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Rompiendome el culo a vergazos

Desde que mis padres se divorciaron cuando yo tenía 5 años, tansolo veía a mi padre, Daniel, un par de meses al año. En verano, para serexactos. Todos los años me marchaba con él a un apartamento que alquilaba enGandía, un pueblo de la comunidad Valenciana. Mi padre siempre ha sido muyatractivo; barba rasurada, ojos azules y un pelo castaño que ya empezaba apeinar canas. Por mi parte, yo no era más que un chico de cabello largo rubio,delgado de 18 años que no se había iniciado todavía en la actividad sexual.
Como cada año, cogí un tren para ir hasta Gandía. Mi padre mesolía esperar sentado en una pequeña sala de espera, para ayudarme con el equipaje.Y aquel año, no fue para menos. Cuando bajé del vagón, lo primero que vi fue ami padre, con su robusta complexión esperándome con los brazos abiertos. Caside inmediato, cogí con mi maleta para ir a abrazarle. Le había echado de menos.
Sin embargo, yo sentí que había algo distinto en eseabrazo.  Sentía los robustos brazos de mi padre rodeándome y su olormasculino me había puesto el vello de punta. Con mi pierna derecha estabarozando su entrepierna, pensando por primera vez, cómo sería el pene de mipadre. Sin embargo, aquellos pensamientos se callaron cuando nos separamos.
Aquel año iba a ser diferente, puesto que mi padre era la únicapersona con la que no le había contado de mi homosexualidad y era el momento deque solo dijera y que es mas no llevaba mucho tiempo tomando mis hormonas y esasería una de las primeras cosas que haría al llegar al apartamento. Mi padre,mientras tanto, me fue preguntando cosas como qué tal había sido mi viaje ocómo se encontraba mi madre. Aunque hacía ya mucho que se habían divorciado,seguían manteniendo una relación cordial. No hablaban todos los días perocuando se encontraban en algún evento, parecían dos viejos amigos.
Tras un largo trayecto, mi padre finalmente aparcó el cochejusto delante del edificio donde estaba el apartamento. Subió mis cosas, puesen aquel edificio no había ascensor y no quería que yo me cansara. Al entrar alinterior de la casa, lo primero que hice fue salir al balcón y respirar unabocanada de aire, contagiada de la brisa marina. La playa se veía desde aquelbalcón y rápidamente sentí que nada podía salir mal.
Cuando dejó las cosas en mi cuarto, se acercó a mí sigilosamentey con cariño, me rodeó con su brazo. Ambos estuvimos así, mirando la playahasta que decidí que era el momento de ser sincero con él.
-Papá, ¿podemos hablar?-Le pregunté clavando mi mirada en susojos azules.
-Claro ¿qué te ocurre?
Ambos nos sentamos en las sillas de plástico que había en elexterior, separados únicamente por la mesa en la que solíamos desayunar por lasmañanas. Yo jugueteaba con mis manos, por puro nerviosismo y decidí sertajante, confesarle mi condición sin rodeos.
-Papá, soy homosexual y estoy en tratamiento hormonal paracambiarme de sexo.-Le dije en un tono serio. El no respondió, o por lo menos nolo hizo de inmediato.
Simplemente sonrió y vi un brillo en sus ojos, ese brillo quesolo se consigue cuando los padres se sienten orgullosos de sus hijos.
-Jorge, eso no cambia quién eres.-Me dijo, tranquilizándome.- Tumadre ya me lo había dicho solo que esperaba que tu me dijeras la verdad, soytu padre te amo y te apoyo ¿Tú sabes quién fue mi primera pareja cuando tumadre y yo nos separamos?
Negué con la cabeza, aunque estaba seguro de cuál sería larespuesta.
-Carlos, mi compañero de trabajo.-Respondió.-Estuvimos juntos duranteun año, claro que cuando venías a casa, te decía que estábamos viviendo juntospor cosas del trabajo.
-Entonces…-entonces sí estaba nervioso.- ¿También eres gay?
-Bisexual-Me corrigió.-También he estado con mujeres después deCarlos y chicas trans.
Ya no dijimos nada más, ambos estuvimos en silencio hasta que mipadre decidió que era hora de ir a cenar. Mientras yo me ponía algo cómodo, mipadre se puso a cocinar. Ni siquiera deshice la maleta, me quedé con loscalzoncillos bóxer que llevaba y cambié mi camiseta de manga corta por otra detirantes bastante holgada. Cuando salí del cuarto, en el salón ya me esperabauna suculenta cena a base de pasta.
-He hecho trampa, ya estaba casi todo preparado.-Dijo mi padrecolocando una botella de agua en la mesa.
-Huele muy bien.-Respondí mientras me sentaba.
Mi padre se marchó un momento a su cuarto y volvió con losmismos pantalones cortos de deporte pero sin camiseta. No pude evitar fijarmeen su torso desnudo, cubierto por vello no demasiado espeso. Intenté disimular,que no se diese cuenta de que lo había recorrido con la mirada. Claro que si enese momento me hubiese mirado la polla, la hubiese encontrado algo morcillona.
