Era el cumpleaños #50 de mi padre…
A mis 21 años me había dado cuenta de muchas cosas en la vidaque no necesité que nadie me explicara. Entendí hace mucho que fui un desliz dediscoteca de mis padres, entendí que la esposa de mi padre aceptó otro más delos cuernos y me permitió tener el apellido solo para que él no la abandonara,o mejor dicho, para no decirle adiós a su dinero. Entendí que los dos demoniosmayores que tenía como hermanos me detestaban por intrusa y que en esa familiayo era poco bienvenida.
Aun en esa situación, mi padre insistió en que yo debía estarpresente el día de su cumpleaños, ya que ese día se celebraría el haber vividomedio siglo y cerraría un importante trato de negocios que le generaría aún másdinero del que ya tenía, así que habían demasiados motivos para celebrar y todasu familia debía estar con él.
-Gracias papá, pero no creo que pueda ir- le dije luego deescuchar todo su discurso.
-La pasarás bien, además es algo nuevo para ti, nunca hasasistido a mis fiestas- dijo mi padre poniéndose de pie y cerrando el botón desu saco, palmeó mi hombro, ignoró la presencia de mi madre como siempre y sefue.
Mi mamá se acercó a mí con su inigualable expresión de regaño,con los brazos como jarras, el ceño fruncido y la mirada acusadora, sabía quevendría uno de sus monólogos eternos de los muchos esfuerzos que ella hacía pormí, de que mi padre nunca me daba nada, que todo se debía a ella, que yo erauna mal agradecida… lo mismo de siempre, el cuento de nunca acabar.
-Se puede saber ¿por qué le has dicho que no?- me preguntócruzándose de brazos.
-Por lo que el mismo ha dicho, nunca he ido a sus fiestas ¿y esoes por qué? Pues nunca me invita- el hecho de entender lo antes mencionado, nohacía que doliera menos, así que en un claro ataque de rebeldía, no queríaestar cerca de mi padre.
-A ver cuando piensas madurar. Las cosas son como son y resultaque pronto empezarás la universidad y yo no puedo pagarla, tampoco puedo pagarun sitio para que vivas, pero él sí puede, así que el fin de semana se me ponelo más hermoso que haya en su armario o mejor le dices a tu padre que no tienesnada adecuado para vestir y así te compra algo y vas a su maldita fiesta. Necesitasmantenerlo feliz- Espero mi madre dándome a entender que no tenía derecho areplicas.
-Afffff – Solté un bufido y me fui a mi habitación bullendo depura rabia.
Me sentía como un pedazo de carne en venta, pero a la vez sentíaque no valía nada. Me sentía como las mujeres de esas telenovelas que tantoodiaba, que rogaban la atención del hombre que amaban pero este no les ofrecíamás que migajas, no las valoraba, más bien las dañaban y huían a otros brazos.Me sentía como hace 21 años debió sentirse mi madre al enterarse que estabaembarazada de un hombre ajeno y como cada día de mi vida he intentado ignorarque me siento, pero ¿Yo que culpa tengo de todo esto? No debería sentirme así,yo no debería estar rogando el amor de nadie, yo no debería suplicar pormigajas y mucho menos de mi padre. Mi lógica me dice que lo trate con la mismaindiferencia que el a mí, pero mi madre dice “Ve a su fiesta, arrástrate a suspies, desvalorízate y ve a la universidad” ¡Maldita sea! ¡Malditos todos!
Pasados los días, el fin de semana se hizo presente y asistir ala fiesta fue inevitable. Mi padre justo como dijo mi madre, me compró ropa muyhermosa para ese día, me peinaron y maquillaron excesivamente, de hechoaparentaba al menos 5 años más de los que tenía, y una vez lista para laexhibición me dejaron ahí, como un jarrón barato, en el rincón donde no se digaque está escondido, pero que no desvíe la atención de los que realmente vale lapena mirar.
Las horas pasaban y yo cada vez más aburrida. No estaba comiendomucho, no podía hablar con nadie porque todos eran adultos y amigos de mi padreo de la bruja de su esposa, no podía bailar con ninguno de los amigos de mishermanos ya que no los conocía y supuse que habrían escuchado cada historia demí y no estarían interesados en conocerme tampoco.
Harta de tanta incomodidad me acerque a mí ya medio borrachopadre- Oye papá ¿podrías llevarme a casa? No me siento bien – Mentí, intentandohuir de ahí.
-¿Y a mí que me importa si te sientes mal? ¿La niña quiereestudiar? La niña tiene que hacer lo que a mí me dé la gana y me da la gana deque te quedes aquí – Las palabras de mi padre salieron un poco inentendibles,tenía la lengua pastosa y los ojos vidriosos, estaba pasado de tragos pero esono era excusas para herirme así.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante y eché acorrer escaleras arriba, entré en una habitación que no sabía ni me importó dequien era, me tiré en la cama y rompí a llorar como niña pequeña, me encogí enposición fetal y deje que toda mi amargura escurriera por mis ojos. Ni siquierame había dado cuenta que alguien me seguía, pero pocos minutos después deentrar y tirar la puerta bruscamente, alguien la abrió y entró. Subí la miradalentamente pensando que era mi padre, iba a mandarlo al infierno, pero resultóser el demonio mayor, mi hermano. En ese momento fue que me fijé donde meencontraba.
