Otra delas tantas amiguitas que tengo, y bueno, el sitio me hizo famoso, le tengo unasganas terribles. Pero como ella es re antigua, no quiere saber nada. Igualsomos amigos, y muchas veces voy a su casa a comer, ya que a ella también leencanta el fiambre. Pero uno de esos sábados, la cosa fue con la madre. Es más,con algo de la madre.
Comosiempre que voy elegante, con campera de cuero, pantalón negro, zapatos y muchoperfume, llevé una bolsa con fiambre y demás para convidarla. Me recibió a losbesos, estaba media eroticona con poca ropa y eso que hacía frío, pero nada dezarparse, y menos yo con ella. Así que como siempre dejé la bolsa con elfiambre, me senté y charlamos. Y en eso le pregunté dónde estaba su mamá, unajoven elegante mujer. "Ah, se fue a un casamiento", me contestó. Meexcité pensando en la señora, elegante de fiesta y maquillada. Y en eso veo uncarterón dorado, la puta madre, y encima de charol, obvio de ella, que lo dejópara llevar otra cartera más apta para la ceremonia.
Y síchicas, no me pude sacar en toda la noche de la cabeza la cartera, encimadorada de charol, imaginate mi pene bajo mi pantalón fino. Mi amiga preparótodo, me hizo los sandwichitos con mucha mayonesa en los dos panes, luego vimosvideos, todo. Pero yo no le saqué a la vista la cartera. Es más, le pregunté aella como cuatro veces qué onda la cartera, si sabía dónde la compró, que solía llevar (mirá qué hijo de puta, queme importaría), que esto, que el otro. De paso le pregunté a ella si se compróalgo nuevo, le faltaba corpiño, y me dijo que sí, que le quedó bárbaro, aparteme contó de sus bombachas, todo.
Pero yodale con la cartera. En un momento, le dije a mi amiga que iba al baño. Mequiso acompañar pero le dije que iba solo, salvo si ella quería coger (eso nole dije, eh). Loco de una, me importó una concha, agarré la cartera, encimacargada hasta las pelotas, y tras meterla bajo mi pulóver me la llevé al baño,a ver qué tanta cosa tenía.
Loco decalentura imaginando a la señora, entré al baño, apoyé la cartera en la mesada,la abrí y cuando metí la mano, espectacular: ropa interior de repuesto,bombacha, corpiño, una crema grande de las manos, otra de la cara, objetospersonales (documentos, billetera, juego de llaves), un perfume, de boludecesque ni te cuento. Pero lo mejor, una carterita bordó que me llamó la atención,de cuero fino. Más loco todavía intuí algo, y nomás se cumplió: era la de loscosméticos de la mujer. Revolví todo, sombra de ojos, esmalte de uñas, espejito,rubor y qué: un finísimo lápiz de labios rojo fuerte. Sin dudar un segundo,saqué primero la crema y me puse en las manos, y luego agarré fuerte yenloquecido el lápiz de labios, lo abrí y al sentir el aroma fuerte se me paróel pene bien. Y nomás me pasé el labial rojo dos veces por la boca. Y claro,tras acomodarlo lo mejor posible, cuando mi amiga me preguntó si estaba bien fingíestar descompuesto. Y nomás, con los labios pintados de rojo y cremita, me bajéel calzón y me froté el pene muy grueso de la locura, excitado además por los sandwichescon mayonesa y por las dos mujeres. Y en minutos eyaculé terrible cantidad desemen, que largué primero en mi calzón y piernas y luego, loco de remate, paséla punta chorreadita por la cartera de la señora.
Chochode mi experiencia, guardé y acomodé todo, esperé a que me bajara el penacho,que encima pensaba en convidarle a mi amiga pero no quiere. Y lo más boludamenteposible, volví a la mesa, me abrí el pulóver, saqué el carterón y lo dejé dondeestaba. Aquélla ni enterada, veía su tele 40 pulgadas mientras me esperaba, yla madre menos, estaba en el casamiento. Y bueno, Diego Cuero siempre está alacecho. Si no es con una vagina, es con un lápiz de labios.
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