-¿No te importa que me quede sin camiseta no?-Me preguntó.
-Para nada, hay confianza.-Respondí riéndome.
El también sonrió y comenzamos a cenar. De fondo sonaba latelevisión, sin embargo no le hacíamos caso porque estábamos muy ocupadosponiéndonos al día sobre nuestras vidas. Finalmente, sin saber cómo y despuésde habernos contado todo nuestro año, llegó el momento de hablar sobre misparejas y mi sexualidad.
-Seguro que con lo guapo que eres, ya tienes novio.-Dijosorprendiéndome.
-La verdad que no, no me he centrado por buscar pareja. La únicaque siempre me hace compañía es mi virginidad.
Mi padre se rió ante ese comentario. Por un momento se llevó lamano al paquete y mi mirada con él, aunque rápidamente la devolví a sus ojos.
-No te preocupes, cuando llegue el momento lo sabrás.-Tras locual me guiñó el ojo.
Le ayudé a recoger la mesa y a fregar los cubiertos. De vez encuando, echaba miradas lascivas a su trasero, preguntándome si sería tan peludocomo su pecho. Sin embargo, cada vez que pensaba en algo de eso, me culpaba porpensarlo. Era mi padre y no era normal que estuviese pensando sobre él deaquella manera. Aunque no puedo negar que fuese un hombre atractivo y esohiciese su presión.
Cuando todo estuvo recogido, me invitó a ver un rato latelevisión con él, pero decliné la oferta. Estaba cansado y tan solo meapetecía descansar, por lo que tras despedirme de él con un beso en la mejilla,me marché a mi cuarto. Tan pronto como me tiré sobre la cama, me quedé dormido.Aunque no aguantaría mucho en ese estado.
Si me había acostado a las diez de la noche, me desperté a lasonce por unos ruidos que provenían del baño. Mi cuarto pegaba con él y mesorprendió que mi padre estuviese haciendo ese ruido siendo que yo estabadormido. Me levanté con cuidado de la cama, intentando no hacer demasiado ruidoy con cuidado me acerqué a la puerta del baño.
Un hilo de luz se reflejaba en la pared porque la puerta noestaba cerrada del todo. Con cuidado, me asomé por ese pequeño hueco y vi unaimagen que no se me borraría de la cabeza. Mi padre, desnudo tocándose su gordapolla frente al espejo. Con cuidado subía la mano derecha por su miembro, a lavez que se pellizcaba los pezones con la mano contraria. De vez en cuandosoltaba pequeños gemidos de placer, los cuales comenzaba a ponerme cachondo.
Bajo mi pantalón de tela, se había formado una tienda de campañae instintivamente me llevé la mano a mi paquete. Comencé a masajearlo al mismotiempo que mi padre subía y bajaba la mano por su mástil. La cabeza de su peneera rosada y por ella ya comenzaba a emanar líquido pre seminal.
Mientras continuaba tocándome, perdí el equilibrio, golpeando lapuerta y abriéndola un poco. Rápidamente, me fui corriendo hacia mi cuarto y metumbé en la cama, haciéndome el dormido, deseando que mi padre no se hubiesedado cuenta. Sin embargo, al salir del baño fue directo hacia mi cuarto.
-¡Jorge!-Me susurró desde el marco de la puerta.- ¡Jorge, sé queestás despierto!-Al decirme aquello, no me quedó más remedio que incorporarmeen la cama y sentarme sobre ella.
Mi padre encendió la luz del cuarto y se sentó a mi lado.Llevaba los pantalones puestos otra vez, aunque el bulto bajo ellos seguíasiendo apreciable, poco a poco volvía a su estado de flacidez.
-Lo siento por lo que has visto, un hijo no debería ver cómo supadre se masturba.-Me dijo, avergonzado por su tono de voz.
-No te preocupes.-Le dije rápidamente, intentando quitarlehierro al asunto.-Los hombres tenemos necesidades y es normal que cuando notenemos a alguien cerca nos masturbemos.
-Eso es.-Dijo él.-De todos modos ¿Cuánto tiempo llevabasmirándome ahí escondido?
El color de mi cara cambió, yo mismo sentí que la sangre sesubía a mi cara, volviéndose roja por la vergüenza. Mi padre, ante esa reacciónse rió y deliberadamente colocó su mano sobre mi paquete.
-Es normal que un hijo tenga curiosidad por la polla de su padre¿quieres verla más de cerca?
Yo me limité a asentir. No estaba pensando, simplemente meestaba dejando llevar por mis instintos sexuales más básicos. Mi padre se pusoen pie y se quitó el pantalón, bajo el cual no llevaba ropa interior. Su pollaesta flácida, pero incluso así se podía ver que era gorda. De igual manera, ibasin depilar y eso me excitaba un poco más.
-¿Sería mucho pedir que le enseñases la polla a tu padre?
-Para nada.-Respondí mientras me ponía en pie.
Con delicadeza, me quité los calzoncillos, dejando al aire mimiembro, semiflacido por la situación. A diferencia de mi padre, yo sí ibadepilado y esto pareció sorprenderle.