-No es necesario que me corras de tu habitación, ya me voy – Ledije tratando de apartar las lágrimas de mis mejillas.
-No vine a correrte – Respondió suavemente.
-¿Entonces has venido a burlarte? – Pregunté con rabia – Supongoque escuchaste a papá y estarás muy alegre por su trato.
-Ciertamente lo escuché, pero no vine a burlarme- Caminó haciala cama y se sentó junto a mí.
-¿A qué viniste? No estoy para juegos Ángel – Me incorporécompletamente y aproveché para apartarme un poco, su cercanía era extraña paramí.
-¿Sabes que aquí tienes a alguien de tu lado? Sé quedebería odiarte y sentirme celoso o eso intenta mi madre que sienta, pero yo nolo hago ¡No puedo! Yo sé que tú no tienes la culpa de lo que pasó entre papá ytu madre, así que no puedo apoyar lo que te hacen- Me dijo tomando una de mismanos entre las suyas.
Hasta ahora no había tenido tiempo de conocer a mi hermano, creíconocerlo pero no era así. Nunca había compartido absolutamente nada con ellos.Mi hermana era el vivo ejemplo de la malcriadez: arrogante, caprichosa, mimaday claramente me odiaba, hacía muchos años me había declarado la guerra por haberlerobado el puesto de princesita menor. Pero Ángel siempre se había mantenido almargen de la situación, no me hablaba, no me miraba, simplemente pensé que noexistía para él; ahora me daba cuenta que solo estaba en desacuerdo.
-Gracias. Aprecio mucho que pienses así – Le dije apretando sumano en señal de agradecimiento.
-Sé que debes sentirte muy mal con todo esto – Ahora su manoacariciaba mi brazo confortablemente.
- Pues no voy a negártelo, intento no pensar mucho en eso peroen el fondo duele… y duele mucho- Bajé la mirada intentando detener una lágrimaque amenazaba con derramarse.
Su mano tomó mi barbilla y me hizo levantar el rostro ybruscamente me besó en los labios. Por unos segundos me quedé ahí quietarecibiendo el beso y sintiendo como su lengua luchaba para entrar en mi boca,estaba aturdida, ¡Mi hermano me estaba besando! Caí en cuenta de eso y con unempujón lo aparté.
-¿Qué haces? ¿Te volviste loco?- Le grité sin miedo a que nosescucharan, la música abajo no lo permitiría. Lo miraba desencajada, noentendía que demonios había sido eso.
-Discúlpame Diana, de verdad lo siento – Me miraba suplicantepero realmente no parecía sentirlo.
-Por supuesto que lo sientes ¡Eres mi hermano! Lo que hicistefue una locura- Dije mientras me alejaba un par de pasos más. Todo era confuso,todo daba vueltas y realmente no me sentía tan mal como debería.
-Irónico – Rió por lo bajo – irónico que una niña 10 años menorque yo tenga más cordura – dijo rascándose la cabeza con expresión atormentada– En serio muchachita, desde hace un par de años te he notado cambiada y comome ha estado gustando eso.
Por primera vez me detuve a verlo como hombre y no estaba nadamal. De pequeño siempre fue un niño gordito, pero ahora a sus 25 años habíadejado la gordura de lado y se convirtió en un hombre de espalda y brazosanchos pero sin barriga, le había dicho adiós a su cabello y en contraste usabauna barba un poco larga, tenía los ojos de un color verdes grama y unas pecasque bañaban sus mejillas. Era muy guapo realmente, pero ¡Demonios! Era mihermano.
-¿Qué quieres decir con eso de que mi cambio te ha estadogustando?
-Me pareces atractiva, te ha hecho muy bien el crecimiento, hasido muy considerado contigo – Me dijo mirándome de arriba abajo y sí que teníarazón, ya que estaba a solo meses de cumplir mis 16 años pero ya a esta edadtenía una cintura estrecha, mi abdomen no era plano porque nunca me he limitadoal comer, pero tampoco sobresalía, mis pechos eran redondos y medianos, pero loque más llamaba la atención de los chicos era mi trasero naturalmente grande.Pintaba mi cabello desde los 14 años de color negro azabache y mis ojos erandel mismo color verde grama que los suyos, mis pecas solo estaban en mi nariz yeso me otorgaba una apariencia inocente.
