que siguiera.
-No te preocupes, soy yo la que quiere estar con vos, así que es justo que yo pague-
-Yo también quiero estar con vos, solo que me parece demasiado arriesgado estar yendo siempre a tu casa, y para salir, bueno, éste no es mi mejor momento-
Me enternecieron sus palabras. Me había estado evitando no porque no quisiera estar conmigo, sino porque quería evitarme cualquier problema al estar yendo siempre a mi casa, y debido al nacimiento de su bebé, no tenía plata para que nos viéramos en otro lado.
Sin salir todavía del auto, me tiro encima suyo y me lo como a besos. Sentir su lengua de nuevo entre mis labios es como saborear la ambrosía del Paraíso. Pura delicia.
-No me gustás porque tengas plata, seas un bombón o seas repijudo, me gustás por lo que sos, tachero, reproductor serial de hijos, y por cómo me cogés, y no me importa tener que pagar un telo para poder estar juntos, ¿o no sabés que estamos en la era del matriarcado?- le digo a modo de declaración y vuelvo a besarlo con toda esa pasión que me incita su cercanía.
Bajamos del auto y tras pagar en efectivo, subimos a la habitación, en dónde nos seguimos besando como si quisiéramos recuperar en apenas un momento todo ese tiempo que no estuvimos juntos.
Los besos, las caricias, las chupadas, todo vuelve, potenciado por la separación. Ahora, en vez de uno, somos dos adictos dispuestos a darnos una sobredosis del otro.
Juntos caemos en la cama, sin despegar nuestros labios, frotándonos, sintiendo el fuego de la pasión crecer en nuestro interior.
Mi mano resbala por su cuerpo hasta encajarse en el vértice de su entrepierna. Allí en dónde las fuerzas de la naturaleza parecen confluir en toda su intensidad.
Le aprieto el bulto, sintiendo ese incitante palpitar que presagia la felicidad absoluta. "La razón de mi locura", pienso cuando lo siento hinchándose ante el asedio de mi tacto.
Me aparto de sus labios y bajo hasta mi zona de confort, sintiendo que podría perderme fácilmente en ese cuerpo que estimula todos mis sentidos.
Le desabrocho el pantalón y meto la mano adentro, quemándome con aquel calor vital, único e inapreciable.
Cuándo se la saco ya la tiene dura, chorreando de ganas, exhibiendo en plenitud todo aquello por lo que me hace perder la cabeza. Se la meneo despacio, disfrutando con los dedos la tersura de su piel y la sinuosidad de ese entramado de venas que se extiende y ramifica por todo su contorno.
Se la beso al derecho y al revés, humedeciéndome los labios en el fragante néctar de su virilidad. Con la lengua me desplazo arriba y abajo, por los lados, reencontrándome con su sabor tantas veces anhelado.
Al llegar a la punta, le lleno de besos el glande, sintiéndolo latir con agresiva premura. Lo muerdo y chupeteo, aguantándome las ganas de darle un buen mordisco.
-Me gusta chupártela..., me pasaría el día entero chupándote la pija...- le digo para, ahora sí, comérmela doblada, sintiendo como sus pulsaciones me retumban en todo el paladar.
Le bajo el pantalón y el calzoncillo casi hasta las rodillas y siempre besándosela, me sumerjo entre sus huevos, para chupárselos también, llenándome la boca con los pendejos que se alborotan en derredor. Pero no me detengo ahí, sino que sigo hasta esa zona entre los huevos y el culito, lamiéndole incluso todo el borde del ano. 
Su placer es el mío, ya que sentirlo disfrutar de mis caricias me regocija el alma.
Me levanto y me saco la ropa, mientras él se desprende de lo que todavía tiene puesto. Ahí parada, mirándolo con ansía y depravación, me meto los dedos dentro de la concha, sintiendo como el calor y la humedad se intensifican cada vez más.
Me le siento encima, de cuclillas, y abriéndome los gajos con dos deditos en forma de V, me voy calzando toda esa poronga bien hasta los huevos. 
Me la guardo toda adentro, bien acomodadita, dejando que esa sensación de gozo y bienestar, la de sentirme muy bien cogida, se vaya extendiendo por todo mi cuerpo. 
Lucho no necesita más que hacérmela sentir adentro para que todas mis emociones empiecen a colapsar.