-No sabía que te depilabas.-Me dijo mientras se agachaba paraverla más de cerca.-Tiene la pinta de ser tan robusta como la mía, una pena quetodavía no le hayas dado caña.
-Ya usas tú la tuya por mí.-Respondí bromeando.
Ambos nos quedamos así un rato, mirándonos las pollas ycomentando lo que nos parecían. Poco a poco ambas se fueron poniendo duras y lade mi padre era muy envidiable en comparación a la mía. Aunque la suya era algomás corta que la mía, era bien gorda y estaba seguro de que te destrozaría site penetraba con ello.
Sin pensarlo, llevé mi mano a su miembro, sintiendo como lasangre latía bajo mis manos. Miré a mi padre a la cara, preocupado por lareacción que pudiese tener. Sin embargo, estaba sereno, sonriendo y con unasimple mirada entendí que podía masturbarle. Ambos nos sentamos en la cama ytras lubricar mi mano con saliva, comencé a masajearle.
La piel subía y bajaba con facilidad, dejando al aire esa cabezaque minutos antes había dejado salir algo de líquido pre seminal. De vez encuando miraba a mi padre, que se había recostado un poco y su cara era decompleto placer. Cuando llevaba ya un par de minutos masturbándole, comencé amasturbarme también yo con la mano que me quedaba libre. La situación para míera extraña pero morbosa y excitante.
-¿Te atreves a usar la boca?-Dijo finalmente, mirándome a losojos.
-¿Crees que deberíamos? Me refiero, somos padre e hijo.-Respondíalgo preocupado.
-¿Tú quieres probar?- Me preguntó incorporándose, acariciandocon sus fuertes manos las mías.
-Sí.-Respondí tímidamente.
No respondió, esta vez me dio un pico. No me lo esperaba perofue agradable sentir el pinchazo de su barba sobre mi cara, llenándome deconfianza y más carga sexual.
Con cuidado, me metí su miembro en mi boca y comencé a lamerlode arriba abajo, jugando con mi lengua alrededor de su cabeza. Pronto empezó asoltar gemidos, intentaba no gritar, pero estaba claro que le estaba gustando.
Joder hijo, que bien la chupas, medijo mientras yo continuaba con su miembro en mi boca. Tenía que retirar confrecuencia mi boca de él, pues sentía que me ahogaba, me daba arcadas. Sinembargo, llegó un momento en el que con sus manos empujaba mi cabeza,introduciendo el pene más adentro. Un poco de pre semen saltó en mi boca yrápidamente retiró su polla.
Con su hercúlea fuerza me tomó y me sentó sobre él, donde me dioun beso apasionado. Ambos intercambiamos saliva, mientras él sentía el sabor desu propia corrida. Los besos se iban haciendo cada vez más intensos y sonoros,hasta que finalmente decidió dejar de hacerlo. Nos quedamos abrazados un par desegundos mientras yo estimulaba sus pezones con mis manos.
-Penétrame-Le susurré al oído.
-¿Estás seguro?-Me preguntó.
-Sí, quiero sentirte dentro, papi.
Ambos nos levantamos de la cama y me llevó hasta su cuarto. Mepidió que me pusiera a cuatro patas sobre la cama mientras él buscaba algo ensu cajón de noche. De él sacó una caja de condones y un bote de lubricante.Echó un poco en su mano y comenzó a extenderlo sobre mi ano. Yo me encorvé mássobre mí mismo, para que sus dedos entrasen mejor. Y así lo hicieron, primerouno, luego dos hasta que entraron cuatro.
Cuando considero que era suficiente, retiró sus dedos y metió supolla cubierta por el condón. Primero comenzó suave, hasta que logró meterme elpene hasta el fondo, después las embestidas fueron subiendo de fuerza. Su penelatía con fuerza en mi interior al mismo tiempo que entraba y salía.
Con sus manos m recorría todo el cuerpo, hasta que llegó a mipene, comenzándolo a masturbar también. Tal era mi excitación, que me corrí enseguida, sin embargo no tenía suficiente. Yo apretaba mis nalgas contra sumiembro y las contraía en ciertos momentos, haciendo que soltase gemidos deplacer.
-Ya echaba de menos un culo prieto.-Me dijo mientras continuabaembistiéndome.
Finalmente, después de que me corriese por segunda vez, mi padreparó y sentí cómo algo caliente se abría paso por mi pene.
-¿Quieres limpiarlo?-Me dijo cuando se sacó el condón.
Ni siquiera le respondí. Con mi lengua recogí todo ese semensalado y antes de que pudiera tragármelo, mi padre me beso. Un beso en el quenuestras salivas y su semen se mezclaron. Tras aquella fogosa noche, amboscaímos rendidos en su cama.
Os diría que aquí acabó la cosa, pero esa noche de amor con mipadre fue tan solo el inicio de una serie de encuentros muy intensos, sobretodose pusieron mas candantes durante y despues de mi transformación a chica peroeso lo dejo para la parte siguiente y final de mi historia…
 
Besos y saludos de Karla traviesa.
 

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