Mientras pensaba eso, Ángel caminó hacia mí y volvió a besarme.Me agarró nuevamente por sorpresa pero cuando volví a la realidad no me aparté¿Qué tan malo podía ser? Si solo los veía cada tantos años, ¿Por qué tantamoralidad? Era sólo un beso con un hombre muy atractivo que nunca consideré mifamilia y muy seguramente él tampoco a mi ¿Por qué iba a apartarme?
Al llegar a esas conclusiones le eche los brazos al cuello ydejé que su lengua entrara en mi boca, nos besamos apasionadamente, yo aferradaa su espalda y el tomándome de mi cabello ya no tan perfectamente peinado. Ésteno era mi primer beso con un chico, pero los anteriores habían sido con dostontos de mi edad que simplemente me dejaron toda llena de baba. Ésta si era laprimera vez que recibía el beso de un hombre y me estaba gustando muchísimo. Sulengua era experta, se movía de forma rítmica junto con la mía, sus manoshabían bajado por mis brazos y ahora se posaban en mi cintura atrayéndome máshacia él.
No sé en qué momento nos movimos a la pared junto a su cama, ahíme seguía besando con pasión y algo más que no sabía definir pero me daba calormás allá de mis caderas. Sentí sus manos rozar mis costados y eso me generó unpoco de cosquillas, pero cuando su mano abrió el broche de mi sujetador, fuiconsciente de que me había quitado la camisa e iría por más. Instintivamentelleve los brazos a mi pecho impidiendo que me lo quitara y me aparté.
-¿Qué demonios crees que haces? – Pregunté con las mejillasencendidas por la pena.
-Ahora ¿cuál es el problema?- me dijo pateando mi camisa lejosde nosotros.
-Una cosa es besar a quien no parece ser mi hermano y una muydiferente es dejar que me quite el sost…- Comencé a decir, pero el con unaclara expresión de fastidio volvió a arremeter contra mi boca para callarme,esta vez me besó más apasionadamente, tanto que mis cordura se apagó y el deseose hizo dueño de todo mi ser. Él sabía que estaba tratando con una niña dehormonas alborotadas y se estaba aprovechando de eso.
Quitó mi sostén y lo tiró al piso, tomó mis pechos con fuerza yfue bajando con besos por mi cuello hasta llegar a ellos y mordió mis pezones.Eché la cabeza hacia atrás y gemí, que delicioso se había sentido eso. Mientrassu lengua jugaba con mis senos sus manos aferraban fuertemente mi cintura.Subió para volver a besarme y quitarse la camisa, así mis pezones rozabas conla piel de su pecho y se sentía muy bien, también él aprovechaba para restregarsu erección en mi abdomen porque era mucho más alto que yo.
Lentamente me empujó para acostarme en su cama, volvió a bajarsus besos por mi cuello, chupó uno de mis pezones en el camino, lamió miabdomen y jugó un poco con el piercing de mi ombligo y encontró el botón de mipantalón. Con una mano lo abrió y con la otra estrujaba mi seno derecho, yo pormi parte estaba acostada con la espalda arqueada y los ojos cerrados sólosintiendo. No supe en que momento quitó mi pantalón y mi ropa interior, pero sifui completamente consciente cuando sus dedos abrieron mis labios vaginales ysu lengua pasó casi desde el ano hasta el clítoris.
-¡Oh Dios!- Gemí e involuntariamente abrí las piernas como unazorra. Aquello había sido delicioso. Tomé su cabeza entre mis manos para evitarque escapara, quería más de esa endemoniada lengua.
Ahora chupaba y succionaba mi clítoris mientras que con uno desus dedos jugaba en mi entrada. Yo arqueaba tanto la espalda que en un descuidopodría partirme en dos. Introdujo un poco su dedo y lo movía en círculos, deigual forma su lengua se movía sobre mi botón. Me puse rígida y sentía que enese momento todo mi cuerpo explotaría, fue en ese momento que escuche lahebilla de su cinturón caer al piso. Sentí como la cama se hundía con su peso yse posicionaba sobre mí. Abrí un poco los ojos y lo vi con su rostro sonrojadofrente al mío, sus brazos a ambos lados de mi cabeza sosteniendo su peso y suspiernas abriendo las mías aún más si se podía. Quedó sostenido con un solobrazo y con su mano libre llevó un pedazo duro de carne a mi vagina y empujó.
-¡Eres Virgen! – Dijo retirándose inmediatamente de dondepretendía entrar - ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Qué estoy haciendo? – merecriminó.
-Por favor no te vayas – le supliqué – La emoción no me dejópensar, pero realmente deseo esto ¡Hazme tuya!- Rodeé su cintura con mispiernas intentando que volviera a estar en mi centro.
-Diana yo no puedo hacer eso ¡Eres mi hermana! – dijo luchandovagamente por liberarse de mis piernas.
-Eso no lo estabas pensando cuando casi me penetras – lereclamé.
-Una cosa es tener sexo con una muchacha hermosa y otra muydiferente es ser el primer hombre de tu herm… - Estaba defendiéndose pero no selo iba a permitir, lo tome de la nuca, lo atraje hacia mí y lo besé.