Apoyándome con las manos en sus piernas empiezo a subir y bajar, clavándomela una y otra vez, disfrutando todo el recorrido, desde que sale hasta que entra, hundiéndose enterita en los confines de mi sexo.
Desde su privilegiada posición, tendido de espalda debajo mío, Lucho me acaricia primero las piernas, luego la cola, las caderas, me franelea bien las tetas, y envolviéndome entre sus brazos, me atrae hacia su cuerpo para besarme con ese sentimiento que, entre ambos, parece crecer más y más con cada encuentro.
Le respondo con un beso todavía más efusivo, ansiando perderme para siempre en su boca.
Sin dejar de besarlo, empiezo a moverme de nuevo, sintiéndolo latir con mucha más intensidad todavía.
Sus manos, sus labios, su verga, su cuerpo frotándose contra el mío, todo forma parte de esa pasión que nos atrapa y nos mantiene cautivos.
Soy una mujer casada, tengo un hijo, familia, una vida hecha, pero si en ese momento me lo pedía, me hubiese ido con él hasta el fin del mundo.
Hasta me animo a fantasear con la idea de quedarme embarazada. Un hijo en común nos uniría de por vida, como lo estoy con Bruno, el papá del Ro. 
Pero ya tiene un hijo, en realidad tiene cinco, uno más no cambiaría demasiado la ecuación. Además no quería ser como sus otras mujeres, que seguramente se dejaron llenar el bombo para retenerlo. 
No le digo que lo quiero con palabras, pero se lo expreso con besos, con caricias, con el lenguaje de mi cuerpo que se funde con el suyo en una plenitud deliciosa y absoluta.
Unas cuántas montadas más y acabamos juntos, entre suspiros, jadeos y también lágrimas de mi parte.
Me siento más viva que nunca cuándo me vuelve a llenar de leche, derramando en mi interior ese fuego líquido que me arrasa y purifica toda por dentro.
Ahí es dónde quiero estar, dónde quiero morir, entre sus brazos, sintiéndome parte suya, en cuerpo y alma.
-Me voy a vivir a Rosario- me dice luego de ese primer orgasmo que me dejó en absoluto estado de gracia.
Tengo su semen, su esencia, diluyéndose dentro mío y aún así lo estoy perdiendo.
Sus padres están allá y pueden apoyarlo hasta que pueda recuperarse económicamente.
-Tienen una ferretería y algo de tuercas y tornillos entiendo- bromea en obvia alusión a la penetración de uno en el otro.
No le digo nada, solo pienso en disfrutar el momento y guardar en mi memoria el recuerdo de su cuerpo dentro del mío.
Pese a haber acabado sigue con la pija bien parada, así que se la vuelvo a chupar para mantener esa erección por la que sería capaz de hipotecar hasta mi vida.
Me echo de espalda y me abro de piernas, ofreciéndole mi concha mojada y caliente, como él mismo me la dejó después de esa primera cogida. 
Antes que nada, me la chupa, delineando con su lengua los trazos más sensibles y excitantes. Voy a extrañar su forma de chuparme, como sabe dónde tiene que presionar y dónde no para provocarme esas sensaciones únicas e incomparables. Porque no se trata sólo de chupar y lamer, hay que saber comerse una concha y en eso Lucho es todo un erudito.
Ya para cuándo estoy a punto caramelo, se me pone ahora él encima, y con la verga hecha un adoquín, me la refriega por sobre los gajos, haciéndome sentir en pleno su peso y contundencia. Unas cuántas frotaditas, me la mete y entra a cogerme con la intensidad que amerita nuestra última vez juntos.
Apoyo mis piernas en torno a sus caderas y me muevo con él, ávida, lasciva, insaciable, apretándome contra su cuerpo, dejándome atravesar hasta lo más profundo.
Ése es mi mundo ideal, Lucho, yo y una cama en dónde amarnos libremente, sin restricciones.
Quiero ser suya por completo, así que lo aparto suavemente y me doy la vuelta. Entierro la cara en la almohada y levanto la cola, ofreciéndosela para que me la rompa una vez más.
-¡Culeame, rompeme bien el orto!- le digo, antojada de verga, de SU verga.
Toda chorreada de flujo y líquido preseminal, me la pone entre las nalgas y con un delicado envión vulnera sin problemas la estrechez de mi agujero. Suelto un gemido rebosante de satisfacción al sentirlo entrándome por atrás, duro, vibrante, invasivo.