-Por favor – rogué sobre su boca en un momento que nos separamospara respirar. Fue todo lo que necesitó para convencerse. Volvió a atacar miboca con furia y a restregar su mano en mis senos, en pocos minutos su erecciónvolvió a crecer y al parecer unos centímetros más que la primera vez. Seposicionó nuevamente pero esta vez con más delicadeza.
Colocó la punta de su pene en la entrada de mi vagina yempujó suavemente, entró pocos centímetros y encontró la barrera que hace unrato le hizo retirarse, esta vez me miró a los ojos y yo asentí asegurándoleque eso era lo que quería. Empujó con más fuerza hasta romper mi himen y sentíun ardor en la vagina y en el alma. Me aferré a las sabanas, ahogué un grito ycerré las piernas de manera involuntaria. Pasaron algunos segundos hasta quevolví a abrir los ojos.
-¿Estás bien? ¿Quieres que pare? – me preguntó con semblanterealmente preocupado.
-¡No! Pasara cuando pasara igual iba a doler – le respondíacariciando su espalda para aliviar su preocupación.
Fue entonces cuando también entendí el significado del sexo… Élcomenzó a moverse muy suavemente de adentro hacia afuera mientras el dolor semitigaba, luego fue tomando un ritmo un poco más rápido que no terminaba degenerarme placer, pero de pronto la velocidad del movimiento de su caderaaumentó y empecé a sentir cosquillas por todo mi cuerpo. Ahí donde su peneentraba y salía había un placer que no podía describir, el roce era perfecto,se sentía demasiado delicioso como para parar en algún momento.
Su ritmo siguió aumentando y los gemidos de ambos flotaban porla habitación. No sé qué era más excitante, si el morbo de que la casa estabacompletamente llena de personas importantes o si lo indebido de que mi hermanome estaba penetrando violentamente. Lo cierto es que me encontraba muyexcitada, mis piernas se abrían como zorra, mi boca gemía como zorra, mis manosarañaban su espalda como zorra, en ese momento era una zorra teniendo sexoprohibido y me gustó; me gustó mucho sentirme sucia.
Lo escuché gruñir algo y no supe que decía pero su caderapareció aflojarse del resto de su cuerpo y comenzó a embestirme más rápido, másduro, sin consideración… la punta de su pene entraba y salía, me penetraba confuria y mi cuerpo reaccionó a eso. Con un grito que no pude contener mismúsculos se aflojaron y mi vagina comenzó a latir muy rápidamente. Yo nunca habíasentido algo así y fue simplemente ¡Genial!
Segundos después mi hermano sacó su pene bruscamente de mivagina y de repente sentí como su semen escurría de mi vagina como un líquido blancuzco y pegajoso. Me lleve lasmanos al pecho para sentir eso que nunca había visto, estaba caliente y comencéa masajear mis senos con eso, luego saque la lengua y pasándola suavemente pormis labios limpié un poco de lo que salía de mi vagina y poco a poco hacia que ese liquido entrara en mi boca.
-¡Agh! Sabe mal – dije arrugando un poco la cara.
-Te estabas viendo muy sexy ¿Por qué lo arruinas? – me dijoriendo.
-¡Calla idiota! Vamos a dormir – me incorporé y tome su camisarápidamente para taparme, caminé hasta su closet y tomé una camisa de algodónque seguramente me serviría para dormir, entré al baño y lo escuche decir…
-Pensé que querías irte de aquí- dijo riendo.
A la mañana siguiente mi padre me encontró saliendo de lahabitación y llamándome por mi nombre me hizo detenerme. Escuché sus pasosacercándose a mí pero decidí seguir dándole la espalda.
-Veo que te quedaste y encontraste donde dormir – me dijo y porsu voz supuse que estaba bastante cerca – Quiero disculparme por la forma en laque te hablé ayer hija, estaba un poco borracho y no pensé lo que decía,entiendo que tengas motivos para no querer volver a pisar mi casa pero ahoraeres mas parte de la familia.
Con todo el dolor que ahora tenía en el cuerpo me esforcé envoltear sin que lo notara, lo miré de frente y sonreí de lado – No te preocupespadre, ¿pero no entiendo a qué te refieres? – El no respondió mi pregunta y sinmás, me subí al carro con el chofer sabiendo que dos personas me miraban fijamentedesde el piso de arriba; una con odio y el otro con complicidad.
Al poco tiempo, supe que estaba embarazada y que todo había sidoplaneado por mi padre para que a su edad fuera abuelo y su hijo tuviera un hijode “sangre pura”, el problema de los ricos es que son personas con ideas algofuera de lo normal, una no pensaría que su padre buscaría embarazar a otramujer para que sus nietos fueros de “Sangre pura”, asi fue como termine siendo la mujer de mi hermano y madre de suhijo.
A mis 21 años me había dado cuenta de muchas cosas en la vidaque no necesité que nadie me explicara. Entendí hace mucho que fui un desliz dediscoteca de mis padres, entendí que la esposa de mi padre aceptó otro más delos cuernos y me permitió tener el apellido solo para que él no la abandonara,o mejor dicho, para no decirle adiós a su dinero. Entendí que los dos demoniosmayores que tenía como hermanos me detestaban por intrusa y que en esa familiayo era poco bienvenida.
Aun en esa situación, mi padre insistió en que yo debía estarpresente el día de su cumpleaños, ya que ese día se celebraría el haber vividomedio siglo y cerraría un importante trato de negocios que le generaría aún másdinero del que ya tenía, así que habían demasiados motivos para celebrar y todasu familia debía estar con él.
-Gracias papá, pero no creo que pueda ir- le dije luego deescuchar todo su discurso.
-La pasarás bien, además es algo nuevo para ti, nunca hasasistido a mis fiestas- dijo mi padre poniéndose de pie y cerrando el botón desu saco, palmeó mi hombro, ignoró la presencia de mi madre como siempre y sefue.
Mi mamá se acercó a mí con su inigualable expresión de regaño,con los brazos como jarras, el ceño fruncido y la mirada acusadora, sabía quevendría uno de sus monólogos eternos de los muchos esfuerzos que ella hacía pormí, de que mi padre nunca me daba nada, que todo se debía a ella, que yo erauna mal agradecida… lo mismo de siempre, el cuento de nunca acabar.
-Se puede saber ¿por qué le has dicho que no?- me preguntócruzándose de brazos.
-Por lo que el mismo ha dicho, nunca he ido a sus fiestas ¿y esoes por qué? Pues nunca me invita- el hecho de entender lo antes mencionado, nohacía que doliera menos, así que en un claro ataque de rebeldía, no queríaestar cerca de mi padre.
-A ver cuando piensas madurar. Las cosas son como son y resultaque pronto empezarás la universidad y yo no puedo pagarla, tampoco puedo pagarun sitio para que vivas, pero él sí puede, así que el fin de semana se me ponelo más hermoso que haya en su armario o mejor le dices a tu padre que no tienesnada adecuado para vestir y así te compra algo y vas a su maldita fiesta. Necesitasmantenerlo feliz- Espero mi madre dándome a entender que no tenía derecho areplicas.
-Afffff – Solté un bufido y me fui a mi habitación bullendo depura rabia.
Me sentía como un pedazo de carne en venta, pero a la vez sentíaque no valía nada. Me sentía como las mujeres de esas telenovelas que tantoodiaba, que rogaban la atención del hombre que amaban pero este no les ofrecíamás que migajas, no las valoraba, más bien las dañaban y huían a otros brazos.Me sentía como hace 21 años debió sentirse mi madre al enterarse que estabaembarazada de un hombre ajeno y como cada día de mi vida he intentado ignorarque me siento, pero ¿Yo que culpa tengo de todo esto? No debería sentirme así,yo no debería estar rogando el amor de nadie, yo no debería suplicar pormigajas y mucho menos de mi padre. Mi lógica me dice que lo trate con la mismaindiferencia que el a mí, pero mi madre dice “Ve a su fiesta, arrástrate a suspies, desvalorízate y ve a la universidad” ¡Maldita sea! ¡Malditos todos!
Pasados los días, el fin de semana se hizo presente y asistir ala fiesta fue inevitable. Mi padre justo como dijo mi madre, me compró ropa muyhermosa para ese día, me peinaron y maquillaron excesivamente, de hechoaparentaba al menos 5 años más de los que tenía, y una vez lista para laexhibición me dejaron ahí, como un jarrón barato, en el rincón donde no se digaque está escondido, pero que no desvíe la atención de los que realmente vale lapena mirar.
Las horas pasaban y yo cada vez más aburrida. No estaba comiendomucho, no podía hablar con nadie porque todos eran adultos y amigos de mi padreo de la bruja de su esposa, no podía bailar con ninguno de los amigos de mishermanos ya que no los conocía y supuse que habrían escuchado cada historia demí y no estarían interesados en conocerme tampoco.
Harta de tanta incomodidad me acerque a mí ya medio borrachopadre- Oye papá ¿podrías llevarme a casa? No me siento bien – Mentí, intentandohuir de ahí.
-¿Y a mí que me importa si te sientes mal? ¿La niña quiereestudiar? La niña tiene que hacer lo que a mí me dé la gana y me da la gana deque te quedes aquí – Las palabras de mi padre salieron un poco inentendibles,tenía la lengua pastosa y los ojos vidriosos, estaba pasado de tragos pero esono era excusas para herirme así.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante y eché acorrer escaleras arriba, entré en una habitación que no sabía ni me importó dequien era, me tiré en la cama y rompí a llorar como niña pequeña, me encogí enposición fetal y deje que toda mi amargura escurriera por mis ojos. Ni siquierame había dado cuenta que alguien me seguía, pero pocos minutos después deentrar y tirar la puerta bruscamente, alguien la abrió y entró. Subí la miradalentamente pensando que era mi padre, iba a mandarlo al infierno, pero resultóser el demonio mayor, mi hermano. En ese momento fue que me fijé donde meencontraba.