-¡Ahhhhh..., que rico..., te siento todo...!- me estremezco, la voz entrecortada por la excitación.
Lucho se tiende prácticamente sobre mi espalda y con movimientos firmes y certeros empieza a moverse, primero de forma casi tierna, como no queriendo lastimarme, pero de a poco y a medida que la calentura sobrepasa a la razón, lo único que le importa es metérmela lo más adentro posible.
Aunque estoy aprisionada debajo de su cuerpo, trato de frotarme contra él, de sentirlo, de impregnarme en su sudor.
Me agarra de los pelos como si fuera la crin de una yegua y entre exaltados jadeos, se mueve cada vez más rápido.
PLAP -PLAP - PLAP - PLAP - PLAP - PLAP
Empiezo a gritar, de placer no de dolor, sacudida por esos pijazos que me transportan a un delirio absoluto. 
-¿Así te culea el Gurka...?- me pregunta de repente, acusando recibo de mi infidelidad con su compañero  -¿Te gustó cogértelo, putita?-
Claro que me gustó, me encantó, y voy a seguir cogiéndomelo todas las veces que quiera. Eso es lo que pienso, pero obvio que no se lo digo.
-Vos me cogés mucho mejor...- le aseguro -¡Me encanta como me hacés la cola!-
No termino de decírselo que lo siento llenándome el culo de leche.
Se derrumba encima mío, agitado, convulsivo, arrastrándome a punta de chota a un goce, que si tiene que ser el último, quedará marcado a fuego en la memoria de mi sexo.
Acabo con él, mezclándonos en mi interior, formando entre ambos un caudal cálido, turbulento y efusivo, que me arrasa y aniquila por dentro.
Me quedo abrochada aún después del orgasmo, disfrutando la cercanía de su cuerpo, su calor, su respiración en mi nuca. No quiero que se aparte, no quiero que me la saque, pero más allá de la idealización que me haya hecho de él, resulta ser un hombre como cualquier otro, y después del polvo las caricias quedan fuera de contexto.
Mientras se viste me pide disculpas por haberme dicho putita.
-No tenés que disculparte- le digo -Estés dónde estés, siempre voy a ser tu putita-
Salimos del telo, lo dejo en la puerta del Garrahan y sigo mi camino pensando en que, después de todo, y parafraseando a Fito, "Rosario siempre estuvo cerca"...







































21 comentarios - El último polvo...

Alefirevillage
Muy bueno. Siempre escribís bien. Me gusta como lo escribis y como realmente pones lo que te gusta.
unchabonBA
Excelente y excitante relato.
taxilibre
marita experta me hiciste acordar a mi vecina cuando me dice w estaria todo el dia chupandome la pija grac x comp reco y pts me gustaria charlar con vos beso
Desert-Foxxx
Sos una putita mariela, y hasta yendo al almacén dan ganas de cojerte como todos tus amantes.
photoMXxx
Buen relato... gracias por compartir... dejo puntos
celta05 +1
Que terrible hembra debes ser en la cama. Gracias a Dios existen mujeres como vos.
porongarabiosa
Que buen relato como siempre tan exitante tus relatos. que suerte que tienen de cojerte
juanpablo67
excelente post, me dejo con muchas ganas
Sute41
@Maritainfiel, que hermoso como con tus palabras me transportas, es como si eetuviera viendo como te garchas a Lucho.
Como siempre van puntos... Besos Reina del sexo.
mdqpablo
exelente relato .un povazo de novela . .
dantraloco
Gran relato, lástima que no te pudiste juntar más.
Van diez puntos.
dantraloco
Gran relato, lástima que no te pudiste juntar más.
Van diez puntos.
gust7387
Como siempre muy bueno tus relatos
Marc_2
Falta la fiestita con el Gurka. Igual fueron 10.
kramalo +1
me encanta como lo relatás....! debe ser que realmente lo estas sintiendo... Que bueno debe ser hecharte un par de polvos, pero de ésa forma...jeje! un beso.
laranaP +1
Te esperamos en Rosario
After16
Maritaaaa,hace mucho no apareces. T extrañamos
After16
Marita,nos tenés abandonados!!! aparece x favor