-No es necesario que me corras de tu habitación, ya me voy – Ledije tratando de apartar las lágrimas de mis mejillas.
-No vine a correrte – Respondió suavemente.
-¿Entonces has venido a burlarte? – Pregunté con rabia – Supongoque escuchaste a papá y estarás muy alegre por su trato.
-Ciertamente lo escuché, pero no vine a burlarme- Caminó haciala cama y se sentó junto a mí.
-¿A qué viniste? No estoy para juegos Ángel – Me incorporécompletamente y aproveché para apartarme un poco, su cercanía era extraña paramí.
-¿Sabes que aquí tienes a alguien de tu lado? Sé quedebería odiarte y sentirme celoso o eso intenta mi madre que sienta, pero yo nolo hago ¡No puedo! Yo sé que tú no tienes la culpa de lo que pasó entre papá ytu madre, así que no puedo apoyar lo que te hacen- Me dijo tomando una de mismanos entre las suyas.
Hasta ahora no había tenido tiempo de conocer a mi hermano, creíconocerlo pero no era así. Nunca había compartido absolutamente nada con ellos.Mi hermana era el vivo ejemplo de la malcriadez: arrogante, caprichosa, mimaday claramente me odiaba, hacía muchos años me había declarado la guerra por haberlerobado el puesto de princesita menor. Pero Ángel siempre se había mantenido almargen de la situación, no me hablaba, no me miraba, simplemente pensé que noexistía para él; ahora me daba cuenta que solo estaba en desacuerdo.
-Gracias. Aprecio mucho que pienses así – Le dije apretando sumano en señal de agradecimiento.
-Sé que debes sentirte muy mal con todo esto – Ahora su manoacariciaba mi brazo confortablemente.
- Pues no voy a negártelo, intento no pensar mucho en eso peroen el fondo duele… y duele mucho- Bajé la mirada intentando detener una lágrimaque amenazaba con derramarse.
Su mano tomó mi barbilla y me hizo levantar el rostro ybruscamente me besó en los labios. Por unos segundos me quedé ahí quietarecibiendo el beso y sintiendo como su lengua luchaba para entrar en mi boca,estaba aturdida, ¡Mi hermano me estaba besando! Caí en cuenta de eso y con unempujón lo aparté.
-¿Qué haces? ¿Te volviste loco?- Le grité sin miedo a que nosescucharan, la música abajo no lo permitiría. Lo miraba desencajada, noentendía que demonios había sido eso.
-Discúlpame Diana, de verdad lo siento – Me miraba suplicantepero realmente no parecía sentirlo.
-Por supuesto que lo sientes ¡Eres mi hermano! Lo que hicistefue una locura- Dije mientras me alejaba un par de pasos más. Todo era confuso,todo daba vueltas y realmente no me sentía tan mal como debería.
-Irónico – Rió por lo bajo – irónico que una niña 10 años menorque yo tenga más cordura – dijo rascándose la cabeza con expresión atormentada– En serio muchachita, desde hace un par de años te he notado cambiada y comome ha estado gustando eso.
Por primera vez me detuve a verlo como hombre y no estaba nadamal. De pequeño siempre fue un niño gordito, pero ahora a sus 25 años habíadejado la gordura de lado y se convirtió en un hombre de espalda y brazosanchos pero sin barriga, le había dicho adiós a su cabello y en contraste usabauna barba un poco larga, tenía los ojos de un color verdes grama y unas pecasque bañaban sus mejillas. Era muy guapo realmente, pero ¡Demonios! Era mihermano.
-¿Qué quieres decir con eso de que mi cambio te ha estadogustando?
-Me pareces atractiva, te ha hecho muy bien el crecimiento, hasido muy considerado contigo – Me dijo mirándome de arriba abajo y sí que teníarazón, ya que estaba a solo meses de cumplir mis 16 años pero ya a esta edadtenía una cintura estrecha, mi abdomen no era plano porque nunca me he limitadoal comer, pero tampoco sobresalía, mis pechos eran redondos y medianos, pero loque más llamaba la atención de los chicos era mi trasero naturalmente grande.Pintaba mi cabello desde los 14 años de color negro azabache y mis ojos erandel mismo color verde grama que los suyos, mis pecas solo estaban en mi nariz yeso me otorgaba una apariencia inocente.
Mientras pensaba eso, Ángel caminó hacia mí y volvió a besarme.Me agarró nuevamente por sorpresa pero cuando volví a la realidad no me aparté¿Qué tan malo podía ser? Si solo los veía cada tantos años, ¿Por qué tantamoralidad? Era sólo un beso con un hombre muy atractivo que nunca consideré mifamilia y muy seguramente él tampoco a mi ¿Por qué iba a apartarme?
Al llegar a esas conclusiones le eche los brazos al cuello ydejé que su lengua entrara en mi boca, nos besamos apasionadamente, yo aferradaa su espalda y el tomándome de mi cabello ya no tan perfectamente peinado. Ésteno era mi primer beso con un chico, pero los anteriores habían sido con dostontos de mi edad que simplemente me dejaron toda llena de baba. Ésta si era laprimera vez que recibía el beso de un hombre y me estaba gustando muchísimo. Sulengua era experta, se movía de forma rítmica junto con la mía, sus manoshabían bajado por mis brazos y ahora se posaban en mi cintura atrayéndome máshacia él.
No sé en qué momento nos movimos a la pared junto a su cama, ahíme seguía besando con pasión y algo más que no sabía definir pero me daba calormás allá de mis caderas. Sentí sus manos rozar mis costados y eso me generó unpoco de cosquillas, pero cuando su mano abrió el broche de mi sujetador, fuiconsciente de que me había quitado la camisa e iría por más. Instintivamentelleve los brazos a mi pecho impidiendo que me lo quitara y me aparté.
-¿Qué demonios crees que haces? – Pregunté con las mejillasencendidas por la pena.
-Ahora ¿cuál es el problema?- me dijo pateando mi camisa lejosde nosotros.
-Una cosa es besar a quien no parece ser mi hermano y una muydiferente es dejar que me quite el sost…- Comencé a decir, pero el con unaclara expresión de fastidio volvió a arremeter contra mi boca para callarme,esta vez me besó más apasionadamente, tanto que mis cordura se apagó y el deseose hizo dueño de todo mi ser. Él sabía que estaba tratando con una niña dehormonas alborotadas y se estaba aprovechando de eso.
Quitó mi sostén y lo tiró al piso, tomó mis pechos con fuerza yfue bajando con besos por mi cuello hasta llegar a ellos y mordió mis pezones.Eché la cabeza hacia atrás y gemí, que delicioso se había sentido eso. Mientrassu lengua jugaba con mis senos sus manos aferraban fuertemente mi cintura.Subió para volver a besarme y quitarse la camisa, así mis pezones rozabas conla piel de su pecho y se sentía muy bien, también él aprovechaba para restregarsu erección en mi abdomen porque era mucho más alto que yo.
Lentamente me empujó para acostarme en su cama, volvió a bajarsus besos por mi cuello, chupó uno de mis pezones en el camino, lamió miabdomen y jugó un poco con el piercing de mi ombligo y encontró el botón de mipantalón. Con una mano lo abrió y con la otra estrujaba mi seno derecho, yo pormi parte estaba acostada con la espalda arqueada y los ojos cerrados sólosintiendo. No supe en que momento quitó mi pantalón y mi ropa interior, pero sifui completamente consciente cuando sus dedos abrieron mis labios vaginales ysu lengua pasó casi desde el ano hasta el clítoris.
-¡Oh Dios!- Gemí e involuntariamente abrí las piernas como unazorra. Aquello había sido delicioso. Tomé su cabeza entre mis manos para evitarque escapara, quería más de esa endemoniada lengua.
Ahora chupaba y succionaba mi clítoris mientras que con uno desus dedos jugaba en mi entrada. Yo arqueaba tanto la espalda que en un descuidopodría partirme en dos. Introdujo un poco su dedo y lo movía en círculos, deigual forma su lengua se movía sobre mi botón. Me puse rígida y sentía que enese momento todo mi cuerpo explotaría, fue en ese momento que escuche lahebilla de su cinturón caer al piso. Sentí como la cama se hundía con su peso yse posicionaba sobre mí. Abrí un poco los ojos y lo vi con su rostro sonrojadofrente al mío, sus brazos a ambos lados de mi cabeza sosteniendo su peso y suspiernas abriendo las mías aún más si se podía. Quedó sostenido con un solobrazo y con su mano libre llevó un pedazo duro de carne a mi vagina y empujó.
-¡Eres Virgen! – Dijo retirándose inmediatamente de dondepretendía entrar - ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Qué estoy haciendo? – merecriminó.
-Por favor no te vayas – le supliqué – La emoción no me dejópensar, pero realmente deseo esto ¡Hazme tuya!- Rodeé su cintura con mispiernas intentando que volviera a estar en mi centro.
-Diana yo no puedo hacer eso ¡Eres mi hermana! – dijo luchandovagamente por liberarse de mis piernas.
-Eso no lo estabas pensando cuando casi me penetras – lereclamé.
-Una cosa es tener sexo con una muchacha hermosa y otra muydiferente es ser el primer hombre de tu herm… - Estaba defendiéndose pero no selo iba a permitir, lo tome de la nuca, lo atraje hacia mí y lo besé.
-Por favor – rogué sobre su boca en un momento que nos separamospara respirar. Fue todo lo que necesitó para convencerse. Volvió a atacar miboca con furia y a restregar su mano en mis senos, en pocos minutos su erecciónvolvió a crecer y al parecer unos centímetros más que la primera vez. Seposicionó nuevamente pero esta vez con más delicadeza.
Colocó la punta de su pene en la entrada de mi vagina yempujó suavemente, entró pocos centímetros y encontró la barrera que hace unrato le hizo retirarse, esta vez me miró a los ojos y yo asentí asegurándoleque eso era lo que quería. Empujó con más fuerza hasta romper mi himen y sentíun ardor en la vagina y en el alma. Me aferré a las sabanas, ahogué un grito ycerré las piernas de manera involuntaria. Pasaron algunos segundos hasta quevolví a abrir los ojos.
-¿Estás bien? ¿Quieres que pare? – me preguntó con semblanterealmente preocupado.
-¡No! Pasara cuando pasara igual iba a doler – le respondíacariciando su espalda para aliviar su preocupación.
Fue entonces cuando también entendí el significado del sexo… Élcomenzó a moverse muy suavemente de adentro hacia afuera mientras el dolor semitigaba, luego fue tomando un ritmo un poco más rápido que no terminaba degenerarme placer, pero de pronto la velocidad del movimiento de su caderaaumentó y empecé a sentir cosquillas por todo mi cuerpo. Ahí donde su peneentraba y salía había un placer que no podía describir, el roce era perfecto,se sentía demasiado delicioso como para parar en algún momento.
Su ritmo siguió aumentando y los gemidos de ambos flotaban porla habitación. No sé qué era más excitante, si el morbo de que la casa estabacompletamente llena de personas importantes o si lo indebido de que mi hermanome estaba penetrando violentamente. Lo cierto es que me encontraba muyexcitada, mis piernas se abrían como zorra, mi boca gemía como zorra, mis manosarañaban su espalda como zorra, en ese momento era una zorra teniendo sexoprohibido y me gustó; me gustó mucho sentirme sucia.
Lo escuché gruñir algo y no supe que decía pero su caderapareció aflojarse del resto de su cuerpo y comenzó a embestirme más rápido, másduro, sin consideración… la punta de su pene entraba y salía, me penetraba confuria y mi cuerpo reaccionó a eso. Con un grito que no pude contener mismúsculos se aflojaron y mi vagina comenzó a latir muy rápidamente. Yo nunca habíasentido algo así y fue simplemente ¡Genial!
Segundos después mi hermano sacó su pene bruscamente de mivagina y de repente sentí como su semen escurría de mi vagina como un líquido blancuzco y pegajoso. Me lleve lasmanos al pecho para sentir eso que nunca había visto, estaba caliente y comencéa masajear mis senos con eso, luego saque la lengua y pasándola suavemente pormis labios limpié un poco de lo que salía de mi vagina y poco a poco hacia que ese liquido entrara en mi boca.
-¡Agh! Sabe mal – dije arrugando un poco la cara.
-Te estabas viendo muy sexy ¿Por qué lo arruinas? – me dijoriendo.
-¡Calla idiota! Vamos a dormir – me incorporé y tome su camisarápidamente para taparme, caminé hasta su closet y tomé una camisa de algodónque seguramente me serviría para dormir, entré al baño y lo escuche decir…
-Pensé que querías irte de aquí- dijo riendo.
A la mañana siguiente mi padre me encontró saliendo de lahabitación y llamándome por mi nombre me hizo detenerme. Escuché sus pasosacercándose a mí pero decidí seguir dándole la espalda.
-Veo que te quedaste y encontraste donde dormir – me dijo y porsu voz supuse que estaba bastante cerca – Quiero disculparme por la forma en laque te hablé ayer hija, estaba un poco borracho y no pensé lo que decía,entiendo que tengas motivos para no querer volver a pisar mi casa pero ahoraeres mas parte de la familia.
Con todo el dolor que ahora tenía en el cuerpo me esforcé envoltear sin que lo notara, lo miré de frente y sonreí de lado – No te preocupespadre, ¿pero no entiendo a qué te refieres? – El no respondió mi pregunta y sinmás, me subí al carro con el chofer sabiendo que dos personas me miraban fijamentedesde el piso de arriba; una con odio y el otro con complicidad.
Al poco tiempo, supe que estaba embarazada y que todo había sidoplaneado por mi padre para que a su edad fuera abuelo y su hijo tuviera un hijode “sangre pura”, el problema de los ricos es que son personas con ideas algofuera de lo normal, una no pensaría que su padre buscaría embarazar a otramujer para que sus nietos fueros de “Sangre pura”, asi fue como termine siendo la mujer de mi hermano y madre de suhijo.
2 comentarios - En la fiesta X los 50 de papa